Museo del Prado

Ofrecido por Endesa

Un recorrido por el Museo del Prado para acercar el arte a las personas en riesgo de exclusión social

Por Marta de Orbe

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Los colectivos vulnerables representan a día de hoy a más del 26% de la población de nuestro país. Fundación Endesa y Prado Social han puesto en marcha Marcos de Mira, un programa que promueve el acceso a la cultura de estas personas para enseñarles a entender y apreciar el arte.

A

ndy Arce Ussa está a la espera del resultado de su petición de asilo político. Regularizar su situación en España es la mayor preocupación de este colombiano que llegó a Madrid desde Brasil hace apenas un año tal y como cuenta a El Confidencial.

Tiene 32 años. Nació en la Colombia de los noventa cuando su ciudad natal era uno de los focos principales de las luchas del narcotráfico. Su barrio, los Naranjos, era tan humilde como peligroso. Ubicado en el distrito de Aguablanca, una de las favelas de Cali con más índice de violencia y criminalidad, por aquel entonces era, además, un escenario habitual de los ajustes de cuentas entre el cartel de Cali y sus enemigos de Medellín. Hoy en día, Cali sigue siendo la ciudad más peligrosa de Colombia. En 2021 se contabilizaron 1.217 homicidios, según fuentes oficiales. “El ambiente allí es nocivo, muy agresivo, más aún para una persona como yo perteneciente al colectivo LGTBI”, recuerda.

Bolsa de plástico en el mar

Andy Arce participa en el programa Marcos de Mira.

Foto Óscar del Pozo

Andy es un apasionado del arte desde que tiene uso de razón, y fue precisamente ahí donde encontró el empujón que necesitaba para probar suerte fuera de sus fronteras. Le movía la paz mental que ya de pequeño encontraba en esas pinturas que descubrió por primera vez en los libros que le prestó el proyecto ‘Excalibur’; un programa con el que, en los años noventa, las Cajas de Compensación de Colombia facilitaban a niños sin recursos el acceso a clases de literatura, danza, música, pintura… “La pintura me abrió la mente. Toda aquella información me hizo establecer un diálogo interno que me permitió entender que mi mundo no tenía por qué reducirse a Cali. Si no fuese por el arte, nunca hubiese salido de aquel entorno tan hostil”. Aquellas ilustraciones de las obras más relevantes de la Historia del Arte le inculcaron una curiosidad y un afán de aprendizaje que cambiaron radicalmente su vida. “Ese interés me empujó a ir a la universidad con un inmenso esfuerzo por parte de mis padres, y también me impulsó a atreverme a buscar una vida mejor fuera de Colombia”.

Por eso, con 25 años partió a Brasil. “En 2016 las políticas sociales dejaban un panorama más alentador que el que había en Colombia para colectivos vulnerables como el mío”. Sin embargo, tras la pandemia y las nuevas circunstancias del país, decidió trasladarse a España. Aquí ha vuelto a comprobar el poder sanador e integrador que el arte tiene en su vida mientras lidia con la complicada situación de conseguir asilo político. Ha sido a través de Marcos de Mira, un programa con el que la Fundación Endesa, en colaboración con Prado Social, promueve el acceso a la cultura de colectivos en riesgo de exclusión, facilitándoles las herramientas necesarias para entender y apreciar el arte.

“En Colombia o en Brasil apenas hay iniciativas que trabajen para favorecer el acceso a la cultura de colectivos vulnerables”, dice Andy. En nuestro país, sin embargo, sí existe una conciencia de protección y apoyo a estas personas. Desde la estrategia nacional de prevención y lucha contra la pobreza y la exclusión social (promovida por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social), hasta las acciones y campañas que algunas empresas engloban en sus programas de RSC (Responsabilidad Social Corporativa). Todas ellas buscan distintas maneras con las que disminuir la brecha de la exclusión social.

El Prado como puerta de entrada para los colectivos más vulnerables

Museo del Prado

Los colectivos vulnerables representan a día de hoy según los datos del informe AROPE, a más del 26% de la población en nuestro país. “Queremos sembrar la semilla del interés por la cultura en estas y otras personas en riesgo de exclusión social y darles la posibilidad de acercarse al mundo del arte. Les da entidad y seguridad como individuos y contribuye a su buen desarrollo dentro de la sociedad”, dice Blanca Andrada-Vanderwilde, coordinadora de proyectos de la Fundación Endesa.

El programa, que se llevará a cabo todos los martes y en el que se espera que participen de forma directa 240 personas a lo largo de este año, se realiza en dos etapas. En la primera -a la que acudió Andy el pasado mes-, el grupo asiste a una sesión en el Museo del Prado con ejes conceptuales como la luz y color, espacio, composición, iconografía y simbolismo que “nos permiten adentrarnos en las obras”, explican desde Endesa. Después, para poner en práctica los conceptos aprendidos durante la visita a las colecciones, se llevan a cabo talleres prácticos de la mano de creadores contemporáneos. Por último, se comparte la información ‘online’.

“En nuestro recorrido por el Prado damos a estos colectivos las claves necesarias para saber admirar y apreciar el arte, pero también les estamos ofreciendo una herramienta para integrarse, socializar y empoderarse al ver que son bien recibidos en entornos que, en muchas ocasiones, ni siquiera estaban en su punto de mira como puede ser un museo. Estamos demostrando que el arte es una buena herramienta de inclusión’, afirma Andrada-Vanderwilde.

¿Por qué en el Prado?

“El Museo del Prado es nuestro socio en la fundación y un referente cultural universal. Sin duda era el lugar donde empezar”, afirman desde Endesa. Y parece que la elección ha sido acertada, porque al contrario de lo que pueda parecer, los neófitos pueden encontrar en las colecciones un inmejorable primer contacto con el mundo del arte. ”Me encantan estas obras, me llegan, admiro el trabajo que lleva plasmar así la luz, reconozco algunos símbolos y puedo interpretar las escenas. Te confieso que el arte contemporáneo no me gusta mucho, creo que implica un conocimiento previo mucho mayor que el clásico en el que solo la belleza es suficiente para entender”, cuenta Andy.

Los participantes llegan a través de la colaboración de fundaciones y asociaciones como Cáritas o Merced Migraciones, entre otros. Para muchos es su primer contacto con los museos

Las personas que participan llegan a través de la colaboración de fundaciones y asociaciones como Cáritas, la Fundación Integra, la Asociación Padre Pulgar, Secretariado Gitano o la Merced Migraciones, entre otros. Para muchos de ellos es su primer contacto con los museos. Y lo hacen por la puerta grande, topándose con la majestuosidad tenebrosa de la Judith de Rembrandt, la luz y el detallismo de Rubens en su ‘Psique y Júpiter’ o El Greco.

Foto Óscar del Pozo

Santiago González, responsable del programa Prado Social, detalla el planteamiento didáctico de esta experiencia. “No solamente se trata de facilitarles las herramientas con las que disfrutar de las obras seleccionadas. Les guiamos por ‘paseos estéticos’ en los que, recorriendo las salas, ellos mismos van encontrando los elementos que más les llaman la atención y con los que comienzan a trazar vínculos personales con el arte’. Recorrer el museo mientras responden a las preguntas que los educadores de Prado Social les sugieren, capta por completo su atención; identifican símbolos, reinterpretan escenas, sacan conclusiones, opinan, dialogan. “Les enseñamos pequeñas claves con las que entenderlo y a partir de ahí comienzan a formar parte del museo, se sienten integrados”, dice Santiago.

Después de este recorrido entre las grandes obras del arte occidental, los participantes de Marcos de Mira son guiados a los espacios privados de la institución. Allí realizan un taller en el que se sorprenden a sí mismos con los conocimientos adquiridos y su capacidad innata de interactuar con el arte. Tras terminarlo, es imposible calcular el poso que les habrá dejado esta experiencia, pero lo que es seguro es que todos y cada uno de ellos esbozan una sonrisa.

Más allá de que conviertan el acceso a la cultura en un motor vital, como en el singular caso de Andy, sus compañeros se marchan del museo con un aprendizaje. El ecosistema cultural les permite sentirse integrados, conocer gente, aprender, dialogar, mejorar el idioma, sin sentirse estigmatizados por pertenecer a un colectivo vulnerable. Con esta iniciativa no solo se les ofrece una experiencia cultural única, sino que se les invita a colocar el museo y el mundo de la cultura en el mapa de sus vidas, demostrando que su integración social es posible y real.

Créditos
  • Reportaje

    Marta de Orbe

  • Fotografía

    Óscar del Pozo

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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