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'Cerebro(s)': la más alucinante exposición que puedes ver sobre el órgano más misterioso
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Hasta el 11 de junio de 2023

'Cerebro(s)': la más alucinante exposición que puedes ver sobre el órgano más misterioso

Es una muestra entre la ciencia y el arte que recorre todos los aspectos que se han descubierto hasta la fecha de nuestro detector de conciencia y que incluye también el de los animales y la IA. Es gratuita y está en la Fundación Telefónica

Foto: La exposición 'Cerebro(s)', en la Fundación Telefónica. (Fundación Telefónica)
La exposición 'Cerebro(s)', en la Fundación Telefónica. (Fundación Telefónica)

¿De dónde sale la consciencia? ¿Y la creatividad? ¿Qué pasa cuando la mente enferma? ¿Qué hay en 30 segundos de pensamiento? ¿Sueñan los gatos? Todas estas respuestas las tiene el órgano más fascinante, complicado y desconocido. Hay quien diría que este es Dios, pero si uno está más cerca de la ciencia que del pensamiento mágico, solo puede referirse al cerebro. Ese detector de la conciencia —hace tiempo que sabemos que no somos una dualidad de alma y cuerpo— que agrupa a 86.000 millones de neuronas y que nos permite memorizar, hablar, soñar, crear, sentir. Y no solo a nosotros, también ya pasó el antropocentrismo, sino que incluso organismos unicelulares también son agentes cognitivos que resuelven problemas complejos.

Una de las exposiciones más sugerentes que se han hecho sobre este órgano se ha inaugurado estos días en la Fundación Telefónica de Madrid. Se trata de Cerebro(s), que se puede ver hasta el 11 de junio de 2023 y que ya pasó los últimos meses por el CCCB de Barcelona, atrayendo a más de 90.000 personas de todas las edades. Fue un auténtico éxito, según han relatado desde este museo.

Es una muestra sencilla, clara y para todo tipo de públicos. De gusto 'mainstream', pero con jugo

Es una muestra sencilla, clara y para todo tipo de públicos. Desde un especialista a alguien que no tenga ni idea. Una exposición de gusto mainstream, pero con jugo. Eso sí, no esperen vísceras, que no las hay. Lo más son cráneos y alguna fotografía con tarros rellenos de cerebritos.

Reúne cerca de 200 piezas y, como les hubiera gustado a figuras como Goethe, agrupa a las humanidades y la ciencia, la filosofía y la investigación científica, a pensadores como Wittgenstein y científicos como Ramón y Cajal, más artistas contemporáneos que han creado instalaciones en las que el cerebro, la mente y lo que sucede en esas conexiones neuronales se convierten en los grandes protagonistas. Ha sido comisariada por el físico y biólogo Ricard Solé y por Emily Sargent, directora de exposiciones de la Wellcome Collection de Londres, una de las organizadoras junto a la Fundación Telefónica y el CCCB.

Teorías pseudocientíficas y racistas

El recorrido se divide en tres partes: materia, mente y otras mentes. En la primera se aborda la investigación del cerebro en su parte más física, con ejemplos de cráneos del Australopithecus o del Homo habilis —bastante más pequeños que el del Sapiens— en relación, precisamente, con sus habilidades técnicas, pero también con su forma de mostrar sus pensamientos como las pinturas de la película La cueva de los sueños, de Werner Herzog.

placeholder Ramón y Cajal, en el centro de la muestra. (Fundación Telefónica)
Ramón y Cajal, en el centro de la muestra. (Fundación Telefónica)

Aparecen también las primeras reflexiones de filósofos y artistas como Averroes o Leonardo Da Vinci sobre el cerebro y también asuntos que hoy son sonrojantes, pero que ocuparon el debate científico, como los interrogantes sobre si era relevante el tamaño de un cerebro o si había diferencias entre el cerebro del hombre y de la mujer, que derivó en sesgos racistas y machistas en numerosas teorías. De hecho, hay todo un apartado dedicado a la frenología, una teoría pseudocientífica hoy bastante en desuso que determinaba comportamientos potencialmente criminales, además de otros rasgos de personalidad, según el tamaño y forma del cráneo. Y, aunque hoy esto no esté más que en el Internet más profundo y redes sociales un tanto peliagudas, sí aparece sutilmente en tecnologías de reconocimiento facial. Una obra de la artista Marta Revuelta señala, precisamente, cómo las tecnologías están parametrizando rasgos que sacan conclusiones que arrastran, una vez más, a esos sesgos racistas y machistas. Para tomárselo un poco en serio.

En esta parte tiene mucha importancia Santiago Ramón y Cajal —la exposición forma parte del año Ramón y Cajal 2022—, el científico que nos enseñó que nuestro cerebro se puede cambiar —"Todos somos escultores de nuestro cerebro"— y que madura muy lentamente. Hay fotografías y dibujos que él hizo y con los que trabajó. Y que demuestran que fue un genio porque realizó una serie de hallazgos con unos recursos muy pobres en esa época.

Nuestra mente y la de los otros

Y llegamos a la mente. Allí donde está nuestra memoria, el lenguaje, los sueños, la creatividad, lo misterioso. Los artistas toman esta parte de la exposición como Ivana Franke, con una instalación que registra los 30 segundos de un pensamiento humano. Y también los filósofos, como Descartes con el dualismo. O el famoso caso de Phineas Gage, ese obrero al que una barra le atravesó el cerebro por el lóbulo frontal y aunque no murió, cambió completamente su carácter y su comportamiento, lo que llevó a los científicos a saber que en esta parte del cerebro se hallaban nuestras emociones y nuestro juicio ético y moral.

El caso de Phineas Gage, al que una barra le atravesó el cerebro por el lóbulo frontal y se supo entonces que ahí se hallaban las emociones

Escuchamos música y se activan algunas partes del cerebro. La percepción juega con nosotros. Aquí se encuentra la zona más interactiva y juguetona de la exposición. Nos sumergimos en juegos y efectos ópticos. Y salimos al aire con los estados de la conciencia y sus trastornos —el caso del sonámbulo asesino— dibujados en los fotogramas de películas como El gabinete del doctor Caligari y las de William Castle.

Pero Cerebro(s) no se queda solo en el órgano humano, sino que también explora el de los animales y las posibilidades de la máquina. ¿Echa de menos un elefante a un compañero que se ha muerto? ¿Puede ser un pulpo nuestro amigo? ¿Cómo crea la araña sus telarañas? ¿Cómo se organizan las hormigas, que parece que van sin rumbo por la vida y llevan aquí muchos más años que nosotros?

placeholder 'Cerebros(s)', en la Fundación Telefónica. (EFE)
'Cerebros(s)', en la Fundación Telefónica. (EFE)

Hay varias instalaciones e imágenes al respecto, como la de ese elefante reconociendo su propia imagen en un espejo o un cuervo capaz de conseguir un alimento tras descifrar una pequeña trampa. Como colofón, la inteligencia artificial y su capacidad de crear —o qué es la creatividad— con proyectos como el de Joan Fontcuberta y Pilar Rosado, Instalación de imágenes generadas mediante el algoritmo Stylegan a partir de cuadros del Museo del Prado, que dan un resultado alucinante y alucinado. La máquina también pinta.

Una exposición para disfrutarla en esta fechas y que incluso les va a gustar a ese público tan difícil como es el adolescente.

¿De dónde sale la consciencia? ¿Y la creatividad? ¿Qué pasa cuando la mente enferma? ¿Qué hay en 30 segundos de pensamiento? ¿Sueñan los gatos? Todas estas respuestas las tiene el órgano más fascinante, complicado y desconocido. Hay quien diría que este es Dios, pero si uno está más cerca de la ciencia que del pensamiento mágico, solo puede referirse al cerebro. Ese detector de la conciencia —hace tiempo que sabemos que no somos una dualidad de alma y cuerpo— que agrupa a 86.000 millones de neuronas y que nos permite memorizar, hablar, soñar, crear, sentir. Y no solo a nosotros, también ya pasó el antropocentrismo, sino que incluso organismos unicelulares también son agentes cognitivos que resuelven problemas complejos.

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