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Alberto Olmos: "Mi ensayo 'Tía buena' es feminista y propio de una masculinidad bastante simpática"
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¿QUÉ ES UNA TÍA BUENA?

Alberto Olmos: "Mi ensayo 'Tía buena' es feminista y propio de una masculinidad bastante simpática"

El escritor segoviano y columnista de El Confidencial publica 'Tía buena' (Círculo de Tiza, 2023), un ensayo gonzo sobre el cuerpo femenino y el uso que de él hace el capitalismo moderno

Foto: Alberto Olmos en la redacción de El Confidencial. (S. B.)
Alberto Olmos en la redacción de El Confidencial. (S. B.)

Fue después de su separación, después de que amigos, conocidos, leyendas urbanas, anuncios de aplicaciones de ligar e incluso su expareja le prometiesen una resurrección de sexo a granel, cuando el subconsciente de Alberto Olmos (Segovia, 1975) empezó a plantearse qué hace que una tía buena sea una tía buena. Lo que empezó como un repente íntimo fue volviéndose un pensamiento recurrente que lo arrastró hasta una investigación entre sesuda y tabernaria —hay mucha sociología de gin tonic y pitis en puertas de bares— que ha resultado en Tía buena (Círculo de Tiza, 2023), un ensayo que pasa de lo personal a lo etimológico (¿sabían que la primera referencia al maridaje de "tía" y "buena" tal y como lo entendemos ahora se remite a un espectáculo cabaretero de 1900, aunque en un escrito posterior?), de la historia del arte a la historia de la moda, del testimonio seudónimo a la cita de muchos nombres imprescindibles en la teoría del feminismo.

Siempre controvertido en sus columnas, objeto de las filias y las fobias más vehementes, el primer ganador del Premio Gistau de columnismo y firma estrella de El Confidencial vuelve a la no ficción después de su Elogio de lo cutre (Harper Collins, 2020) con este tratado sobre la evolución de la relación de la mujer con el hombre, de la mujer con su cuerpo, de la mujer con el mercado. De cómo el capitalismo ha conseguido que la mujer pase de objeto de deseo a objeto de consumo y cómo el cuerpo femenino se ha convertido en el centro orbital de redes sociales, de las aplicaciones de citas y de la boyante industria cosmética. De cómo el feminismo tradicional colectivista se enfrenta ahora a un individualismo autoexplotador. Olmos se adentra en pleno campo de batalla. Y abre paraguas.

placeholder Portada de 'Tía buena', el nuevo ensayo del escritor y columnista Alberto Olmos.
Portada de 'Tía buena', el nuevo ensayo del escritor y columnista Alberto Olmos.

PREGUNTA. Tía buena es un ensayo que parte de lo personal y atraviesa lo filológico, lo filosófico, lo histórico, lo artístico, lo anecdótico sobre la relación/el deseo/la mirada, principalmente del hombre hacia la "tía buena". La sociedad de consumo ha convertido a la mujer objeto de deseo en objeto de consumo. Una misma fotografía de una mujer (pongamos Chanel) ligera de ropa se defiende al mismo tiempo como emancipación y cosificación. ¿Es imposible que gane la lucha el feminismo si lo que tiene enfrente no es el machismo, sino al consumismo?

RESPUESTA. Si esa lucha incluía aliviar a las mujeres del peso tremendo que su presencia física tiene a la hora de ser valoradas en cualquier actividad profesional o artística, diría que es una lucha que se dio por perdida hace tiempo, quizá en los años 90. Escribiendo mi libro, llegué a preguntarme cómo se digería desde el discurso feminista el hecho objetivo de que las mujeres siguen prácticamente igual que en la segunda mitad del siglo XX en términos de "obligación" de belleza y comercialización de la misma. Encontré una respuesta en Catherine Hakim y otras autoras, respuesta que me parece algo triste. Simplemente Madonna era supersexual y vendía entradas y camisetas y discos, y Miley Cyrus o la que quieras es supersexual y vende entradas, camisetas y discos, solo que ahora Miley Cyrus lo hace porque quiere y consigue quizá mayor beneficio directo que Madonna, o, desde luego, que Marilyn Monroe. Esta tesis feminista es la que, irónicamente, ha permitido que hoy el uso del cuerpo de la mujer para vender cualquier cosa esté de hecho en su máximo apogeo. O en palabras de Nina Power: "La pretendida emancipación de las mujeres coincide a la perfección con el consumismo".

P. En Tía buena hablas a través de ti, pero sobre todo de mujeres cercanas y pensadoras como Chollet, Illouz, Beauvoir, Hakim, Huston, Tusquets, Soley-Beltran. Además de una necesidad de documentación y una forma de entender la perspectiva de diferentes tipos de mujeres, ¿sirve esto como un escudo para neutralizar una corriente de opinión negativa que va a despertar un ensayo llamado Tía buena que habla sobre las tías buenas y que, además, está escrito por Alberto Olmos, al que muchos meten en el saco del pollaviejismo?

R. Primera noticia del saco en el que me meten... Yo diría que mi ensayo es feminista, "aliado" y propio de una masculinidad bastante simpática, aunque es verdad que firmado por mí puede resultar (sin leerlo, naturalmente) en interpretaciones más disparatadas. Lo de consultar a amigas y leer casi solo libros de pensadoras no lo hago para protegerme en ningún sentido, sino porque quería saber cómo se vive bajo la mirada masculina, cómo se gestiona el propio cuerpo y qué significa ser mirada. De hecho, lo mejor del libro no es lo que yo digo, sino lo que me han dicho tantas mujeres y he leído en tantos libros escritos por mujeres.

"Quería saber cómo se vive bajo la mirada masculina, cómo se gestiona el propio cuerpo y qué significa ser mirada"

P. ¿Es el feminismo el gran casus belli del mundo occidental de lo que llevamos de siglo XXI?

R. No. Yo creo que el gran corrimiento de tierras de nuestra sociedad es el que ha hecho que la identidad sea más importante que la clase social, de modo que ser pobre, siendo rigurosos, es algo que hoy no genera ni piedad, ni solidaridad, ni preocupación. Recuerdo épocas donde mucha gente no podía soportar que hubiera mendigos en las calles, en plan: "¿cómo no hacemos algo?". Eso ya no existe.

P. Ahora el desnudo o semidesnudo femenino es omnipresente. Incluso en anuncios en los que, en teoría, no se buscaría sexualizar a la mujer, como en la publicidad de tampones o de medicinas para el estreñimiento. La saturación de la presencia del cuerpo femenino, sin embargo, no ha hecho que pierda su valor. Claro ejemplo es OnlyFans, donde la gente paga a pesar de que la red está repleta de imágenes sexuales gratuitas…

R. Te diría en este sentido que vivimos una actualización de la famosa frase de Lampedusa, que ahora dice: "Todo debe reinterpretarse para seguir siendo igual". Lo hemos visto con la muñeca Barbie. Puedes decir lo que quieras, pero la muñeca Barbie sigue siendo un modelo inalcanzable de perfección física femenina y, por tanto, las chicas seguirán aspirando a ella, desde la frustración y el dolor. Diría que es un fracaso del feminismo no haber librado a las chicas de la obsesión por estar buenas, por estar delgadas, por ser guapas. Barbie la interpreta la actriz que ahora mismo seguramente está considerada la mujer más sexy del planeta. Mattel está encantado vendiendo más muñecas que nunca. El capitalismo está también muy contento: la película ha hecho 1000 millones de dólares. ¿La película es feminista? ¡Pues cojonudo! Todos contentos.

P. ¿Y de OnlyFans qué opinas?

R. Pues que se trata del rincón más oscuro de todo este asunto: en rigor, pura prostitución. Trabajé mucho Instagram en mi libro, y me hacía esta pregunta: ¿por qué estas mujeres se matan para publicar en IG fotos supersexies de sí mismas sin que haya compensación económica? No hablo de una chica que le gusta exhibirse, hablo de mujeres muy profesionales, que han hecho de la exhibición de su cuerpo un trabajo serio. Y la respuesta era un link: en las cuentas de Instagram hay un link a la cuenta de OnlyFans de la modelo, donde se promete "más". Más explicitud, más contacto (puedes escribirle mensajes), más posesión. IG funciona, según averigüé, como pasadizo hacia la comercialización del propio cuerpo a nivel planetario a través de OF. Hablamos, en algunos casos, de mujeres que ganan millones de dólares al año en OnlyFans.

"Hay mujeres que ganan millones de dólares al año en OnlyFans, el rincón más oscuro de todo este asunto"

P. En 2022, los ingresos generados por la industria cosmética mundial ascendieron a aproximadamente 93.055 millones de dólares estadounidenses. Una industria basada en sacar beneficios de señalar los supuestos defectos físicos de las mujeres. La celulitis como defecto la rastreas hasta la revista Vogue en 1973… Y lo más interesante, son las revistas femeninas las que se alían con la industria cosmética para salvar las pérdidas económicas que les supuso la revolución feminista…

R. Generar beneficios es la única ideología que acaba funcionando. Fíjate que ahora van a conseguir que el Mundial de Fútbol Femenino sea tan popular y mueva tanto dinero como el masculino, es decir, van a doblar los beneficios de un evento. Pero no se dice que el fútbol femenino es solo un negocio, sino que su popularización significa igualdad. No, significa dinero, y, lo siento, a nadie le importaba el fútbol femenino como a nadie le importa el modelaje masculino. Sobre lo que apuntas, estamos en lo que Eva Illouz llama "capitalismo escópico", todo ese dinero que genera ser mirada y querer ser mirada. A la industria cosmética, a las clínicas de cirugía estética o a los gimnasios no les conviene que miles de mujeres (a las que admiro profundamente) pasen de lo que pienses de su aspecto físico, y por tanto se ha hecho todo lo posible para que todas las mujeres estén siempre preocupadas por su aspecto físico. Lo repito: si hay una persona a la que admiro es una mujer que sale a la calle vestida de cualquier manera y sin la menor intención de que aprecies su cuerpo.

P. Hablas de William James y de la idea de que las mujeres realizan su autoestima a través de la imagen y los hombres a través de su patrimonio. Pero vemos cada vez más en las redes este nuevo ideal de hombre que ya no solo debe tener muchas casas y muchos coches, sino también muchos músculos (tipo Amadeo Lladós o el mismo Andrew Tate del que hablas). ¿Ha encontrado el mercado el nuevo filón de los "tíos buenos"?

R. No afirmaría eso, la verdad. Como dije más arriba, frecuento muchísimo Instagram y ahí el mensaje es claro, lo escuchas en mentores masculinos, en coach femeninas… Si quieres ligar siendo hombre, hazte rico. El cuerpo da bastante igual, en última instancia. Lo que sí que hay, si hablamos de músculos, es una recuperación de la masculinidad tradicional (con figuras tutelares como la de Jordan Peterson) que trata de sacar a los jóvenes del hoyo proponiéndoles disciplina: levántate pronto, no veas porno, haz ejercicio, "ve al puto gimnasio" (hay un reel muy famoso de un tipo que dice esto a la cámara, en español macarrónico: "ve al puto gimnasio"). Y todo eso no es para ligar, sino para blindar la identidad masculina hoy tan cuestionada. Es un discurso con bastante éxito entre los chicos jóvenes, debo decir.

P. La diferencia es que a ellos los contemplan más otros hombres heterosexuales que otras mujeres heterosexuales. A los gimnasios los hombres van a ser mirados y admirados por otros hombres, ¿no?

R. No sé, nunca he ido a un gimnasio y trato de no tener amigos que acaben de venir del gimnasio. Ir al gimnasio es lo último que haría en mi vida. Date cuenta de que, aquí donde me ves, yo soy prácticamente un sex symbol sin gimnasio ni nada.

placeholder Alberto Olmos afila la flecha. (Alexis López)
Alberto Olmos afila la flecha. (Alexis López)

P. Abres también el melón de que gran parte del desequilibrio de "capital sexual" viene dado porque el deseo sexual del hombre es connaturalmente mayor en el hombre que en la mujer…

R. En realidad es una idea de Catherine Hakim, que acuña el concepto "déficit sexual masculino". Hakim acuñó también el de "capital erótico", por cierto. Lo que dice esta pensadora de derechas está bastante bien armado: como los hombres tienen un déficit sexual (siempre quieren acostarse con más mujeres), el capital erótico femenino es más poderoso que el masculino, y las mujeres (dice Hakim) deben aprovechar esa ventaja, y así lo hacen muchas, en efecto. Yo no digo que el deseo sexual del hombre sea mayor, trato en el libro de pensar que en este punto estamos a la par hombres y mujeres. Pero lo cierto es que todo funciona como si el deseo sexual masculino fuera mayor (por ejemplo, bares donde los hombres pagan por entrar y las mujeres acceden gratis: ¡funciona!). Por mucho que quieras rebatir la ecuación de Hakim, la verdad es que explica mucha cosas.

P. Esa visión sobre la libido masculina y femenina, ¿es realmente un hecho biológico? ¿No está cambiando, precisamente, con la aparición de figuras como la de la cougar o con una nueva forma de sexualidad femenina más agresiva y liberada que la tradicional?

R. No sé qué es eso de cougar. En todo caso, no creo que nada haya cambiado tanto como te gustaría. Hay una estadística de Tinder que me fascina: los hombres encuentran atractivas al 60% de las mujeres cuyo perfil les aparece en la pantalla; las mujeres, solo al 4,5%. Con eso, te pongas como te pongas, no se hace una revolución sexual.

"Los hombres encuentran atractivas al 60% de las mujeres cuyo perfil les aparece en la pantalla; las mujeres, solo al 4,5%"

P. Me resulta muy interesante cómo José Antonio Marina plantea que "la seducción representa el dominio del universo simbólico, mientras que el poder representa solo el dominio del universo real". Al final, por mucho que queramos darle vueltas, lo que importa precisamente es ese dominio del universo real, ¿no?

R. O no. La frase de Marina me parece genial. ¿Qué es el universo simbólico? Pues las cosas en las que la gente cree. Lo real sería por ejemplo que vamos a conquistar Portugal porque queremos sus costas, pero lo simbólico sería convencer a los españoles de que fueran a morir en una guerra porque hay que liberar a Portugal del fascismo. Si me apuras, ha sido el dominio del universo simbólico lo que ha dado (de aquella manera) el triunfo al PSOE en las elecciones generales. El universo simbólico es, al cabo, mucho más importante que el real. Volviendo a nuestro tema, lo que tienes es a un hombre superpoderoso y millonario perdiendo la cabeza por la niñera de 20 años de sus hijos y tirando su vida por la borda para irse con ella. Ese, siguiendo a Marina, es precisamente el poder de la seducción, o sea, el de muchas mujeres.

P. Instagram ha hecho que muchas actrices o cantantes les resulte más rentable un post patrocinado por una marca que la firma de un protagonista en una película…

R. A mí me fascina cómo hemos normalizado que ser una estrella mundial de la canción y estar buena vayan de la mano y sean indistinguibles. Yo echo de menos figuras como Tracy Chapman (que además me parece guapísima), mujeres que cantan y componen buenas canciones y se dedican únicamente a cantarlas en directo y a grabar nuevos discos, y no a matarse cinco horas en un gimnasio para tener el culo exacto que se necesita en el próximo videoclip.

P. ¿Crees que ya hemos llegado al paroxismo o todavía podemos extremar más? Propone Nina Power, por ejemplo que el feminismo tradicional colectivo ha sido vaciado de sentido y ha convertido a la neofeminista en hiperindividualista e hiperconsumidora…

R. Tanto Nina Power como Byung-Chul Han hablan de cómo nos convertimos en un producto, y Eva Illouz, para desgracia de tanto moderno, afirma directamente que todas las categorizaciones de la "nueva sexualidad" (fluido, poliamoroso, etc.) no son sino un catálogo de nuevos productos que consumir y desechar, según vaya la moda. Diría que estamos en el paraxismo, en efecto, si no tuviera la certeza de que todo puede ir siempre a peor y que, de hecho, suele ir definitivamente a peor.

"Toda chica joven descubre a los 14 años que mostrarse atractiva es una forma de que la vida y el mundo te traten muchísimo mejor"

P. Incluso la chica joven y atractiva vive hoy mucho más sometida y torturada por rutinas de gimnasio, dietas estrictas e insatisfacciones permanentes. ¿Por qué el feminismo no ha logrado popularizar una alternativa atractiva a esta tortura china?

R. Primero, que la biología es más fuerte que la ideología. Segundo, que toda chica joven descubre a los 14 años que mostrarse atractiva es una forma de que la vida y el mundo te traten muchísimo mejor, así que decide mostrarse atractiva. Como el feminismo no puede hacer nada contra esto, se inventa que si la mujer decide por sí misma convertirse en un producto de consumo, entonces eso también es feminismo. Consecuentemente, nada cambia. Por cierto, me permito citar aquí una frase de una de mis confidentes en el libro: "Toda chica guapa sabe que no existe la solidaridad entre las mujeres".

P. Hablas también del "capital erótico" de los hombres, que crece con el tiempo y la acumulación de poder adquisitivo y que en las mujeres decrece con el tiempo porque los hombres solo quieren de ellas la juventud. Es una visión implacable para con la mujer madura. ¿Cuál es la alternativa que se debe crear? ¿Un mundo en el que deje de relacionarse absolutamente con los hombres para que estos no tengan poder sobre ella?

R. Creo que en el libro cito un titular de Ángela Molina que dice: "Hay que saber despedirse de la belleza". Es obvio que el envejecimiento en las mujeres puede ser muy dramático, en efecto, sobre todo si has hecho depender tu vida únicamente de lo buena que estabas. La vida, los hombres, todo practica una crueldad exquisita con la mujer de 50 años. Diría que la belleza es el regalo, y envejecer, la penitencia. Una amiga con una hija casi adolescente me hablaba de cómo la niña había descubierto "su poder", y yo le decía que, bueno, muy bien, ¿no?, porque ese poder (ser guapa y sexy) le va a durar como veinte o veinticinco años. Y mi amiga (que ya tiene 47), me dijo: sí, pero luego vienen otros treinta o cuarenta años sin ese poder, y hay que estar preparada para eso.

P. Propones la idea de que en cuanto eliminas el deseo sexual, los hombres y las mujeres (ya sean en la infancia o en la vejez) no se relacionan con el otro sexo. ¿No es una cuestión puramente cultural y educacional? ¿No crees que estamos pidiendo un cambio extremadamente radical en muy pocas generaciones?

R. Si miramos el patio del colegio, en edades de 5 o 6 años, y miramos los geriátricos, vemos lo mismo: los hombres juegan (al mus en el geriátrico) con otros hombres, y las mujeres, con otras mujeres. Parece que lo que precipita a unos sobre otras es, en todo ese tramo intermedio, el sexo. Me pregunto en el libro si, eliminando el sexo, muchos hombres y muchas mujeres no tendrían nada que decirse. Sinceramente, creo de verdad que muchos hombres no tendrían nada de qué hablar con una mujer si no la encontraran atractiva. Es como triste, y no le veo solución, basta observar tantos matrimonios de décadas donde el marido hace todo lo posible para no volver a casa hasta que es bien tarde.

"Me pregunto en el libro si, eliminando el sexo, muchos hombres y muchas mujeres no tendrían nada que decirse"

P. "No es sana la cantidad de horas que los hombres se ven invitados a mirar mujeres espectaculares a lo largo del día, sin una voluntad real de hacerlo, sobreestimulados en sus apetitos sexuales, resignados a la adulteración que todas esas miradas acumuladas durante años producen en su trato y expectativas en relación con las chicas". ¿Es el incel un producto relativamente nuevo de este sistema de saturación de imágenes sexuales? ¿O siempre ha existido, lo que ocurre que ahora se ha exacerbado y, además, ha encontrado un espacio de retroalimentación? En Tía buena no exploras demasiado la figura del incel y su relación exclusiva con la mujer como objeto sexual frustrado.

R. Si te digo la verdad, me parece una chorrada el término "incel". Al final ha acabado siendo un insulto de unos hombres a otros, para reírse del que no folla. Que en Estados Unidos haya toda una estructura a su alrededor no significa que en España deba hablarse de "incel" como si también la hubiera. Con todo, ya que estamos, me llama la atención que en una sociedad tan preocupada por el sufrimiento subjetivo de cualquier minoría, haya tanta manga ancha para humillar a hombres (y también a mujeres) que no tienen, como suele decirse, "suerte en el amor". Seguramente hay pocos sufrimientos psicológicos equiparables al de aquella persona que se siente rechazada por las mujeres o los hombres en el mercado sexual, y el hecho de que hayamos convenido que de esta gente rechazada sí te puedes reír y hacer burlas me parece llamativo.

P. Nunca ha habido tantas imágenes sexuales alrededor ni un acceso tan fácil al sexo. Sin embargo, muchos estudios apuntan a que cada vez los jóvenes follan menos…

R. Sí, he visto esas estadísticas. Pero es difícil creerse ya cualquier estudio. Leo que las mujeres solas son más felices; al día siguiente, leo que las personas casadas son las más felices, y las que viven más tiempo. Seguramente puedes conseguir un estudio que diga lo que a ti te dé la gana. Al final, siempre me viene a la cabeza la frase de Umbral: "No se folla menos, sino que siempre follan los mismos".

P. Eres padre de un hijo y de una hija de edades muy parejas. ¿Cómo te has planteado la educación de ambos? ¿Cómo piensas prepararles cuando salgan a un mundo de relaciones de poder y transaccionales tan descorazonadoras como las que planteas en Tía buena?

R. Iremos sufriendo paso a paso. No creo que pueda evitarse la estupidez adolescente de ninguna manera, ni que pueda uno competir con toda una sociedad tan superficial y enemiga de la intimidad como la nuestra. La gente ha decidido ya comerciar consigo misma. Seguramente todo será mucho más tóxico e inhumano dentro de quince años, así que prefiero no pensarlo.

Fue después de su separación, después de que amigos, conocidos, leyendas urbanas, anuncios de aplicaciones de ligar e incluso su expareja le prometiesen una resurrección de sexo a granel, cuando el subconsciente de Alberto Olmos (Segovia, 1975) empezó a plantearse qué hace que una tía buena sea una tía buena. Lo que empezó como un repente íntimo fue volviéndose un pensamiento recurrente que lo arrastró hasta una investigación entre sesuda y tabernaria —hay mucha sociología de gin tonic y pitis en puertas de bares— que ha resultado en Tía buena (Círculo de Tiza, 2023), un ensayo que pasa de lo personal a lo etimológico (¿sabían que la primera referencia al maridaje de "tía" y "buena" tal y como lo entendemos ahora se remite a un espectáculo cabaretero de 1900, aunque en un escrito posterior?), de la historia del arte a la historia de la moda, del testimonio seudónimo a la cita de muchos nombres imprescindibles en la teoría del feminismo.

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