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La noche en que los Arctic Monkeys agitaron a 35.000 millennials valencianos
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PRELUDIO DE LA CRISIS ECONÓMICA

La noche en que los Arctic Monkeys agitaron a 35.000 millennials valencianos

La actuación del grupo de Alex Turner, en su apogeo allá por 2010, fue uno de los últimos macroconciertos de rock internacional de una banda en Valencia

Foto: Momento de la actuación de los Arctic Monkeys en Valencia. (EFE/Biel Aliño)
Momento de la actuación de los Arctic Monkeys en Valencia. (EFE/Biel Aliño)

Desde 1945, tras el establecimiento del nuevo orden mundial, cada hornada de estadounidenses ha sufrido su Vietnam particular, desde la Guerra de Corea en 1950 hasta la de Afganistán en 2021. En cambio, en Europa occidental, aunque el proceso de construcción común acabó con 150 años de matanzas franco-prusianas contemporáneas, los derrumbes económicos sobrevenidos entre la Crisis del Petróleo de 1973 y la actual Guerra de Ucrania han dinamitado el modelo de bienestar de varias generaciones de ciudadanos del viejo continente. En la noche gélida de un sábado 13 de febrero de 2010, con la Gran Recesión española asomando por la puerta, Arctic Monkeys, el grupo británico del momento, tocó en Valencia por primera y única vez, hasta la fecha.

placeholder Preparativos en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia para acoger el concierto de los Arctic Monkeys. (EFE/Manuel Bruque)
Preparativos en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia para acoger el concierto de los Arctic Monkeys. (EFE/Manuel Bruque)

En 2007, mientras España aún crecía a base de ladrillo y crédito bancario, el Gobierno valenciano firmaba un acuerdo con la cadena televisiva MTV para celebrar cuatro ediciones del festival MTV Winter a los pies de la Ciudad de Las Artes y las Ciencias. En el argumentario político, la música era lo accesorio; impulsar una campaña de marketing sobre los monumentos de Santiago Calatrava, lo necesario. El Consell pagaba un millón de euros al año, ponía la escenificación futurista y la elección de un grupo local como telonero, la multinacional americana decidía el cartel foráneo. De aquella experiencia, por la que entre 2008 y 2011 transitaron por la capital del Turia The Cure, Franz Ferdinand, Mando Diao, My Chemical Romance o Sum 41, la edición celebrada en 2010 significó un momento cumbre en la historia musical de la ciudad. Ante alrededor de 35.000 jóvenes valencianos, algo después bautizados como millennials, Arctic Monkeys pusieron la banda sonora a una generación atravesada por la recesión, el paro, el recorte del gasto público y el rescate a las entidades financieras. La noche que bailaron al son de la última gran banda de rock de la historia, no sabían que muchos de ellos serían más pobres que sus padres.

Foto: Entrada del concierto que los Simple Minds dieron en Valencia en 1986. (Cedida)

La fotógrafa Laura Novillo (Valencia, 1992) aún no contaba con la mayoría de edad cuando acudió a esta llamada iniciática: “Tenía diecisiete años y al enterarme que tocarían gratis en mi ciudad, fue una alegría. A esa edad el dinero escaseaba y no había muchas oportunidades de ir a conciertos. Escuchaba a los Arctic Monkeys desde la adolescencia y aunque era difícil encontrar amigas con quien compartir mis gustos, asistí con un par de amigas del rollo emo. Al ser uno de mis primeros directos tengo un gran recuerdo del ambiente, la enorme la cantidad de gente y el confeti final”.

placeholder Alex Turner, durante su actuación en Valencia. (EFE/Biel Aliño)
Alex Turner, durante su actuación en Valencia. (EFE/Biel Aliño)

Los de Sheffield aterrizaban en Valencia con un bagaje de tres discos excelsos en tan solo cuatro años de trayectoria. En 2006, el álbum debut de Arctic Monkeys, Wherever People Say I Am, That's What I'm Not se convirtió en el estreno más vendido de todos los tiempos en el Reino Unido. Meses atrás, previamente a la salida de sus primeros singles, el grupo ya era un fenómeno global en MySpace, por lo que no necesitaron del armazón promocional de las agencias de management, las radios, las revistas especializadas o las televisiones para triunfar. Alejados de los canales de distribución musical del siglo XX, de las compañías discográficas multinacionales y antes de la llegada masiva del streaming y las plataformas digitales, Alex Turner comandaba la primera banda de rock que alcanzó la celebridad gracias a internet.

Cuando en Valencia aún existía el invierno, ante un auditorio al aire libre repleto de abrigos debido a los cerca de 4ºC, los tres teloneros de aquel MTV Winter desfilaron en apenas media hora por grupo. Los valencianos Fuzzy White Casters abrieron la velada cuando el aforo alcanzaba la mitad del total, y el paso de los hoy olvidados Mystery Jets y Lightspeed Champion fue una obertura que las deficiencias de sonido convirtieron en trivial. El gigante mediático invirtió más en convertir el evento en un show televisado y en un precursor del streaming en directo por Facebook, que en sonorizar con una torre intermedia la laguna seca entre el Museu Príncipe Felipe y El Umbracle. Aun así, las canciones de Arctic Monkeys solventaron estos problemas logísticos con un repertorio que conforma ya un epílogo clásico en la memoria del rock and roll. “Estamos a la espera de que el Capitán Kirk aparezca con una Kaoss Pad para conquistar el espacio”, respondía Alex Turner al periodista de la MTV que preguntaba al inglés por el monumental recinto del barrio de Quatre Carreres.

placeholder Prueba de sonido de los valencianos Fuzzy White Casters. (Cedida)
Prueba de sonido de los valencianos Fuzzy White Casters. (Cedida)

El grupo valenciano escogido para actuar como telonero fue Fuzzy White Casters. Cuatro chavales de veinte años que destacaban en la escena local del rock independiente. Santi Igual (Valencia, 1989) ejercía como guitarrista de la banda: “Éramos muy fans de Arctic Monkeys, nuestros referentes. Sus dos primeros discos fueron excitantes y allí presentaron Humbug, un trabajo más oscuro. Estuvimos en la Ciudad de las Artes todo el día. En el edificio Príncipe Felipe acondicionaron un camerino gigantesco para ellos, otro dos de tamaño medio para los teloneros británicos, y a nosotros nos adjudicaron una salita. En el espacio común instalaron un ping-pong y allí pasamos el rato, antes y después de la prueba de sonido, jugando con unos y otros. Obviamente, las tres bandas inglesas se conocían e interactuaban más, pero hubo buen rollo con nosotros, los de Alex Turner no eran nada divos. Fuimos los primeros en tocar. A las ocho de la tarde empezamos y nos dieron veinte minutos del tiempo total. Tenía la mano agarrotada del frío, no sentía la púa y al comenzar el show no entró el sampler que teníamos preparado y con el que nuestro batería Johnny llevaba la claqueta, intuímos la catástrofe por un segundo, pero resolvimos bien la situación y disfrutamos con las cinco canciones que presentamos”.

Tras aquel concierto los valencianos ficharon por el mítico sello nacional Subterfuge. “Fuimos a Madrid a firmar el contrato y Carlos Jean produjo nuestro disco debut. Giramos como teloneros en la gira española de los canadienses Crystal Castles y actuamos antes de una sesión de David Guetta en el Ágora de Valencia, algo bizarro eso de un grupo de rock teloneando a un deejay, pero estuvo bien. Nuestra carrera acabó porque el mundo de la música es una prueba de fondo y si no pegas un pelotazo inicial es muy complicado seguir. Se necesita mucha constancia, hay que picar mucha piedra. Al final, aparecieron las oportunidades laborales y cada uno hizo su camino. Soy el único que continúa en esto, con mi proyecto de pop electrónico Eguala, amparado por Subterfuge”, indica Santi.

placeholder Víctor Corell, cantante de FWC, con Alex Turner. (Cedida)
Víctor Corell, cantante de FWC, con Alex Turner. (Cedida)

Desde que el pasado septiembre apareciera There'd better be a mirrorball, primer single del nuevo disco, The Car, los del sur del condado de Yorkshire han vuelto a la primera plana del debate musical. La constatación del camino por la sobriedad adulta, confirmado en su séptimo trabajo, ha aflorado (otra vez) la ira de los fans más nostálgicos. Un grupo que se precie siempre dejará atrás a sus primeros amantes, y Alex Turner hace años que levantó la vista del retrovisor. La gira de Arctic Monkeys que recaló en Valencia fue el preludio del principio del fin de esos sonidos adolescentes del rock inglés. Pese a que el compositor más clarividente de su generación tan solo contaba con 24 años, Humbug (2009), la obra californiana del combo, supuso el abandono del fulgor juvenil, los riffs apresurados y los meneos garageros, para alumbrar cadencias íntimas, guitarras western y unas texturas emparentadas con Bowie y Scott Walker, que presagiaban el actual dandismo crooner, auspiciado por el espíritu de Burt Bacharach.

La suspensión del concierto de Foo Fighters por la pandemia y la cancelación del Festival Diversity (Iggy Pop, Maneskin, Christina Aguilera y Black Eyed Peas) el pasado mes de julio, hacen de la visita de Arctic Monkeys a la Valencia de 2010 uno de los últimos macroconciertos de estrellas del rock mundial en el cap i casal, en una línea cronólogica que arrancó a mitad de los ochenta y se consolidó durante aquella década hasta finales de los noventa, cuando aparecieron los macrofestivales de verano.

Foto: Kurt Cobain tocando en Valencia en los noventa. (Iziar Kuriaki)

En el nuevo milenio, solo la imprescindible Bjork en el Observatori 2003, glorias ochenteras como Depeche Mode, Simple Minds, The Cult, Iron Maiden o The Police y los protagonistas de los sucesivos MTV Winter congregaron a más de una decena de miles de valencianos, mientras que los grupos extranjeros que salpicaron el multitudinario Festival de Les Arts ejercieron como comparsas para un público con pagaba por Love of Lesbian, Izal y Vetusta Morla. Desde entonces, son los primeros espadas de la hegemónica música urbana, como Daddy Yankee, Rosalía, Bad Bunny o Nicky Jam, quienes implementan los anales musicales de la ciudad, con ritmos que serán clásicos del siglo XXI cuando otros escriban la historia.

Desde 1945, tras el establecimiento del nuevo orden mundial, cada hornada de estadounidenses ha sufrido su Vietnam particular, desde la Guerra de Corea en 1950 hasta la de Afganistán en 2021. En cambio, en Europa occidental, aunque el proceso de construcción común acabó con 150 años de matanzas franco-prusianas contemporáneas, los derrumbes económicos sobrevenidos entre la Crisis del Petróleo de 1973 y la actual Guerra de Ucrania han dinamitado el modelo de bienestar de varias generaciones de ciudadanos del viejo continente. En la noche gélida de un sábado 13 de febrero de 2010, con la Gran Recesión española asomando por la puerta, Arctic Monkeys, el grupo británico del momento, tocó en Valencia por primera y única vez, hasta la fecha.

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