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Incel: una excusa progresista para humillar a hombres tristes
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'TRINCHERA CULTURAL'

Incel: una excusa progresista para humillar a hombres tristes

Dudo mucho de que la humillación pública y la demonización mediática sean la estrategia más acertada para tratar con hombres frustrados e infelices por sus fracasos con las mujeres

Foto: Foto: EFE/Mario Ruiz.
Foto: EFE/Mario Ruiz.

"Movimiento incel, la violenta misoginia que exige sexo" ('La Vanguardia'), "El club de los jóvenes misóginos: islamistas, incels, supremacistas blancos" ('eldiario.es'), "Célibes involuntarios: la oscura comunidad misógina a la que pertenecía Alek Minassian, el hombre acusado del atropello masivo en Toronto" ('BBC'), "Machismo incel, misoginia desde el victimismo" ('El Salto'), "Los extremistas de internet que odian a las mujeres" ('The New York Times'), "Los incels representan una amenaza en Canadá, pero ¿qué tan grave es?" ('National Observer').

Esto es lo que encuentro en la primera página de resultados de Google cuando escribo la palabra incel, como si hubiera surgido un nuevo grupo terrorista. Los artículos dejan pistas confusas sobre subculturas y grupúsculos de internet que estrechan sus lazos en foros de mala muerte y canales de YouTube alrededor de su frustración sexual. A los incels, leo, les gustan las armas, los videojuegos, las teorías de la conspiración y Donald Trump, y todo esto, todo este odio, porque ellos no despiertan el interés sexual de las mujeres. Putos incels.

Foto: Los patios de colegio del centro de Madrid, los más pequeños. (M. Z.)

Son firmes candidatos a provocar una masacre en una escuela. O a tirotear a manifestantes. Algunos, incluso, tienen canales de YouTube.

Lo cierto es que incel significa "célibe involuntario". Así que, juntando las piezas, el incel sería el facha que no folla. La etiqueta nació en un grupo de autoayuda para hombres sentimentalmente fracasados, pero se fue popularizando y mutó a partir del momento en que Buzzfeed y demás activistas decidieron usarlo como insulto para cualquier tipo que criticase el feminismo identitario. ¿No te gusta lo que dice Irene Montero? Entonces seguramente sea porque no has probado la lubina. Cosas así.

Incel es, pues, un insulto que evoca a hombres hetero que no pueden tener relaciones sexuales, salvo que paguen por ellas, aunque les gustaría. Algo que existe, vaya: varones feos, anodinos, gordos, antipáticos, tímidos patológicos o cualquier otra combinación de rasgos que te haga indeseable para la inmensa mayoría de las mujeres. Esta es la grave amenaza, según la prensa. Esos pobres tipos. Personajes como el pobre pringado pajillero de tu clase de COU o Ignatius J. Reilly.

Incel es, entonces, un insulto que evoca a hombres heterosexuales que no puede tener relaciones sexuales, salvo que paguen por ellas

Bien: es cierto que existen movimientos despreciables de hombres resentidos que presentan la misoginia como una virtud; es cierto que los autores de algunas matanzas en Estados Unidos y Canadá se autodenominaron "incel" o habían escrito manifiestos sobre una jerarquía sexual dedicada a que las mujeres abusen de los hombres; es cierto que fue un incel quien acosaba por las redes de manera infame a la autora Paula Bonet; y es cierto que la frustración sexual puede empujar a la misoginia a un hombre, y que puede encontrar en internet clubes de autoayuda deleznables. Son minoría entre los que no tienen sexo. Y de las diferencias internas de ese submundo habla con pedagogía Roxana Kreimer en este vídeo. Sin embargo...

Sin embargo, también es cierto que todos los terroristas islámicos son musulmanes, pero no por ello sería aceptable que la prensa diera a entender que todos los musulmanes son terroristas islámicos, ¿verdad? Pues birlibirloque ideológico de género mediante, no encontraréis un solo artículo que hable de incels sin extender sobre ellos la sombra negra de la misoginia y la sospecha.

Por otra parte (pero son cosas mías de machirulo) dudo yo que la humillación pública y la demonización mediática sean la estrategia más acertada para tratar con esa clase de personas. Y dudo mucho, además, que si el motivo de la misoginia de un hombre es el sufrimiento provocado por el desprecio del otro sexo, vaya a venirle bien convertirlo en una suerte de lobo solitario con una campaña mediática como salida de la crueldad de un instituto.

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Por eso me ¿sorprende? no encontrar el más mínimo rastro de compasión, de curiosidad o de esa famosa empatía que nos dicen que tenemos que poner en práctica con los que sufren. Resulta que los mismos que pontifican sobre lo inadecuado que es insultar por el físico a una mujer, son los que usan "incel" como insulto. Por otra parte, si el atractivo sexual es un vector de riqueza y prestigio —y no os quepa duda de que existe algo llamado capital sexual en una sociedad como la nuestra— los incel vendrían a ser los desheredados de la tierra.

¿Por qué el progresismo los trata, entonces, con el mismo desprecio que una marquesa dedica a los mendigos?

No siempre fue esta la actitud. En 2002, el izquierdista Michael Moore lanzó 'Bowling for Columbine', un documental que ganó el Oscar y abordaba la matanza de catorce niños en una escuela de Colorado por parte de dos chicos impopulares en la escuela. Ese documental gustó. Aunque no existía la etiqueta, se hablaba allí de dos incels asesinos. Y lo cierto es que Moore los trataba con más compasión, empatía y curiosidad de la que hoy emplea la prensa para hablar de jóvenes que, en su inmensa mayoría, no han cometido más delito que desahogar su frustración escribiendo alguna burrada en internet.

Foto: Interior del colegio de Uvalde. (Reuters/exas Department of Public Safety)

¿Dónde está la vieja sensibilidad progresista con los parámetros que supuestamente explican la depravación, como la clase social, la marginalidad, los traumas psicológicos o la tiranía del éxito? ¿Por qué todo esto, que sí aplica cuando un inmigrante comete un robo, deja de importar cuando nos hablan de unos hombres rotos sentimentalmente y frustrados? Si la raza o la condición sexual no se eligen y, por tanto, no debemos menospreciar a nadie por ellas, ¿por qué sí podemos menospreciarlos por ser demasiado feos, o demasiado tímidos, o demasiado torpes para seducir a una mujer?

Ya digo, me sorprende. O no. No me sorprende. Tengo la impresión de que la característica más extendida entre los incel no es la misoginia, sino la tristeza, la timidez y el desasosiego. La sensación permanente de fracaso. El sambenito del friqui. Las camisetas anchas. Pero sé —no dejo de constatarlo— que al progresismo oficial los problemas de los hombres se la bufan. Hasta se jactan de ello. "Male tears", dirán. Lágrimas de machito.

Por eso, las mismas personas que critican el amor romántico debido a las expectativas de felicidad conyugal y celos que impone a las mujeres, las mismas, se permiten divertirse a costa de hombres igualmente sometidos a esa presión de realizarse mediante el amor, y dolidos porque no son capaces de hacerlo. El doble rasero que denota eso es despreciable.

Mientras la palabra "incel" se populariza, desaparece esta otra: "fracasado"

Dato. Mientras la palabra "incel" se populariza, desaparece esta otra: "fracasado". Yo cada vez que veo a una persona adulta insultando en Twitter a alguien con la etiqueta "incel" oigo en realidad "fracasado", con el mismo tono de superioridad complaciente y la misma crueldad. De hecho, hay otra expresión que me viene a la cabeza cuando oigo "incel". Aquello que solía decirse de las mujeres con mal carácter. Aquello de "malfollada".

Pues bien, gracias a la perspectiva de género, ahora tenemos "incel" para decir "malfollado". Sirve exactamente para lo mismo. Aprovechad, que está bien visto usarla. Y si alguien os lo afea, siempre podréis decir que estáis tratando de impedir una matanza escolar.

"Movimiento incel, la violenta misoginia que exige sexo" ('La Vanguardia'), "El club de los jóvenes misóginos: islamistas, incels, supremacistas blancos" ('eldiario.es'), "Célibes involuntarios: la oscura comunidad misógina a la que pertenecía Alek Minassian, el hombre acusado del atropello masivo en Toronto" ('BBC'), "Machismo incel, misoginia desde el victimismo" ('El Salto'), "Los extremistas de internet que odian a las mujeres" ('The New York Times'), "Los incels representan una amenaza en Canadá, pero ¿qué tan grave es?" ('National Observer').

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