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El arquitecto rebelde: "Sostenibilidad, bienestar… la arquitectura es cada vez más palabrería"
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Entrevista

El arquitecto rebelde: "Sostenibilidad, bienestar… la arquitectura es cada vez más palabrería"

El holandés Reinier de Graaf señala en esta entrevista que "la arquitectura hoy está en una encrucijada: mantiene el sistema capitalista y destruye el medio ambiente". Estará presente la semana que viene en el Hay Fórum Sevilla

Foto: Reinier de Graaf. (Adrienne Norman)
Reinier de Graaf. (Adrienne Norman)

El holandés Reinier de Graaf es uno de los arquitectos más interesantes del momento, sobre todo porque no se parece demasiado a ningún otro ni siquiera como entrevistado. Para empezar, no va a abusar de términos como sostenibilidad o bienestar, que cree que están demasiado manoseados. Escribió un libro sobre ello y rechaza la “palabrería” que abunda en su profesión.

En segundo lugar, porque forma parte de OMA, el colectivo de arquitectos del que es socio junto a Rem Koolhaas, Ellen van Loon, Shohei Shigematsu, Iyad Alsaka, Chris van Duijn, Jason Long y David Gianotten. Él se ha encargado de edificios singulares como Norra Tornen en Estocolmo (2020), el complejo de viviendas Timmerhuis, en Róterdam (2015), el Al Daayan Health District Masterplan, en Doha (2020) o el Mangalem 21 Housing Estate in Tirana, de los que habla en esta entrevista.

Y, en tercer lugar, porque es el responsable de AMO, un think tank que intenta aplicar el pensamiento arquitectónico a otros ámbitos y que reflexiona sobre el cambio climático, la huella de carbono y la energía, intentando evitar la conversación vacía. De Graaf acudirá la semana que viene al Hay Fórum de Sevilla y hemos charlado antes con él mediante Zoom.

PREGUNTA. Empecemos por una fácil. ¿Por qué decidió ser arquitecto?

RESPUESTA. Fue hace mucho tiempo y lo tengo ya un poco olvidado. Pero, veamos, si vuelvo atrás en el tiempo cuando fui a la escuela de arquitectura… Yo era un adolescente de secundaria que no sabía muy bien en qué podía ser bueno. Pero luego pensé que sería un estudio técnico que no me hiciera parecer demasiado nerd. Si era arquitectura era algo que no sabía. Por tanto, no fue ni algo vocacional ni una especie de iluminación. Simplemente, quería hacer algo técnico, y la arquitectura era algo comprometido y que tiene un anclaje con la sociedad, y no me hacía quedarme totalmente aislado. De una forma más banal, podríamos decir que todo fue producto de la indecisión.

placeholder Norra Tornen, en Estocolmo. (Laurian Ghinitoiu, cortesía de OMA)
Norra Tornen, en Estocolmo. (Laurian Ghinitoiu, cortesía de OMA)

P. Además de arquitecto, usted es un teórico de la arquitectura. Ha escrito libros sobre ella. Es el responsable del think tank AMO. Y trabaja con OMA en diversas partes del mundo. ¿Cómo ve la arquitectura que se hace en Europa y sus diferencias con el resto del mundo, sobre todo en Asia?

R. El empuje en el mundo está cambiando. Se está desplazando desde Occidente hacia otras partes del mundo. Y creo que la arquitectura es un sismógrafo de la situación actual. Ya sabemos que, después de la II Guerra Mundial, el impulso pasó de Europa a EEUU, y lo que estamos viendo en el siglo XXI es un desplazamiento desde Occidente hacia otras partes en general. Y, en Europa, por ejemplo, cada vez hay más voces que se cuestionan si hay que construirlo todo, es decir, si no deberíamos cubrir nuestras necesidades rehabilitándolas, rehabilitando espacios que ya existen, convirtiendo viejos edificios en nuevos, etc., etc. Porque, si te tomas el discurso de la sostenibilidad en serio, y yo me lo tomo en serio, todo el asunto es si debes construirlo todo nuevo o no.

Nos salimos un poco del tema, pero la industria de la construcción es la que mueve más capital a nivel global. Al mismo tiempo, es la fuente más grande de emisiones de CO₂. Por tanto, es un conflicto perpetuo de intereses. El entorno construido es el pilar que mantiene nuestro sistema económico y al mismo tiempo es el que hace que el entorno se vaya al infierno. Y esto es algo que todavía no se ha resuelto.

Y ahora Asia desde luego es la que tiene el impulso y puede traducirlo en una arquitectura…, ya sabes, más grande, mejor, más alta, más grandiosa, etc., etc.

P. Usted escribió el libro Arquitect, verb. The new lenguaje of building, en el que critica el abuso en el uso de términos como sostenibilidad o bienestar por la pérdida de significado que esto supone en unos momentos en los que ciertamente hay que batallar con el cambio climático, algo que interpele totalmente a la arquitectura.

R. No creo que necesariamente tengamos que enfrentarnos a esos términos. La arquitectura no trata de lenguaje y, cuanto más se hace arquitectura con el lenguaje, menos arquitectura se hace. Quiero decir, hay ciertos valores de la arquitectura que son evidentes y muchos de estos términos son, desde luego, evidentes. Obviamente, yo no estoy en contra de la sostenibilidad y tampoco quiero construir edificios inhabitables. No soy un partidario del malestar frente al bienestar. Lo que quiero decir es que estos términos son monumentos colosales a lo obvio y al serlo se convierten en una distracción de lo obvio. Lo que quiero decir es que la arquitectura se vuelve cada vez más palabrería. Estamos cada vez hablando más y más de esos términos en vez de llevarlos a cabo.

La arquitectura es, esencialmente, una disciplina de lo operativo, es una maravilla de lo operativo y donde es más importante el cómo que el qué. Y, si tú te tiras todo el tiempo discutiendo el qué, no llegas nunca al núcleo y los términos acaban perdiendo todo su significado.

Cambié el subtítulo original, que era: "La guía definitiva para premiar edificios hermosos, creativos, innovadores y galardonados de clase mundial que fomentan un sentido de lugar y bienestar". Si reúnes todos estos términos en una sola frase te das cuenta de que lo obvio se vuelve absurdo. Si alguien me dice 20 veces que es una buena persona, si me dice 20 veces que no es ningún misógino ni ningún racista, me inclino a pensar que es un machista y un racista. Pues esa es la situación que estamos viviendo ahora en la arquitectura.

"Si quieres ser sostenible, tendrás que dejar de construir, pero eso es algo que muchos arquitectos no van a decir"

P. Me está diciendo que detrás de la arquitectura también hay ideología.

R. Eso es lo que son estos términos, ideología. Términos insustanciales que se convierten en ideología sin confrontar nunca la consecuencia de lo que realmente significan. Quiero decir: si quieres ser sostenible, tendrás que dejar de construir, pero eso es algo que muchos arquitectos no van a decir. Por todo esto, todas estas cosas que se dicen de la sostenibilidad son una enorme pantalla de humo, un tipo de camuflaje, de postureo virtual. Y eso es lo que yo encuentro cuestionable, no es que sea mi ambición personal tener una enorme huella de carbono.

P. Bueno, en Europa tenemos ese discurso de la energía, quizá también porque no tenemos muchos combustibles fósiles como sí ocurre en Asia u Oriente Medio, donde se está construyendo ahora muchísimo más. ¿Hay dos formas de afrontar el problema desde distintas partes del mundo?

R. Hay que tener cuidado en hablar de Europa por un lado y del resto de países por otro. Y Oriente Medio es muy diferente a China, y China es muy diferente a Rusia. Yo diría que Europa está en algún punto intermedio, pero también lo está China, que ha reducido sus emisiones de carbono mucho más rápido que Europa. No se está hablando de eso, pero, como tienen una enorme población y están en todo un proceso de industrialización, su historia es diferente. ¿Sabes que están construyendo muchísimos molinos de viento y paneles solares? Por otro lado, Oriente Medio está intentando reconvertirse de cara al futuro porque el resto del mundo está usando el petróleo cada vez menos. Es una cuestión bastante práctica: una gran parte de Europa está presionando hacia la sostenibilidad porque geopolíticamente se pretende ser menos dependiente de regímenes autocráticos, etc. Sin embargo, lo que pienso de Europa, y que es la última ironía europea, es que se ve a sí misma como la que va delante en todo este tema, cuando en realidad dejó de ir la primera hace mucho tiempo. Tal vez esta sea una bonita metáfora también para la arquitectura, que sufre delirios similares sobre sí misma.

placeholder El hospital Al Daayan Medical District, en Doha. (Cortesía de OMA)
El hospital Al Daayan Medical District, en Doha. (Cortesía de OMA)

P. Hablemos concretamente sobre las creaciones que hace con OMA, que son bastante particulares. Usted, de hecho, ha creado un hospital sostenible y barato en Doha, la capital de Qatar. ¿Cómo lo hizo?

R. Fue diseñado más o menos en la época del covid. El hospital de Wuhan que hicieron arquitectos chinos en solo seis días fue una inspiración porque lo normal, incluida la planificación y todo, es que se tarde entre cinco y diez años construir un hospital. Ellos demostraron que en seis días se puede construir un hospital, y ya no hay que volver más a esperar diez años para construirlo. Por tanto, aquel fue un momento decisivo. Otro momento fue darme cuenta de lo que pasaba con los hospitales. Por un lado, la innovación médica se desarrolla muy muy rápido, mientras que construir un hospital era muy muy lento, por lo que, cuando el hospital abría sus puertas, ya estaba anticuado. De esta manera, el hospital tenía que empezar a renovarse a veces incluso antes de que llegara a abrir y estaba en una perpetua renovación. Así que lo que hicimos fue diseñar un hospital en el que todo se pudiera cambiar en cualquier momento; es decir, convertir salas de operaciones en habitaciones y al revés, y etc., etc. Todo podía ser permanentemente transformado por lo que el estado de cambio era su estado estable. Todo completamente prefabricado mediante impresoras 3D. Por tanto, un montón de partes se podían construir sin un contratista…; es decir, sin corrupción. No es que las dos palabras estén unidas, pero ya sabes a qué me refiero.

P. Bueno… Vayamos a otra de sus obras: la torre Norra Tornen. Usted dijo que las había construido no para crear dos rascacielos, sino un lugar donde la gente pueda vivir.

R. Sí, en Estocolmo. La idea era construir un edificio de gran altura con materiales prefabricados. La forma en la que generalmente construyes un edificio de gran altura en el que haya variedad, no sea monótono y, por ejemplo, cada apartamento pueda tener una terraza para que puedas tener una cierta sensación de vivir en un hogar aunque estés en la planta 40 o para que puedas crear una especie de jardín. Quiero decir, vives a gran altura, pero no tienes que estar necesariamente sintiendo eso todo el rato, aparte de las vistas que tienes, claro está.

P. ¿Le han inspirado edificios que han aparecido en libros o películas?

R. La verdad es que no. O no soy consciente de haber tenido una motivación de ese tipo. Por otro lado, tampoco pienso en si los edificios en los que he trabajado aparecen en alguna película. Pero es un bonito cumplido. Construimos un edificio en Róterdam que aparece en casi todas las publicidades sobre Róterdam y también aparece en las series de crímenes, pero yo no recuerdo que me haya inspirado en ningún edificio que aparezca en películas.

placeholder Complejo Mangalem, 21, en Tirana. (Cortesía de OMA)
Complejo Mangalem, 21, en Tirana. (Cortesía de OMA)

P. ¿Tampoco periodos históricos arquitectónicos, desde el Renacimiento al Barroco, el Romanticismo…?

R. No necesariamente. La naturaleza de nuestra oficina es ir contra la corriente. Por ejemplo, en Dubái donde toda la construcción es exuberante, donde todos los edificios son un icono, nosotros buscamos construir una forma lo más aburrida posible. Cuando todo es emocionante, nada lo es y lo aburrido es lo que se convierte realmente en algo emocionante. Ese tipo de cosas son las que yo encuentro interesantes. Nosotros trabajamos contra el contexto, y, cuando hablo de contexto, me refiero precisamente a ese edificio de Estocolmo. Es un edificio prefabricado porque con el clima que hay en Suecia es lo que hay que hacer. Muchos edificios nuevos en Suecia son prefabricados. Aquí llegamos al fenómeno del prefabricado, que tiene que ver con una cierta necesidad que luego se traduce en una necesidad. Por ejemplo, en Tirana (Albania) hicimos un complejo de viviendas que cuesta unos 250 euros, lo que es una cantidad ridículamente barata. La construimos con una tecnología local muy poco sofisticada de hormigón y ladrillos porosos. Después lo pintamos todo de diferentes colores. Lo hicimos para integrarlos con el resto porque muchos viejos edificios de Tirana de la época comunista también han sido pintados así. Es decir, es una tradición allí y nosotros trabajamos con el contexto también a veces para destacar entre el contexto.

P. En este sentido, ¿cuál es el futuro de la arquitectura en relación con los diferentes contextos, cambio climático…?

R. Creo que la arquitectura va a cambiar radicalmente porque, como dije, está atrapada en un enorme conflicto de intereses. Por un lado, mueve cantidades enormes de capital; por otro, es una enorme amenaza contra el medio ambiente. Así que lo que pienso es que una de las dos partes tendrá que ceder, y no va a ser el clima. La arquitectura va a tener que traicionar al capital. Si nos tomamos el tema del cambio climático de forma seria, esta relación de la arquitectura con el sistema financiero va a tener que cambiar. Si queremos hacer algo con el cambio climático, eso es lo que hay que hacer y no hablar 300 veces de sostenibilidad. Creo que mi profesión se va a enfrentar a la hora de la verdad en estos próximos cinco años.

La arquitectura mueve cantidades enormes de capital y es una gran amenaza para el medio ambiente. Una de las partes tendrá que ceder

P. Y en estos próximos cinco años, ¿le preocupa la inteligencia artificial?

R. No, porque hay un montón de cosas de mi trabajo que no me gusta hacer. Mi trabajo es una curiosa mezcla de decisiones racionales, objetivas e inteligentes y otra gran cantidad de decisiones que tienen que ver con el gusto. Que si voy a usar un modelo de verde jaspeado y rojo, y con qué empresa… En fin, son decisiones que si tuviera que delegar íntegramente a la IA probablemente tendría más tiempo para dedicarme a las cosas importantes.

placeholder A la derecha, Timmerhuis de Róterdam, uno de los edificios favoritos de De Graaf. (Ossip Van Duivenbode, cortesía de OMA)
A la derecha, Timmerhuis de Róterdam, uno de los edificios favoritos de De Graaf. (Ossip Van Duivenbode, cortesía de OMA)

P. De todos los edificios que ha hecho, ¿tiene algún favorito?

R. Oh, es muy difícil elegir uno. Me gusta mucho Timmerhuis en Róterdam porque muchas de las cosas de las que hablo se han puesto allí en práctica.

P. ¿Es diferente trabajar en su país que en otros? Volvemos una vez más a lo mismo: los climas son diferentes, el cambio climático, etc.

R. Sí, sí. Y, además, allí también nos conocen. Me encanta trabajar en los Países Bajos, pero no querría estar restringido solo a mi país, y esa es una de las cosas que más me gusta de mi trabajo. Es una profesión en la que prácticamente puedes trabajar en casi todas partes y logras una inmersión real en las diferentes culturas. Mientras haces tu trabajo como arquitecto, aprendes muchas cosas del mundo, y eso es lo más. Creo que esto responde bien a lo que me preguntabas al principio de por qué quería ser arquitecto.

P. Creo que su estudio no tiene aún ningún proyecto en España. ¿Le gustaría? Además, tiene mucho que ver con todo lo del clima…, el sur está alcanzando temperaturas tremendas y el norte está mucho más cálido que hace años.

R. Sí, sí, precisamente creo que España es un país que está bastante a la cabeza a la hora de enfrentarse al cambio climático como algo real y palpable, y por eso me interesaría mucho trabajar allí.

El holandés Reinier de Graaf es uno de los arquitectos más interesantes del momento, sobre todo porque no se parece demasiado a ningún otro ni siquiera como entrevistado. Para empezar, no va a abusar de términos como sostenibilidad o bienestar, que cree que están demasiado manoseados. Escribió un libro sobre ello y rechaza la “palabrería” que abunda en su profesión.

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