Es noticia
23 de abril: hoy no es el día de la lectura ni de la creatividad
  1. Cultura
mala fama

23 de abril: hoy no es el día de la lectura ni de la creatividad

La celebración de este 23 de abril señala al producto, al objeto y nada más

Foto: Sant Jordi el año pasado. (EFE)
Sant Jordi el año pasado. (EFE)

Como usted sabrá si no lee, hoy es el Día del Libro. Con suerte, este 23 de abril entrará en muchas casas el único libro que comprará una familia en todo el año. Seguramente será el mismo best seller en todos los casos. Que se vendan libros está bien, hace feliz a los libreros, hace feliz a los editores y hace feliz a cuatro autores, los de los best seller en cuestión.

Hace días corrió un tuit en la red social de Elon Musk bajo el epígrafe: "El hombre perfecto". El tuit llevaba incrustado un vídeo de TikTok. El hombre perfecto era joven, capilar, musculado, depilado, valga la paradoja. Hacía la cama; planchaba, de hecho, la cama. Luego la perfumaba. Perfumaba otras cosas, también. Hacía deporte sobre una esterilla. Se tonificaba la cara con una máscara congelada. Tomaba café de calidad y pasta de calidad. Limpiaba la pantalla de su Mac. Era el hombre perfecto. Su casa estaba ordenadísima. No había ni un libro en ella.

Que el gran día de la lectura se llame Día del Libro me ha sugerido este año un par de dudas. La primera tiene que ver con el objeto de celebración, el propio libro. Ya no se ven libros en la calle. Cuando llegué a Madrid, a principios de los 90, era habitual entretener el trayecto en metro mirando qué leía la gente. Lo que más ganas tenías de saber era qué leía esa persona que se había preocupado de forrar con papel de periódico su novela. Una vez lo descubrí: La pasión turca, de Antonio Gala, era el libro secreto. Follaban mucho en él (supongo), y por eso la lectora no se atrevía a leerlo a la vista de todos, y lo había tapado con titulares y anuncios de salva-escaleras.

placeholder Varias personas compran libros durante la celebración de Sant Jordi en Barcelona el año pasado. (EFE)
Varias personas compran libros durante la celebración de Sant Jordi en Barcelona el año pasado. (EFE)

Ahora en el metro no te encuentras casi libros. Es un invento en decadencia. Un objeto que va cargándose de exotismo. ¿Un libro?, ¿qué es eso, cómo se usa, por qué lo usas? Según Baudrillard, el objeto ejerce una función sistemática de signo, de modo que el libro significa la lectura. "Para volverse objeto de consumo es preciso que el objeto se vuelva signo", dice nuestro autor. En algún momento del futuro, la pantalla significará, en efecto, lectura (si no lo significa ya), y el libro habrá entrado definitivamente en la Historia.

Ahora en el metro no te encuentras casi libros. Es un invento en decadencia. Un objeto que va cargándose de exotismo

Podemos entender que elegir "libro" como noción central de un Día que homenajea leer y escribir tiene que ver con esa condición simbólica. Sin embargo, el Día del Cine se llama Día del Cine y no Día del VHS. El pasado 7 de abril se celebró el Día de la Salud, no "del termómetro". El Día del Libro debería ser el Día del Lector, de la Lectura o de la Escritura, más que nada para evitar ese momento en el futuro en que la gente no sepa de qué estás hablando.

En segundo lugar, pero anidado en lo anterior, tenemos que el Día del Libro es un festejo mercantil de la peor especie. No sólo se nombra, quizá como sinécdoque, libro en lugar de lectura, sino que se apunta muy claramente a vender libros como motivo de toda la celebración. Esto, convendrán conmigo, es bastante cutre. Imaginen un Día del Donut creado exclusivamente para vender medio millón de donuts más. O un Día del Bar Manolo, para que fuéramos todos al bar de Manolo. (Hay tantos días mundiales que a lo mejor existe alguno de los que me voy inventando a lo tonto.)

Según he leído, el Día del Libro empezó en España en 1926. Era el 7 de octubre, nacimiento estimado de Cervantes. Entonces alguien se dio cuenta de que en octubre hacía regular y la gente no iba a salir a comprarse libros con lluvia, frío o viento, del mismo modo que los libros, aupados en tenderetes, tampoco podían salir al encuentro de los compradores. Y por eso se decidió cambiar la celebración en 1930 a abril. Únicamente para vender más libros. Tuvieron la suerte de que Cervantes se murió en primavera.

No sólo se nombra, quizá como sinécdoque, libro en lugar de lectura, sino que se apunta a vender libros como motivo de celebración

Así las cosas, con la UNESCO ya de nuestra parte, el Día del Libro se asentó en 1988, y ahora se llama "del Libro y los Derechos de autor", por si no ha quedado claro que toda esta gente que escribe y fabrica libros sólo está preocupada por el dinero. Se nota la desesperación. Si no se concentrara la venta de libros el 23 de abril, disfrazada de cosa bonita, a lo mejor se hundía toda la industria editorial. Eso es el Día del Libro: un verso suelto del apocalipsis.

Como ven, el Día del Libro me emociona hasta las lágrimas. Sólo hay belleza en un día así. Literatura, no; pero belleza, incontable.

Como usted sabrá si no lee, hoy es el Día del Libro. Con suerte, este 23 de abril entrará en muchas casas el único libro que comprará una familia en todo el año. Seguramente será el mismo best seller en todos los casos. Que se vendan libros está bien, hace feliz a los libreros, hace feliz a los editores y hace feliz a cuatro autores, los de los best seller en cuestión.

Libros Literatura Novela Novela negra Novela histórica
El redactor recomienda