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'Jimmy Savile': la historia de terror detrás del ídolo de los niños
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SERIE DOCUMENTAL DE NETFLIX

'Jimmy Savile': la historia de terror detrás del ídolo de los niños

Netflix ha estrenado una miniserie documental de dos capítulos sobre uno de los personajes más controvertidos de la televisión británica

Foto: Carlos de Inglaterra y Jimmy Sevile, el protagonista del último 'true crime' de Netflix.
Carlos de Inglaterra y Jimmy Sevile, el protagonista del último 'true crime' de Netflix.

La truculencia es negocio, y eso ya lo saben las plataformas. Tampoco hemos cambiado tanto desde la crónica negra de 'El caso', la casquería vende. Si no, que le pregunten a 'The Sun'. Después de Alcàsser, de los Henry Lee Lucas de turno, de Asunta, la 'Muerte en León', del gafe de 'The Jinx', todas ellas 'true crimes' —incluso han conseguido un nuevo epígrafe en el glosario de géneros—, Netflix acaba de estrenar una miniserie documental de dos capítulos centrada en el caso de Jimmy Savile, la gran estrella de la televisión británica desde los años cincuenta hasta los dos mil que, ¡oh, sorpresa!, escondió durante más de 40 años —se dice pronto— un secreto escabroso. Filántropo, se codeó y recibió los parabienes de la plana mayor del 'establishment', desde Carlos de Inglaterra a Margaret Thatcher. Ojalá un Photoshop mental colectivo, pensará el príncipe de Gales, para borrar ese compadreo, eso sí, meramente institucional. Lo nombraron incluso oficial de la Orden del Imperio Británico. "¡Oh, Jimmy! ¡Cómo puedes ser tan bueno!", decían. "¡Cómo puedes ser tan altruista y recaudar tanto dinero para los pobres niños [inserte aquí el atributo que más rabia le dé a usted: huérfanos, minusválidos, enfermos]!", decían. Entre obra benéfica y chiste, Savile abusó sexualmente de más de 500 menores de edad, habitualmente entre 13 y 15 años.

Para Reino Unido, el descubrimiento de quién era el verdadero Jimmy Savile supuso un 'shock' difícilmente extrapolable a España, con la venia del antiguo duque de Feria, hoy tan de actualidad. Quizá por la distancia cultural, el documental de Netflix aquí interese particularmente a los fieles de la crónica de sucesos. Pero allí ha removido las tripas de un país al que últimamente se le hacen bola ciertos casos de crímenes sexuales hacia menores —ejem, Andrés—. El caso Savile es un trauma nacional e intergeneracional, primero a causa de su protagonista, pero sobre todo por la magnitud de los hechos. Cientos de niños durante decenas de años. Prácticas realmente truculentas. Y la serie 'Jimmy Savile: una historia británica de terror' confronta una imagen pública que, paradójicamente, tampoco se distanciaba tanto de la esfera privada. Se puede ser un perturbado a plena luz del día si sabes bien dónde y cuándo colocar un "je je". A lo largo de sus más de tres horas de duración, pasamos del retrato de un mamarracho extravagante e inquietante a un criminal igualmente inquietante que va dejando pistas en cada anécdota, cada entrevista.

placeholder Margaret Thatcher y Jimmy Savile, en un fotograma de la serie. (Netflix)
Margaret Thatcher y Jimmy Savile, en un fotograma de la serie. (Netflix)

¿Quién es era Jimmy Savile? Imaginen una Leticia Sabater de finales de los noventa en su versión masculina: pelo oxigenado y ropa deportiva, presentador de programas musicales —tan históricos como 'Top of the Pops'— e infantiles. A ello, sumen un historial sexual perverso, retorcido y criminal. A diferencia de Sabater, Savile se mantuvo durante medio siglo como pope de la televisión pública inglesa, con el respeto de alguien que ha atravesado, sobrevivido y marcado a generaciones, indiferente al paso de las modas. Así lo presenta 'Jimmy Savile: una historia británica de terror', como un seductor "tremendamente astuto" que aprovechó su fama como vehículo para el abuso. Una historia más —como la de Michael Jackson— que vuelve el espejo hacia una 'sociedad del espectáculo' impenitente en su obsesión por la celebridad y la fama. Lo que antaño fueron los títulos o el dinero, ahora lo representa la fama. "Si la gente te reconoce enseguida, es mucho más amable contigo", admitía. Y permisiva.

La historia de Savile no es la del crimen y el castigo. Murió en 2011, solo dos años después de que la policía descubriera el medio siglo de abusos y actos vejatorios, que incluyen desde niños a cadáveres. A medida que avanza el documental, la escalada de las parafilias de las que disfrutó Savile alcanza cotas y detalles grotescos. Durante una entrevista en 1982, Savile explicó que, trabajando en el Hospital Psiquiátrico Broadmoor, cuando tenía que trasladar cuerpos, se fijaba "en los músculos en buen estado, los órganos en buen estado, el cerebro en buen estado, los ojos bonitos, el hígado y los riñones, y pensaba: '¡Qué desperdicio!". En ese momento, a nadie le llamaron la atención tales declaraciones. Pero cuando los escándalos saltan, las memorias se refrescan, y una enfermera jubilada de Broadmoor súbitamente recordó que Savile presumía de "llevar a cabo actos sexuales" con cadáveres y de divertirse tomando fotos de los cuerpos en posiciones esperpénticas. Netflix, aun así, se cuida mucho de no entrar en detalles en la cuestión de la necrofilia, para evitar indigestiones.

placeholder Savile, un Willy Wonka con la condecoración de la Orden del Imperio Británico. (Netflix)
Savile, un Willy Wonka con la condecoración de la Orden del Imperio Británico. (Netflix)

"Si contase más anécdotas de mi vida, probablemente acabaría 15 años en la trena", bromeó Savile durante la presentación en 1978 de 'Love Is An Uphill Thing', una especie de autobiografía. Resulta complejo ese mecanismo mental que lleva a confesar en 'prime time' a muchos criminales sus crímenes, disfrazados bajo un tono de guasa. Como cuando José Luis Moreno, a través del cuervo Rockefeller, se autoinculpó de "robar más de 100.000 millones, embaucar a la gente inocente sacándole sus ahorros, ser traficante de armas o de drogas y, si te he visto, no me acuerdo", que si no es la causa de su imputación en la operación Titella, mucho no dista.

Jimmy, el amigo de los niños, entraba diariamente en las casas de todos los ingleses. En algunas más que en otras. Savile, que trabajó al mismo tiempo como celador en un hospital —una excentricidad que todos achacaron a su evidente magnanimidad—, durante muchos años se llevó consigo a pacientes de un centro psiquiátrico, sin dar explicaciones que nadie le pidió. "Muchas de las chicas iban drogadas todo el tiempo; los psiquiatras solían firmar más recetas de la cuenta para tenerlas tranquilas. Recuerdo verle conduciendo con tres de las chicas del colegio sentadas en la parte de atrás, saludando entusiasmadas a sus amigas". Eran chicas de 13 años. "Es Jimmy, es un amigo del centro, recauda fondos, ayuda a la gente", se excusaba la gerente, en palabras de un entrevistado.

placeholder Las muchas caras de Jimmy Savile. (Netflix)
Las muchas caras de Jimmy Savile. (Netflix)

Como asevera el chiste del robo del cuadro a plena luz del día, Savile no ocultó demasiado sus preferencias sexuales y pronto se empezó a extender el rumor de que "le gustaban jóvenes". Sin embargo, la labor de enterramiento de los trapos sucios puso en connivencia tanto a la cadena que le daba de comer, y que hubiera debido de enfrentar el escándalo en caso de haber salido a la luz, como a periodistas afines y, en general, a un público poco dispuesto a dejar caer a sus ídolos. Como documental, 'Jimmy Savile' es uno más, del montón, con mucho material de archivo —que se relee de manera diferente a la luz de los hechos—, alguna que otra entrevista y un intento de trazar un perfil psicológico de un tipo que durmió junto al cadáver de su madre hasta cinco días después de muerta —el factor 'Psicosis' quizá tuvo algo que ver con su conducta—. Pero como testimonio de una época —esperemos pretérita— de un sistema consentidor, Jimmy Savile apunta maneras para considerarse el cenit del reverso sórdido y depravado de la fama.

La truculencia es negocio, y eso ya lo saben las plataformas. Tampoco hemos cambiado tanto desde la crónica negra de 'El caso', la casquería vende. Si no, que le pregunten a 'The Sun'. Después de Alcàsser, de los Henry Lee Lucas de turno, de Asunta, la 'Muerte en León', del gafe de 'The Jinx', todas ellas 'true crimes' —incluso han conseguido un nuevo epígrafe en el glosario de géneros—, Netflix acaba de estrenar una miniserie documental de dos capítulos centrada en el caso de Jimmy Savile, la gran estrella de la televisión británica desde los años cincuenta hasta los dos mil que, ¡oh, sorpresa!, escondió durante más de 40 años —se dice pronto— un secreto escabroso. Filántropo, se codeó y recibió los parabienes de la plana mayor del 'establishment', desde Carlos de Inglaterra a Margaret Thatcher. Ojalá un Photoshop mental colectivo, pensará el príncipe de Gales, para borrar ese compadreo, eso sí, meramente institucional. Lo nombraron incluso oficial de la Orden del Imperio Británico. "¡Oh, Jimmy! ¡Cómo puedes ser tan bueno!", decían. "¡Cómo puedes ser tan altruista y recaudar tanto dinero para los pobres niños [inserte aquí el atributo que más rabia le dé a usted: huérfanos, minusválidos, enfermos]!", decían. Entre obra benéfica y chiste, Savile abusó sexualmente de más de 500 menores de edad, habitualmente entre 13 y 15 años.

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