¿Cómo me haces esto, Isabel Díaz?
Ayuso da un paso más en su alucinante viaje hacia una "derecha identitaria"
Uno de los retos intelectuales de la política española actual consiste en entender a Isabel Díaz Ayuso. Es difícil. Dentro de la dificultad, el super-reto, propio de la pizarra en el pasillo de El indomable Will Hunting, es éste: becas a los ricos. Ayuso ya les ha dado dos.
Hasta el próximo 8 de septiembre, los ricos podrán solicitar a la Comunidad de Madrid un dinero que compense el gran esfuerzo que hicieron en 2022 dejando que a sus hijos se los cuidara otra persona. La niñera, en fin, no es gratis, cuesta casi tanto como el BMW y además roba café. Ayuso lo sabe y quiere compensar ese café, no sé cuántas cápsulas de espresso que se ha tomado Amelia o Rigoberta, sin control.
Las instrucciones para solicitar la ayuda no dicen que debas ser rico para recibirla. Por eso tienes que ser rico. De hecho, en un párrafo muy emocionante el documento oficial se acuerda de los pobres (“ingresos menores de 20.000 euros”), como haciendo el chiste de que quizá haya gente que ganando menos de 20.000 euros se gastó 12.000 en una empleada del hogar. Es un humor muy fino el que se gasta el BOCM (BOE madrileño), no para todos los paladares, ciertamente.
No la hay. Quizá alguna familia muy mala con la calculadora calculó que ganando entre los dos cónyuges menos de 40.000 euros al año podía permitirse una niñera a tiempo completo, y con alta en la seguridad social. Si fuera así, la Comunidad no tendría que enviarles 4.000 euros, importe medio de la ayuda, sino un asesor financiero.
También debemos prestar atención al tremendo galimatías que debe uno atravesar para entender cómo se pide esta ayuda, al hecho de que sólo pueda solicitarse de manera electrónica y a que su concesión se realizará “por orden de entrada”. O sea, Ayuso os está diciendo que pongáis a trabajar al gestor, rapidito, que vuestro dinero os cuesta. Eso os está diciendo.
Cariño institucional
Conozco a mucha gente que cuenta con una trabajadora a tiempo completo en casa para cuidarles a los niños y hacer otras labores del hogar. De hecho, les he enviado el link a todos con una serie de emoticonos interpretables como: “C*bron*s”. Yo cuido solo de mis hijos. Yo cuido solo de mis hijos pequeños y aquellos que no los cuidan encima reciben ayuda económica de Ayuso. ¡Pensaba que éramos amigos, Isabel Díaz! ¿Cómo me haces esto? ¡Que hemos traído juntos el fascismo a Madrid, tía, tú y yo!
Me he sentido un poco como cuando no compras lotería de Navidad en el trabajo, y toca.
¡Pensaba que éramos amigos, Isabel Díaz! ¿Cómo me haces esto? ¡Que hemos traído juntos el fascismo a Madrid, tía, tú y yo!
Ayuso empezó con esto de las becas a los ricos hace justo un año, cuando dijo (vía oficial): “Las familias de la Comunidad de Madrid con ingresos superiores a los 100.000 euros podrán optar a las becas para la escolarización en centros privados tanto en Infantil como en Bachillerato y FP”. Dense cuenta de lo que es poner en una misma frase “ingresos superiores a 100.000 euros” y, luego, “becas”. Es como poner en una misma frase “arriba los pobres del mundo” y, luego, “Galapagar”.
Cuando entonces, cuando la primera beca, pensé un rato en el sentido de ayudar a gente que no lo necesita, gente que ni siquiera va a notar esa ayuda en su economía doméstica. 4000 euros no sacan de rico a nadie. Mi conclusión fue que la derecha quería dar a su electorado estructural una experiencia, la bonita experiencia del cariño institucional. El dinero es lo de menos, lo importante es el gesto.
Los ricos de derechas se quejan de que pagan muchos impuestos cuando ni siquiera utilizan el hospital público o el colegio público, de modo que Ayuso quiere hacerles ver que sus impuestos valen para algo más que sanidad y educación: también valen para tener criadas.
Sin embargo, debemos entender al mismo tiempo que cada vez hay más pobres que votan a la derecha, y quizá Ayuso con estos impulsos becantes quiere marcar territorio, que se vea claro con quién va, no sea que los ricos acaben votando a esa candidata de izquierdas con vistas al Retiro que tienen enfrente. Está todo muy confuso en Madrid, amigos.
También puede ser que Ayuso, la derecha madrileña o un tipo listísimo que tienen escondido en Cibeles (¿Lasquetty?) haya sufrido una epifanía imitativa, consistente en comprar el discurso de la “izquierda identitaria” según el cual ser rico o pobre es muy poca cosa comparado con ser mujer o gay o trans o gitano. O del PP. Vale, juguemos, ha dicho el tipo listísimo de derechas. Si ser pobre o rico es una cuestión menor, pues becas a los ricos. Game over.
Pero que muy over.
Las becas a los ricos han existido siempre, y no estaban del todo mal pensadas, sólo que se llamaban de otra manera: bajadas de impuestos
Lo cierto es que las becas a los ricos han existido siempre, y no estaban del todo mal pensadas, sólo que se llamaban de otra manera: bajadas de impuestos. Así se llamaban. Los ricos eran felices con sus bajadas de impuestos y los pobres eran felices con sus becas. Todo estaba en su sitio, hace no tanto, dentro de lógicas políticas totalmente clásicas.
La conclusión de todo esto es que al final los pobres no van a saber a quién votar, pues por un lado habrá un partido conservador que da becas... a los ricos; y por otro un partido de izquierdas... con vistas al Retiro. Entre medias no sé si hay algo que los represente.
Quizá en Madrid hace tiempo que no hay pobres, porque los pisos están muy caros, vete tú a saber.
Uno de los retos intelectuales de la política española actual consiste en entender a Isabel Díaz Ayuso. Es difícil. Dentro de la dificultad, el super-reto, propio de la pizarra en el pasillo de El indomable Will Hunting, es éste: becas a los ricos. Ayuso ya les ha dado dos.