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Ruben Ostlund: "Solo en la belleza y el porno los hombres ganan menos que las mujeres"
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ENTREVISTA

Ruben Ostlund: "Solo en la belleza y el porno los hombres ganan menos que las mujeres"

El cineasta sueco, ganador de dos Palmas de Oro, habla con 'El Confidencial' sobre la industria de la moda, el MeToo, el culto a la belleza y el fin de la socialdemocracia nórdica

Foto: Ruben Östlund en el Mallorca International Film Festival. (Cati Cladera / Efe)
Ruben Östlund en el Mallorca International Film Festival. (Cati Cladera / Efe)

Dos modelos-instagrammers en crisis en un crucero lleno de oligarcas rusos, traficantes de armas y diseñadores del código de las aplicaciones web. Un retrato feroz de la industria de la moda. Un viaje a todo lujo en un barco valorado en 250 millones de euros. Un capitán marxista asqueado de sus pasajeros. Una tripulación dispuesta a cualquier cosa para complacerlos. Una tormenta implacable. Mucha escatología y poca compasión con unos personajes que ofrecen, bajo el paraguas de una comedia incómoda, la peor cara de una sociedad obsesionada con la belleza, la juventud y el dinero, en la que el propio cuerpo se trafica como moneda de cambio. Con El triángulo de la tristeza ,Ruben Östlund ganó el pasado mayo su segunda Palma de Oro.

Sólo nueve directores en los 75 años de historia del Festival de Cannes, la catedral donde se consagran los grandes autores, han recogido dos veces el máximo reconocimiento cannoise. Pero Östlund, un sueco con una carrera discreta desde finales de los noventa, encontró la fórmula filosofal en 2011 con Play, su primer bofetón a mano abierta a esa imagen impoluta y autocomplaciente de la socialdemocracia nórdica. Desde entonces se ha dedicado a rascar sobre esa superficie brillante y pulida con la que los ciudadanos aparentemente de bien nos presentamos al (primer) mundo: yo reciclo, yo no soy racista, yo me compadezco de los que sufren, yo cedo el asiento a una embarazada, yo leo, yo no veo Sálvame, yo lo doy todo por mis hijos, yo he sido un buen hijo. Yo, la persona modélica. Pero, ¿qué hay debajo?

En Fuerza mayor, un padre de familia sale huyendo cuando una avalancha está a punto de engullir el resort de ski donde pasa las vacaciones y, con él, a su mujer y a sus dos hijos. ¡Qué tragedia! ¿Qué puede haber peor? Que la avalancha se frene y su familia se dé cuenta de que los ha dejado tirados. ¿Cómo sobreponerse a esa revelación dolorosa? En The Square, película por la que ganó su primera Palma de Oro, el sofisticado mánager de un museo de arte contemporáneo, acaba comportándose de la manera más vil y rastrera con un niño inmigrante cuando tiene que elegir entre priorizar sus intereses o los del chico. En El triángulo de la tristeza, los pasajeros millonarios acaban comprendiendo que, cuando se desmorona el orden establecido, se convierten en inútiles sin valor alguno.

placeholder Charlbi Dean y Harris Dickinson en 'El triángulo de la tristeza'.
Charlbi Dean y Harris Dickinson en 'El triángulo de la tristeza'.

Östlund conoció a su mujer, la fotógrafa de moda Sina Görcz, hace ocho años. "Ella trabaja como fotógrafa de moda. Y, de repente, viendo cómo era su trabajo, fui más consciente del uso que se hace de la belleza como moneda de cambio", explica en esta entrevista a 'El Confidencial' con motivo de la participación de 'El triángulo de la tristeza' en el Mallorca International Film Festival. "Me contó la historia de muchas y muchos modelos que vienen de familias de clase trabajadora y que han ascendido socialmente gracias a esa moneda, gracias a la belleza y al sexo. Y hoy esas monedas son incluso más importantes que antes. He querido investigar sobre ello, sobre el mundo del lujo y sobre cómo, cuando en una isla desierta inviertes las estructuras de poder, la persona que está más abajo en el escalafón puede colocarse arriba del todo, y al revés. Y también quería probar que cuando las mujeres tienen acceso al poder, muchas también cometen abusos, y se aprovechan de su posición dominante para acostarse con chicos guapos y jóvenes. O lo harían si tuviesen la oportunidad".

Hollywood, desde fuera, no parece diferenciarse mucho de la industria de la moda en este sentido. Mujeres jóvenes, guapas y delgadas convertidas en imanes para los hombre, ideales de belleza para las mujeres, y a las que el cine desecha rápidamente cuando considera que han perdido atractivo al envejecer o engordar o cuando, simplemente, pasan de moda. "Bueno, Hollywood no es tan parecido al mundo de la moda, porque en la moda, aparte de nacer guapo, no tienes que tener ninguna otra habilidad para ejercer tu profesión", defiende. "Básicamente, sólo tienes que ganar la lotería genética cuando naces. También me interesaba mucho el caso de los modelos masculinos, que ganan un cuarto de lo que ganan las modelos femeninas, lo que tiene todo el sentido si miras quién consume los productos de belleza y de moda. La moda es una de las pocas industrias en las que los hombres tienen peores condiciones que las mujeres. Ocurre ahí y en el porno, dos industrias relacionadas con el atractivo".

placeholder Ruben Östlund posa con su segunda Palma de Oro. (Reuters)
Ruben Östlund posa con su segunda Palma de Oro. (Reuters)

El discurso de Östlund respecto al papel de la mujer -joven y guapa- en la sociedad es, cuanto menos, polémico. "La película la escribí, en parte, cuando apareció en movimiento MeToo. Me pareció interesante que no hubiese una discusión honesta sobre el uso de la belleza como esa moneda de cambio de la que hablamos, como si las mujeres no fuesen conscientes de esas monedas, de sus propias armas, si las tienen. Es como, ¡venga ya! ¡Claro que eres consciente! Somos animales sociales y claro que somos conscientes de lo que provocamos en los demás. Por eso me vino la idea de darle la vuelta a todo esto y que fuese el hombre el que utilizase su sexualidad de una manera muy consciente y que no se victimizarse por ello".

"Por ejemplo, el personaje de Yaya, que es modelo", prosigue. "Ella se ha encontrado en esta situación muchas veces. Muchas veces ha tenido que quedar a cenar con un cliente. Ella sabe que, probablemente, el cliente se sienta atraído sexualmente por ella. Pero ella tiene que decir que sí a la cena porque, a la vez, es un asunto de trabajo. Y ha desarrollado una gran habilidad para salirse con la suya en estas situaciones. ¡Oh, me tengo que ir! Tenemos a los instagrammers que utilizan su exhibicionismo en su propio beneficio. ¿Y por qué no van a hacerlo, si les funciona?".

placeholder Woody Harrelson es el capitán del barco de 'El triángulo de la tristeza'.
Woody Harrelson es el capitán del barco de 'El triángulo de la tristeza'.

En 'El triángulo de la tristeza' -esta expresión se refiere a las arrugas que salen en el entrecejo-, el cineasta sueca ha reunido los perfiles con peor prensa imaginables: los influencers, los rusos forrados y horteras en su exhibición del dinero, una pareja de viejitos dueños de una empresa armamentística. "Lo que he querido es intentar retratar, por ejemplo, a la pareja de fabricantes de armas como una pareja de gente muy amable. Ellos están convencidos de que sus productos han sido utilizados en conflictos de todo el mundo para conseguir la paz. La manera habitual en la que se retrata a los traficantes de armas es como unos hijos de puta malvados, pero ellos se verán a sí mismos como los empleadores de dos mil personas a las que dan de comer con su sueldo. He querido quitar el foco del individuo para ponerlo en el contexto de su comportamiento".

En esa reflexión sobre cómo el utilitarismo se ha impuesto en las relaciones personales, hasta el punto de que la pareja protagonista admite que sigue junta porque viene bien para seguir aumentando su número de followers, Östlund sí ha notado un cambio generacional. "Hoy el mundo se ha vuelto más y más rico, en general. Y la gente ya se puede permitir vivir sola, en muchos casos. Antes, era muy difícil divorciarse porque la gente dependía económicamente de la pareja. El matrimonio como empresa siempre ha existido, pero ahora el modelo ha cambiado".

"Mira", insiste. "Cuando pitcheé -explicar un proyecto a una productora- a los productores que nacieron alrededor de los setenta o antes y les expliqué que Yaya y Carl, los protagonistas, eran una pareja de instagrammers que estaban juntos por conveniencia me dijeron: ¡Qué horror! ¿Y qué pasa con el amor? Cuando lo pitcheé para millennials y volví a hablar de la pareja de conveniencia, ni se inmutaron. Lo vieron normal. Ha habido un cambio de mentalidad en este sentido", lamenta. "Es el resultado de un capitalismo agresivo y desregulado en el que nos relacionamos como productos".

placeholder El equipo de Östlund en Cannes. (Efe)
El equipo de Östlund en Cannes. (Efe)

Para ilustrarlo, pasa a contar una anécdota. "Ésta es la historia de un tipo que vivía en Berlín Este. Claro que en las sociedades comunistas había una jerarquía de belleza en las mujeres. Pero cuando cayó el muro y el tipo pasó de Berlín Este a Berlín Oeste tuvo un gran shock cultural. Su sexualidad murió completamente cuando vio una marquesina gigante con un anuncio de colonia con una chica medio desnuda posando. ¡Ahá!, pensó. La transacción de lo que quieres -este perfume te ayudará a conseguir a esta mujer- era tan explícito que no podía soportarlo". Si el pobre tipo berlinés supiese que, treinta años después, existiría algo llamado OnlyFans...

Östlund viene de una familia tradicionalmente de izquierdas y lo hace ver en la simpatía con la que retrata al capitán del barco de su película, interpretado por Woody Harrelson, el único personaje que no provoca rechazo y que hasta se le percibe con ternura naíf cuando decide recitar las frases favoritas de sus pensadores marxistas de cabecera frente al oligarca ruso borracho durante la tormenta. "Qué risa", repara el ruso, "aquí estamos juntos un estadounidense comunista y un ruso capitalista bebiendo chupitos". Östlund es el perfil de ese sueco rubio, estilizado, concienciado con el medioambiente, demócrata y correcto, al que una se lo imagina sentado en un salón mínimal con cristaleras y paredes y muebles blancos en medio de Estocolmo. Pero ese estereotipo de la Europa nórdica y abierta y sonriente está empezando a cambiar. Sobre todo con la llegada de los conservadores al poder apoyados por el partido de ultraderecha Demócratas de Suecia, que ya han empezado a endurecer las leyes migratorias.

Foto: La primera ministra sueca, Magdalena Anderson, en el debate electoral del 8 de septiembre. (EFE/Christine Olsson)

"Suecia ha sido uno de los países a los que más ha influido la cultura anglosajona en los últimos años", reflexiona. "Hemos recibido un contenido cultural neoliberal e individualista a través del entretenimiento. Esas ideas neoliberales procedentes de Estados Unidos y Reino Unido han ido permeando en la sociedad y no hemos entendido que eso influye en cómo vemos el mundo y cómo nos comportamos con los demás. De repente, en Suecia nos hemos convertido en una sociedad híperindividualista y no nos ha dado tiempo a organizarnos en cuestiones como sindicatos. Hemos perdido la fe en el Estado. Y el Estado era muy fuerte durante la socialdemocracia de los años 80 en Suecia. Aparte de los populismos que han aparecido y que empujan al ciudadano a la desconfianza en la política. Ha sido un shock ver cómo los liberales, que hasta ahora se han alejado de partidos de extrema derecha como Demócratas de Suecia, ahora están encantados de colaborar con ellos. Algo que hace cinco años nadie hubiera pensado".

Dos modelos-instagrammers en crisis en un crucero lleno de oligarcas rusos, traficantes de armas y diseñadores del código de las aplicaciones web. Un retrato feroz de la industria de la moda. Un viaje a todo lujo en un barco valorado en 250 millones de euros. Un capitán marxista asqueado de sus pasajeros. Una tripulación dispuesta a cualquier cosa para complacerlos. Una tormenta implacable. Mucha escatología y poca compasión con unos personajes que ofrecen, bajo el paraguas de una comedia incómoda, la peor cara de una sociedad obsesionada con la belleza, la juventud y el dinero, en la que el propio cuerpo se trafica como moneda de cambio. Con El triángulo de la tristeza ,Ruben Östlund ganó el pasado mayo su segunda Palma de Oro.

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