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Víctor Manuel Saboya: "Juanito disparó a su hermano a través de un armario; yo estaba allí"
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Víctor Manuel Saboya: "Juanito disparó a su hermano a través de un armario; yo estaba allí"

El heredero sin trono italiano protagoniza la serie documental de Netflix 'El príncipe que nunca reinó'

Foto: Víctor Manuel de Saboya en una imagen de 'El príncipe que nunca reinó'. (Netflix)
Víctor Manuel de Saboya en una imagen de 'El príncipe que nunca reinó'. (Netflix)

Condenar a un rey es un acto político. Lo demostró Oliver Cromwell en Inglaterra en 1649, cuando maniobró contra Carlos I de Inglaterra acusándole de traición. Juzgado y condenado por el Parlamento, le cortaron la cabeza un siglo y medio antes de que la Asamblea Nacional francesa acorralara a Luis XVI y de que el Tribunal Revolucionario lo condenara después a la guillotina, por donde desfilarían también su esposa María Antonieta y una larga lista de nobles durante la Revolución Francesa de 1789.

En 1991, más de doscientos años después y en el mismo Tribunal del Jurado de París donde estuvo el Tribunal Revolucionario que sentenció a la casa real francesa, se sentó Víctor Manuel de Saboya, el heredero del inexistente trono de Italia, acusado de haber cometido un homicidio en la isla de Córcega en agosto de 1978 cuando disparó su rifle contra unos excursionistas. No era rey pero pertenecía a la Casa Real italiana, que había sido expulsada del país en 1946 tras un referéndum sobre monarquía y república. El abuelo Víctor Manuel II había apoyado a Mussolini ni su hijo Umberto ni su nieto serían reyes.

placeholder La familia de Dirk Hamer. (Netflix)
La familia de Dirk Hamer. (Netflix)

La manía de aburrirse en el exilio y jugar con armas de fuego. Le pasó a Juan Carlos I en 1956 en Estoril y le pasó a Víctor Manuel de Saboya en 1978 en Córcega. Mientras que el futuro rey de España mató a su hermano, el infante Alfonso, cuando se le disparó accidentalmente la escopeta de caza, Víctor Manuel hirió con un fusil militar a un joven alemán, Dirk Hamer, durante una disputa en el embarcadero de Isla Caballo, Córcega. Al chico le amputaron una pierna, pero no fue suficiente y acabó muriendo unos meses después. Su padre era médico, uno controvertido: fue el que pondría de moda después la terapia emocional para curar el cáncer en vez de seguir los métodos convencionales. No está claro si ya estaba loco antes o si la tragedia lo abocó después.

Lo peor es que Dirk Hamer estaba de casualidad en la isla: había acompañado solamente a su hermana Birgit y a su grupo de amigos italianos que veraneaban en Porto Rotondo, Cerdeña. Se les ocurrió ir con varios barcos a la isla de Caballo en Córcega, el territorio de veraneo del exiliado Víctor Manuel de Saboya. Una vez allí montaron algo de bulla en el restaurante en el que también cenaban Víctor Manuel y su esposa después le cogieron un bote prestado sin avisar. No se lo tomó bien: bajó al puerto fusil en mano echo una furia para encararse con los chavales y acabó disparando. La bala le dio a Hamer.

La familia Saboya estaba en el exilio, igual que los Borbones en España durante los años 1931-1975

Lo narra el reciente documental de Netflix, El príncipe que nunca reinó, un true crime en tres episodios que analiza el suceso y de paso a la casa Saboya en el exilio. Víctor Manuel pisó la cárcel preventiva, pero no sería condenado, porque quizás era demasiado: ya tenían condena política, no pisar nunca Italia, que es el otro eje de la historia. Víctor Manuel, el protagonista indiscutible junto a la hermana de Hamer en busca de justicia, participa en el documental. Al final del último episodio, ya en los títulos, se le escapa la confidencia sobre el rey Juan Carlos.

La familia Saboya, al igual que los Borbones en España durante los años 1931-1975, estaban en el exilio. Mientras que el rey Alfonso XIII, se había marchado tras los malos resultados de los monárquicos en las elecciones municipales del 31, los Saboya tuvieron que salir de Italia como consecuencia del rechazo a un nuevo periodo monárquico, después de que Víctor Manuel II, el abuelo del príncipe, hubiera aceptado el régimen fascista de Mussolini hasta 1943. Por 10 puntos de diferencia y con una participación del 89% los italianos decidieron darles la patada.

Foto: Unos jóvenes Juan Carlos y Víctor Manuel. (Getty)

Recalaron en el mismo lugar que la familia real española: Portugal. Si don Juan de Borbón, el sucesor al trono designado por Alfonso XIII, se había instalado en Estoril, Umberto, el padre del príncipe Víctor Manuel lo había hecho en Cascais. Se trataban. Es más, Víctor Manuel y Juan Carlos eran amigos entonces. Episodio 3, claqueta y cierre, se saca champán y aunque parece que se ha terminado las cámaras siguen grabando. Entonces Víctor Manuel espeta sobre Juan Carlos: "Era muy poco educado con mi mujer y conmigo cuando teníamos desencuentros. Y no sé por qué, porque siempre fuimos muy amables, y él lo sabía". Y acto seguido: "Tengo muchas cosas que contar, pero no puedo. Cosas sobre Juan Carlos".

El documental lo dirige Beatrice Borromeo que no tan curiosamente es la esposa de Pierre Casiraghi, sobrino de Alberto II de Mónaco. Sorprende que el heredero de los Saboya y su hijo Manuel Filiberto se confiaran a la periodista cuando fue ésta la que publicó el vídeo que incriminaba a Víctor Manuel Saboya en el incidente de 1978 en su época del diario Il Fatto Quiotidiano. La familia Saboya se ha lamentado ahora de haber participado.

Foto: El rey Juan Carlos, charlando con Pedro Campos en 2022. (EFE/Salvador Sas)

Durante el metraje, Víctor Manuel alude precisamente en un par de veces a Luis XVI. Se siente, en su cabeza, juzgado por una plebe y por la prensa, y se siente rey de alguna forma, porque da la impresión de indignarle lo que aconteció en esos años, como el tener que sufrir la prisión preventiva en Ajaccio o la reapertura del caso en 1991 en Tribunal del Jurado de París, cuando ya había sido absuelto en uno anterior muchos años antes. La verdad es que se investigó muy poco.

En el género true crime puro suele haber dudas sobre la solución del crimen, la culpabilidad o inocencia del sospechoso. No es este caso. A lo largo de los tres capítulos, Víctor Manuel se dedica a mentir sin ningún rubor a la cámara mientras comprobamos como se escabulle una y otra vez con historias ridículas. Lo más inquietante es el papel de la justicia francesa: apenas se investiga nada en el momento de los hechos y después parece que existe un verdadero interés por dar carpetazo al asunto. Entremedias, hay detalles de interés como el desempeño profesional de Víctor Manuel, que consiste en la venta de armas, especialmente en el Irán anterior a la Revolución de los Ayatollahs debido a la grana amistad que forja con el Sha Pahlevi. Nos suena de algo.

Foto: Victor Manuel de Saboya recibe la visita de sus abogados en la cárcel

Como Don Juan, Víctor Manuel no iba reinar jamás, pero en cuanto se corrige la ley de 1946 que impedía a los Saboya pisar suelo italiano, se comienza a comprobar cómo es el personaje. La disposición que obligaba a la familia real se deroga en 2002, pero estando ya en Italia, acaba pronto investigado por una supuesta trama de juego y prostitución en casinos que le lleva de nuevo a la cárcel, esta vez en Italia. Durante esos días, sin saber que está siendo grabado, confiesa lo obvio a un compañero de celda: que él disparó al chico y que había engañado al tribunal francés. Es decir, Víctor Manuel es un tanto bocazas.

Todo queda registrado, pero en Francia no se puede reabrir el caso. El príncipe que nunca reinará vuelve a mentir un par de veces más a la cámara intentando eludir su propia declaración grabada en vídeo y en el final aprovecha para soltar la confidencia: "Juanito la armó gorda. Disparó a su hermano y lo mató. Se llamaba Alfonsito. No le disparó directamente, sino a través de un armario. Yo estaba allí. Fue un accidente. Al 100%, ¿eh? Escondí mi arma inmediatamente. Si no, me habrían vuelto a culpar".

A pesar de estar en el exilio, el peso de la Casa Real jugó un papel a la hora de la acusación y el juicio: Víctor Manuel salió totalmente indemne

Para entonces ya había ley de sucesión, aunque no se había aclarado cómo sería, de hecho fue impugnada por don Juan, pero Alfonso era el pequeño, por lo que carece de sentido teorizar en ese aspecto. Franco no designaría a Juan Carlos como sucesor en la jefatura del Estado hasta 1969. La apelación al accidente de Estoril es sorprendente. En cuanto a Víctor Manuel, no se le pudo juzgar de nuevo. Aun a pesar de estar en el exilio, el peso de la Casa Real jugó un papel a la hora de la acusación y el juicio: Víctor Manuel salió totalmente indemne.

Condenar a un rey es un acto político. Lo demostró Oliver Cromwell en Inglaterra en 1649, cuando maniobró contra Carlos I de Inglaterra acusándole de traición. Juzgado y condenado por el Parlamento, le cortaron la cabeza un siglo y medio antes de que la Asamblea Nacional francesa acorralara a Luis XVI y de que el Tribunal Revolucionario lo condenara después a la guillotina, por donde desfilarían también su esposa María Antonieta y una larga lista de nobles durante la Revolución Francesa de 1789.

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