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Vuelven 'Los cazafantasmas': "Son como la última copa, la más mala, pero te la bebes"
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Vuelven 'Los cazafantasmas': "Son como la última copa, la más mala, pero te la bebes"

Hollywood lleva un tiempo haciendo 'remakes' y continuaciones de sagas. ¿Es nostalgia real o puro 'marketing'? Expertos de la industria nos aclaran las dudas

Foto: Cartel de no recordamos ya cuántas entregas hay de 'Los cazafantasmas'.
Cartel de no recordamos ya cuántas entregas hay de 'Los cazafantasmas'.

Un fantasma recorre Hollywood este año: el fantasma de la nostalgia. 2024 está siendo un año particularmente decidido a hacernos buscar el tiempo perdido a golpe de remakes. Hoy viernes se estrena Los cazafantasmas, una película que ha tenido tantas sagas que hasta probó con que la protagonizaran mujeres en 2016 (con catastróficos resultados), y que se recicla cada cierto tiempo en un eterno retorno nietzscheano. A su vez, continúa en los cines Dune 2; la segunda parte de Denis Villeneuve tenía como idea superar a su predecesora (la de Lynch. Jodorowsky ni se atrevió a intentarlo) con una trilogía basada en el libro de Frank Herbert publicado en 1965.

Lo que nos espera también parece empañar las dulces gafas de la nostalgia: ya han avisado que habrá otra adaptación de La historia interminable, también de Bitelchús; Gladiator 2, protagonizada en esta ocasión por el irlandés Paul Mescal, seguirá la vida de Lucio, sobrino de Cómodo (Joaquin Phoenix), en un proyecto que Ridley Scott tenía entre manos desde hace tiempo. Y, por si no fuera suficiente todo esto, a finales de año también podremos disfrutar de un nuevo Nosferatu del inquietante Robert Eggers (La bruja, El faro, El hombre del Norte…), porque quizá parecían pocos el mítico original de 1921 de Murnau y la versión que hizo Herzog en el 79 con un siempre terrorífico Klaus Kinski. La nueva la protagoniza Bill Skarsgård, el cual, ya de paso, también ha hecho otra versión de El cuervo.

¿Es falta de ideas? ¿Idealización del pasado que entraña un mal social más profundo?

Explotar el pozo hasta que se agote

"Ideas no faltan", cuenta el crítico de cine Jorge Loser a este medio. "El problema es que no funcionan. Las reacciones sobre algo conocido siempre suelen ser mayores —no estoy hablando del cine en exclusiva, incluso funciona a nivel de los propios titulares de los periódicos—, porque a la gente le gusta lo familiar. Vivimos en una rueda en la que vamos moviéndonos por impulsos y se apuesta por las cosas que funcionan, y, cuando una cosa funciona, entonces sí que ya no se sale de ahí y se apuesta todo el rato por lo mismo".

"Un ejemplo de ello es Pixar, le cuesta mucho hacer prender una nueva franquicia, al final siempre acaba con Toy Story 18 (nota: no hay 18 películas de Toy Story, pero en 2026 sí que llegará una quinta, lo que no está nada mal). La culpa no es tanto de la falta de ideas, sino de la respuesta a esas ideas, que suele ser muy pobre. No hay interés en descubrir cosas nuevas, entonces es normal que te den otra taza de Daredevil. Es el problema de explotar los pozos hasta que se agotan, es un movimiento puramente capitalista", indica.

"No hay interés en descubrir cosas nuevas, entonces es normal que te den otra taza de 'Daredevil"

"Este nuevo intento de secuela de Cazafantasmas, por ejemplo, es que llega tarde y mal. Es la última copa del after, la más mala", señala Loser. "Es una secuela gastada, agotada, la gente no responde con emoción. Solo la siguen haciendo porque es un nombre seguro y malo sería que no funcionase, al menos un poco. Son los intentos de las marcas de entrar con buen pie y desesperadamente en las nuevas generaciones, y al final las generaciones antiguas (que son las que realmente aúpan a estas marcas) rabian, porque consideran que sus productos fetiche han cambiado, o que son woke… ¡Pero es que no las están haciendo para ti!".

"Lo que hacen es coger una marca conocida, como Willow, usar su nombre y contar otra historia en la que los personajes originales ni siquiera salen. O con Spiderman, que intentan captar claramente a la chavalada fresca, se trata de una operación puramente comercial para que la franquicia eche raíces en una nueva generación. Así tienes un Batman o un Drácula para cada generación, con cosas que resucitan cada cierto tiempo".

Foto: Fotograma de Toy Story (1995)

Como advierte Andrés Quinteros (director de Psicólogos Madrid Cepsim), no hay nada malo per se en la nostalgia, a no ser que nos obsesionemos por revivir situaciones pasadas: "Cuando buscamos volver al mismo sitio o ver lo mismo, tratando de revivir las sensaciones recordadas, casi siempre es una decepción. Se pierde la perspectiva de que aquello pasó y nosotros somos diferentes. Una película que te encantó hace 15 años es muy probable que no te emocione ya tanto, pero eso no lo convierte en una película mala o mediocre".

"Generación tras generación, muchas personas terminan diciendo que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero no es cierto, antes no se escribían libros de más calidad, los niños jugaban de verdad o se hacían mejores películas. Muchas veces nada es mejor ni peor, solo diferente. A veces nos aferramos al pasado porque nuestro presente no nos gusta. Lo veo en muchos pacientes que dulcifican su infancia o sus primeras relaciones…, idealizan el pasado, pero esto puede ser tan negativo como recordar solo lo malo".

La idealización de los 80

De un tiempo a esta parte, los 80 han sido los protagonistas de muchos de los productos cinematográficos más populares (desde Super 8 a, muy especialmente, Stranger things, pasando por algún capítulo de Black mirror, como San Junipero), lo que en parte también explica esta obsesión por recuperar productos como Los Cazafantasmas, cuya primera entrega apareció en 1984: "Sí que hubo un momento en que se quería recuperar un poco la esencia de los 80", admite Loser. "Había un movimiento de nostalgia que sucede en todas las generaciones, porque descubres algo de la infancia que recuperas cuando eres un adulto".

placeholder La clásica moda de los 80 (o eso dice Netflix).
La clásica moda de los 80 (o eso dice Netflix).

"Sucedió aproximadamente de 2010 a 2013 ese revival de los 80, que también sucedió en los propios 80 con los 50 e, incluso, está sucediendo ahora con los 90. En un principio se da un enfoque de nostalgia, apelando a los sentimientos, 'espontáneo', sin idea de ser comercial, pero luego llegan productos como Yo fui a EGB y se capitaliza. En el cine la propia nostalgia viene de la necesidad de las empresas de crear contenido que resulte familiar".

"Se busca apretar el botón con las películas parecidas a las de Spielberg, pero esto no representa el cine de los 80 de verdad. Se recupera La guerra de las galaxias, pero no las películas de bárbaros como Conan, que en aquel tiempo estaban muy de moda porque se llevaba el heavy metal, las portadas de señoras en pelotas, el músculo…, eso también fueron los 80, no solo los niños con cara de perrillo y el extraterrestre. Lo que pasa es que ese look sucio ya no cuela nada. Es mucho más fácil coger la iluminación de la época y que se quede ahí todo con una imagen idealizada. Eso funcionó también con los 50, se copiaba lo bueno, el autocine, las chicas en patines sirviéndote la comida, la valla blanca y la casa perfecta…, todo lo que es reproducible. Pero no es más que una idealización de la vida, con la idea de hacer branding", concluye Loser.

Un fantasma recorre Hollywood este año: el fantasma de la nostalgia. 2024 está siendo un año particularmente decidido a hacernos buscar el tiempo perdido a golpe de remakes. Hoy viernes se estrena Los cazafantasmas, una película que ha tenido tantas sagas que hasta probó con que la protagonizaran mujeres en 2016 (con catastróficos resultados), y que se recicla cada cierto tiempo en un eterno retorno nietzscheano. A su vez, continúa en los cines Dune 2; la segunda parte de Denis Villeneuve tenía como idea superar a su predecesora (la de Lynch. Jodorowsky ni se atrevió a intentarlo) con una trilogía basada en el libro de Frank Herbert publicado en 1965.

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