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'1883': el salvaje Oeste era una mujer muy guapa
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'1883': el salvaje Oeste era una mujer muy guapa

La precuela de la precuela de Yellowstone pivota alrededor del trabajo de Isabel May

Foto: Isabel May como Elsa en '1883'. (Paramount/SkyShowtime/Emerson Miller)
Isabel May como Elsa en '1883'. (Paramount/SkyShowtime/Emerson Miller)

No sé a ustedes, pero a mí no se me escapa cuando un actor o una actriz es muy guapo. También tengo la sospecha de que la gente guapa gusta mucho a los que hacen películas, y suelen ponerlos de protagonistas. Es incluso probable que el público acuda a las salas en mayor cantidad y con mayor euforia si en la pantalla sale Brad Pitt o Jennifer Lawrence. Ver gente guapa es un poco de lo que va el cine cuando no va de las profundidades de la existencia humana.

Como mil horas de western proponía SkyShowtime a su llegada a España, la mayoría de las cuales se distribuyen entre los capítulos (cinco temporadas) de Yellowstone. La genealogía de la serie protagonizada por Kevin Costner es complicada, y he renunciado a entenderla. El caso es que Yellowstone tiene una precuela llamada 1923, con Harrison Ford y Hellen Mirren. Y 1923 tiene a su vez una precuela titulada 1883, con actores que nadie conoce (rodada antes, de hecho). Es la que he visto.

En sus ocho horas de duración parece haber una protagonista por detrás de la protagonista, la actriz Isabel May. Esa protagonista en la sombra es también Isabel May, pero en sentido molecular. La serie parece empeñada en entender la fotogenia de May, en capturar cada matiz de su belleza, al punto de que toda la trama de indios y vaqueros y caravanas es un poco para despistar. Lo que hace 1883 es un estudio anatómico: ¿por qué llena Isabel con un primer plano de su rostro el Oeste americano entero?

El diccionario define fotogenia como "cualidad de la persona que sale favorecida o causa un efecto agradable al ser reproducida en fotografía o cine". Orson Welles denunciaba en una entrevista que a las mujeres muy guapas los hombres no les concedían la posibilidad de la inteligencia, ni siquiera la de ser buenas actrices. "Tienes que ser un poco fea para ser considerada una gran actriz".

Sin embargo, si el cineasta nada comercial Robert Bresson consideraba a los actores "maniquíes", no podemos negar que una persona físicamente impresionante cumplirá con su función de maniquí a la perfección desde el primer momento, sin haber estudiado con Cristina Rota. Capítulo aparte para la afirmación incorrectísima de Albert Serra sobre las mujeres: "Todas son actrices profesionales por naturaleza".

1883

1883 empieza extraordinariamente, y luego va bajando hasta la pura corrección olvidable. El comienzo es una voz en off (Isabel May) con primerísimo plano de la actriz. Vestida de novia, poetiza el salvaje Oeste para luego liarse a tiros, nada menos que con una flecha clavada en el vientre. Este arranque, a medio camino entre Sam Peckinpah y un anuncio de Evax, me parece glorioso, infernal, delirante. Después viene el necesario flash back que nos explique por qué una chica tan guapa se pone a matar gente con una flecha horadándole el estómago.

placeholder Bienvenidos al salvaje Oeste. (SkyShowtime)
Bienvenidos al salvaje Oeste. (SkyShowtime)

Dos vaqueros, interpretados por Sam Eliott y LaMonica Garret, deambulan por el Oeste y acaban contratados por una comunidad de inmigrantes rusos que desea llegar a Oregón. La pareja de autóctonos no da un duro por ellos, pero el dinero es más importante que cualquier rasgo de humanidad. Muchos van a morir por el camino, hay indios, bandoleros y serpientes esperándoles, y los inmigrantes carecen de "capacidad para sobrevivir".

Sam Eliott arrastra un drama personal que parece ir a suturarse cuando conoce a la muchacha interpretada por Isabel May. El padre de la muchacha, otro tipo con "capacidad para sobrevivir", se unirá a la caravana que se dirige a Oregón. También van con ellos dos vaqueros jóvenes muy guapos que con alguien tendrán que acostarse.

1883 combina de manera no siempre esmerada las bajas pasiones del salvaje Oeste con cierto panteísmo a lo True Detective. Hay violaciones, asesinatos, muertos horribles, pérdidas familiares, pero también un Dios al que se apela y una naturaleza pausada cuya contemplación quiere entenderse como compensatoria. La Tierra es bella, pero los humanos la salpican de sangre. Somos el Mal en las llanuras.

placeholder Otro momento de la miniserie histórica. (Paramount/SkyShowtime)
Otro momento de la miniserie histórica. (Paramount/SkyShowtime)

La voz en off (siempre de Isabel May) resulta al cabo algo insidiosa, así como ese acento exageradísimo de la actriz. En algunas escenas de acción, todo parece Almería para mal, como si la escena fuera un show cutre hecho en España para los turistas. Hacen sendos cameos Tom Hanks y Billy Bob Thornton, un poco para nada.

Nuestra guapa actriz acaba pareciendo la Khaleesi de los desfiladeros y los ríos que vadear, y es su despertar sexual el que sirve para hilar un discurso de consensos entre hombres y mujeres, indios y vaqueros, extranjeros y nativos. Todo es como de tragedia griega con muchos productos de Lancôme.

1883 podría haber sido una serie de culto si no fuera por la penosa realización. Con todo, ocupa un lugar inamovible entre las series con las que merece la pena perder un par de semanas a cuarenta grados de temperatura.

No sé a ustedes, pero a mí no se me escapa cuando un actor o una actriz es muy guapo. También tengo la sospecha de que la gente guapa gusta mucho a los que hacen películas, y suelen ponerlos de protagonistas. Es incluso probable que el público acuda a las salas en mayor cantidad y con mayor euforia si en la pantalla sale Brad Pitt o Jennifer Lawrence. Ver gente guapa es un poco de lo que va el cine cuando no va de las profundidades de la existencia humana.

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