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Del viernes negro de 1978 a la vida oscura: cómo la revolución islámica cambió Irán
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en 1978 cambió el país... y toda la región

Del viernes negro de 1978 a la vida oscura: cómo la revolución islámica cambió Irán

El país cambió por completo con la llegada de Jomeini al poder, tras la revolución islámica que expulsó al sha de Persia

Foto: A la izquierda, estudiantes iraníes en Teherán en 1971; a la derecha, una imagen de 2018 (Fouman/Reuters)
A la izquierda, estudiantes iraníes en Teherán en 1971; a la derecha, una imagen de 2018 (Fouman/Reuters)

Quizás una de las formas más sencillas de entender lo que vivió Irán y, especialmente la mujer iraní, con el cambio que llegó de la mano de la revolución islámica es el cómic (y posterior película) de Marjane Satrapi 'Persépolis'. No es fácil, y menos desde la perspectiva europea, comprender los cambios estructurales de una sociedad que hace cuatro décadas estaba más cerca de lo que es Europa en la actualidad y que en poco tiempo ha pasado a convertirse en uno de los enemigos de Occidente. 'Persépolis' cuenta la historia de la propia Satrapi, nacida en el seno de una familia progresista de Teherán, y del sufrimiento que vivió junto a su familia al ver cómo lo que en principio muchos consideraban como algo necesario para acabar con la monarquía totalitaria acababa convirtiéndose en una autocracia que despojaba a muchos de los derechos que ya consideraban conquistados.

"El Sha tiene que irse" era la máxima de la revolución islámica. Y, efectivamente, se fue. Aunque lo que vino no era precisamente lo que muchos esperaban. Las protestas estudiantiles (que venían de lejos), los infructuosos intentos del sha, Mohamed Reza Pahleví, por tratar de democratizar un sistema que no parecía tener intención de separarse del totalitarismo y los rumores que ponían en duda la nacionalidad iraní del que luego sería el líder, el ayatolá Jomeini, sirvieron de detonante para que un 8 de septiembre, hace ahora 41 años, comenzara la revolución. El Sha impuso la Ley Marcial y el Ejército acabó disparando contra los manifestantes, dejando tras de sí cerca de un centenar de muertos.

Esa misma jornada, el 8 de septiembre de 1978 (el 17 de Shahrivar de 1357, según el calendario iraní), acabó siendo conocido como el 'viernes negro', aunque entre 1978 y 1979 las cifras fueron mayores: cerca de 2.800 muertos en enfrentamientos entre el Ejército del Sha y las fuerzas de seguridad y manifestantes. A la comunidad chií, que respaldaba a Jomeini como futuro gobernante del país, se le sumaron las fuerzas de izquierdas que querían acabar con el conservadurismo monárquico de entonces, aunque fue el bando del ayatolá el que acabó haciéndose con el control del país. Y, por supuesto, con el control del pueblo iraní. Así cambió Irán.

Más mujeres en educación, pero sin vida laboral

La tasa de alfabetización en Irán ha mejorado considerablemente en las últimas cuatro décadas: los datos recogidos por Naciones Unidas muestran una altísima tasa de alfabetización en el país, de un 98% en total (incluyendo mujeres y hombres), frente a la situación que existía antes de la revolución, en 1978, cuando el 60% de las mujeres era analfabeta. Sin embargo, el hecho de que más del 60% de los estudiantes universitarios sean mujeres en los últimos años no implica que su situación en el mercado laboral sea positiva: según el Banco Mundial, menos del 20% de la fuerza laboral iraní es femenina.

placeholder Varias mujeres estudiando en una universidad de Teherán (Fouman)
Varias mujeres estudiando en una universidad de Teherán (Fouman)

Tampoco implica libertad a la hora de elegir tipología de estudios: en 2012, la agencia iraní de noticias Mehr publicaba un informe en el que explicaba que 36 universidades del país habían excluido a las mujeres en 77 campos de estudio, como literatura inglesa, arqueología, empresariales, varias ingenierías o física nuclear. A medida que se ha ampliado el control de los políticos conservadores, el proceso de restricción femenina en el mundo universitario se ha visto ampliado, en especial desde el movimiento de los 'pañuelos verdes' dirigido por las iraníes. "Estos movimientos han desafiado al 'establishment', dominado por el hombre desde siempre. Ahora los políticos tradicionales ven a las mujeres educadas y poderosas como una amenaza", explicaba a la cadena BBC la profesora de sociología Saeed Moidfar, ya entonces jubilada. También en 2012, Jomeini hizo un llamamiento para que los iraníes recuperara su valores tradicionales y se dedicaran a las familias.

Se acabó el alcohol... y la música

Con la revolución islámica de 1979 se prohibió el consumo de bebidas alcohólicas, y entre la comunidad musulmana devota ni siquiera se menciona. La ley es muy estricta: las dos primeras veces que alguien sea detenido por beber alcohol puede llegar a ser castigado con 80 latigazos; la tercera te lleva a la horca. Hace apenas unos días, las autoridades iraníes detenían a varios jóvenes en una fiesta mixta —está prohibido que hombres y mujeres compartan espacio si no existe parentesco entre ellos— que tenían alguna que otra botella de alcohol. La Ley Seca iraní, no obstante, choca frontalmente con la tasa de alcohólicos que existe en el país.

A pesar de la estricta norma, las autoridades no persiguen con mucho afán lo que ocurre de puertas para dentro: esto ha permitido que crezca la fabricación de vinos caseros para tratar de sortear los altos precios del alcohol en el mercado negro, sin que por ello aumente la represión. No obstante, muchos consumidores aseguran que tampoco temen el castigo, porque son muchas las cosas que se castigan con latigazos —desde no llevar velo a comer durante el ayuno del Ramadán—. Muchas fiestas privadas sí disfrutan de beber de botellas compradas en el mercado negro, mientras bailan ritmos que fuera de un espacio cerrado podrían traerles problemas.

El pop y el metal no son bienvenidos en Irán. El pasado mes de julio, los dos integrantes de Confess, un grupo de metal iraní, eran condenados a penas de cárcel y a 74 latigazos por tocar su música. Khosrvai e Ilkhani, detenidos en 2015, fueron acusados por blasfemar y expresar sentimientos contra la religión y el régimen iraní, aunque solicitaron asilo en Noruega. Son muchos los políticos y líderes religiosos que piden constantemente a los jóvenes que no escuchen ni este tipo de música ni otros, como el pop o la música alternativa, que consideran "vergonzosa". Incluso la Organización de Turismo y Patrimonio Cultural de Teherán aseguró en 2015 que trataría de evitar que los iraníes que viajaran al extranjero asistieran a conciertos de música pop.

A pesar de los continuos intentos por vetar la industria musical occidental, los iraníes tienen un relativamente amplio acceso a música, películas y ropa procedente de países occidentales, y en el mercado negro se pueden conseguir vídeos y DVD de contrabando de películas no permitidas por el régimen.

Hijab prohibido vs. hijab obligatorio

Quizás uno de los aspectos más llamativos del cambio pre y pos revolución islámica. Antes de la llegada de Jomeini a Teherán, durante la dinastía del último sha las mujeres no estaban obligadas a vestir con ropa tradicional, hijab incluido; no obstante, sería atrevido afirmar que tenían libertad de vestimenta. Son muchas las imágenes que se utilizan para criticar al actual Irán comparando cómo vestían las mujeres antes y cómo lo hacen ahora. No obstante, en 1936, el sha de Persia emitió un decreto conocido como el 'Kashf-e hijab', una norma que prohibía todo tipo de velos islámicos, desde el chador hasta el hijab.

placeholder Manifestación a favor del uso del hiyab en Teherán en julio de 2019 (Reuters)
Manifestación a favor del uso del hiyab en Teherán en julio de 2019 (Reuters)

La norma, aceptada en parte por la sociedad más próxima a occidente, tuvo muchas implicaciones: en cuanto se aprobó, fue implementada de manera rápida, enérgica... y agresiva. La Policía tenía permiso para retirar físicamente el velo a toda mujer que lo llevara puesto en lugares públicos, y muchas mujeres fueron golpeadas, despojadas de sus velos islámicos —incluidos los chadores— y sus viviendas registradas. Algunos estudios afirman que varias mujeres llegaron a suicidarse para evitar quitarse el hijab. La cuestión de la vestimenta en Irán ha sido un problema integral de la política iraní tanto antes como después de la revolución: muchas mujeres salieron a las calles, en vísperas de la revolución islámica, con sus velos puestos en protesta por la prohibición del mismo. Con la llegada de los ayatolás al poder, la prohibición se revirtió, pero volvió a convertirse en prohibición: hace apenas unas semanas, una activista iraní era condenada a 24 años de prisión por protestar contra la obligatoriedad de este tipo de velo, aunque no ha sido la única. En los últimos años, miles de mujeres han conformado un verdadero movimiento de protesta contra el uso exigido por ley del velo, muchas de ellas finalmente detenidas y condenadas a prisión.

Mujeres en deporte: no ilegal, pero imposible

placeholder Pancarta a favor de que las mujeres acudan al fútbol en Irán (Reuters)
Pancarta a favor de que las mujeres acudan al fútbol en Irán (Reuters)

La historia del fútbol femenino en Irán fue breve: no fue hasta la década de los setenta cuando las mujeres comenzaron a sentir atracción por este deporte, que creció rápidamente hasta el triunfo de la revolución islámica, cuando se restringió su acceso (de manera segregada, además) a lugares públicos y se dificultó su entrada a eventos deportivos masculinos. Con la ley en la mano, las mujeres no tienen prohibida la entrada a partidos de varones, pero difícilmente se les permite asistir a este tipo de acontecimientos deportivos, como sí podían hacerlo en la época del sha.

¿Y la libertad de expresión?

Hay otro aspecto que es destacable: las ONG en defensa de los Derechos Humanos critican las continuas violaciones del derecho a la libertad de expresión en Irán bajo el régimen actual. En las protestas que explotaron en diciembre de 2017, las autoridades detuvieron arbitrariamente a cerca de 5.000 personas, entre ellos 150 estudiantes universitarios; en solo dos meses. No obstante, son muchos los iraníes que todavía recuerdan a la policía secreta del sha, la Savak, el temido servicio de inteligencia que en solo siete años metió en la cárcel de Ebrat a decenas de presos políticos por criticar al Sha. Lo que actualmente es un museo alberga el lugar donde se llevaron a cabo más de 90 tipos de torturas a disidentes, y donde se curaba a los torturados con el único cometido de volver a torturarlos.

[El pasado de Irán: la cárcel de Ebrat]

"Con el sha, ni siquiera podíamos pensar en criticar el sistema públicamente", aseguraba a Reuters Irak Nemati (60 años), el propietario de una tienda de alfombras en Irán. "Pero donde queira que vayas ahora, la gente critica el sistema, las políticas económicas del Gobierno... Hoy los iraníes disfrutan de mucha más libertad de expresión que hace 30 años".

Quizás una de las formas más sencillas de entender lo que vivió Irán y, especialmente la mujer iraní, con el cambio que llegó de la mano de la revolución islámica es el cómic (y posterior película) de Marjane Satrapi 'Persépolis'. No es fácil, y menos desde la perspectiva europea, comprender los cambios estructurales de una sociedad que hace cuatro décadas estaba más cerca de lo que es Europa en la actualidad y que en poco tiempo ha pasado a convertirse en uno de los enemigos de Occidente. 'Persépolis' cuenta la historia de la propia Satrapi, nacida en el seno de una familia progresista de Teherán, y del sufrimiento que vivió junto a su familia al ver cómo lo que en principio muchos consideraban como algo necesario para acabar con la monarquía totalitaria acababa convirtiéndose en una autocracia que despojaba a muchos de los derechos que ya consideraban conquistados.

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