650 años de Petrarca, el poeta del amor apasionado que engañó a todos

Hace ahora 720 años, la noche entre el 19 y 20 de julio de 1304, nació Petrarca. Aunque en realidad nadie está seguro de que esa sea la fecha exacta de su llegada al mundo. A pesar de que de ninguna otra persona precedente se tiene tanta información como de él, la mayoría de los testimonios provienen directamente del propio Petrarca y en muchos casos están manipulados para su mayor gloria.

“Los poetas cantan por la fama, como los enamorados por la amada”, escribió en Epistolae familiares, una colección de cartas que editó en vida. Petrarca jamás ocultó su inmenso appetitus gloriae y, de hecho, fue el primer sujeto particular en la historia —no un emperador, no un rey— en construirse una imagen pública completa y detallada. El gran poeta, pensador y diplomático retocó —y se inventó— varios aspectos de su propia historia, trató de moldear su posteridad, llegando incluso a redactar cartas y datarlas con fechas anteriores a la real. Fue en ese sentido el primer sujeto moderno.

Ese es uno de los aspectos de Petrarca que más ha estudiado el gran Francisco Rico. Porque el filólogo, hispanista y miembro de la Real Academia desde 1987, experto en Cervantes y en la novela picaresca, también está considerado uno de los más insignes petrarquistas de nuestro tiempo. Rico lleva ya 50 largos años estudiando al poeta e intelectual —su libro más importante sobre Petrarca data, de hecho, de 1974, Vida u obra de Petrarca. Lectura del Secretum— y en Italia se le reverencia como el gran experto que es en él.

La editorial Arpa reúne ahora en un solo volumen cuatro importantes textos de Francisco Rico (algunos de ellos, publicados en Italia e inéditos en España) sobre Petrarca. El libro, titulado sencillamente Petrarca. Poeta, pensador, personaje, condensa en 180 páginas una penetrante síntesis de la vida y obra de Petrarca, de cuya muerte se cumplirán 650 años el próximo mes de julio. Y, sobre todo, permite profundizar en las principales aportaciones de Rico sobre Petrarca. Empezando por poner orden en sus numerosos escritos para, de ese modo, reconstruir su trayectoria intelectual, en la que son inseparables las obras en latín y las obras en toscano vulgar.

A pesar de los esfuerzos por construirse una autobiografía tan ideal como falaz, la posteridad ha sido sesgada y hasta ingrata con él

Pero Rico también deja plena constancia de la increíble habilidad de Petrarca para crearse un yo, para construir su propio personaje y dar forma a su propia historia. Hasta el punto de que ni siquiera es seguro que el amor de Petrarca por Laura, materia que constituye casi en exclusividad su famoso Cancionero, fuera realmente tan ardiente y apasionado como se desprende de sus poesías o si fue una construcción del propio Petrarca. Lo que está claro es que es él quien inicia esa tradición en la que se desdibujan las fronteras entre lo real y lo inventado.

La gran paradoja es que, a pesar de los denodados esfuerzos de Petrarca por construirse una autobiografía tan ideal como falaz, la posteridad ha sido en gran medida sesgada y hasta ingrata con él. La figura del hombre cuyo inmenso legado intelectual se considera una de las cumbres de la cultura occidental y que dio origen a lo que hoy entendemos como Humanismo ha sido poco a poco relegada por el humanismo que llegó después.

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Los cuatro textos de Rico sobre Petrarca muestran los claroscuros en la biografía de un hombre que, además de poeta e intelectual, fue un gran filólogo, un estudioso incansable de los clásicos, un apasionado de la política y un católico devoto en constante reflexión sobre la virtud propia y ajena.

El magnífico libro de la editorial Arpa que recoge los cuatro textos de Rico sobre Petrarca se complementa magistralmente con la monumental edición de cuatro volúmenes que Acantilado ha publicado recientemente del Epistolario de Petrarca.