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‘Wozzeck’, “la ópera que reflejó y vaticinó todos los horrores del siglo XX”
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MESA REDONDA EL CONFIDENCIAL Y ARQUIA BANCA

‘Wozzeck’, “la ópera que reflejó y vaticinó todos los horrores del siglo XX”

La discusión sobre la obra de Alban Berg y su vanguardismo fue la primera mesa del ciclo '1924-2024: el pasado es la vanguardia'

Foto: Mesa redonda 'El trauma de Wozzeck de Alban Berg'.
Mesa redonda 'El trauma de Wozzeck de Alban Berg'.

Hace un siglo la ópera estatal de Berlín acogía un estreno apoteósico: Wozzeck, la primera ópera del austriaco Alban Berg. Causó sensación. Su atonalidad, dodecafonismo, expresionismo, contemporaneidad al fin y al cabo, resultaron un revulsivo para la sociedad de la época que se quedó con la boca abierta. Berg triunfó por todo lo alto. Tanto que su modernidad ha llegado hasta nuestros días, de tal manera que sigue estando en la más absoluta vanguardia.

Precisamente de eso va el ciclo Arquia Banca (1924-2024: el pasado es la vanguardia), organizado por Arquia Banca y El Confidencial, con el periodista Rubén Amón como director del mismo, y que comenzó el pasado 28 de febrero con un coloquio sobre la revolución que supuso la composición del Wozzeck de Alban Berg. En definitiva, cómo es posible que la vanguardia de hace un siglo siga siendo hoy tan contemporánea.

El escenario fue el auditorio de la novísima sala Arquia Banca, creada por el prestigioso arquitecto Emilio Tuñón (Premio Nacional de Arquitectura 2022) e inaugurada hace poco más de un año, según resaltó el presidente de Arquia Banca, Javier Navarro, quien, en su discurso introductorio valoró la importancia de esta iniciativa "encaminada a promover una comunidad culturalmente dinámica". Tras él, abrieron fuego, en este primer encuentro, los musicólogos Xavier Güell (director de orquesta, ensayista), Pablo Rodríguez (crítico musical y profesor) y Carmen Noheda, investigadora del Instituto Complutense de Ciencias Musicales.

Y lo primero fue para indicar que el Wozzeck de Berg triunfó en todas partes menos en Viena, "una ciudad absolutamente conservadora y con una doble moralidad", según Güell, quien, no obstante, sí destacó la enorme importancia del compositor entonces y ahora. Por un lado, como heredero de Mahler, Wagner y Brückner —los compositores renovadores— y, por otro, por la humanidad de su composición. "Es terriblemente humano y el ser humano sigue cometiendo los mismos errores y su corazón sigue siendo el mismo. Por eso su mensaje plantea todo lo que va a pasar después", manifestó el director de orquesta. A eso hay que sumarle, como dijo Noheda, la promoción que supo darle Berg a su ópera. Casi una campaña de márketing actual que no se había hecho nunca antes.

placeholder Javier Navarro, presidente de Arquia Banca, al inicio del encuentro.
Javier Navarro, presidente de Arquia Banca, al inicio del encuentro.

Para contextualizar, los tres ponentes comentaron de dónde venía el Wozzeck de Berg. Como explicó Noheda, se basaba en la obra teatral del dramaturgo alemán Georg Büchner, que la había escrito poco antes de su muerte en 1837, con solo 23 años de edad. Es un texto que el escritor —de ideas muy progresistas y cercano del socialismo de Saint Simon— tomó de una crónica real de sucesos: un soldado mata a su amante y como padece esquizofrenia en el juicio se argumenta la enfermedad como atenuante, aunque no surte efecto porque termina decapitado. Büchner tomó los hechos reales, pero los distorsionó, creando la primera obra expresionista de la historia. Eso sí, desconocemos su final porque la dejó inconclusa.

Berg la vio representada por primera vez en 1914 en Viena y le dejó impresionado. Se puso a trabajar en un libreto operístico y enseguida estalló la Primera Guerra Mundial por lo que, como añadió Noheda, hay dos razones de peso que influyeron en su composición: el expresionismo de Büchner y los horrores de la guerra que él mismo estaba sufriendo como funcionario en el Ministerio de la Guerra donde empezó a trabajar.

placeholder Pablo L. Rodríguez, crítico de música clásica y profesor, y Carmen Noheda, musicóloga, participando en el debate.
Pablo L. Rodríguez, crítico de música clásica y profesor, y Carmen Noheda, musicóloga, participando en el debate.

"Es una obra perfecta. Una obra literaria convertida en ópera donde se mezclan las formas instrumentales con los fines operísticos y funciona", reconoció Güell, para quien además la obra supuso un milagro musical, puesto que por primera vez se mezclaba la tonalidad con la atonalidad —esos sonidos disonantes "que no son feos"— y el dodecafonismo ("Bendito Arnold Schönberg", que se lo había enseñado en la Escuela de Viena).

Pero llegó en el momento justo, un contexto estético en el que, como reafirmó este musicólogo, se estaban disolviendo las fronteras de la tonalidad y la atonalidad. Un mundo expresionista y distorsionado que acababa de salir de una gran guerra europea que lo había trastocado todo.

Previo a la II Guerra Mundial

Wozzeck también vaticinó la otra gran guerra que llegaría poco después. "Todos los horrores del siglo XX están ahí", señaló Pablo Rodríguez. "Sí, están la belleza y el horror, la aparición de los campos de concentración y de los millones de muertos", manifestó Güell.

Y está la obsesión sexual y el crimen de una mujer por celos que hoy también tendría sus lecturas. "Se puede observar un subtexto en los personajes. Como en el doctor, que es una caricatura de Paul Kammerer, el primer amor de la esposa de Berg y al que este odiaba porque pensaba que ella le seguía amando". Kammerer, por otra parte, se acabó suicidando… un año después del estreno de la ópera.

placeholder Xavier Güell, director de orquesta y novelista, a lo largo del coloquio.
Xavier Güell, director de orquesta y novelista, a lo largo del coloquio.

Para terminar la charla se comentó por qué, si hace un siglo Wozzeck había sido un éxito descomunal, todavía hoy no se aceptaba del todo la ruptura de la tonalidad mientras que sí se ha asumido perfectamente la abstracción en la pintura y la fragmentación en otro tipo de artes como el cine o la literatura. "El público es el responsable", argumentó Güell entre risas. "La música es vaciarte por dentro y escuchar… Y ahora lo que se consume es lo asequible. La música es el único arte abstracto y tiene esa dificultad añadida. Tienes que cambiarte las orejas para entrar en el siglo XX".

Uno de los alumnos de Alban Berg fue el filósofo Theodor Adorno, quien recalcó, como recordó Noheda, que la obra refleja a una generación, la del periodo de entreguerras, que sufrió mucho, y que Berg supo fusionar el nihilismo con el lenguaje del atonalismo lo que años después será todavía más radical.

placeholder Julián Monjo, Sol Candela, Purificación Pujol, Montserrat Nogués, Alberto Alonso y María Villar, consejeros de Arquia Banca.
Julián Monjo, Sol Candela, Purificación Pujol, Montserrat Nogués, Alberto Alonso y María Villar, consejeros de Arquia Banca.

Quizá detrás de todo ese dolor se encuentra la efusividad creativa que se vivió en los años veinte y treinta en tantas disciplinas artísticas que también se tocarán en este ciclo de Arquia Banca. El próximo será el 21 de marzo sobre el cine y le seguirán varias mesas redondas sobre la arquitectura, la tauromaquia, la literatura, la fotografía, la pintura y un epílogo para reflexionar sobre si en este 2024, con tantas guerras e inestabilidad, estamos en un periodo similar al de hace un siglo. Para más información sobre el ciclo de encuentros, haga clic aquí.

Hace un siglo la ópera estatal de Berlín acogía un estreno apoteósico: Wozzeck, la primera ópera del austriaco Alban Berg. Causó sensación. Su atonalidad, dodecafonismo, expresionismo, contemporaneidad al fin y al cabo, resultaron un revulsivo para la sociedad de la época que se quedó con la boca abierta. Berg triunfó por todo lo alto. Tanto que su modernidad ha llegado hasta nuestros días, de tal manera que sigue estando en la más absoluta vanguardia.

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