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El 'tra, tra' es historia: Rosalía ha volado del nido con 'Motomami'... y eso no gusta a todos sus fans
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análisis del nuevo disco

El 'tra, tra' es historia: Rosalía ha volado del nido con 'Motomami'... y eso no gusta a todos sus fans

La diva con garras acrílicas ha hecho añicos la crisálida en un ejercicio de experimentación libérrimo, pero sumamente rentable y comercial

Foto: Rosalía durante una actuación en Barcelona en 2019. (Redferns/Xavi Torrent)
Rosalía durante una actuación en Barcelona en 2019. (Redferns/Xavi Torrent)

'Motomami' es el sonido con el que Rosalía ha volado del nido. A la mariposa que corona la carátula se le ha buscado simbología hasta la saciedad, y no es para menos. Hace tiempo que Rosalía se convirtió en una profeta del 'mainstream': pocos artistas aglutinan tanta expectación, tantos análisis en torno a su trabajo. Un álbum conceptual al que ha dedicado tres años, en el que ella misma ha llevado los hilos de la composición, interpretación y estética. Con 'Motomami', Rosalía ha roto la crisálida en un ejercicio de experimentación libre, pero sumamente rentable y comercial. De ahí el binomio que siempre ha acompañado a esta diva con garras acrílicas: la mariposa son dos grandes alas, es la dualidad y la contradicción que sirven de cimiento para el disco.

"Yo me transformo" es el enunciado que repite obsesivamente en 'Saoko', el primer 'single' que lanzó a principios de mes. Cada adelanto del disco, primero deslizado en unos segundos de TikTok, se ha convertido en palabra sagrada y ha alimentado toda una hermenéutica del pop. La crítica, la industria y sus fans van a la caza de los símbolos y de los mensajes escondidos. Rosalía conquistó la radiofórmula con 'Malamente', con la elaboración de su producción musical y sus referencias estéticas. La que nos trajo el "me da miedo cuando sales / sonriendo pa la calle / porque todos pueden ver / los hoyuelitos que te salen" nos trae ahora el "te quiero 'ride' / como a mi bike". Algunos encuentran minimalismo en las letras de 'Motomami'. Otros, la frivolidad bilingüe y explícita del reguetón. Quizá todos tengan razón. "Siento que no he hecho eso con los otros discos. Eran mucho más serios, si eso tiene sentido", contaba Rosalía en una entrevista para Apple Music. "Quiero encontrar una manera de permitir que mi sentido del humor esté presente".

Ella misma ha recalcado que 'Motomami' es un trabajo personal y autobiográfico, tras los años de sucesivas colaboraciones en las que Rosalía se ha colocado junto a J Balvin, Tokischa, Bad Bunny o Billie Eilish. En los 16 temas que conforman el disco, como en los géneros que ha explorado desde 'El mal querer', caben las progresiones de balada romántica y la voz susurrada de 'Hentai'. También el rugido de los motores como un piano distorsionado en 'Saoko', el imaginario tiktokero de 'Chicken Teriyaki' o 'Cute', la bachata sin guitarras de 'La Fama'. 'Motomami' encarna la consumación de Rosalía como una artista global, el sedimento de su vida en Los Ángeles, Miami, Nueva York, Puerto Rico... El flamenco y los jaleos aparecen no ya como elemento fundamental de la fusión, sino como una palabra más en un discurso musical y visual que se ha enriquecido, para unos, o se ha vuelto incomprensible, para otros.

"Desde mi punto de vista, 'Los Ángeles' fue un disco local; 'El mal querer', en cambio, ya tuvo una ambición global, fue su asalto a los cielos, una auténtica proeza en términos de conquista de oyentes, repercusión y fama; y 'Motomami' es un testimonio de lo que significa ese éxito", opina Jorge Carrión, autor de 'Lo viral' (Galaxia Gutenberg) y coordinador de 'La Rosalía. Ensayos sobre el buen querer' (Errata Naturae). "Rosalía consiguió hackear el sistema y ahora forma parte de él. Y negocia con él. Pero, en verdad, los tres discos son igual de personales, experimentales y atrevidos".

La dualidad está en la naturaleza de 'Motomami', no solo como obra, sino como producto. Combinando la experimentación con una campaña y una generación de expectativas globales, Rosalía ha logrado plasmarse en las 16 canciones que lo componen. "Motomami' es el disco más libre y maduro, con más referencias directas a su vida actual. No tiene las características de una obra maestra, como 'El mal querer', esa coherencia, ese diálogo con obras clásicas, esa armonía de conjunto que identificamos con una obra maestra en cualquier arte. Es un disco más imperfecto, pero igualmente poderoso", señala el ensayista.

Carrión encuentra en 'Motomami' a "la Rosalía de siempre, pero más empoderada, más autónoma y, sobre todo, más reivindicativa. Está en campaña constante porque este mundo es difícil y ultracompetititvo, y porque la atacan constantemente. Pero hace de la necesidad virtud. Convierte sus momentos de flaqueza en grandes temas (como 'G3 N15', sobre el sobrino a quien no puede frecuentar como antes) y en las letras de las canciones, como ha hecho desde que lanzó 'El mal querer', incorpora ese tono contestatario o autorreivindicativo tan propio del hip hop".

Escondida tras una peluca y lentillas de otro color, Rosalía salió a la calle a preguntar por ella misma en una de las piezas más esperadas de 'El hormiguero'. La crítica principal: "Me gustaba más la de antes". En su cuenta de TikTok, una plataforma de la que la cantante se ha confesado adicta en varias ocasiones, adelantó una lectura de la letra de 'Hentai'. "Yo la batí / hasta que se montó / lo segundo es chingarte / lo primero es Dios". Algunos usuarios respondieron a la letra con burlas y con críticas por su lenguaje explícito y el carácter críptico de la letra. La sexualidad explosiva y el susurro forman parte de la dualidad: "Moto' es una cosa y 'mami', otra. Para mí, hay una dualidad, como en su sonido. El registro está estructurado en binarios, dos tipos de energía contrastante", explicaba en la primera entrevista que concedió sobre el disco, para 'Rolling Stone'.

Cercana a la cultura puertorriqueña, con un pie en EEUU y otro en España, el 'spanglish' es otro de los testimonios autobiográficos de 'Motomami'. Y uno de los más incomprendidos entre los nostálgicos del lirismo lorquiano de 'El mal querer'. "Para entender lo que escribe, debes estar bastante al día con las redes sociales, reguetón y memes", opinan desde la cuenta 'Tweets de Rosalía explicados', que aúna más de 14.000 seguidores. Lo que empezó en el confinamiento de 2020, producto del "aburrimiento" según este tuitero, acabó aportando casi una información de servicio, de paráfrasis y traducción del lenguaje de Rosalía. Desde 2020, este usuario ha leído y 'traducido' cada intervención de Rosalía en la red social.

"Sinceramente, creo que sigue siendo la misma Rosalía de siempre, con una forma diferente de comunicarse más juvenil, utilizando muchos acrónimos, anglicismos y ahora, sobre todo, palabras de Latinoamérica como 'frontear', 'chucky", opina el tuitero. Lo cierto es que la vida y el trabajo de la de Sant Cugat del Vallés pulverizaron las fronteras de la industria española. Conquistando Lollapalooza en 2019, codeándose con el clan de las Kardashian, arrasando los Premios Grammy 2020, Rosalía ascendió hasta el podio de la fama global como un meteoro. Y, como señala Jorge Carrión, 'Motomami' contiene sus reflexiones sobre la grandeza. Esa es la esencia de 'Delirios de grandeza', una salsa canónica al estilo de Héctor Lavoe, que culmina con una base de rap. "La ambición, delirio de grandeza / Hizo en mí un ser martirizado / porque estaba locamente enamorao' / Mujer, yo no merezco esa bajeza", canta con la voz distorsionada. Fama, dinero, oro, alta costura. El imaginario del imperio global de Rosalía es otro de los ingredientes de 'Motomami'.

Rosalía, TikTok y el imperio Motomami (SL)

En consonancia con la yuxtaposición de 'Motomami', el nombre del disco es polisémico. Se trata de un homenaje a su pasión por las motos, que heredó de su madre. "Mi madre siempre ha ido en moto y esa imagen la tengo muy clara. Por eso voy en moto desde hace años. Yo soy una motomami porque mi madre era una motomami, y su madre también lo era”, contaba en entrevista para 'El País Semanal'.

Las motos y piruetas de 'Saoko' responden a la idea de sus raíces, pero también a la idea de empoderamiento que rezuman todos los temas del disco. Para el crítico musical y periodista Javier Blánquez, autor de uno de los ensayos de 'La Rosalía' coordinados por Carrión, la experimentación de 'Saoko' resulta confusa, fragmentada y vertiginosa. "Como canción, no me gusta, la encuentro muy desarticulada. Por supuesto, no soy el público objetivo para una pieza como esta: estoy educado en otro tipo de estructuras más lógicas, y me da la impresión que el funcionamiento de la pieza es solo comprensible o admisible para quien se haya acostumbrado a los productos culturales formados por fragmentos dispersos que se acumulan en muy poco tiempo", opina.

Para Blánquez, la experimentación del primer 'single' de 'Motomami' resulta algo autorreferencial e ilógico. "Se forma una narrativa sin origen y sin final, desarticulada, pero que se comprende a partir de una experiencia personal que no se puede transmitir. Por ejemplo, Rosalía decía en la entrevista con Genius que quería incluir algo de 'jazz' porque le gusta el 'jazz', pero la entrada de esos compases de 'bop' hacia el final del tema me parece que responden más a un capricho que a una necesidad, no conectan con los 'beats' anteriores, es un solipsismo que puedes aceptar. Pero que cada cual lo comprenderá o lo interpretará a su manera", señala.

"Lo único que me gusta de 'Saoko' es que escucho cosas que no había escuchado antes, pero preferiría escucharlas de forma aislada, como una pista utilizable para una nueva mezcla, o que aparecieran ya insertadas en otro contexto. Pero entonces sería mi tema, y no el suyo, y parece que de esto va la canción: de hacer lo que le sale de su vientre sin que le importe la opinión de los demás, y bien que hace". Fragmentos fugaces, inconexos y breves. La naturaleza musical de 'Saoko' parece una metáfora de la narrativa tiktokera, una plataforma en la que Rosalía ha presentado todos los adelantos de su disco, que culminaron con una presentación en directo.

La estética TikTok, que deriva en una viralización y rentabilidad aseguradas, también caben en la experimentación de Rosalía

El funcionamiento de TikTok ha influido en el diseño, la campaña e, incluso, la producción de 'Motomami'. Es evidente en los efectos vocales estridentes de 'Cute'. Y, sobre todo, en el adelanto de 'Chicken Teriyaki'. El 'single' vino acompañado de una coreografía sencilla, reproducible y repetitiva que se viralizó en cuestión de horas. En su cuenta de TikTok, Rosalía adelantó el fragmento de esta canción, que sirvió a modo de 'challenge' prefabricado. La estética TikTok, que deriva en una viralización y rentabilidad aseguradas, también cabe en la experimentación de Rosalía. "Yo no hago música solo para mí. No hago música solo para ser feliz, no hago música solo porque me llena, no hago música porque sé que he venido para aprender a hacer canciones en este mundo. Es para los demás, es pa compartirlo. Sería muy egoísta, hacer música que solo te complace a ti. Y pienso, ¿cómo puedo hacerlo para que, siendo fiel a mi proceso creativo, esto corte y llegue a la gente? Tiene que cortar, y a veces no es fácil, nunca sabes si realmente va a pasar o no, pero yo creo que está muy bien que la intención esté ahí, por lo menos", explicaba la cantante en 'Rolling Stone'.

En uno de sus múltiples significados, Motomami también sirve de nombre para la empresa que la cantante regenta junto a su hermana y a su madre: Motomami SL. Se trata de una empresa de 'management' que en 2019 registró una cifra de negocio de 4,8 millones de euros. Motomami SL presenta una ristra de actividades lucrativas relacionadas con el 'management' de artistas: gestión de contratos, representación, acuerdos con marcas, promociones... Rosalía ha roto la crisálida, y la mariposa de 'Motomami' le dará resultados millonarios. Como todo en el disco, la artista se mueve entre dos aguas: la experimentación, la ingeniería de sonido minuciosa, el autorretrato íntimo y el 'single' tiktokero. Todo cabe en la nueva Rosalía, que vuela cada vez más lejos del nido con 'Motomami'.

'Motomami' es el sonido con el que Rosalía ha volado del nido. A la mariposa que corona la carátula se le ha buscado simbología hasta la saciedad, y no es para menos. Hace tiempo que Rosalía se convirtió en una profeta del 'mainstream': pocos artistas aglutinan tanta expectación, tantos análisis en torno a su trabajo. Un álbum conceptual al que ha dedicado tres años, en el que ella misma ha llevado los hilos de la composición, interpretación y estética. Con 'Motomami', Rosalía ha roto la crisálida en un ejercicio de experimentación libre, pero sumamente rentable y comercial. De ahí el binomio que siempre ha acompañado a esta diva con garras acrílicas: la mariposa son dos grandes alas, es la dualidad y la contradicción que sirven de cimiento para el disco.

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