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King Gizzard, en la era del reguetón la psicodelia aún pisa fuerte: 24 discos en 11 años
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King Gizzard, en la era del reguetón la psicodelia aún pisa fuerte: 24 discos en 11 años

Esta banda australiana toca hoy en el Canela Party de Torremolinos y el domingo en Madrid con todo vendido. Son uno de los puntales de la efervescencia psicodélica que no se apaga

Foto: Los King Gizzard & The Lizard Wizard han vendido todas sus entradas en España. (Maclay Heriot)
Los King Gizzard & The Lizard Wizard han vendido todas sus entradas en España. (Maclay Heriot)

Los adjetivos se acumulan cuando se trata de describir a una banda como King Gizzard & The Lizard Wizard. Se puede optar por hablar de ellos como bichos raros o, directamente, valorar su carácter imprevisible y totalmente alejado de lo que es la realidad más comercial del universo del rock. Sin embargo, nada escapa a su visión, frenética, estajanovista y, como muchos de los entrevistados han confirmado, descarada. Los australianos son uno de los mejores ejemplos de las posibilidades que ofrece la psicodelia en el siglo XXI, amparados por una técnica prodigiosa y unas ganas de jugar ilimitadas. La formación, que el jueves ya tocó en Barcelona, lo hará esta tarde en el Canela Party de Torremolinos y el domingo en Madrid.

"La primera vez que intenté traerlos fue en 2016. Aquella oferta era diez veces menor a la que ahora tienen", comenta Ángel Gómez, programador del Canela Party, un festival que lleva con las entradas agotadas varios meses antes. Desde Torremolinos, este festival también se ha posicionado como una rara avis dentro del tóxico ambiente festivalero español. Son especiales porque reivindican su carácter cercano y entregado, como los King Gizzard. "Casi te diría que nuestro festival se ha terminado desarrollando para poder traerlos. Llevo ocho años detrás de ellos". El año pasado estaban confirmados, pero a mediados de agosto anularon todos los conciertos. Stu Mackenzie, líder de la banda y cantante principal, confirmaba que había tenido un fuerte brote de la enfermedad de Crohn que debía tratarse.

"La primera vez que intenté traerlos fue en 2016. Aquella oferta era diez veces menor a la que ahora tienen"

Gómez se reafirma en lo especial del combo de Melbourne, formado por los seis miembros que salen a escena, mas un número grande de personas que los acompañan. "Son maravillosos, viajan con toda la familia, incluidos niños pequeños. Además, son la típica banda que no les gusta estar cogiendo vuelos, así que hacen todo el recorrido por Europa en una sleeper". Gómez define al conjunto aussie como una banda imprescindible, con un gusto y criterios únicos: "En sus directos se van moviendo por diferentes estilos, del trash metal, al rock, pasando por el progresivo o la electrónica".

Todo empezó el 8 de junio de 2017

Para muchos aficionados a la música y a la psicodelia su directo de 2017 en la sala Joy Eslava marcó un antes y un después. Javier Ferrara, la persona que los trajo dentro del magnífico ciclo de conciertos Sound Isidro, relata cómo fue aquel evento: "A las cuatro de la tarde su sleeper les dejó tirados por Zaragoza, así que tuvimos que fletar tres taxis para que pudieran venir. Llegaron a las ocho y cuarto. Recuerdo que Stu, que iba en pantalones cortos, estaba muy alterado. Tuvieron que probar cuando terminó el grupo que los teloneaba, con todo el público delante".

placeholder Los  King Gizzard & The Lizard Wizard en concierto. (Maclay Heriot)
Los King Gizzard & The Lizard Wizard en concierto. (Maclay Heriot)

Mohama Saz fue aquel grupo. "Se interesaron mucho por el instrumento de cuerda turco que llevábamos, el baglama-saz. Luego hubo gente, tras escuchar su disco que exploraba la música microtonal, que nos dijo si estábamos influidos por ellos. La verdad es que no conocíamos ese álbum", responden sus tres miembros Javier Alonso y los hermanos Ceballos, Sergio y Adrian, en un descanso de su gira por Estados Unidos, donde están recorriendo California, Arizona y Texas.

"Me parecieron brutales. Fue como un toque de atención", responde Fernando Pardo, miembro de los legendarios Sex Museum, la banda que fundó junto a su hermano en 1985, estandarte de los sonidos más lisérgicos. "El eclecticismo que ellos transmitían me recordó a lo que muchos combos malasañeros teníamos en los ochenta, nuestras influencias estaban en el garage o en el post punk. Lo mismo escuchábamos a los Dictators, que a Magazine o a los Stranglers. Aquello lo veía muy vivo, pero enseguida se desvaneció". Pardo regresa a aquellos King Gizzard del 8 de junio de 2017. "Eran ultraenergéticos. Estaban probando delante de todo el mundo y de repente nos pasó una apisonadora. Se les veía muy desprejuiciados, como cuando eres joven y no te importa lo que puedan decir de ti. Después de ese concierto dejé varias bandas donde estaba, me hicieron replantearme el porque estaba en ellas y que quería hacer con la música". La crítica aparecida al día siguiente en la revista Mondosonoro, firmada por Luis J. Menéndez, los presentaba "precisos, casi matemáticos a la hora de poner a funcionar dos baterías, tres guitarras, bajo y teclados, con Stu bufonesco como un Angus Young on acid, en la mejor tradición aussie, no se complicaron demasiado la vida con un set que apostó por su vena más aguerrida y menos experimental".

Heterodoxos y excesivos

Aquel año está marcado en rojo dentro de la discografía del sexteto (en aquel momento septeto) australiano porque llegaron a publicar cinco discos. Cinco obras maestras que transitaban géneros y formatos, cada uno abiertamente libre y psicodélico, pero que seguían estando en línea con su manera de trabajar. Flying Microtonal Banana, que incluía uno de sus himnos, Rattlesnake, y que experimentaba con la música microtonal; Murder of the universe, un álbum abiertamente guitarrero y garagero; Sketches from Brunswick East, una colaboración con Mild High Club en clave jazzy; Polygonwanaland, un álbum en el que quisieron hacer un guiño a sus fans y colgar los masters en la red; y Gumboot Soup, un recopilatorio realizado con descartes de los otros álbumes.

"Representan la faceta más heterodoxa de la psicodelia y la industria. No solo por su estilo musical, sino por el ritmo frenético que manejan"

Menéndez, hoy fuera de Mondosonoro, donde pasó tres lustros, y al frente de Nuebo, una de las publicaciones más estimulantes del presente musical español, apunta como "el culto a lo retro y la majarada ácida" se ha difuminado con tanta publicación: "Es difícil seguirles la pista con tanto disco". El año pasado publicaron cinco más de una tacada. Y este 2023 están presentando PetroDragonic Apocalypse; or, Dawn of Eternal Night: An Annihilation of Planet Earth and the Beginning of Merciless Damnation. Julio Rodenas, el locutor de Radio 3, al frente de Turbo 3 desde hace una década, es uno de los más fervientes defensores de su obra.

"Me parecen una de las bandas más influyentes dentro del rock psicodélico, junto a Tame Impala, por supuesto", explica el día después de que emitiera en su programa una entrevista con Stu Mackenzie. "Representan la faceta más heterodoxa de la psicodelia y la industria. No solo por su estilo musical, sino por el ritmo frenético que manejan publicando discos. En poco más de diez años han sacado 24 álbumes oficiales. Lo que para King Gizzard equivale a un año, para otras bandas son siete u ocho". Para Rodenas su sello no solo lo imprime un estilo característico, sino que también es importante su amor por el formato físico y sus fans.

Australia como epicentro de lo puro

"La primera vez los escuché en 2014, en El Sótano, el programa que presenta Diego RJ. Recuerdo pensar, quien es esta gente que mezcla kraut, garage y psicodelia con tanto empuje", destaca. El otro gran medio que les ha dado visibilidad ha sido Ruta 66, la revista les dedicó su portada de diciembre de 2020. La entrevista la realizó Nacho Serrano, amante de los sonidos garageros y psicodélicos, colaborador habitual del mensual catalán desde hace quince años y detrás del blog He reunido a la banda. "A los que nos gusta la psicodelia agradecemos convivir con artistas como King Gizzard, que son capaces de marcarse discos muy vistosos y que ha conquistado a nuevos públicos. A ellos, además, se les ve entregados a la causa de la música. No son nada estrellas, me parecieron muy humildes. No les costaba nada reconocer que habían escuchado mucho a Thee Oh Sees, cuyo sonido cavernoso, psicodélico y con sus característicos aullidos era una influencia clara", relata el periodista.

placeholder El público vibra en sus conciertos. (Maclay Heriot)
El público vibra en sus conciertos. (Maclay Heriot)

Si hay que trazar una cierta relación con bandas precedentes, o echar un vistazo al pasado del rock en Australia, es necesario conversar con Manuel Beteta, autor de El año que matamos a Skippy: Un recorrido por el high-energy, punk, garage y power-pop australiano (66 RPM, 2016). "No hay una genealogía clara por el número tan ínfimo de bandas australianas que se dedicaron a los sonidos vaporosos y lisérgicos. Pero a veces he encontrado rastros de The Masters Apprentices y The Bo-Weevils", relata Beteta, quien destaca de estos últimos su disco Burn.

Para Beteta la grandeza de la música australiana está en ser puros. "Las bandas australianas no han inventado nada, tan solo se limitan a repetir los patrones del punk, del rock de alto octanaje, del garage y del power-pop pero con una enorme pureza. Son sonidos que ya teníamos olvidados por la contaminación sónica en la evolución temporal", argumenta. "Hay otro factor importante que es típico del mundo anglosajón: los pubs. A las seis de la tarde los australianos están tomando una cerveza en su pub favorito escuchando a la banda de la casa. Es parte de su cultura y es un caldo de cultivo que genera grupos a una velocidad pasmosa. En España es impensable que se dé esta situación". King Gizzard no solo es heredero de esta tradición, sino que también bajo su propio sello se ha lanzado a dar salida a mucho de ese ecosistema que orbita a su alrededor. Bandas como Tropical Fuck Storm, Amyl & The Sniffers, Civic, Pist Idiots o The Murlocs forman parte de su esotérico y demencial universo musical y creativo.

La nueva España psicodélica

"Como todos los grandes estilos, estos viven diferentes picos de intensidad. La psicodelia o nueva psicodelia, si queremos llamarla así, vivió uno de sus mejores momentos hace una década, justo cuando comenzaban King Gizzard", recuerda Rodenas, cuyo programa es uno de los principales bastiones de este género, cartografiando regiones y avistando formaciones nuevas cada cierto tiempo. "Como referentes en España están Los Estanques y Anni B Sweet, Rufus T. Firefly y Derby Motoreta's Burrito Kachimba. Desde un enfoque psicodélico, unos tiran más hacia el rock progresivo y otros hacia el pop".

"Como referentes de la psicodelia en España están 'Los Estanques' y 'Anni B Sweet', 'Rufus T. Firefly' y 'Derby Motoreta's Burrito Kachimba' "

Serrano también menciona a estos últimos como "una versión andaluza" de King Gizzard. Y no olvida que Cupido es una banda formada por Pimp Flaco y Solo Astra, formación que previamente apostó por la psicodelia. Menéndez a su vez recuerda como los madrileños The Parrots llegaron a versionar en 2018 a Bad Bunny en clave garagera.

La sala Upload, con el festival Barcelona Psych Fest por bandera, se ha convertido en una de las principales difusoras de este tipo de sonoridades. "Empezamos en 2017. Hasta el momento hemos celebrado seis ediciones, con un parón por la pandemia", enumera David Marzo, principal instigador y responsable de estas jornadas, ya habituales en el calendario condal en las fechas de abril. "Nosotros siempre hemos estado vinculados a las escenas del garage, el punk, el soul y el funk. Pero nos apetecía hacer algo diferente, en el que también pudiéramos atraer a un público más joven. Músicas más frescas en las que la media de edad bajase. Es algo que estábamos viendo en ciudades como Austin, Berlín o Liverpool. ¿Por qué no hacerlo también nosotros?", se pregunta.

placeholder King Gizzard and The Lizard Wizard en el Super Rock Festival de Lisboa, Portugal. (EFE/Manuel de Almeida)
King Gizzard and The Lizard Wizard en el Super Rock Festival de Lisboa, Portugal. (EFE/Manuel de Almeida)

A caballo de la psicodelia y su efervescente revisionismo, donde muchos músicos apostaban por reformular géneros como el kraut, la new wave o el shoegaze desde una óptica más actual, se lanzaron a programar el festival. "Todo esto lo juntamos con pinchadas, con lo que siempre podíamos acabar a las seis de la mañana, proyección de documentales y hasta exposición de cartelería sixties", reivindica Marzo. El resultado de la última edición se cerró con sold out diarios. "Es un sonido que además ha ido evolucionando, por lo que te puedes encontrar recientemente con obras que exploran la electrónica, la música disco o el rock turco". Entre los grupos de aquí, algunos publicados en su propio sello, menciona a Teana, Stay, Fogbound, Dead Parties, Salvana, Maragda, Electric Monolith, The Lions Constellation, The, Zephyr Bones, Vetviolet, Medalla o La Divina.

"La psicodelia es un género líquido y ambiguo, donde estilos como el folk, el trap o el jazz beben", añade Alan Queipo, uno de los programadores de Mazo, el gran ciclo de conciertos que se celebra en Madrid entre septiembre y marzo. Ese carácter difuso le permite encontrar sus texturas en alguna de las bandas que va a presentar en los próximos meses, como es el caso de Kamaal Williams o los japoneses Goat. Aunque está de acuerdo en que "su pico se produjo en torno al 2011 y 2012". Hoy la psicodelia es un género latente, que permanece sumergido, a la vista de unos pocos, pero que bandas como King Gizzard & The Lizard Wizard permiten imaginar lo que podría ser una nueva edad dorada.

Los adjetivos se acumulan cuando se trata de describir a una banda como King Gizzard & The Lizard Wizard. Se puede optar por hablar de ellos como bichos raros o, directamente, valorar su carácter imprevisible y totalmente alejado de lo que es la realidad más comercial del universo del rock. Sin embargo, nada escapa a su visión, frenética, estajanovista y, como muchos de los entrevistados han confirmado, descarada. Los australianos son uno de los mejores ejemplos de las posibilidades que ofrece la psicodelia en el siglo XXI, amparados por una técnica prodigiosa y unas ganas de jugar ilimitadas. La formación, que el jueves ya tocó en Barcelona, lo hará esta tarde en el Canela Party de Torremolinos y el domingo en Madrid.

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