Es noticia
'Tár': este increíble 'thriller' en torno a la música clásica es ya la película del año
  1. Cultura
NOMINADA A LOS OSCAR

'Tár': este increíble 'thriller' en torno a la música clásica es ya la película del año

Todd Fields regresa al cine 16 años después de su última película, y lo hace con Cate Blanchett en uno de los papeles más precisos de su carrera, razón por la que es la favorita al Oscar a mejor actriz

Foto: Cate Blanchett es Lydia Tár, directora de la Orquesta Filarmónica de Berlín. (Universal)
Cate Blanchett es Lydia Tár, directora de la Orquesta Filarmónica de Berlín. (Universal)

Han tenido que pasar 16 años para que Todd Field se haya vuelto a poner al frente de una película. Con Juegos secretos (2006) recibió tres nominaciones al Oscar y después... desapareció. Más de tres lustros de proyectos caídos hasta volver por la puerta grande —el Festival de Venecia— con Tár, una de las películas más sorprendentes del año, esquiva con esas estructuras narrativas tradicionales, trazadas con escuadra y cartabón, en las que el guion lleva de la mano al espectador en línea recta, con la temática bien definida desde el principio, no vaya a ser que nos perdamos. En Tár hay un leitmotiv claro, pero Field se permite entrar en su historia de una manera orgánica, calmada e inteligente, con una mirada al interior de la élite de la música clásica.

Cate Blanchett, en una de las interpretaciones del año —ganó la Coppa Volpi veneciana y es la favorita en los Oscar 2032—, encarna a Lydia Tár, una ficticia y reputadísima directora de orquesta y compositora, una de las pocas mujeres que han conseguido acceder a un sector eminentemente masculino. Tár es la batuta de la Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las plazas de mayor prestigio, y se prepara para grabar la Sinfonía No. 5 de Gustav Mahler en lo que será la consagración de su carrera y su legado para el futuro, como grandes como Herbert von Karajan. Con apenas dos gestos, su físico magro y su mirada gélida, Blanchett presenta un personaje en control casi obsesivo, pero al mismo tiempo con un ingenio y una sensibilidad artística fuera de lo común. En la naturaleza de Lydia Tár conviven la capacidad creativa y el trabajo obsesivo (el sacrificio) necesarios para llegar a la genialidad. La elección de la Sinfonía No. 5 refuerza esta idea: Mahler la compuso en 1902, pero la repasó obsesivamente casi hasta su muerte en 1911. Fue una composición que no entendieron bien sus coetáneos, por explorar como nunca antes las disonancias y por "el agotamiento extremo de lo tonalmente posible".

placeholder Cate Blanchett ganó la Coppa Volpi por su interpretación de Lydia Tár. (Universal)
Cate Blanchett ganó la Coppa Volpi por su interpretación de Lydia Tár. (Universal)

En una industria cada vez más marcada por los arquetipos y los maniqueísmos (la lucha del bien contra el mal es el tema central de gran parte de las superproducciones actuales), encontrarse con un personaje tan poliédrico, tridimensional y humano como el de Lydia Tár es un avistamiento alienígena. Field nos adentra en un mundo desconocido para el público mayoritario y que, normalmente, tiende a percibirse como un universo elitista y apolillado, pero que el director consigue describir de una manera tan precisa y naturalista como emocionante. Field reconstruye la hipotética rutina de la directora: coloquios con medios internacionales, clases magistrales sobre composición y ensayos, ensayos y ensayos con su orquesta. También disquisiciones elevadas sobre el arte, sobre la música o sobre la consecución de la belleza y la emoción por encima de cuestiones terrenales. Y en la película, de manera soterrada, van aflorando los desequilibrios de género y de poder en un gremio ultracompetitivo.

Durante una de sus lecciones, Tár discute (en su primera acepción: "Dicho de dos o más personas: examinar atenta y particularmente una materia") con sus alumnos sobre la constricción que supone atender a detalles pedestres como el género del autor o su ideología a la hora de acercarse al arte: la pregunta siempre vigente y siempre polémica sobre la separación del autor y su obra. ¿Debería un músico judío negarse a interpretar una pieza de, de nuevo, Herbert von Karajan, por ejemplo, adscrito desde 1935 al Partido Nazi? ¿O debería entender que su música, eterna y sobrehumana, merece considerarse más allá de ideologías? Tár demuestra un carácter dominante, pero no despótico, sino cercano e, incluso, jovial. Pero también es una mujer admirada, acostumbrada a recibir la atención y la complacencia de todos quienes la rodean, sobre todo por parte de su asistente, Francesca (Noémie Merlant), devota absoluta de las necesidades de su maestra. La única sombra que parece empañar la imagen impecable de Tár es la noticia del suicidio de una antigua miembro de su orquesta.

placeholder Lydia Tár entrena todos los días antes de acudir a su trabajo. (Universal)
Lydia Tár entrena todos los días antes de acudir a su trabajo. (Universal)

Field construye su película como un híbrido de drama y de thriller psicológico, pero también casi como un documental sobre el funcionamiento de una orquesta, con una atención al detalle de una agudeza inusual para el cine de gran distribución. Y da igual que el espectador tenga nulos conocimientos de composición o que no sepa diferenciar un contrabajo de un cello, es la narración tensa de Field la que atrapa como si nos encontrásemos ante una intriga política (algo de ello tiene) o una película de espías. Son muy sutiles los anzuelos que va plantando el director para despertar el interés sobre la competitividad entre los músicos, sobre los privilegios de las personas con poder, sobre el virtuosismo innato o trabajado y sobre la voluntad de trascendencia. La cámara sigue a Tár a través de pasillos, de escenarios, de despachos, de espacios amplios de madera cálida y de paredes de hormigón visto, de ese gusto refinado e inasequible para la gran mayoría de los mortales. Todo en Tár es, en resumen, exquisito. Y la elección de Blanchett como protagonista, ella que siempre ha tenido esa belleza aristocrática y extemporánea, sobrenatural e inalcanzable, participa de esa armonía perfecta que mantiene toda la película.

Sin embargo, muchas veces el exceso de control oculta un miedo a la pérdida del mismo. Field también plasma la frágil línea entre la obsesión y la locura: a Prokófiev le gustaba perder el control al volante de su coche, Tchaikovsky intentó suicidarse en varias ocasiones, la excesiva querencia de Händel por el alcohol le llevó a la muerte; eros y tánatos, la compleja relación entre el perfeccionismo y el arrebato, entre el rigor y el impulso. Pero, sobre todo, Field plantea la legitimidad de que elementos o sucesos ajenos al arte acaben influyendo en el mismo: ¿se merece la posteridad que le priven de la sublimación de una composición, de una película, de un libro, de un cuadro? ¿Está fomentando nuestra sociedad el pensamiento dual, incapaz de detectar y asumir los matices y las contradicciones del ser humano, los diferentes matices, las disonancias, como en la Sinfonía No. 5 de Mahler? Brillante, libre y elegante a más no poder, quizá Tár es un vestigio de un cine sofisticado con una ambición popular, un cine discreto, alejado de melodramas y ampulosidades, alejado del ruido, de la moda, alejado de la banalidad.

.find_in_page{background-color:#ffff00 !important;padding:0px;margin:0px;overflow:visible !important;}.find_selected{background-color:#ff9632 !important;padding:0px;margin:0px;overflow:visible !important;}

Han tenido que pasar 16 años para que Todd Field se haya vuelto a poner al frente de una película. Con Juegos secretos (2006) recibió tres nominaciones al Oscar y después... desapareció. Más de tres lustros de proyectos caídos hasta volver por la puerta grande —el Festival de Venecia— con Tár, una de las películas más sorprendentes del año, esquiva con esas estructuras narrativas tradicionales, trazadas con escuadra y cartabón, en las que el guion lleva de la mano al espectador en línea recta, con la temática bien definida desde el principio, no vaya a ser que nos perdamos. En Tár hay un leitmotiv claro, pero Field se permite entrar en su historia de una manera orgánica, calmada e inteligente, con una mirada al interior de la élite de la música clásica.

Premios Oscar Críticas de cine Cartelera y estrenos de cine Cine
El redactor recomienda