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Ni te imaginas lo que hay en tu cerebro: ¿por qué ahora el interés por la mente nos vuelve locos?
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Reportaje

Ni te imaginas lo que hay en tu cerebro: ¿por qué ahora el interés por la mente nos vuelve locos?

Libros, películas y pódcast que se centran en cómo gestionar nuestras emociones, más la relevancia que ha adquirido la salud mental, convierten al cerebro en el órgano de la era

Foto: El enigma del cerebro. (Learte)
El enigma del cerebro. (Learte)

En el momento en el que usted lee estas líneas están activas un buen puñado de los 100.000 millones de neuronas que tenemos en nuestro cerebro. Están en funcionamiento neurotransmisores químicos —como la dopamina, serotonina, glutamato, seguro que le suenan— que le están provocando distintas emociones. Y al igual que su cerebro recibe información para mover el dedo mientras pasa la pantalla en su móvil, hay otra enorme cantidad de datos que le están predisponiendo su comportamiento. ¿Está triste, alegre, más decaído, más excitado? Son las chispas neuronales. El asunto es que se sabe muy poco de cómo ese fantástico órgano organiza todo esto. Está ya bastante asentado que eso de que solo utilizamos el 10% es un mito sin ningún sentido, pero los científicos también tienen claro que sigue siendo la parte de nuestro cuerpo más misteriosa, la más inasible y las más incomprendida. Y eso, como ocurre con todo lo insondable, genera un atractivo descomunal.

Es un interés histórico, pero lo cierto es que en los últimos tiempos los libros sobre cómo funciona nuestra mente y el cerebro han llenado las librerías (con éxito). Ocurre también con los pódcast. Los más escuchados en Spotify son 'Entiende tu mente', conducido por el periodista Molo Cebrián, el psicoterapeuta Luis Muiño y la coach e ingeniera Mónica González; y el de la psiquiatra Marian Rojas Estapé, hija del catedrático de psiquiatría Enrique Rojas, quien también es un bestseller de libros divulgativos de psicología y psiquiatría. Los hay desde los más divulgativos (y, digamos, ligeros), hasta algunos con una mayor profundidad científica. Todos queremos saber cómo podemos relacionarnos con los otros, cómo diluir nuestras reacciones iracundas, cómo aceptar las pérdidas, cómo pasar un duelo, cómo no sentirnos tristes, cómo estar en pareja, cómo no estar en pareja, cómo asumir a los hijos, cómo asumir que no se quiere tener hijos, cómo dar lo mejor de nosotros mismos sin dejarnos la vida en el trabajo.

placeholder 'Todas las esquizofrenias', de Esmé Weijun Wang.
'Todas las esquizofrenias', de Esmé Weijun Wang.

A todo esto se suma que el tema de la salud mental —no, no el estar triste, sino tener una depresión o sufrir un trastorno de la personalidad, esquizofrenia, bipolaridad o neurodegenerativo como el Alzheimer— es decir, los problemas graves, también están copando la conversación y los libros, como los recientes 'En la mente de una familia americana' y ' Todas las esquizofrenias', editados ambos por Sexto Piso. Son temas que incluso han llegado al Parlamento. En definitiva, nuestro cerebro, ese órgano tan misterioso del que apenas sabemos nada, está de moda. ¿Por qué?

Exceso de trabajo, incertidumbre, liquidez

Como sucede con la gran mayoría de las tendencias, esta también procede del ámbito anglosajón. Hace un tiempo que tanto en Reino Unido como en Estados Unidos se publican libros que examinan la mente y el cerebro y tienen hasta su propia etiqueta: 'Smart Thinking'. Una tendencia que ha estallado en España y que, como señala a El Confidencial David Robson, autor de ' La trampa de la inteligencia. Por qué la gente hace tonterías y cómo evitarlo' (Paidós), "tiene que ver con la fascinación que sentimos desde siempre, pero también se enlaza con la presión del trabajo (queremos saber cómo podemos dar lo mejor de nosotros) y algo de la infelicidad de la vida moderna (queremos dar sentido a nuestra vida y cómo gestionar el estrés que sufrimos)".

"Es una fascinación de siempre, pero se suma la presión del trabajo (cómo dar lo mejor) y algo de la infelicidad de la vida moderna"

El neurocientífico y divulgador argentino Mariano Sigman, autor de libros como ' La vida secreta de la mente' y ' El poder de las palabras. Cómo cambiar tu cerebro y tu vida', que se publica estos días (ambos están en la editorial Debate) también cree que hay un mayor interés "por cómo pensamos, cómo recordamos, por qué nos cuesta tanto olvidar algunas cosas y nos cuesta tanto recordar otras, por qué tomamos a veces decisiones compulsivas cuando no lo queremos, por qué hay algunas emociones que nos encandilan", según cuenta a este periódico. Y, aunque son preguntas que nos han acompañado siempre —llevan siglos en la literatura y ahora en el cine—, ahora, recalca "ha cambiado la capacidad de mirar cómo funciona el cerebro, tenemos una capacidad de investigar la mente de una manera mucho más detallada que nos permite entender cosas que antes eran invisibles".

En este sentido destaca que esos neurotransmisores químicos que antes formaban parte exclusivamente del ámbito clínico y la investigación, ahora se hayan trasladado incluso a la charla de café o hasta el título de un libro (Michael Houllebecq tiene una novela titulada 'Serotonina') o estén hasta en el argumento de una película infantil para adultos de Disney como fue 'Del Revés'. "Nos permiten entender cosas de las emociones que antes eran invisibles. No teníamos suficiente resolución para entender qué era lo que nos pasaba. Entender cómo funciona la neurociencia de las emociones nos ha dado herramientas que en algunos casos nos permiten mejorar aspectos para acercarnos a aquello que queremos ser", mantiene.

El papel de la pandemia

Tanto divulgadores como neurocientíficos consultados por este periódico señalan que este interés por cuestiones psicológicas y psiquiátricas se enlaza con lo que hemos pasado los últimos años: los confinamientos y miedos que trajo consigo la pandemia del coronavirus. "Sí, es probable que haya jugado algún papel. Durante los confinamientos, en aislamiento, pasamos mucho tiempo sin las distracciones habituales, lo que significa que pasamos más tiempo contemplando nuestra vida. Para mí personalmente me llevó a darme cuenta de que no lo podemos controlar todo, pero sí podemos cambiar nuestra mentalidad con respecto a los desafíos de la vida", comenta. En eso se basa, precisamente, su próximo libro 'The Expectation Effect'.

placeholder 'El poder de las palabras', de Mariano Sigman.
'El poder de las palabras', de Mariano Sigman.

El psiquiatra Jerónimo Sáiz, que ha sido presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, y que ante todo se congratula por este "renovado interés, porque lo que había antes era una dejadez y no se tenía en cuenta que en nuestra conducta nuestros pensamientos y sentimientos son cruciales", también observa el peso de la pandemia. "Ha supuesto un impacto y ha mostrado una inseguridad en lo que parecía estable y sólido. Yo creo que eso ha hecho que se despierte una preocupación por estos ámbitos en la sociedad civil, los políticos, gestores y medios de comunicación", manifiesta.

"La incertidumbre es una fuente de motivación porque cuando no sabemos cómo funcionan las cosas tratamos de descubrir cómo lo hacen"

Incertidumbre. Liquidez frente a la solidez. Falta de asideros (en lo personal, lo profesional, lo familiar). Conceptos sobre los que gira toda esta especie de nueva atención hacia las cuestiones mentales. Según apostilla Sigman, "la incertidumbre es una enorme fuente de motivación que tiene mucho sentido histórico evolutivo porque cuando no sabemos cómo funcionan las cosas tenemos que tratar de descubrir cómo lo hacen. Es una compulsión que se da en la niñez y que luego los adultos abandonamos porque tenemos la sensación de que ya no podemos aprender o que podemos aprender solo de niños. Pero eso cambió con la pandemia, ya que tuvimos que aprender sobre la forma de trabajar, si se trabajaba en la oficina o si trabajaba en la casa. Cambiaron algunas ideas respecto a la educación y mucha gente cambió sus vínculos con su gente más cercana".

No son situaciones baladíes. Para este neurocientífico supusieron, en realidad, "enormes revoluciones cognitivas que solo pasan en momentos de Gran Incertidumbre y que tienen un gran vaivén emocional y social. No son necesariamente agradables, pero de las cuales uno sale revisando cosas que antes estaban estancadas en un cajón".

"Los trastornos graves son igual de frecuentes, pero la depresión y la ansiedad se dan más si la sociedad es más civilizada"

La pandemia está ahí, pero, ahora bien, la preocupación por lo mental también es un síntoma (y aquí viene una buena noticia) de que somos una sociedad desarrollada. De que no pasamos hambre; de que no tememos (realmente) por nuestra vida cuando salimos a la calle. Así lo estiman los expertos. "Hay dos tipos de trastornos mentales. Los más graves son la psicosis, los trastornos bipolares y la esquizofrenia. Después tenemos los más comunes que son las depresiones. Pues bien, los primeros son igual de frecuentes en todas las sociedades, las más ricas, más pobres, más y menos desarrolladas, pero los segundos como la depresión, la ansiedad etc., a medida que la sociedad es más civilizada, son más frecuentes", manifiesta Sáiz. Como ejemplo cuenta que en las guerras desaparecen los suicidios y que en los campos de concentración de los nazis tampoco se suicidó nadie. "Eso quiere decir que el instinto de conservación cuando las cosas aprietan, se comporta, y cuando todo es fácil tendemos a complicarnos la vida", añade. ¿Y qué pasa con las imágenes de la guerra de Ucrania, con los datos económicos, con todo esto de la inflación? "Mientras no te afecten directamente, lo ves en el telediario", responde. Y estás a tus cosas.

Alerta cantamañanas

Como en todos los 'booms' es fácil que aparezca el vendedor de crecepelo. El cantamañanas de turno. El magufo de diván. El que dice aportar soluciones a cuestiones que los neurocientíficos ni siquiera entienden. Como todos esos libros que te dicen cómo es exactamente tu cerebro "cuando la estructura del cerebro se basa en los estudios que hacemos con animales y nuestro cerebro no es el cerebro de un ratón grande. Quedan muchos misterios por resolver", advierte Javier de Felipe, neurocientífico y profesor de Investigación en el Instituto Cajal (CSIC). "Es verdad que se va conociendo un poquito más. Pero creo que todavía no ha habido suficiente divulgación y hay libros y temas que aparecen en la literatura escritos por personas que igual no están muy cualificados y dicen cosas que a lo mejor son erróneas y tonterías", añade.

"Hay libros escritos por personas que igual no están muy cualificados y dicen cosas que a lo mejor son erróneas y tonterías"

Al timo de la estampita se suman los sobrediagnósticos. Todos los consultados alertan: nada de redes sociales, ni doctor Google para buscar un diagnóstico por estar de bajón porque has sufrido una pérdida, te han despedido o te han dejado. Es tan lógico como saltar de alegría porque te ha tocado la lotería. "La felicidad, la alegría, la tristeza, el amor son procesos mentales nuestros absolutamente normales. Lo que es importante es tratar los que son negativos. Pero los otros son normales. Lo que pasa es que la sociedad nos ha enseñado que es mejor si tú eres una persona muy feliz y todo te va muy bien. Así eres un tío estupendo. Pero si estás un poco de bajón, ya no. Y de hecho, por eso a la gente que tiene problemas mentales (de verdad) se la desprecia", apostilla De Felipe.

placeholder Los trastornos graves se dan igual en todas las sociedades, pero los leves, sobre todo en sociedades desarrolladas
Los trastornos graves se dan igual en todas las sociedades, pero los leves, sobre todo en sociedades desarrolladas

"Es importante separar la paja del trigo. Uno debería tener un poco de cuidado o de atenciones en mantener un sano escepticismo en entender que estas preguntas son preguntas de siempre y no hay una respuesta universal sobre cómo vivir una vida feliz o cómo dejar de tener miedo. Son búsquedas ancestrales y las seguiremos haciendo porque no hay ni habrá un manual o un recetario pequeño que nos dé todas las respuestas", añade Sigman.

Pero qué bien que esté de moda

Y, sin embargo, pese a los timadores, también todos los expertos coinciden: es una muy buena noticia que la salud mental y el interés por cómo nuestra mente predispone nuestro comportamiento y pensamientos —"¡Hasta la idea de patriotismo!", afirma De Felipe— se hayan puesto de moda. Por un lado, por los datos: "La OMS estima que para 2030 la depresión va a ser la primera causa de discapacidad en el mundo. Y en estos momentos está entre las tres primeras causas, por lo que ha habido un aumento real. Esto puede obedecer a la longevidad, los cambios sociales, los problemas de educación y la pérdida de vínculos en niños y adolescentes. Están también los cambios culturales: se nos exige a todos ser mejor que nadie, más poderoso, más rico o incluso más erótico que nadie. Y eso, claro, choca con la realidad y provoca frustración y desánimo", manifiesta Sáiz. Otros números preocupantes: los suicidios en adolescentes. "Los casos son llamativos y eso ha sensibilizado a las personas que tienen una responsabilidad", añade esta psiquiatra.

"La felicidad, la alegría, la tristeza, el amor son procesos mentales nuestros absolutamente normales. Lo importante es tratar los negativos"

Por otro lado, por los estigmas, por las banalizaciones, por creer, como dice De Felipe, "que todo lo de la mente era como algo espiritual e incluso religioso, y no se relacionaba con que el cerebro forma parte de nuestro cuerpo. El cerebro es lo que nos hace ser felices, está en nuestra memoria, nuestra historia, nuestros pensamientos… El cerebro es lo más humano del ser humano". Y como dato: sigue siendo el mismo que hace 200.000 millones de años (solo que sin los cambios culturales).

Los expertos se congratulan de que esa frase de "cómo va a estar deprimido, si tiene un trabajo y una vida maravillosa", esté pasando poco a poco a la historia. Que cada vez haya un mayor conocimiento de que puede haber alteraciones estructurales en el cerebro —por ejemplo, que te falte un neurotransmisor que te imposibilite la alegría— u otras que no son estructurales, pero que afectan como el maltrato en la infancia.

placeholder “El cerebro es lo más humano del ser humano“. Exposición 'Cerebro(s)' en el CCCB.
“El cerebro es lo más humano del ser humano“. Exposición 'Cerebro(s)' en el CCCB.

Lo único que piden es que esta era del cerebro no se quede en algo tan superfluo como una moda. Que vaya más allá de libros y pódcast divulgativos y se apueste por una investigación intensa. "La gente ha estado sufriendo en silencio enfermedades como la depresión y la ansiedad durante décadas y solo ahora estamos teniendo conversaciones abiertas sobre estos temas. En mi opinión, estamos haciendo progresos, pero todavía nos queda mucho camino. Por ejemplo, es más importante que los lugares de trabajo prioricen la salud mental de sus trabajadores que la exigencia de una alta productividad", admite David Robson. "Hasta hace no mucho en los pueblos se encerraba a la gente que estaba con depresión en una habitación para que no los vieran los vecinos", apostilla De Felipe. Y el psiquiatra Jerónimo Sáiz vuelve a ir a los números: "En nuestro país una de cada tres o cuatro familias tiene entre sus miembros una persona que padece o va a padecer un problema de salud mental, así que es algo enormemente frecuente".

En el momento en el que usted lee estas líneas están activas un buen puñado de los 100.000 millones de neuronas que tenemos en nuestro cerebro. Están en funcionamiento neurotransmisores químicos —como la dopamina, serotonina, glutamato, seguro que le suenan— que le están provocando distintas emociones. Y al igual que su cerebro recibe información para mover el dedo mientras pasa la pantalla en su móvil, hay otra enorme cantidad de datos que le están predisponiendo su comportamiento. ¿Está triste, alegre, más decaído, más excitado? Son las chispas neuronales. El asunto es que se sabe muy poco de cómo ese fantástico órgano organiza todo esto. Está ya bastante asentado que eso de que solo utilizamos el 10% es un mito sin ningún sentido, pero los científicos también tienen claro que sigue siendo la parte de nuestro cuerpo más misteriosa, la más inasible y las más incomprendida. Y eso, como ocurre con todo lo insondable, genera un atractivo descomunal.

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