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¿Cuándo contar algo y por qué (si no es por dinero)?
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¿Cuándo contar algo y por qué (si no es por dinero)?

Theodor Kallifatides y Annie Ernaux exploran la memoria y su relación con la escritura

Foto: Annie Ernaux, la Premio Nobel 2022. (Reuters)
Annie Ernaux, la Premio Nobel 2022. (Reuters)
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Annie Ernaux y Theodor Kallifatides tienen 82 y 85 años respectivamente y han publicado en 2023 sendos libros pequeñitos. La Nobel francesa presenta El hombre joven (Cabaret Voltaire), de 62 páginas, que en la edición original (Gallimard, 2022) tenía 48 y en el ordenador de Ernaux no debe de pasar de 12. He calculado que El hombre joven lo componen unas 5500 palabras. Cabaret Voltaire cobra por ellas 13,25 euros. (Para que se hagan una idea, este artículo que leen llegará a las mil palabras).

Ernaux siempre escribe libros cortos, pero éste constituye sin duda su récord jíbaro. Su lectura es confusa. Trata de la relación que mantuvo la autora con un hombre treinta años más joven que ella. Sin más pistas, uno piensa enseguida que el romance se desarrolla entre una señora de unos 70 años y un caballero de unos 40. Bueno. Pero, algunas páginas más allá, entendemos que el amante tenía poco más de veinte. ¿Amor entre una anciana y un muchacho? Venga, sí, somos comprensivos, claro. Sin embargo, al llegar al final del libro, hay una fecha que consigna el tiempo de escritura del texto. Se confeccionó entre los años 1998 y 2000.

La génesis editorial de este libro nos habla de llevar seis años sin publicar y de no tener nada que dar a la imprenta

La génesis editorial de este libro nos habla de llevar seis años sin publicar y de no tener nada que dar a la imprenta, de un editor que te pide cualquier cosa, de un archivo perdido en el disco duro que, bueno, podemos estirar ladinamente hasta que dé peso a un libro. En este sentido, El hombre joven es un poco como cuando te llevas la barra rota de la panadería, porque no queda otra.

Con todo (con todo y el timo, digo), el texto es bonito. Sale Madrid. Salen ideas sólidas y frases fluidas. "Si estaba con un joven de veinticinco años, era para no tener ante mí, continuamente, la cara marcada de un hombre de mi edad, la de mi propio envejecimiento". Y una epifanía muy Marguerite Duras: "Por el mero hecho de existir, él era mi muerte". Ante una persona muy joven, que va a vivir necesariamente decenas de acontecimientos que tú ya no verás, el hecho de estar muerto parece ya atestiguado: ese joven seguirá sin nosotros.

'El hombre joven' lo componen unas 5500 palabras. Cabaret Voltaire cobra por ellas 13,25 euros. Este artículo llegará a las mil palabras

El hombre joven se inicia con un lema de la propia Ernaux: "Si no las escribo, las cosas no han llegado a su término, sólo se han vivido". Cabe preguntarse si para la autora todos aquellos que no escriben su vida (es decir, la práctica totalidad de Occidente) arrastran por siempre episodios inconclusos, que no se pueden quitar de la cabeza. La idea, fantástica en todo caso, viene en verdad a defender la función terapéutica de la literatura, el hecho invencible de que siempre necesitaremos escribir.

La noción de Ernaux dialoga muy sutilmente con la cita que a su vez Theodor Kallifatides pone en su memoria Un nuevo país al otro lado de mi ventana (Galaxia Gutenberg). En él cuenta por fin su marcha de Grecia a Suecia, y cómo se volvió sueco, más o menos. La cita es de Simone de Beauvoir: "Tal vez hoy sea pronto, pero mañana seguramente será tarde". Son palabras muy sugerentes, que indican lo voluble del momento presente, ese instante en el que uno decide si hacer algo o no.

En el caso de Kallifatides, entendemos que su propósito siempre fue contar su salto a Suecia, y que lo iba dejando, pero ya (85 años) debía ponerse a ello.

Siendo Kallifatides un autor al que aprecio, 'Un país al otro lado de la ventana' resulta enormemente fallido

Ahí la razón literaria de Ernaux se ratifica: Kallifatides no concibe morir sin haber contado el paso más importante que dio en su vida: dejar un país y hacerse a uno nuevo. Necesita, como dice la autora francesa, que ese paso "llegue a término", salga de su cabeza y se fije en una versión final. Escribir es imponer a la vida una versión final.

Sin embargo, y siendo Kallifatides un autor al que aprecio, Un nuevo país al otro lado de mi ventana resulta enormemente fallido. Su brevedad, y su composición en pasajes tampoco muy largos, resulta sospechosa, como de notas sueltas no muy inspiradas ni particularmente organizadas. Es, también, un libro equivocado. Desde las primeras páginas, Kallifatides quiere ser todos los inmigrantes que hayan llegado nunca a Suecia, y todos los inmigrantes que hay en el mundo. Fuerza esa universalización de su experiencia diciendo abiertamente que lo que le pasa a él les pasa a todos, en lugar de decirnos qué le pasa a él y dejarnos hacer nuestras propias proyecciones. Son homilías muy ridículas: "Millones de personas, emigrantes y refugiados, viven en ese desconcierto, incapaces de orientarse tras haber pedido la brújula del yo". Ridículas, digo, porque el autor parece avergonzado de contar su caso sin elevarlo a categoría universal, olvidando que es la buena literatura, el yo reconcentradamente sincero, lo que se eleva por sí solo a categoría universal.

El libro empieza cojeando por ahí, y sigue dando tumbos en una mezcla de recuerdos típicos de infancia (que yo no he conseguido que me interesen nada) y reflexiones muy pocas veces subrayables. O sea: "En términos generales, reímos por cosas distintas, pero lloramos por las mismas". Casi todo es así, como de taza de desayuno (sueca).

Seguramente, Kallifatides debería haberse puesto a escribir este libro antes, con más ambición, con más dolor y personalidad

Además Kallifatides se gusta muchísimo a sí mismo, y encima trata de ocupar un espacio neutro y limpio en el espectro moral: de tan buena persona que quiere pintarse, sólo consigue convertirse en un cliché progre soporífero.

Seguramente, Kallifatides debería haberse puesto a escribir este libro antes, con más ambición, con más dolor y personalidad. En la propia obra monumental de Philip Roth, se percibe cómo en sus años finales sólo fue capaz de escribir novelas cortas. Annie Ernaux (timo al margen) escribió El hombre joven en el momento adecuado: al poco de vivir ese romance anómalo, cuando la experiencia aún le ardía por dentro. Lo vivido no está siempre ahí para ser escrito, se va apagando, y por eso tantas personas no necesitan escribirlo, porque lo vivido con el paso de los años simplemente se desvanece y se olvida.

Annie Ernaux y Theodor Kallifatides tienen 82 y 85 años respectivamente y han publicado en 2023 sendos libros pequeñitos. La Nobel francesa presenta El hombre joven (Cabaret Voltaire), de 62 páginas, que en la edición original (Gallimard, 2022) tenía 48 y en el ordenador de Ernaux no debe de pasar de 12. He calculado que El hombre joven lo componen unas 5500 palabras. Cabaret Voltaire cobra por ellas 13,25 euros. (Para que se hagan una idea, este artículo que leen llegará a las mil palabras).

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