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De ETA a los museos coloniales… así se azuza el avispero
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Paula Corroto

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De ETA a los museos coloniales… así se azuza el avispero

Ha habido tres algaradas con mucho aspaviento en apenas una semana en el mundo de la cultura, pero que en realidad solo demuestran lo vacío de los discursos

Foto: El ministro de Cultura, Ernest Urtasun. (EFE/Gerardo Pisarello)
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun. (EFE/Gerardo Pisarello)
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Hace una semana, el chisporroteo en las redes, smartphones y ciertos altavoces políticos era una obra de teatro que se iba a estrenar en Madrid y que tocaba el tema de Altsasu. Que si blanqueo del terrorismo, que si ETA estaba todavía en el discurso, que si había que prohibir la obra. Vox incluso se plantó delante del teatro de la Abadía de Madrid, pegó sus cuatro gritos, la obra se llenó y todo el mundo en paz.

Tres o cuatro días más tarde —esto va a así de rápido— fue el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que tampoco se pierde una y de quien se esperan muchas tardes de gloria (y trabajo para los periodistas), quien soltó en la Comisión de Cultura del Congreso —la primera a la que iba— su afán por poner en marcha la descolonización de los museos estatales. Otro discurso que causó una polvareda enorme —ay, la leyenda negra—, pero que dos días más tarde había caído en el cajón de los asuntos olvidados.

Y la semana finalmente se cerró con una acusación en el periódico El País de violencia sexual por parte de tres mujeres al cineasta Carlos Vermut. Otra vez saltó a la palestra la etiqueta del #metoo y unos y otros gritándose en redes (que qué gracia eso de que un cineasta, es decir, uno de la cuerda de los progres, sea acusado por estos comportamientos).

Y, de nuevo, el altavoz político, esta vez también desde la izquierda, con Sumar y Podemos y con la ministra de Igualdad, Ana Redondo (PSOE), subiéndose al carro a medida que transcurría el día (al principio las voces fueron escasas).

Si Urtasun quiere mover el avispero lo moverá porque quizá está buscando otros destinos, pero será simplemente eso: ruido de avispas

Es decir, tres algaradas con mucho aspaviento en apenas una semana, pero que en realidad solo demuestran lo vacío de los discursos desde distintas partes del arco opinativo (y político).

Porque si nos vamos al núcleo del asunto, nos encontramos con una obra de teatro que, si bien teatralmente ni es una obra maestra ni es redonda, no se puede tildar de blanqueadora y, ni mucho menos, de ponerse del lado de los agresores, como se vociferó desde detrás de las pancartas. Efectivamente, no se había visto, pero daba exactamente igual. Ya ocurrió con el documental de Jordi Évole sobre Josu Ternera cuando un buen número de "intelectuales" ejerció la censura previa y luego resultó que no estaba tan mal la cosa. A ver si lo que se buscaba era colocar a ETA en cualquier titular (o tertulia política).

placeholder La protesta de Vox contra la obra de teatro 'Altsasu'. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
La protesta de Vox contra la obra de teatro 'Altsasu'. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

En cuanto a los museos, tampoco el ministro había descubierto el Santo Grial. Si estaba buscando enardecer a la parte contraria —que un poco el plumero sí que se vio— pinchó en hueso porque lo de la descolonización es un discurso que lleva ya años instalado en los museos. Hasta en el Rijksmuseum de Ámsterdam —y Holanda tiene bastante más que decir que España— se lo han tomado en serio con exposiciones recientes en las que se cuestionan su esclavismo.

Además, en todas estas cosas, siempre se suelen estirar el chicle desde la exageración y hay quien enseguida entendió que descolonizar es devolver tesoros a las primeras de cambio sin tener en cuenta que ahí entra todo un entramado jurídico. Es decir, porque ahora Colombia reclame el tesoro de los Quimbayas que está en el Museo de América, este no va a volver mañana ni en barco ni en avión. Como han señalado expertos del mundo del arte, lo de descolonización es, ante todo, un cambio de mentalidad con respecto a las piezas que el museo guarda.

No obstante, vista la comparecencia de Urtasun y su pasión mediática —ha recorrido unos cuantos medios, eso sí, no los considerados más tradicionales— aireando desde talas arboricidas hasta museos colonialistas, no extrañaría que la próxima semana dejara caer ¿los toros? Y todo a sabiendas de que su Ministerio tiene muy difícil llevar a cabo una posible prohibición, ya que hay tres leyes que los protegen como patrimonio cultural. Sí lo tienen más fácil (aunque tampoco tanto) las comunidades autónomas que regulan los espectáculos públicos. De hecho, la única comunidad donde las corridas están prohibidas es en Canarias (desde 1991), mientras que en Cataluña, aunque se prohibieron en 2008, el Constitucional declaró en 2016 que la norma invadía competencias del Estado, así que quedó anulada. Si ahora no hay toros allí es porque los dueños de la Monumental, la única plaza que quedaba activa para este fin, no se dedican a ello en Barcelona (y luego sí es cierto que el ayuntamiento puede poner trabas administrativas en la plaza, como hizo la alcaldesa socialista, Ana González, con la de Gijón en 2021, volviendo otra vez la actividad en 2023).

Vista la comparecencia de Urtasun y su pasión mediática, no extrañaría que la próxima semana el próximo tema que dejara caer sean ¿los toros?

En definitiva, si Urtasun quiere mover el avispero lo moverá porque quizá está buscando otros destinos políticos, pero será eso: ruido de avispas.

Un dato curioso sobre toros. Sí que ha estado en ocasiones prohibido en España y ha sido durante los reinados de Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, es decir, con los primeros Borbones y cuando las ideas de la Ilustración más en boga estaban en Francia y llegaban a España. Es verdad que a nivel popular muchas veces estas prohibiciones caían en saco roto y se celebraban corridas, pero tuvo que venir José Bonaparte para restablecerlas en serio y ganarse a los españoles. Al final, en política todo va de lo mismo, ya en el siglo XVIII y XIX.

El último tema: las acusaciones de agresión sexual a un cineasta. Y ahí estaban las palabras de Yolanda Díaz y Urtasun (otra vez) en la gala de los premios Feroz, un retuit de Irene Montero, otro tuit de la actual ministra de Igualdad y el movimiento típico en redes y en los diarios... Que además siempre tiene un punto álgido el día que sucede —con unos cuantos queriendo surfear la ola— y después diluyéndose como un azucarillo.

Foto: Javier Ambrossi, Javier Calvo y Carmen Jiménez, en la gala. (EFE/Juanjo Martín)

Dentro de quince días sería casi una sorpresa que estos temas siguieran, como decía la otra, en el candelabro. Porque, ¿amnistía, qué es la amnistía? En fin, ya sabemos cómo se azuza el avispero.

Hace una semana, el chisporroteo en las redes, smartphones y ciertos altavoces políticos era una obra de teatro que se iba a estrenar en Madrid y que tocaba el tema de Altsasu. Que si blanqueo del terrorismo, que si ETA estaba todavía en el discurso, que si había que prohibir la obra. Vox incluso se plantó delante del teatro de la Abadía de Madrid, pegó sus cuatro gritos, la obra se llenó y todo el mundo en paz.

ETA (banda terrorista) Museo Arte
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