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La escritora que soñó con un mundo sin hombres (y funcionaba bastante bien)
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La escritora que soñó con un mundo sin hombres (y funcionaba bastante bien)

Sandra Newman imagina en su libro un planeta del que un día desaparecen de un plumazo todas las personas con cromosoma Y. Surge un mundo menos violento y más colaborativo

Foto: La escritora Sandra Newman. (Alamy/Opale/Basso Cannarsa)
La escritora Sandra Newman. (Alamy/Opale/Basso Cannarsa)

Fue el 26 de agosto, exactamente a las 7:14. Ese día la humanidad amaneció ante un mundo radicalmente distinto: un mundo sin hombres. Todas aquellas personas portadoras de un cromosoma Y desaparecieron de la faz de la tierra. Padres, hijos, maridos, hermanos… Incluso los fetos masculinos se volatilizaron. No quedó absolutamente ningún varón. Ni nacido ni por nacer.

“Cuando los hombres desaparecieron, no se sintió nada”.

Así arranca Un mundo sin hombres (Seix Barral), el nuevo libro de la escritora estadounidense Sandra Newman, la primera novela de esa autora que se publica en España.

placeholder Portada de 'Un mundo sin hombres', de la escritora estadounidense Sandra Newman.
Portada de 'Un mundo sin hombres', de la escritora estadounidense Sandra Newman.

¿Una distopía? No, exactamente. Porque, pasada la conmoción inicial, ese mundo sin tíos, la verdad, funciona bastante bien.

“Una vez que los hombres desaparecen, el mundo de las mujeres es una utopía. No sólo es menos violento y más comunitario, también es más libre, más anárquicamente placentero. Es mejor en todos los sentidos que nuestro mundo”, nos cuenta Sandra Newman vía e-mail.

Pero…

Pero muchas mujeres no pueden evitar sentir dolor y tristeza al ver evaporarse a algunos hombres a los que querían y no saber a dónde han ido a parar, qué suerte han corrido. Es el caso por ejemplo de Jane Pearson, el personaje protagonista de Un mundo sin hombres, que sufre por no saber qué les ha ocurrido a su marido y su hijo. “Y ahí el libro se sumerge en el horror. Ahí se transforma en una parábola sobre la tentación y el peligro de tratar de resolver los problemas del mundo eliminando a personas”, en palabras de Newman. “Se dice que no se puede hacer una tortilla sin romper huevos. Mi libro es una utopía o una distopía dependiendo de si adoptas el punto de vista de la persona que se come una tortilla deliciosa o el punto de vista de los huevos”.

Cuando le cuento a alguien la premisa del libro, su rostro se ilumina porque sabe que un mundo sin hombres sería mejor. Es un fenómeno unisex

Newman no es la primera en imaginar (y novelar) un mundo sin hombres. Varias docenas de libros ya lo han hecho en el pasado. Ahí están por ejemplo Yo que nunca supe de los hombres, de Jacqueline Harpman o Afterland, de Lauren Beukes. “Mi novela forma parte de una larga tradición que se remonta a 1908. Creo que se trata de una fantasía bastante común a la que la gente llega por sí sola. Cuando le cuento a alguien la premisa de mi libro, su rostro se ilumina porque sabe que un mundo sin hombres sería mejor. Se trata de un fenómeno unisex, los hombres parecen tan positivos como las mujeres sobre como sería un mundo sin ellos”.

Muy pocas de las críticas que ha recibido la novela han hecho sangre con que Sandra Newman se haya atrevido a imaginar un mundo sin hombres. “No creo que nadie que haya leído el libro pueda tacharme de misandria. En la novela hay muchos personajes hombres positivos, y también algunos personajes femeninos negativos. Y, por otra parte, no creo que los hombres sean el problema, el problema son las relaciones de poder”, subraya.

Menos violencia

La novela de Sandra Newman parte de la premisa de que un mundo sin hombres se convertiría inmediatamente en un mundo menos violento. Las estadísticas en ese sentido son rotundas: en España, según los datos del Consejo General del Poder Judicial, se registraron en 2020 un total de 311.271 condenas a adultos. De ellas, 254.942 fueron a hombres y 56.329 a mujeres. O lo que es lo mismo: más del 80% de condenados en España son hombres.

Foto: Pauline Harmange.

Pero, aunque ejercida mayoritariamente por hombres, Newman es consciente de que la violencia masculina afecta tanto a hombres como a mujeres. La gran diferencia es cómo se enfrentan a ella unos y otras. “Mientras a las mujeres las enseñan a lidiar con esa amenaza, siendo más cautelosas y conciliadoras, a los hombres se les enseña que la única forma de estar seguros y evitar la humillación es ser más duros, más peligrosos, más insensibles”.

Pero tampoco está claro que en esa sociedad menos violenta que Newman imagina en Un mundo sin hombres durase en el tiempo. “Las mujeres, por supuesto, tienen su propio modo de ejercer el poder, que puede ser realmente insidioso y cruel, pero por lo general se apoyan en los hombres para ejercer la violencia real. No creo que eso se pueda cambiar de marcha de la noche a la mañana. Pero mi libro tampoco sigue a las mujeres durante 100 años, ni siquiera durante 20, así que no sabemos si la violencia resurgiría. Honestamente, yo no sé lo que ocurriría. Si uno es optimista, puede pensar en una mujer que mira a su bebé mientras lo amamanta, no puede concebir la violencia, aunque esta pueda estar justificada. Y, en plan pesimista, se puede pensar en esa misma mujer que piensa que cualquier violencia para defender a su bebé está justificada”.

placeholder Cartel promocional de la película 'La ciudad de las mujeres', de Federico Fellini.
Cartel promocional de la película 'La ciudad de las mujeres', de Federico Fellini.

En estos tiempos de doctrina queer, el libro de Newman sí que ha desatado algunas polémicas por centrarse en la biología para definir lo que es un hombre y lo que es una mujer, lo que deja fuera a los trans. “En un libro como este, debes de trazar una línea muy simple entre hombres y mujeres, y eso es un problema. Claro que hay personas trans, personas no binarias, personas intersexuales. Incluso hay personas trans que no son conscientes de ser trans. Si en mi libro todos los hombres desaparecen, ¿quién entra en la categoría de hombres? La fuerza que expulsa a los hombres de la faz de la tierra es maligna y viene de otro mundo, por eso, cuando se enfrenta a tal decisión, hace una elección inhumana. Y eso significa que cuando los hombres desaparecen, también las mujeres trans lo hacen. Para mí no tenía sentido una entidad malvada y genocida que acaba con la mitad de los seres humanos y se preocupa por no cometer errores”.

Un mundo sin hombres es un libro que entra de lleno en la categoría de la ciencia ficción, aderezada con toques de thriller. Pero eso no significa que no desate el debate, que no propicie las deliberaciones sobre el mundo que tenemos y el que podríamos llegar a tener. Al contrario: Un mundo sin hombres no rehúye las grandes preguntas ni las respuestas incómodas. Pone sobre la mesa asuntos de gran actualidad y propone explorar a qué estaríamos dispuestos a renunciar para crear un mundo mejor.

Especulaciones constructivas

“El trabajo de los escritores de ciencia ficción es pensar en términos de sociedades múltiples, de universo, de largo plazo, y no sólo en términos de psicología, de alrededores inmediatos y de corto plazo. No es que otros tipos de ficción no lo hagan, pero la ciencia ficción sí que suele hacerlo. Por eso, incluso las especulaciones más confusas y fuera de lugar de la ciencia ficción son constructivas, porque le piden a los lectores que piensen sobre grandes temas desde perspectivas sorprendentes”, afirma Sandra Newman, que ha sido profesora de literatura en varias universidades estadounidenses y que, además de varias novelas, también es autora del libro de ensayo Cómo no escribir una novela, en el que analiza 200 errores típicos a la hora de escribir un libro de ficción y cómo evitarlo.

Fue el 26 de agosto, exactamente a las 7:14. Ese día la humanidad amaneció ante un mundo radicalmente distinto: un mundo sin hombres. Todas aquellas personas portadoras de un cromosoma Y desaparecieron de la faz de la tierra. Padres, hijos, maridos, hermanos… Incluso los fetos masculinos se volatilizaron. No quedó absolutamente ningún varón. Ni nacido ni por nacer.

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