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'Ed Sheeran: la suma de todo': el trabajo es más importante que el talento
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'Ed Sheeran: la suma de todo': el trabajo es más importante que el talento

Un documental sobre la estrella mundial de la música da algunas claves sobre los motivos de su éxito

Foto: Edsheeran durante un concierto. (Disney)
Edsheeran durante un concierto. (Disney)

En mi generación, el primer cantante que nos hizo exclamar “¡Pero cómo va a ser este tío una estrella de la música!” fue Phil Collins. Era un hombre sin el menor atractivo, que vestía como si en cualquier momento fuera a llevarle flores a su madre. Seguramente él mismo sabía que no tenía tantas posibilidades como Terence Trent D´Arby de acabar en una carpeta de instituto.

Por ahí, justamente, empieza Ed Sheeran: la suma de todo (Disney +). Ed era un niño feíto, condenatoriamente pelirrojo, con gafas y de baja estatura. Podía haber soñado con tocar la guitarra al fondo del escenario, como músico suplente de una banda cualquiera. Pero su sueño fue hacer saltar la banca de la industria mundial del pop. Estaba loco.

placeholder Ed Sheeran. (Reuters/Mario Anzuoni)
Ed Sheeran. (Reuters/Mario Anzuoni)

Es muy interesante analizar el éxito de la gente, yo lo hago mucho. En su serie (un homenaje a sí mismo destinado casi únicamente a los fans), Sheeran reconoce que todo lo que ha conseguido formaba parte de un plan. Esto es agradable de escuchar. Diría incluso que alcanza dimensiones morales importantes.

Pensemos por ejemplo en Oasis. Cuando les preguntan por Wonderwall, su gran hit, dicen que podrían hacer una canción como esa en cualquier momento, en media hora, pues no les costó ningún esfuerzo. Lo cierto es que no han vuelto a hacer, tampoco en solitario, canciones tan buenas como Wonderwall. Los miembros de Arctic Monkeys, preguntados por sus orígenes, dicen que aprendieron a tocar la guitarra en unos meses, a lo tonto, y de ahí ya al estrellato.

Habrán oído mil veces decir a un actor que él no quería ser actor (José Coronado, recuerdo), y que sólo fue “a acompañar a un amigo a un casting”. Me molesta que haya gente dejándose la vida para ser actor, músico o escritor, y luego el que triunfa diga que no sabe qué hace ahí. Que le da un poco igual estar ahí.

placeholder El actor José Coronado. (EFE)
El actor José Coronado. (EFE)

La devoción por el trabajo de Ed Sheeran también tiene su escuela. El ex futbolista argentino “Loco” Gatti contó una vez en El chiringuito algo interesante. Hablaba de los inicios, sí, de esos adolescentes que patean balones en las ciudades deportivas y que, pasada una década, han triunfado o fracasado. No siempre el que tenía más talento acaba en la selección, en primera o ganando copas de Europa. Decía Gatti: se trata de trabajar, el que tiene un gran talento natural se deja ir, pero el que tiene menos talento entrena más que nadie, y al final la joven estrella se eclipsa y “el tronco” juega cuatro mundiales.

Ed Sheeran dice lo mismo que dice Daddy Yankee sobre sus primeros pasos en la música. El puertorriqueño declaró en una entrevista que llegaba el primero al estudio, y que todo lo que nadie quería hacer lo hacía él. Necesitamos un cantante aquí, un tema para esto, una colaboración… Sus “rivales” se iban de fiesta, les daba pereza las pequeñas cosas. Yankee aceptaba todo.

Luego, cuando esta gente triunfa, parece que han tenido suerte, sobre todo la del talento, y que son unos idiotas sin plan alguno.

Ed Sheeran cree en la teoría de las 10.000 horas: no parar de trabajar, dedicar tu vida a una tarea, tontear con la tarea hasta que esta dé su regalo

“Lo tenía todo planeado”, afirma Ed Sheeran en su serie. Hasta tocar en Wembley formaba parte de su proyección profesional. “Si los demás daban un concierto a la semana, yo daba tres cada noche”, nos cuenta. Estamos en Londres y él apenas tiene veinte años. Escribía canciones sin parar, todas malas. Ed cree en la teoría de las diez mil horas: lo importante es no parar de trabajar, dedicar tu vida a una tarea, tontear con la tarea hasta que esta dé su regalo. “Cuando triunfé, eso es exactamente lo que quería”.

Como digo, me gusta mucho esta lección: el éxito no cae del cielo, tiene más que ver con picar piedra.

Con las nuevas tecnologías, además, ser músico ya no consiste en esperar a que un sello se fije en ti y te grabe un disco. Es al revés. Tú te grabas unas canciones y el sello vendrá a por ti, a nada que vayan bien en Youtube. Eso es lo que hizo Ed Sheeran junto a su amigo Jamal. Dejar tu futuro artístico en manos de compañías discográficas, productoras o editoriales es hoy una mala idea. Allí nadie sabe de lo tuyo más que tú.

placeholder Ed Sheeran y su mujer, Cherry Seaborn, en un fotograma de la serie de Disney + 'Ed Sheeran: la suma de todo'.
Ed Sheeran y su mujer, Cherry Seaborn, en un fotograma de la serie de Disney + 'Ed Sheeran: la suma de todo'.

Fuera de este asunto, la serie es bastante insufrible, de tan edulcorada. Básicamente la vida de Ed Sheeran es una pastelería. Su mujer es maravillosa, sus padres son maravillosos, sus amigos son maravillosos. El paisaje de fondo es más verde que el tuyo.

El único conflicto que aparece es el del plagio. Sheeran ha sido acusado dos veces de plagio, bastante por los pelos, debo decir. Casi todas las canciones comerciales son exactamente iguales. Las de Ed Sheeran son mejores.

Foto: Ed Sheeran, en una imagen de archivo. (EFE/Neil Hall)

La primera que escuché suya fue Photograph, en Youtube. Es una canción preciosa, con un vídeo donde salen imágenes de Ed de niño y adolescente, y dando sus primeros concierto en la calle. Luego tiene varias baladas que timbran cualquiera corazón, aunque su música en general me parece aburrida e insustancial.

Lo genial es que este tipo solo con su guitarra llena estadios con capacidad para decenas de miles de personas. No es que sea AC/DC, pura juerga. Las masas acuden a ver a un pelirrojo ponerse tierno a doscientos metros de distancia.

Soy una rockstar”, se dice Ed Sheeran nada más despertarse, mientras la cámara le graba.

O sea, un currante.

En mi generación, el primer cantante que nos hizo exclamar “¡Pero cómo va a ser este tío una estrella de la música!” fue Phil Collins. Era un hombre sin el menor atractivo, que vestía como si en cualquier momento fuera a llevarle flores a su madre. Seguramente él mismo sabía que no tenía tantas posibilidades como Terence Trent D´Arby de acabar en una carpeta de instituto.

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