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Los cerebros de las personas pueden reconocer noticias falsas
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Los cerebros de las personas pueden reconocer noticias falsas

En general, todos solemos pensar que reconocemos perfectamente los bulos y que el resto de las personas se los suelen tragar. Sin embargo, la realidad es otra

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Ya sucedía antes, pero con la pandemia se observó un incremento: las noticias falsas, conocidas popularmente como bulos o 'fake news', han crecido exponencialmente debido a la cantidad de información que recibimos cada día. Nunca habíamos estado tan conectados, nunca nos hemos encontrado tan expuestos a estímulos externos y nunca se han hecho tantas profecías apocalípticas y funestas, mezcladas con conspiraciones macabras.

En un huracán así, las mentiras crecen como la pólvora. No hay tiempo para contrastar, y es natural creerse algún hilo de Twitter, especialmente si nos da un punto de vista con el que estamos de acuerdo o cuenta una historia que podría parecernos verosímil. Sin embargo, quizá las preocupaciones sobre la desinformación son excesivas, o al menos eso asegura el profesor Dylan Selterman en un reciente artículo publicado en 'Psychology Today'.

La gente confía en su propia capacidad para identificar las falsedades, pero al mismo tiempo tienden a sobreestimar la credulidad de otras personas

En un reciente trabajo, los investigadores Sacha Altay y Alberto Acerby argumentan que las preocupaciones sobre la desinformación son alarmistas y encuentran evidencia de que este pánico exagerado proviene de un sesgo psicológico llamado 'efecto de tercera persona'. Es decir, los individuos confían relativamente en su propia capacidad para identificar y resistir las falsedades, pero al mismo tiempo tienden a sobreestimar la credulidad de otras personas.

Foto: El hundimiento del Lusitania, por Winsor McCay

Irónicamente, el estudio también descubrió que las personas más preocupadas por la desinformación eran más propensas a compartir artículos en las redes sociales, destacando, justamente, los peligros de la desinformación. Y cuando a las personas se les informa sobre los peligros de los videos "falsos", que parecen realistas, pero son totalmente inventados, se vuelven más escépticas sobre la veracidad de todos los videos que ven, incluso los que son auténticos.

Tenemos fuertes defensas cognitivas para enfrentarnos a las creencias y, en realidad, la mayoría de las personas no son muy crédulas

Es curioso, pues tendemos a sobreestimar el poder de la propaganda y creemos que la publicidad convencional, los mensajes políticos y las ideas conspirativas y a creer que tienen un efecto abrumador en nuestras mentes. En otras palabras, nos infravaloramos pensando que el simple hecho de estar “expuestos” a las falsedades nos “infectará” de alguna manera.

De hecho, algunos científicos cognitivos, como es el caso de Hugo Mercier, argumentan que tenemos fuertes defensas cognitivas para enfrentarnos a las creencias religiosas (lo que explicaría por qué las sociedades tienden más y más a la secularización), y que en realidad la mayoría de las personas no son muy crédulas. Tendemos a olvidar que es extremadamente difícil persuadir a otros sobre cualquier cosa, y mucho menos sobre temas importantes dentro de la política o la religión.

Ya sucedía antes, pero con la pandemia se observó un incremento: las noticias falsas, conocidas popularmente como bulos o 'fake news', han crecido exponencialmente debido a la cantidad de información que recibimos cada día. Nunca habíamos estado tan conectados, nunca nos hemos encontrado tan expuestos a estímulos externos y nunca se han hecho tantas profecías apocalípticas y funestas, mezcladas con conspiraciones macabras.

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