Es noticia
Escupir al crucifijo: la herejía de hace 700 años de los templarios que ahora le estalla a Francisco
  1. Cultura
HISTORIA

Escupir al crucifijo: la herejía de hace 700 años de los templarios que ahora le estalla a Francisco

La Asociación Orden Soberana del Temple de Cristo, heredera de los famosos caballeros templarios, demanda al Papa y le piden la rehabilitación de ese grupo, suspendido en el año 1312

Foto: Templarios acuden a una misa del papa Francisco en la plaza de San Pedro en 2014. (Getty/Franco Origlia)
Templarios acuden a una misa del papa Francisco en la plaza de San Pedro en 2014. (Getty/Franco Origlia)

Para empezar, el aspirante a caballero templario tenía que renegar tres veces de Cristo; a continuación, se le ofrecía un crucifijo para que escupiera en él y, acto seguido, se dejaba desnudar para ser besado primero in posteriori parte de spine dorse (es decir, en el culo), después en el ombligo y por último en la boca…

El rito iniciático de la Orden del Temple, según la orden de detención del viernes 13 de octubre de 1307 dictada por la Santa Inquisición y ejecutada por los oficiales del rey Felipe IV de Francia, constituía en sí mismo una herejía. Por si no fuera extraño que una orden militar religiosa incurriera directamente en actos contrarios a la fe de Cristo, los detenidos entre octubre y noviembre confesaron los hechos tras las torturas de rigor. El proceso que siguió después contra ellos fue aún más rocambolesco: además de las retractaciones posteriores, la causa enfrentó al rey Felipe IV con el papa Clemente VI, que no había instigado las detenciones y que de hecho no creyó que fueran herejes, aunque suspendiera la orden en el Concilio de Vienne por las presiones del monarca francés.

Ahora, siete siglos después de que el Gran Maestre de la Orden del Temple, Jaques du Molay, acabara quemado en la hoguera por hereje junto a otros 48 miembros, los ecos del proceso iniciado contra ellos en 1307 a instancias del rey de Francia Felipe IV y culminado en 1314 vuelven al Vaticano. Al papa Francisco solo le faltaban las reclamaciones del Temple, vinculado inevitablemente a todo tipo de fabulaciones y secretos, después de que el pontífice haya sido señalado él mismo casi como hereje por un sector ultraconservador de la Iglesia.

Foto: Karel Holemans junto a su hijo Carlos Holemans. Carlos Holemans.

Aunque la Asociación Orden Soberana del Temple de Cristo, organización que se supone que aglutina los descendientes, ya presentara sendas reclamaciones en 2006 y en 2007, la nueva demanda se produce después de que Francisco haya modificado el estatus de importantes instituciones laicales como el Opus Dei. ¿Un recordatorio? Lo cierto es que el papel de la Iglesia fue capital pero secundario en la trama que acabó con los templarios, porque el papa Clemente V no pretendía eliminar la orden. Tal y como escribió Umberto Eco en El péndulo de Focault: “El 14 de septiembre de 1307, el rey envía mensajes sellados a todos sus bailes (encargados) locales y senescales ordenando la detención en masa de los templarios y la confiscación de sus bienes. Entre el envío de la orden y la detención, que se produce el 13 de octubre, transcurre un mes. Los templarios no sospechan nada. La mañana de la detención caen todos en la red y, segundo enigma, se rinden sin hacer uso de las armas. Téngase en cuenta que en los días precedentes los oficiales del rey, para estar seguros de que nada escapara a la confiscación, habían llevado a cabo una especie de censo del patrimonio templario en todo el territorio nacional, valiéndose de pretextos administrativos pueriles. Pero los templarios nada, pase usted señor, mire donde quiera, como si estuviese en su casa. El Papa, en cuanto se entera de la detención, intenta protestar, pero ya es demasiado tarde. Los comisarios reales han empezado a trabajar con el hierro y la cuerda, y muchos caballeros, sometidos a tortura, han confesado. A esas alturas solo queda transferirlos a los inquisidores, que aún no recurren al fuego, pero es igual. Los confesos confirman”.

Aunque la verdadera trama para acabar con los templarios siempre fue el dinero, con los años se agregaron todo tipo de razones

Más allá de la importancia de la orden en los siglos XII y XIII por el papel desempeñado en la defensa de los santos lugares durante las cruzadas, los templarios se convirtieron en un icono pop en el siglo XX, en una mina editorial, y en imán de un fenómeno friki sobre conspiraciones de todo tipo: es prácticamente un subgénero propio de la ficción y de la no ficción.

Convergen tres factores esenciales que no hay que perder de vista: el primero, que efectivamente desempeñaron un papel relevante durante las cruzadas; el segundo —que se deriva del primero—, que amasaron una fortuna que entenderíamos ahora por transnacional, y el tercero, el más importante, es que Felipe IV de Francia decidió en el siglo XIII acabar con ellos con el objetivo de expoliarlos. A lo anterior habría que añadir que, aunque la verdadera trama siempre fue el dinero, que acabó en manos de la Orden de Malta, con los años se agregaron todo tipo de razones y maquinaciones para su abrupto y trágico final, que dieron a su vez pábulo a todo tipo de historias sobre supuestos secretos en manos de los templarios que habrían sido custodiados y escondidos durante siglos por sus miembros.

placeholder Caballero templario. (Getty/Hulton Archive)
Caballero templario. (Getty/Hulton Archive)

Los templarios también serían, de hecho, origen de las populares logias y sociedades secretas, de gran popularidad en los siglos XVIII y XII, tales como los rosacruces o los francmasones, que habrían incluso copiado algunos de sus ritos y su estructura organizacional.

Pero ¿por qué esa fascinación con la orden militar y religiosa de las cruzadas? Según el historiador británico Malcom Barber, autor del libro El juicio de los templarios, “durante los siglos XII y XIII adquirieron gran cantidad de propiedades, tanto en las tierras de los cruzados en Palestina y Siria como en Occidente, especialmente en Francia, y recibieron importantes privilegios eclesiásticos y jurisdiccionales por parte de los papas, única jerarquía a la que la Orden estaba subordinada, y de los monarcas seculares en cuyas tierras residían sus miembros”.

La orden derivó en una institución con un importante potencial militar y económico, que además estructuró una protoentidad financiera con el objetivo de gestionar sus bienes y garantizar su funcionamiento a partir de dos entidades: la encomienda, que eran propiedades que acumulaban con donaciones, y una banca que gestionaba esos activos. Los caballeros templarios disponían de letras que acreditaba sus posesiones y moneda en alguna encomienda, y se garantizaban sus depósitos en otro lugar lejano: pongamos Poitiers y Jerusalén. Un sistema bancario rudimentario que demostraba, sin embargo, su músculo financiero.

Ni sodomitas ni adoradores del diablo

Un año después de las detenciones, que se practican sin su consentimiento, el papa Clemente V comienza a sospechar que la operación efectivamente es dineraria y suspende en 1308 los procesos inquisitoriales. El papa se enfrenta a Felipe IV y al final se decide hacer dos procesos: uno a cargo de una comisión pontificia sobre la orden como institución y otra a través de cada diócesis para dilucidar la culpabilidad o inocencia de cada miembro en particular. Para entonces, el proceso inquisitorial está muerto: la práctica totalidad de los caballeros se retractan y comienzan a defenderse.

Felipe contraataca y reabre todo el tema de la herejía en 1310, llevando a la hoguera a 40 caballeros templarios. Por fin, en 1311 se abre el Concilio de Vienne que resuelve, de hecho, que los templarios no son herejes, según la comisión papal: ni sodomitas ni adoradores del diablo. Sin embargo, el Papa acuerda su disolución, que no su condena, porque la reputación de la orden ha resultado tan dañada que es imposible que pueda continuar, y se decide entregar sus posesiones a la Orden de Malta. Resulta que, de hecho, el Papa los absuelve, pero el famoso pergamino de Chinon está perdido durante siglos hasta que la investigadora italiana Barbara Frale lo encuentra entre los archivos secretos del Vaticano en 2001.

Foto: El papa Francisco reza el Ángelus. (EFE/Riccardo Antimiani)

Al final del proceso, “resulta que tienen razón los arrepentidos, porque en 1312 los que no habían confesado fueron condenados a cadena perpetua, mientras que los confesos fueron perdonados. Felipe no quería una matanza, solo le interesaba el desmembramiento de la Orden. Los caballeros liberados, destruidos en el cuerpo y en el espíritu al cabo de cuatro o cinco años de cárcel, recalan silenciosamente en otras órdenes, solo desean que se les olvide, y esta desaparición, este olvido, pesarán durante mucho tiempo sobre la leyenda de la supervivencia clandestina de la Orden”, según escribe Umberto Eco en El péndulo de Focault. Esa leyenda y todas las invenciones posteriores son precisamente el leitmotiv de la novela de Eco: acabar con las teorías de la conspiración, las fabulaciones y los supuestos secretos. La orden del Temple fue objeto de persecución por parte del rey de Francia y la Iglesia se opuso, aunque al final tuviera que disolver la orden. Poco más que la historia no haya reparado se puede desvelar ya de una historia que apenas tiene secretos.

Para empezar, el aspirante a caballero templario tenía que renegar tres veces de Cristo; a continuación, se le ofrecía un crucifijo para que escupiera en él y, acto seguido, se dejaba desnudar para ser besado primero in posteriori parte de spine dorse (es decir, en el culo), después en el ombligo y por último en la boca…

Historia Iglesia Religión Papa Francisco