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El 'sketch' que cambió la candidatura del antipático Richard Nixon
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El 'sketch' que cambió la candidatura del antipático Richard Nixon

En 1968, Nixon peleaba por la presidencia de EEUU y acudió a un programa de televisión al que ningún político iba entonces; meses después, era investido presidente

Foto: Nixon (c), junto a Dan Rowan y Dick Martin, en el programa 'Laugh-in', en 1968.
Nixon (c), junto a Dan Rowan y Dick Martin, en el programa 'Laugh-in', en 1968.

Seis tomas, seis segundos. Eso es lo que costó filmarlo y eso es lo que duró el resultado final en televisión. Richard Nixon se gira, mira a cámara (te mira a ti) y dice su frase, la frase estrella del programa ‘Laugh-in’, su popular estribillo: “Sock it to me!”. Él ni sonríe. El público se parte de risa.

Era el 16 de septiembre de 1968. Había pasado menos de un mes desde los disturbios de la Convención Demócrata en Chicago y quedaban menos de dos meses para las elecciones a la Casa Blanca. Nixon peleaba 'neck and neck' contra el demócrata Hubert Humphrey en las encuestas, y decidió que la televisión podría darle un empujón. Acudió a un programa abiertamente cómico y gamberro contra el consejo de sus asesores (quizá de todos menos uno). Marcó el camino a la política del futuro, a la televisión que conocemos, la del 'Saturday Night Live' con Trump o 'El Hormiguero' con Ayuso.

El perro Checkers

La relación de Nixon con la televisión empezó 16 años antes, el 23 de septiembre de 1952. También al filo de unas elecciones. Con menos de 40 años, Richard ‘Dick’ Nixon aspiraba a convertirse en vicepresidente junto al candidato republicano Dwight Eisenhower. Pero el suelo tembló cuando un supuesto caso de corrupción (filtrado por los propios republicanos que habían perdido las primarias) llegó hasta la prensa. Se acusaba al entonces senador por el estado de California de aceptar dinero de un “fondo secreto” de simpatizantes que le costeaba los costes de la campaña y otros gastos políticos. Algo así no era delito, pero el hombre del Watergate se había ganado al principio de su carrera reputación de crítico contra la corrupción, así que la repercusión fue explosiva. Eisenhower le exigió a su compañero de ‘ticket’ que saliera a dar explicaciones convincentes o tendría que retirarse. Solo quedaban seis semanas para las elecciones.

Solo el 1% de los americanos tenía televisión en 1948. En 1952, ya eran el 33%

El equipo de Nixon pagó 75.000 dólares de la época (unos 600.000 euros al cambio actual) para comprar media hora en directo en la cadena NBC. Como se cuenta en el magnífico 'podcast' ‘Primetime’, de VOX.com y la periodista Emily VanDerWerff, solo el 1% de los americanos tenía televisión en 1948. En 1952 ya eran el 33%. El medio había ganado una relevancia meteórica, pero su potencia estaba por probar y domesticar.

Sin embargo, Nixon salió del apuro con nota. Su aparición televisiva desde el Capitan Theater de Los Ángeles, usando siempre la segunda persona del singular y ante 60 millones de televidentes, duró casi media hora en horario prime time. Aunque hoy pueda resultar una intervención acartonada y hasta vacilante (muchas veces Nixon no sabe muy bien hacia dónde mirar), despejó el balón con éxito. Y dejó un pasaje para la historia, una defensa convertida en contraataque:

“Nos dieron algo, un regalo, después de las elecciones [primarias]. Un hombre en Texas escuchó en la radio a Pat [esposa de Nixon] mencionar el hecho de que a nuestras dos hijas les gustaría tener un perro. Y, lo creas o no, el día antes de partir recibimos un mensaje de la Union Station en Baltimore, diciendo que tenían un paquete para nosotros. Bajamos para recogerlo. ¿Y sabes lo que era? Era un pequeño perro cocker spaniel blanco y negro en una caja que habían enviado desde Texas. Nuestra pequeña Tricia, que tiene seis años, lo llamó Checkers. Y las niñas, como les pasa a todos los niños, se quedaron prendadas del perro. Así que solo quiero decir que, ahora mismo, independientemente de lo que digan al respecto, lo conservaremos”.

placeholder Nixon, con Checkers.
Nixon, con Checkers.

Eisenhower ganó aquellas elecciones. Y Richard Nixon dejó, gracias al perro Checkers, que terminó dando nombre al discurso completo, uno de los primeros ejemplos modernos de política emocional.

Checkers vivió hasta los 13 años, hasta 1964. Le dio tiempo a ver a su dueño fracasar en el famoso debate electoral contra JFK (primer duelo televisado de la historia) cuando trataba de dar el salto a presidente. Le vio fallar también en su intento de ser gobernador de California en 1962. Pero no vivió para ver la segunda tentativa de Nixon de llegar al Despacho Oval. Una segunda vez en la que sí lo conseguiría, pero con ayuda de un hombre (que luego se haría realmente famoso) y quizá de un programa de televisión. Uno en particular.

Hijos de Roger Ailes

Algunos dicen que se conocieron en el propio set de rodaje. Otros aseguran que fue en la sala de maquillaje, tumbado el candidato mientras le empolvaban la cara. Todas las versiones coinciden en que fue en un famoso programa de variedades de la televisión estadounidense de la época, ‘The Mike Douglas Show’. Según el historiador Rick Perlstein (en su libro ‘Nixonland’) se produjo una breve conversación entre un Nixon todavía en primarias y de mal humor por tener que acudir a la televisión a hacerse el simpático y un Roger Ailes que entonces solo era un joven productor de dicho programa, muchos años antes de ser el autor intelectual de Fox News y de su gólem favorito, Donald Trump. Se supone que Ailes oyó las quejas de Nixon y se atrevió a decirle: “Señor Nixon. Si piensa que es una tontería venir a estos programas nunca será presidente”.

placeholder 'Nixonland'.
'Nixonland'.

Era finales de 1967 y Roger Ailes fue contratado de inmediato por Nixon. El favorito a la candidatura republicana desconfiaba de la televisión y de sus lugares políticos de paso, los programas ‘Face the Nation’ y ‘Meet the Press’. Ailes le dijo que no se preocupara. Le construyó un espacio a su medida y lo llamó 'The Nixon Answer'. En él, votantes de distintos sexos, edades y profesiones le hacían preguntas. Todo estaba pautado y prefabricado. Es lo que conocimos en España como ‘Tengo una pregunta para usted’.

La iniciativa funcionó para fortalecer al candidato. Suavizaron su aspereza, abrillantaron su perfil y cepillaron su credibilidad. Pero entonces ocurrió algo más, algo inesperado. Se les presentó una oportunidad para sumar un registro nuevo, añadir una piel completamente distinta de las que solían adornar a los candidatos. Y no provino de la pionera mente de Ailes ni del avispado cálculo de ningún asesor. Ocurrió por simple amistad.

Antes del Saturday Night Live

El programa se llamaba ‘Laugh-in’, un juego de palabras con el término 'laugh' (reír) y con los entonces llamados Love-in, unos encuentros bastante sesenteros y 'hippies' que consistían en meditar y disfrutar de la música, el sexo y las drogas. La asociación era toda una declaración de intenciones. “Por entonces nadie hacía comedia pura en televisión”, contextualiza el creador del programa, George Schlatter, en una entrevista para 'The Hollywood Reporter'. Estábamos en 1967. “Todos los programas de variedades eran lo mismo”.

La idea de Schaltter y sus creativos era encadenar 'sketches' cortos y frenéticos, bastante acción física y burlesca, connotaciones sexuales constantes y referencias políticas de guarnición. Lo presentaban Dan Rowan (que hacía de listo) y Dick Martin (que hacía de tonto), y todos los programas comenzaban con una conversación entre ellos y la frase fetiche “Venga, vamos a la fiesta, Dick”. Ganó siete Emmys, pero ponerlo en marcha fue conflictivo. “Esto no es un programa de televisión. Nada tiene sentido”, recuerda Schlatter que les decían los jefes. “Yo les dije: ‘No lo entendéis, esto es lo nuevo que se hace en el continente. Se llama comedia verité’. A lo que ellos me dijeron: ‘Jamás lo habíamos oído’. Y yo respondí: ¿Veis lo nuevo que es?’. Y lo promocionaron así, pero me lo inventé todo, claro”.

"Esto no es un programa de televisión. Nada tiene sentido", recuerda Schlatter que les decían los jefes

‘Laugh-in’ duró de 1967 a 1973, acercó la televisión a los más jóvenes y descreídos y vio nacer a estrellas como la oscarizada Goldie Hawn o la casi oscarizada Lily Tomlin, muchos años después la segunda ayudante-secretaria del presidente Bartlet (‘El ala oeste de la Casa Blanca’). Por no hablar de un guionista que aporreaba por allí también la máquina de escribir, un joven de Toronto llamado Lorne Michaels, posterior creador del ‘Saturday Night Live’.

De entre todos los estribillos que acuñó ‘Laugh-in’, sin duda el más famoso era “Sock it to me!”, que podríamos traducir como “¡Suéltamelo!” o “¡Dámelo todo!”. Los actores y actrices lo decían para rematar un gag o para anticipar un golpe físico, quedar empapado o pringado o la caída por una trampilla. “A la cadena le cogió muy desprevenida que usáramos tanto esta frase con connotaciones sexuales, pero la cosa despegó”. Según el periodista Greg Daugherty ('History'), ‘Laugh-in’ era visto en 1968 por al menos un tercio de los hogares americanos.

Una llamada desde la Casa Blanca

Es entonces cuando los caminos del disparatado programa y del candidato gruñón se unen. “Cuando terminó la primera temporada nos iba muy bien, pero nos dijimos que queríamos algo gordo para abrir la segunda”, explica Schaltter. “Le dije a Paul Keyes [guionista y 'speechwriter' del político, chistes incluidos] si podría conseguirnos a su amigo del alma Richard Nixon. Así que Paul y yo fuimos a buscarle a una rueda de prensa a la CBS, le asaltamos por los pasillos y se lo pedimos. ‘¿Quieres que diga ‘sock it to me’?’, les preguntó Nixon. Habría hecho cualquier cosa por su amigo Keyes, porque le adoraba”.

Nixon necesitó seis tomas, pero la grabación solo duró unos 10 minutos en total y afirma Schaltter que fue muy divertida. Los primeros intentos no valieron, sobre todo porque Nixon sonaba enfadado. El productor le dijo: “Tú solo sonríe y dilo”. Nixon respondió: “Vale, soy nuevo haciendo comedia”. Alrededor del candidato todos los asesores le rogaban que no participara en aquel 'sketch', que era un suicidio. No sabemos qué postura tomó Ailes y si también desaconsejó la idea. Nixon lo hizo sin sonreír. Y quién sabe si por perplejidad o extrañeza, le dio a la frase un claro tono interrogativo, “como si no pudiera creerse que lo estaba diciendo” (Greg Daugherty).

Los primeros intentos no valieron, sobre todo porque Nixon sonaba enfadado

El cameo (y otros logros) dispararon el share del programa aquella temporada hasta el 31,8% (Nielsen), por el 21,3% de la temporada anterior. La periodista de 'The New Yorker' Elizabeth Kolbert afirma que aquel momento “causó sensación”. Es imposible saber si influyó de verdad a los votantes; sí es seguro que el trabajo mediático de Ailes y de su equipo convirtió al antipático candidato en alguien “que sabía aceptar una broma”. Jura el guionista Chris Bearde que, dos semanas después de ser elegido, Nixon llamó al despacho de su amigo Keyes para darle las gracias. Lo divertido es que pilló allí a varios escritores del programa, en plena reunión. “Gracias. Nos hemos ayudado mutuamente”, dijo Nixon.

“Después de la emisión, pensé, pero ¿qué he hecho? Le he convertido en un tío simpático”, reflexiona Schaltter. Por supuesto, al candidato demócrata Hubert Humphreys se le ofreció también aparecer. Se le propuso decir “I’ll sock it to you, Dick!” (“¡Te lo voy a dar todo, Dick [Nixon]!”), pero declinó la oferta. Y asegura Shaltter, seguro que para engordar la leyenda: “Humphreys diría alguna vez que aquello le costó las elecciones”. A Nixon, por cierto, no se le dejó de pagar la tarifa actoral por este tipo de intervenciones en televisión, 210 dólares. Un dinero que fue directo a su equipo de campaña.

John Kerry salió en ‘Cheers’ en 1992. Rudy Giuliani apareció en ‘Seinfeld’ solo dos días después de ganar las elecciones al Ayuntamiento de Nueva York en 1993. Hillary Clinton peleó contra Trump en 2016 haciendo sendas apariciones en 'Broad City' y 'Saturday Night Live', en plena campaña. Y también en ‘SNL’ apareció un joven Obama en 2007 cuando quedaba un año exacto para jugarse las elecciones.

“No inventamos nada, Jack Benny llevaba años haciéndolo en la radio”, se quita mérito el creador de ‘Laugh-in’. Pero no deja de añadir: “Ahora todos los candidatos quieren ir a este tipo de programas, pero entonces fue algo revolucionario”.

Seis tomas, seis segundos. Eso es lo que costó filmarlo y eso es lo que duró el resultado final en televisión. Richard Nixon se gira, mira a cámara (te mira a ti) y dice su frase, la frase estrella del programa ‘Laugh-in’, su popular estribillo: “Sock it to me!”. Él ni sonríe. El público se parte de risa.

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