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'Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro': radiografía gamberra de la España gañana
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'Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro': radiografía gamberra de la España gañana

Club Caníbal ha vuelto a la andadas con la historia de un pozo ilegal y la búsqueda del maná económico con la construcción de un aquópolis en un desierto. Reparten bofetadas por todas partes

Foto: 'Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro', lo último de Club Caníbal. (Vanesa Rábade)
'Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro', lo último de Club Caníbal. (Vanesa Rábade)

Club Caníbal deja los escenarios perdidos. De ropa, de trastos, de sudor y, en este caso, de hasta de un parque acuático y de mucha agua. Justo de la que carece España. Justo la que hay que derrochar para construir ese parque que atraiga a miles -e incluso millones- de visitantes. Llámalo golf, llámalo Aquópolis. Porque así lo ha decidido la virgen y la cartera. Club Caníbal vuelve en Instrucciones para sobrevivir a lo oscuro a dar sopas con hondas a todo el que se ponga en su camino. Y aquí se la llevan los poderes clásicos del Estado que tanto le gustaba al carlismo -Dios, patria y rey- y alguna ración de agricultores y negacionistas del cambio climático. No les ha quedado del todo redonda, pero te mueve, te hace reír y, en la mayoría de las veces, quedarte con cara de idiota. Eso es teatro del de aplaudir. La tienen en las Naves del Matadero -de titularidad pública del Ayuntamiento de Madrid- hasta el 7 de abril. Y es muy de Semana Santa.

Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa, en los textos e interpretación, Chiqui Carabante en la dirección y Pablo Peña con la música en directo forman desde hace tiempo una compañía que tiene ya maneras propias muy reconocibles de radiografiar esta España nuestra a veces tan zafia y tan cutre. La España más gañana que, ojo, cae del lado izquierdo y del derecho. Son, definitivamente, los mejores sucesores de Berlanga y Azcona.

Foto: 'Herederos del ocaso' se puede ver estos días en las Naves de Matadero de Madrid.

Lo hicieron con su Trilogía Crónicas Ibéricas, que incluía Desde aquí veo sucia la plaza donde abordaban ese asuntillo de tirar a la cabra desde lo alto de la plaza del pueblo. Nuestras tradiciones. También Herederos del ocaso donde contaron la historia real del equipo paralímpico español de baloncesto que consiguió la medalla de plata en Sídney 2000 y ninguno de los deportistas sufría alguna discapacidad. Nuestra picaresca. La última de este triunvirato fue Algún día todo esto será tuyo, se introducía en los últimos días del presidente de El Corte Inglés. Nuestros negocios. Después escogieron como pinball a la figura de Alfonso XIII en Alfonso el Africano retratando su voracidad como pornógrafo. Nuestros reyes.

Populismo verbenero

En Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro tenemos desde el primer minuto una escena donde es la Iglesia la que no sale nada bien parada. La crítica por la pederastia ni siquiera está velada. Por supuesto, mucho menos el gran poder que tuvo durante mucho tiempo sobre todo en municipios pequeños con mucha gente carcomida por años de nacionalcatolicismo en vena. Así había niños que hasta veían a la Virgen. Pero no se quedan ahí e incluso se atreven con La Manada: si no has pillado en alguna fiesta popular es porque “no has encontrado un buen portal”.

Pero vayamos a la historia concreta porque entre tanto mejunje y locura -los actores se cambian, se travisten en los aledaños del escenario donde hay burros con ropa colgada y sí, hacen de hombres, de mujeres y de lo que haga falta porque eso es también lo que ha sido el teatro siempre, una ficción, una interpretación, no literalidades- hay un hilo conductor. Y aquí tenemos a Julián, que no era el más listo del pueblo, pero llega a alcalde con un populismo de garrafón verbenero.

Efectivamente, lo hace tirando de la mentira más gorda y prometiendo que no se cerrará el pozo ilegal que han abierto aunque se lo exija la Unión Europea, ya que, entre otras cosas, al pueblo ya no le queda casi agua. Y para conseguir que la mentira surta efecto tirará de la Iglesia -otra vez-, de esos agricultores que quieren su agua para hacer su trabajo y que no se lo estropeen cuatro hippies de ciudad, y de una política (rubia) enamorada del poder, pero sobre todo de esa España que ama su libertad por encima de todas las cosas (la de los otros ya es otro cantar). Y que lo que quiere es montar un Aquópolis, entre el dinero a espuertas y ni campo ni nada.

Con estos ingredientes, con el tono burlesco, con las imágenes surrealistas, con intentar meter todo en el mismo saco y darle de puñetazos no era difícil que a Club Caníbal se les fuera de las manos y a veces pasa. Lo zafio, en ocasiones, queda realmente zafio y no hay tampoco apenas un resquicio para que alguien ponga un poco de luz y sentido común en todo lo que está pasando. Para Club Caníbal, España entera está como las maracas. Y hay días en los que, seguramente, tengan razón, pero hay mucha coz gratuita ahí.

Para Club Caníbal España entera está como las maracas. Y hay días en los que, seguramente, tengan razón, pero hay mucha coz gratuita ahí

Las cosas acaban como acaban y aquí ya no se hace más 'spoiler'. “Te amaba porque eras España, pero me voy porque ya no eres España” como resumen de toda la historia. Nos queda la música de Peña como el saltimbanqui verbenero que acompaña a los titiriteros y que nos recuerda mucho a un teatro esencial, el de unos tipos que se suben con lo puesto y se ponen a jugar en el mejor doble sentido del verbo inglés “to play”. Nos queda ese escenario hasta arriba de agua derramada. Y nos queda la mueca al salir del teatro porque Club Caníbal nos ha metido tal sopapo que se nos ha puesto la cara del revés. Sí, como ocurría con las películas de Berlanga y Azcona, todo lo que cuentan ocurre en esta España nuestra. Lean los periódicos ahora y lo comprobarán.

Club Caníbal deja los escenarios perdidos. De ropa, de trastos, de sudor y, en este caso, de hasta de un parque acuático y de mucha agua. Justo de la que carece España. Justo la que hay que derrochar para construir ese parque que atraiga a miles -e incluso millones- de visitantes. Llámalo golf, llámalo Aquópolis. Porque así lo ha decidido la virgen y la cartera. Club Caníbal vuelve en Instrucciones para sobrevivir a lo oscuro a dar sopas con hondas a todo el que se ponga en su camino. Y aquí se la llevan los poderes clásicos del Estado que tanto le gustaba al carlismo -Dios, patria y rey- y alguna ración de agricultores y negacionistas del cambio climático. No les ha quedado del todo redonda, pero te mueve, te hace reír y, en la mayoría de las veces, quedarte con cara de idiota. Eso es teatro del de aplaudir. La tienen en las Naves del Matadero -de titularidad pública del Ayuntamiento de Madrid- hasta el 7 de abril. Y es muy de Semana Santa.

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