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Robespierre con la mandíbula rota y otras cosas sorprendentes de la Revolución Francesa
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Robespierre con la mandíbula rota y otras cosas sorprendentes de la Revolución Francesa

Aunque no terminó muy bien, le debemos conceptos tan importantes como los derechos universales o la democracia, y anécdotas que han pasado a la historia

Foto: Camille Desmoulins hablando al pueblo. (iStock)
Camille Desmoulins hablando al pueblo. (iStock)

¿Cambiaron mucho las cosas para los franceses después de la Revolución Francesa? Podríamos decir que, en los años posteriores a la misma, en realidad no. Y, sin embargo, marcó el final de una época, fomentó las bases de la sociedad actual y es, probablemente, uno de los acontecimientos más importantes de la historia reciente. Supuso sin duda un punto de inflexión, comenzando la contemporaneidad y demostrando con su ejemplo que los ciudadanos del mundo podían ser libres, luchar contra el poder establecido e incluso liberarse de su yugo.

En otras palabras, le debemos a la Revolución Francesa conceptos tan importantes como los derechos universales o la democracia. Y, a pesar de todo ello, sabemos que no terminó muy bien. Desde 1789 a 1799 Francia convulsionó, terminó con su monarquía y tuvo graves periodos de violencia en los que algunas figuras fundamentales pasaron a la historia, acabando con el Antiguo Régimen. Y, después llegó Napoleón, y con él, el diluvio.

Foto: Simon Schama.(EFE)

En aquellos años convulsos y extraños se crearon grandes símbolos: la escarapela, la marsellesa, el gorro frigio, y se produjeron miles de anécdotas que han quedado grabadas en la historia de Europa, y que hoy recordamos.

Camille Desmoulins y la toma de la Bastilla

En 1789, Francia atravesaba una situación complicada, con una grave crisis financiera debido a la enorme deuda y el gasto constante de la monarquía. El pueblo se moría de hambre y, lógicamente, no estaba contento. La única figura que conseguía empatizar con él era el ministro de finanzas, Jacques Necker, que estaba de acuerdo con dar a esta clase llana mayor representación debido a su importancia demográfica. Sin embargo, Luis XVI decidió despedirlo el 11 de julio de aquel año, lo que enfureció a esa tercera clase tan denostada.

En los días posteriores en París se produjeron violentos saqueos, hasta que el 14 de julio los revolucionarios tomaron las armas

Camille Desmoulins era por aquel entonces escritor (había compuesto algún poema y composiciones teatrales) y periodista revolucionario. Al día siguiente de la destitución de Necker, invitó al pueblo de París a protestar frente al Palacio Real, pero fueron dispersados a la fuerza. En los días posteriores en París se produjeron violentos saqueos, hasta que el 14 de julio los revolucionarios tomaron las armas y se dirigieron a la Bastilla. Comenzaba así la revolución más importante de todos los tiempos, aunque probablemente en esos momentos pocos lo sabían.

El cabello blanco de María Antonieta

Una de las imágenes más legendarias de la Revolución Francesa es la de la monarca apresada y muerta de terror por su pronto aguillotinamiento, lo que habría provocado que su cabello "se volviese blanco de la noche a la mañana". Son muchas las leyendas que corren sobre la regente, como aquella que asegura que de sus labios salió la cruel frase: "Que coman pasteles" al conocer el hambre del pueblo, algo que muchos historiadores han negado asegurando que tal frase se habría dicho hasta 100 años antes.

Los 12 meses se dividieron en tres semanas de diez días cada uno y cada día se dividió en diez horas de 100 minutos que duraban 100 segundos

Con el caso del cambio de color del pelo, también parece más una leyenda que otra cosa, pues según los expertos es imposible que el pelo se vuelva blanco de la noche a la mañana incluso cuando la persona está sometida a un alto grado de estrés. De cualquier forma, el síndrome de María Antonieta es también conocido como 'canities subita', y hay registros de otras personas a las que les ha sucedido algo similar.

Algunas locuras durante la Revolución

Fueron muchos los cambios que trajo consigo la Revolución Francesa, y no solo a nivel político. Por ejemplo, durante 12 años (de 1793 a 1805) el calendario revolucionario francés reemplazó al gregoriano. Los 12 meses se dividieron en tres semanas de diez días cada uno y cada día se dividió en diez horas de 100 minutos que a su vez duraban 100 segundos. No fue el único cambio, la Plaza de la Concordia pasó a llamarse (como no podía ser de otro modo) la Plaza de la Revolución y posteriormente se instauró en ella la guillotina. Y durante un tiempo estuvo de moda que en los sitios cercanos a la plaza donde se podía comer ofrecieran platos con el nombre de la persona que había sido ejecutada aquel día.

Charlotte, Marat y una bañera

Huérfana de madre desde muy temprana edad y de orígenes aristocráticos, la joven Charlotte Corday simpatizaba con las ideas de los girondinos, y consideraba que el régimen del Terror que poco a poco cubría París, convirtiéndola en una ciudad a expensas de la tiranía de los jacobinos, era culpa de los mismos, encargados de que la situación no mejorase. Desde niña, Charlotte había tenido acceso a la educación y había leído a Voltaire o a Plutarco, entre otros. Era, además, decidida y valiente, sin duda, y estaba convencida de que los problemas que asolaban su país provenían, en concreto, del conocido amigo del pueblo: Jean Paul Marat, político, científico y periodista, que en su periódico 'L'ami du peuple' solía enaltecer la revolución con consignas furibundas.

placeholder  'La muerte de Marat'. (Cedida)
'La muerte de Marat'. (Cedida)

Marat sufría una dolorosa enfermedad de la piel que le hacía pasar muchas horas en la bañera. Un 13 de julio de 1793, Charlotte marcó de Caen donde vivía y se dirigió a París, donde alquiló una habitación. Se dirigió a la Asamblea Nacional para encontrar a Marat, pero no pudo encontrarle. Se presentó entonces en su casa, intentando conseguir una entrevista con él y alegando que iba a facilitarle los nombres de los principales miembros de La Gironda dispuestos a organizar un levantamiento. Sorprendentemente, así pudo acceder a solas hasta la habitación en la que el jacobino se bañaba. Le apuñaló y murió en el acto. Según cuenta la leyenda, a él le dio tiempo a exclamar: "A moi, ma chère amie!" (a mí, mi querida amiga). Por supuesto, Charlotte fue apresada y guillotinada, mientras que la violenta muerte de Marat le convirtió en un mártir para la causa revolucionaria.

Feminismo en tiempos de revolución

La escritora Olympe de Gouges redactó el 5 de septiembre de 1791 uno de los primeros documentos históricos que propone la emancipación femenina: La Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, inspirándose integramente en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y cambiando solamente la palabra 'hombre' por 'mujer'. En algunos pasajes equiparaba los mismos derechos para ambos sexos, aunque en la época tan solo se distribuyeron cinco copias. Aquello no gustó a sus contrapartes masculinos revolucionarios, por supuesto, pues su autora denunciaba que la revolución olvidaba a las mujeres en su proyecto de igualdad y libertad. Olympe de Gouges fue acusada de traición y guillotinada el 3 de noviembre de 1793.

La mandíbula rota de Robespierre

El Terror duró tan solo diez meses, pero fueron duros y memorables. Durante aquella época, Maximilien Robespierre (una de las figuras claves de la Revolución, si no la más) instauró una dictadura en Francia, impulsando la ley de Sospechosos que pretendía reprimir a 'los enemigos de la Revolución', y creó el Ejército Revolucionario, un grupo de sans-culottes que debían vigilar y castigar a los reaccionarios. Las cosas no mejoraron mucho para el pueblo, de cualquier manera, mientras el líder revolucionario se encargaba de pasar por la guillotina no solo a la nobleza, sino a compañeros como Danton, que también había sido figura clave en la instauración del Terror y que, sin embargo, con el paso del tiempo llegó a verla con malos ojos.

En la cárcel intentó suicidarse, pero solo consiguió romperse la mandíbula

Pero como nada permanece, al final el castigador fue castigado. Durante esos diez meses llegaron a ser guillotinadas más de 1.300 personas en París, hasta que le tocó la misma suerte a Robespierre, ya convertido en un tirano. Un 26 de julio de 1794, Cambon y otros revolucionarios se levantaron contra él y le acusaron de traidor. Fue detenido junto con otros dos miembros del Comité, Saint-Just y Georges Couthon, además de su hermano y Philippe Le Bas. En la cárcel intentó suicidarse de un pistoletazo, pero solo consiguió romperse la mandíbula. Cuando llegó al patíbulo para ser ajusticiado, dos días después de haber sido apresado, una venda le cubría la cara, pero el verdugo se la quitó sin piedad consiguiendo que chillara de dolor. Fue ejecutado ante la atenta mirada del pueblo de París, que clamaba "¡abajo con el tirano!" al hombre que, en otro tiempo, había sido considerado un héroe.

Fouché, el último traidor

De todas las figuras que compusieron la Revolución Francesa, fue Joseph Fouché el único que consiguió sobrevivir a todas las situaciones que se le impusieron. Fue un personaje tan interesante (gris, traicionero, frío y calculador) que Stefan Zweig decidió escribir un libro en torno a su figura. Sus malas artes, combinadas con una extraña clarividencia y la facultad de mantenerse siempre en la sombra le sirvieron sin duda para prosperar: cuando murió Luis XVI, fue elegido diputado de la Convención. Con la caída de Danton y Robespierre (que era su cuñado), consiguió ser nombrado ministro de la Policía. Pero es que también mantuvo su puesto cuando llegó Bonaparte y al ser desterrado, y acabó siendo elegido diputado por París cuando fue restaurado el trono con Luis XVIII. Sin duda, un maestro del disfraz y un perro con muchos collares.

¿Cambiaron mucho las cosas para los franceses después de la Revolución Francesa? Podríamos decir que, en los años posteriores a la misma, en realidad no. Y, sin embargo, marcó el final de una época, fomentó las bases de la sociedad actual y es, probablemente, uno de los acontecimientos más importantes de la historia reciente. Supuso sin duda un punto de inflexión, comenzando la contemporaneidad y demostrando con su ejemplo que los ciudadanos del mundo podían ser libres, luchar contra el poder establecido e incluso liberarse de su yugo.

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