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FIB, Rototom… Los festivales valencianos vuelven con las mismas luces y alguna sombra
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POSPANDEMIA FESTIVALERA

FIB, Rototom… Los festivales valencianos vuelven con las mismas luces y alguna sombra

La Comunidad Valenciana acogerá un buen número de eventos hasta septiembre tras dos años de incertidumbre que acercó al sector al colapso. Mueven cientos de millones y son clave para el turismo

Foto: Festival internacional de benicasim
Festival internacional de benicasim

Antes de la pandemia todos los festivales masivos se parecían entre sí, pero cada uno de los modestos sobrevivía a su manera. Al llegar el nuevo virus, el combinado de baile, cante, alcohol y aglomeraciones hizo que los conciertos en salas y en festivales sufrieran las restricciones sanitarias más duras, y ahora, la oferta supera los niveles de 2019. A lo largo de junio, julio y agosto desfilará el grueso de citas valencianas, formadas por el Latin Fest, Festival de Les Arts, Big Sound, Feslloch, FIB, Pirata Beach, Diversity Valencia Festival, Iboga Summer, Medusa Sunbeach, Arenal Sound, Rototom y Mediterránea Festival, además de muchos otros con un aforo menor a los 10.000 asistentes. Desde el más multitudinario, hasta el de menor tamaño, casi la totalidad ha recibido ayudas públicas de Turisme Comunitat Valenciana. Para algunos, esta subvención ha sido vital. El pasado fin de semana, Love The 90's y Deleste Festival arrancaron la temporada en la capital.

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Love The 90's llenó su aforo con 20.000 espectadores, en la Ciudad de Las Artes y Las Ciencias, en torno a un cartel asentado en el eurodance y en los sonidos bailables de aquella década. Snap!, OBK, Jenny (de Ace of Base) o Corona pusieron la música en un recinto transformado en parque de atracciones nostálgico. Durante el fin de semana, las quejas en redes sociales de los asistentes fueron recurrentes debido a las colas, de hasta una hora, para ser atendidos en las barras. The Music Republic, empresa organizadora del evento, lanzó un llamamiento, días antes, buscando camareros, no era imprescindible la experiencia previa. Entre las reclamaciones del público se incidía en la juventud y la inexperiencia de los trabajadores. Los días 3 y 4 de junio, esta misma sociedad realizará el Festival de Les Arts en el mismo escenario, y el reclamo para encontrar trabajadores, sin necesidad de haber estado antes tras una barra, vuelve a aparecer en las páginas web de búsqueda de empleo. Cobrarán 7,47 euros por hora.

The Music Republic es la promotora musical más importante de la Comunidad Valenciana. A día de hoy, posee el Arenal Sound, FIB, Festival de Les Arts, Viña Rock, Granada Sound, Interestelar Sevilla, Madrid Salvaje, Love the 90’s, Metal Paradise y Bahía Sound. También lleva giras y conciertos de diversos artistas de primer nivel. En 2019, adquirieron el Festival Internacional de Benicàssim, y a partir de 2024, junto a Licampa, sociedad patrimonial de Juan Roig, gestionará el Casal España Arena de Valencia, en el que se celebrarán conciertos para 18.000 espectadores, además de los partidos de baloncesto del Valencia Basket. Alegando motivos de agenda, la empresa no ha respondido a las preguntas planteadas por El Confidencial sobre el número de trabajadores indefinidos y temporales en plantilla, o sobre cuánto dinero público han recibido, en total, las diferentes sociedades que conforman la matriz.

Foto: Asistentes en la última edición del FIB. (EFE)

Su responsable de comunicación, Tomás Abril, responde a cuestiones sobre la confección de los carteles en los distintos festivales de la empresa, a veces clónicos en los grupos nacionales, ya que este 2022 repiten en Les Arts y Benicàssim hasta nueve bandas: Love of Lesbian, La M.O.D.A., Lori Meyers, Dorian, Mishima, Miss Cafeína, Ginebra, Cariño y Guitarricadelafuente. “Al final, los grandes grupos nacionales son los que son, y lo más importante, son los que el público pide y quiere ver. También hay que tener en cuenta que esos grandes grupos como Vetusta Morla, Love of Lesbian, Lori Meyers, Dorian, La M.O.D.A. sacan nuevos discos cada cierto tiempo y por tanto cada vez que acuden a un festival siempre es diferente de un año a otro. También se apuesta por grupos que no han estado nunca, como hicimos en la pasada edición de Les Arts con Rigoberta Bandini, Santero y Los Muchachos, Maren, Suu, Karavana y Confeti de Odio, o en esta edición con artistas como Guitarricadelafuente, Alba Reche, Sen Senra, Ginebras, Cala Vento o Tu Otra Bonita. Al final se trata de encontrar un equilibrio. Les Arts y FIB se celebran en provincias diferentes por lo que no supone un problema”, explica.

placeholder Love The 90s. (Raúl Barcia)
Love The 90s. (Raúl Barcia)

Mientras el espacio vanguardista concebido por Calatrava vibraba a ritmo de electrodance, en los Jardines de Viveros el festival Deleste cumplía diez años. Veinte conciertos y actividades paralelas con una asistencia de 3.500 personas, ocupando lugares de referencia en la ciudad, como Bombas Gens y el Museo de Bellas Artes, que han acogido la performance de Laia Estruch y los Diálogos Deleste, o el Almudín, edificio del gótico valenciano del siglo XIV, que albergó la clausura del festival con una actuación de Valeria Castro. “Hemos logrado la paridad en el cartel, más de la mitad de las actuaciones han sido mujeres, incluyendo bandas con representación femenina. Si se quiere, se puede. Además, estamos muy satisfechos porque se ha incorporado público muy joven aparte del habitual. Incluso la matiné estaba plagaba de niños. Las sensaciones son inmejorables, la organización ha sido eficiente y ya estamos con ganas del año que viene”, apunta Vannesa Salvador, encargada de comunicación. Deleste es el caso paradigmático de festival mediano que innova y apuesta por artistas de amplia trayectoria como The Sisters of Mercy o Imelda May, junto al talento actual de Rufus T. Firefly, Los Bengala o Joana Serrat, y abundante cosecha valenciana como Júlia, Mr. Sánchez, Joe Pask, Atlàntic o Novembre Elèctric.

Mediterranew Musix

Desde finales de los años noventa, la evolución de los macrofestivales se ha basado en la masificación, el crecimiento exponencial y la concentración empresarial, pero no existen datos sobre su repercusión en el fortalecimiento de la escena musical valenciana. Los grandes festivales crean generaciones de festivaleros, pero no hay registros sobre su capacidad para forjar músicos profesionales en nuestro territorio. Tampoco han proyectado el tejido musical de las ciudades que los acogen, pero sí su relevancia turística. El 7 de julio de 2016, Turisme Comunitat Valenciana puso en marcha Mediterranew Musix, un sello para aunar los criterios de los grandes promotores de festivales. FIB, Arenal Sound, Medusa Beach, Les Arts, Rototom y Low Festival fueron los seis seleccionados. Daniel Arnal fue uno de los responsables de esta creación, como técnico de la agencia pública. “Tras acordar los seis miembros fundadores de la marca, comenzamos la labor de promoción, formación, ferias del sector musical y contactos con las oficinas españolas de turismo en el extranjero. Acciones para que se hablara de los festivales de la Comunidad Valenciana. Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo, aprobó la ley de ocio, turismo y hospitalidad equiparando a los festivales con otros bienes de interés turístico, para que la música pudiera sonar más alto y más tarde. Además, ofrecimos subvenciones entre 2016 y 2018 en concurrencia competitiva, en 2019 logramos una línea de ayudas exclusivas para música donde prevalecían los criterios de desestacionalización o los municipios pequeños. Al llegar la pandemia y las cancelaciones, se decidió crear una línea de ayudas nominativa para todas las empresas que pertenecían al club de producto de Turismo, además de ensanchar el Mediterranew Musix con otras marcas para festivales medianos y pequeños, con la finalidad de que no cerrara ninguno de ellos. Esto se repitió en 2021, y este 2022 hemos vuelto a las ayudas en concurrencia competitiva”, indica Arnal.

placeholder Festival Deleste. (Susana Godoy)
Festival Deleste. (Susana Godoy)

El desplome del sector musical se amortiguó con estas ayudas públicas a festivales y promotores para sostener, sobre todo, las iniciativas de perfil medio y bajo. Es el caso del Singin' in the Cave, un ciclo de conciertos que se celebra en el interior de las Cuevas de Sant Josep, en la Vall d'Uixó (Castellón), Raúl Rubio es su director artístico. “Hace algunos años en Coves de Sant Josep empezaron a realizarse actividades paralelas, más allá de la propia visita turística, y pensé ¿por qué no un ciclo de conciertos? El escenario natural es espectacular y la acústica, con una reverb preciosa. A partir de ahí, diseñar el proyecto y presentarlo a Coves de Sant Josep y el Ayuntamiento de la Vall d'Uixó, insistiendo en que esta iniciativa público-privada podía ser una buena idea. El festival crece rápido, muy por encima de sus posibilidades económicas (sólo se ponen 50 entradas a la venta) con apuestas de calidad, muchas de ellas desconocidas en su momento, pero que después han tenido un amplio recorrido: María Arnal i Marcel Bagés, Morgan, María José Llergo, Valeria Castro... Y ello combinado, también, con artistas ya consolidados como Amaral, Coque Malla, Juan Perro o Maika Makovski. Creo que la originalidad de la propuesta y la calidad de los músicos han sido claves. En el verano de 2020 pudimos mantener los conciertos. Con sólo 30 entradas, pero hubo conciertos. Supuso un esfuerzo organizativo para todos, pero el equipo humano de Coves de Sant Josep se implicó al máximo. Obviamente es una propuesta que necesita de ayudas públicas, y también las tuvimos durante la pandemia, pero el retorno es muy superior a la inversión que realizan tanto el Ayuntamiento de la Vall d'Uixó como Turismo. Nos sumamos al proyecto Mediterranew Musix. Personalmente opino que es una gran idea y que se está trabajando mucho y bien. No solo por el aspecto económico, sino por el apoyo global que ofrecen y que, para un ciclo tan pequeño como el nuestro, resulta fundamental”, expone el programador castellonense.

placeholder Singin' in the Cave con Maria Arnal i Marcel Bagés. (Raúl Rubio)
Singin' in the Cave con Maria Arnal i Marcel Bagés. (Raúl Rubio)

El próximo objetivo marcado por el área de Turismo de la Generalitat es crear festivales inteligentes. Conseguir que los grandes eventos no sean simplemente un promotor trayendo músicos y cobrando un abono por ello, mientras vende cerveza. “Queremos cambiar el modelo. Los promotores tendrán que darnos toda la información. En 2023 las ayudas públicas irán orientadas hacia este nuevo patrón, porque necesitamos saber el retorno económico de cada uno de los 130 eventos que estén bajo la marca Mediterranew Musix. Criterios como la sostenibilidad, la igualdad, la creación de empleo o la inclusión deberán ser cumplidos. Datos e información cruzada son vitales, no todo es vender tíques. Vamos a enrasar a todos pensando en un nuevo comienzo. Hay que valorar la experiencia que se lleva el cliente de un festival valenciano, no se puede poner una legión de niños a servir en barras, no debe haber colas de una hora para atender al consumidor. Turisme no puede sancionar y no puede ejecutar permisos o licencias, y creemos firmemente en el proyecto y en su buena fe, pero quien no cumpla el código ético del turismo valenciano y quien no comparta la información con nosotros posiblemente no puntuará para recibir las ayudas. Confío plenamente en la profesionalidad del sector, porque los conozco y son muy competentes. Aquí estamos para impulsar y para ayudar”, afirma el responsable de Mediterranew Fest. La voluntad política es meridiana, la industria de festivales autonómicos es un motor económico para el turismo, y este es un pilar de la economía valenciana.

Hace un siglo, tras la Primera Guerra Mundial y la mortífera gripe de 1918, Occidente se encaminó a los felices años veinte. En 2022, tras la fatiga pandémica y el hartazgo social acumulado, la llegada de una época escapista parece evidente. Si algunos empresarios del ocio no son conscientes de que ya no existe mano de obra cualificada dispuesta a estar ocho horas tras una barra, frente a 20.000 personas, cobrando 59 euros por jornada, el sector tiene un problema. Y si lo saben, tiene muchos.

Antes de la pandemia todos los festivales masivos se parecían entre sí, pero cada uno de los modestos sobrevivía a su manera. Al llegar el nuevo virus, el combinado de baile, cante, alcohol y aglomeraciones hizo que los conciertos en salas y en festivales sufrieran las restricciones sanitarias más duras, y ahora, la oferta supera los niveles de 2019. A lo largo de junio, julio y agosto desfilará el grueso de citas valencianas, formadas por el Latin Fest, Festival de Les Arts, Big Sound, Feslloch, FIB, Pirata Beach, Diversity Valencia Festival, Iboga Summer, Medusa Sunbeach, Arenal Sound, Rototom y Mediterránea Festival, además de muchos otros con un aforo menor a los 10.000 asistentes. Desde el más multitudinario, hasta el de menor tamaño, casi la totalidad ha recibido ayudas públicas de Turisme Comunitat Valenciana. Para algunos, esta subvención ha sido vital. El pasado fin de semana, Love The 90's y Deleste Festival arrancaron la temporada en la capital.

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