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Fernando Sánchez Dragó probablemente vivió confundiéndose... pero fue él
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MUERTE A LOS 86 AÑOS

Fernando Sánchez Dragó probablemente vivió confundiéndose... pero fue él

El filósofo Javier Sábada recuerda en este texto la singularidad, la vitalidad y la excentricidad del fallecido, a quien reconoce que es difícil encerrar en una definición

Foto: Fernando Sánchez Dragó, en su domicilio de Madrid en marzo pasado durante una entrevista con El Confidencial. (Alejandro Martínez Vélez)
Fernando Sánchez Dragó, en su domicilio de Madrid en marzo pasado durante una entrevista con El Confidencial. (Alejandro Martínez Vélez)

El panegírico es un elogio al fallecido. En la diatriba se denuncian los defectos de vivos o muertos. Fernando Sánchez Dragó recibirá no pocas diatribas o acusaciones y tampoco escasearán los que resalten su figura. Se podría, sin embargo, tomar una distancia que le coloque en un terreno neutral, muestre su singularidad, reconozca su vitalidad, no esconda su excentricidad y sepa de lo difícil que es encerrarlo en una definición.

Encontraremos los más diversos epítetos para su persona. Para unos, un banal comunista que acabó en fascista, un oportunista descarado, un visionario arribista o un falso anarcoide que bebe de cualquier agua que sirva para su insaciable vanidad. Para otros, alguien que ha recorrido con éxito todos los platós televisivos, ha escrito decenas de libros y cientos de artículos, ha pasado por universidades de todo el mundo y ha unido budismos, cristianismos, mitos, brebajes y lo que la imaginación de cada uno podría añadir.

Foto: Fernando Sánchez Dragó, en su domicilio de Madrid. (A. M. V.)
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Por mi parte, y estando muy lejos de su supuesta filosofía, de sus opciones políticas y de sus opiniones sociales, tengo que decir que era afectivo y amigo de sus amigos. Y en un clima de trivialidades sin cesar, en la devoción al jefe que apaga la crítica más elemental dentro de una masa que se mueve como una peonza, no está de más reconocer al pícaro español. En un país con tanta sumisión, vaya un recuerdo para alguien que vivió probablemente confundiéndose. Pero fue él.

El panegírico es un elogio al fallecido. En la diatriba se denuncian los defectos de vivos o muertos. Fernando Sánchez Dragó recibirá no pocas diatribas o acusaciones y tampoco escasearán los que resalten su figura. Se podría, sin embargo, tomar una distancia que le coloque en un terreno neutral, muestre su singularidad, reconozca su vitalidad, no esconda su excentricidad y sepa de lo difícil que es encerrarlo en una definición.

Fernando Sánchez Dragó
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