Editoriales a tortas ante la escasez de papel para sacar libros: "El precio va a subir sí o sí"
El desabastecimiento de la materia prima ha disparado sus costes con graves consecuencias para las firmas editoriales, pero también para las imprentas y los distribuidores
Falta papel. La demanda incrementada en los últimos meses y la poca oferta ocasionada por una tormenta perfecta de vaivenes a nivel mundial trastocan los planes de las editoriales. Grandes y pequeñas se afanan por calcular al milímetro sus pedidos. Las que pueden, aumentan la primera tirada de ejemplares a sabiendas de que, si funciona bien el título, una posible reimpresión puede llegar después de que el público se haya olvidado de la publicación. Las más humildes miden con la precaución que siempre tuvieron el posible éxito de las novedades. Todas ellas van ya muy justas: el papel escasea y la necesidad de prever las dinámicas de esta industria a meses vista es un juego en el que nadie quiere perder.
Hace un año, el precio de una tonelada de papel de periódico costaba 390 euros. Hace unos días, su precio marcó los 670 euros. Así se aproxima al encarecimiento del papel de imprenta Javier Blas, experto en materias primas y energía y columnista en Bloomberg News. A nadie se le escapa que durante y tras la pandemia los pedidos por internet aumentaron exponencialmente. Eso se traduce en la necesidad de miles de cajas de cartón adicionales. “Por conversaciones con gente del sector, sé de revistas europeas que han recibido subidas anuales de entre el 20 y el 40% en los precios del papel. Eso puede ser mortal para ellas, porque en ninguno de los casos ese incremento lo pueden repercutir en las suscripciones”, agrega el también autor de 'La cara oculta del negocio de las materias primas' (Península, 2022).
Hace un año, una tonelada de papel de periódico costaba 390 euros, ahora alcanza los 670
No hay márgenes, los precios de los libros van a tener que subir sí o sí, opina el propio Blas. Aunque los grandes sellos editoriales de España aún no se han pronunciado sobre ello, sí empiezan a notar en sus propias carnes los grandes estragos que sufren a la hora de sacar un libro a la venta. Daniel Moreno, editor jefe y fundador de Capitán Swing, fue algo más previsor, pues su editorial prefirió optar por la fabricación anual de papel basándose en las proyecciones de su volumen de ventas. “Hasta donde yo sé no hay escasez de papel, sino que se especula con él. Las papeleras se lo guardan para vendérselo a otros. En torno a octubre se decía que grupos como Planeta o Penguin Random House habían arrasado con todo el papel que quedaba”, apunta.
La subida de precios, asegurada
En Capitán Swing suelen publicar unos cuatro libros cada mes, excepto en verano y diciembre. Su primera tirada oscila entre los 2.000 y 2.500 ejemplares, y por el momento no se están viendo afectados por la situación. “Nos queda muy poquito papel, así que tendremos que incrementar el precio de los libros seguro”, asume. Parecido le ocurre a Julián Lacalle, uno de los dos editores de Pepitas. “Ya se comenta que el papel va a subir hasta un 50% a mediados de año, así que las consecuencias son claras: subirá el precio de la venta al público y muchos títulos que ya están en el mercado no se podrán reimprimir”.
Él mismo advierte de que ciertos tipos de papel no se pueden encontrar en el mercado. “Me da que se limitan porque no son rentables”, dice. En Pepitas editan tres libros al mes con una tirada media de 1.500 ejemplares. “Nosotros siempre hemos ajustado muchos nuestras impresiones, así que ahora solo tenemos que hacer más 'dribblings' con la imprenta porque parece que no llega el papel, así que hay que proveerlo con mucho más tiempo”, admite Lacalle. Preguntado por cómo considera que responderá la masa lectora, puesto que la sociedad en general ya concibe el libro como un producto caro, concreta que un libro podrá pasar de costar 21 euros a 23. “Quizá la gente se compre un libro menos al mes, pero es que en este sector la horquilla de beneficio ya es mínima”, concluye.
Coste repercutido en las imprentas
Sergio Bris es el director comercial de la imprenta Cofás y corrobora esa subida del 50%, que tuvo su génesis en septiembre de 2021 ante la escasez de diversas materias primas. Al fin y al cabo, no deja de ser una cadena en la que la imprenta es un eslabón más: “Evidentemente, desde la imprenta hemos aumentado el coste del papel porque si no, con los márgenes que hay, trabajaríamos a pérdidas”, expresa. Él imprime para Capitán Swing y otras muchas editoriales, que parece que aguantan el mismo número de pedidos, “incluso algunas están aumentando por las previsiones que tienen en su plan editorial, aunque es cierto que las reimpresiones han disminuido”.
Este impresor tiene que lidiar con las grandes papeleras que le suministran la materia prima. Dichas compañías se ubican, principalmente, en Europa. “Sí que hay problemas de abastecimiento, sobre todo por los tiempos de producción de los fabricantes y entrega del producto”, en sus propios términos. De todas formas, Bris considera que aquellos sellos que no han subido todavía los precios de sus libros lo tendrán que hacer debido al aumento de precios, también los de la electricidad y el transporte.
Efectos en la industria papelera
Las papeleras son otro peldaño en la gran escalera que es la industria del papel. Blas apunta que la huelga de los trabajadores en la empresa finlandesa UPM está repercutiendo gravemente en el sector. Desde el 1 de enero de este año, su plantilla responde a un paro que inmoviliza, parcialmente, la compañía cuya cuota de mercado alcanza el 20% en la producción europea, apunta el experto. Según dilucida, el desabastecimiento no sería tanto de papel como de la pulpa con que se fabrica: “Plantas el árbol, haces la pulpa y de ahí cualquier tipo de papel. Al faltar pulpa, faltan muchos tipos de papeles. El problema está en que es un sector muy cíclico que no puede responder fácilmente a la demanda, porque aunque plantes miles de eucaliptos, van a tardar años en crecer”.
Álvaro García es el presidente de la Asociación de Empresarios de Artes Gráficas de Madrid, donde se aúnan los dueños de las imprentas. Tal y como destaca, “la subida de precios del papel ha aumentado hasta un 100% en los últimos meses”. Sin ir más lejos, afirma que en su empresa recibieron un comunicado hace un par de semanas en que se les informaba de que los grandes fabricantes finlandeses aumentaban un 10% más el coste.
"La subida de precios del papel ha aumentado hasta un 100% en los últimos meses"
Más allá del incremento del precio, García incide en que la inseguridad sobre el mismo está poniendo las imprentas contra las cuerdas. “Antes, los fabricantes tardaban tres semanas en entregarnos los pedidos, y ahora se dan casos de que tardan seis meses. Como el precio ahora tampoco es cerrado, sino que se establece cuando recibes la mercancía, eso tiene fatales consecuencias para nuestros clientes. En concreto, el precio del papel puede representar entre el 30 y el 35% del coste total de cada libro”, se explaya.
Le consta que hay editoriales con problemas de suministro, que llegan tarde a las impresiones y que, ante ello, algunas están decidiendo adecuar los tipos de papeles disponibles para no alargar más la publicación de las novedades. “Si antes imprimían en un papel de 70 gramos y ahora lo tienen que hacer en uno de 80 o 90 porque del otro no hay, también se incrementa el coste y tendrán que repercutirlo en el precio de venta al público”, ejemplifica el presidente de esta patronal madrileña.
Tiempos ajustados para la distribución
Carlos Reinoso, director general de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón, opina algo diferente. “No hay desabastecimiento del papel. Tenemos una industria papelera estable cuya materia prima, la madera, procede en un 98% del territorio nacional y más del 70% del papel reciclado lo recuperamos de España”, defiende mientras admite los retrasos en los plazos de entrega. De nuevo, los costes van más allá de sus factorías, pues a la electricidad se suma la también incrementada necesidad de 'stockage' del papel y la logística.
Las editoriales, a su vez, frenaron la velocidad de publicación durante la pandemia. Es ahora cuando esos títulos que quedaron en la cartera salen a la luz. Arturo Álvaro Benito, jefe de ventas y proyectos de Logista Libros, conoce bien el terreno logístico del sector. “El desabastecimiento nos afecta por dos vías: primero, porque nosotros también utilizamos cajas de cartón para los envíos, y después, porque las novedades nos llegan apenas con un par de días de antelación de la puesta a la venta”, reconoce. Si sigue la situación como hasta ahora, las corporaciones más pequeñas podrían tener problemas a la hora de distribuir los productos, parafraseando a Benito.
Su empresa, una de las más grandes de España dedicadas a la distribución de libros, trabaja con otra de las mayores editoriales del país, Planeta. Si alguna corporación puede soportar la coyuntura de los sobrecostes, es este tipo de firmas, a la que habría que sumar Penguim Random House. Benito, con casi dos décadas de experiencia en el sector, comenta que “aunque los editores muy rara vez cambian el precio de venta de los libros, algunos de ellos lo han subido, incluso a ejemplares que ya estaban en el mercado”.
Falta papel. La demanda incrementada en los últimos meses y la poca oferta ocasionada por una tormenta perfecta de vaivenes a nivel mundial trastocan los planes de las editoriales. Grandes y pequeñas se afanan por calcular al milímetro sus pedidos. Las que pueden, aumentan la primera tirada de ejemplares a sabiendas de que, si funciona bien el título, una posible reimpresión puede llegar después de que el público se haya olvidado de la publicación. Las más humildes miden con la precaución que siempre tuvieron el posible éxito de las novedades. Todas ellas van ya muy justas: el papel escasea y la necesidad de prever las dinámicas de esta industria a meses vista es un juego en el que nadie quiere perder.
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