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Antonio Piñero, traductor del Nuevo Testamento: "Jesús fracasó sin paliativos"
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Antonio Piñero, traductor del Nuevo Testamento: "Jesús fracasó sin paliativos"

Es uno de los mayores especialistas españoles en el cristianismo primitivo y publica ahora una traducción y comentario sin parangón de 'Los libros del Nuevo Testamento' (Trotta)

Foto: Antonio Piñero. (Wikipedia/Juan Sol)
Antonio Piñero. (Wikipedia/Juan Sol)

Hay pocos periodos históricos tan densos, tan cruciales, también tan equívocos, como el del nacimiento y constitución del cristianismo primitivo que comienza con la predicación y muerte de un artesano judío llamado Jesús, continua con la recreación del apóstol Pablo y la recopilación de los 27 libros que configurarán el Nuevo Testamento y culmina con la creación de las primeras iglesias. La necesidad de poner orden en semejante proceso desde un punto de vista puramente científico, histórico y filológico, no podía ser más urgente 2.000 años después y, por ello, la publicación de una nueva traducción al español comentada de los Evangelios que ha culminado el erudito Antonio Piñero junto a un equipo de colaboradores marca un punto y aparte, un cambio de paradigma que no debiera pasar desapercibido.

Licenciado en Filosofía y Filología Bíblica Trilingüe, Antonio Piñero (Chipiona, 1941) acaba de llevar a buen puerto 'Los libros del Nuevo Testamento. Traducción y comentario' (Trotta, 2021), un volumen de 1.600 páginas fruto de dos años y medio de trabajo y, como él dice, "la labor de toda una vida pensando y reflexionando sobre tales cuestiones. No hay nada semejante a esto en España ni en otros países, tan rígidamente histórico. Y con todo el respeto". En sus páginas asombran novedosas conclusiones como la retirada a Lucas de la autoría de los 'Hechos de los Apóstoles' o la tesis de que Pablo de Tarso reinventó el cristianismo haciéndolo atractivo tanto para los judíos sin necesidad de renunciar a su ley como para los gentiles que no tenían por qué cumplirla.

placeholder 'Los libros del Nuevo Testamento', de Antonio Piñero. (Trotta)
'Los libros del Nuevo Testamento', de Antonio Piñero. (Trotta)

Nos encontramos con Piñero en un restaurante de Madrid a donde ha viajado para firmar los 750 ejemplares que asegura ya ha vendido en preventa de una tirada de 2.000.

PREGUNTA. Defiende en el prólogo que solo se puede estudiar al Jesús histórico, los Evangelios, el cristianismo primitivo y la cristalización de un dogma permanente desde un planteamiento histórico y literario, científico. ¿Habría que desconfiar por sistema de todo planteamiento confesional en este asunto?

RESPUESTA. Habría que desconfiar de todo planteamiento confesional en tanto en cuanto mantenga un dogma sobrenatural, pues eso ya no pertenecería a la historia. Debéis tener, queridos creyentes, la valentía de ateneros a lo que dice la historia si queréis fundamentar con solidez vuestro cristianismo. En 2021, siguen saliendo libros sobre los cuatro Evangelios que plantean cuestiones sobrenaturales como si fueran históricas, como la resurrección, o confiesan escribir "desde la fe". Es imposible tomarlos en serio.

P. Permítame hacer de abogado del diablo. Si me pongo en su lugar, entiendo que pueda molestarles semejante defensa de lo histórico y lo científico. Porque lo que se deduce entonces es que lo sobrenatural es imposible, la resurrección también y, en fin, Dios no existe. Eso resquebraja la fe y entiendo que les pueda molestar.

R. Mucho. Yo he mantenido discusiones al respecto en el pasado en televisión, por ejemplo, pero creo que la opinión pública entendía que el que daba razones era yo. Pero ahora ya no se enfrentan con nosotros, no, ahora lo que hacen es arrojar un espeso manto de silencio sobre nuestras investigaciones. Ya no hay, pues, oposición.

P. Pero se le podría responder aduciendo que no hay exégesis neutral, que usted tendrá también sus propios prejuicios.

R. Efectivamente, es posible que los tenga. Pero, si el contrario acepta que pertenece a una confesión, lo quiera o no, se ha metido en una jaula ideológica. Yo no estoy preso de ninguna, yo no veo la realidad desde unas rejas. Es cierto que puedo tener prejuicios, pero no obedezco a ninguna escuela filosófica, sociológica o teológica.

P. En la introducción afirma que negar la existencia del Jesús histórico “crea más problemas de los que resuelve”.

R. Infinitamente más.

Negar la existencia de Jesús crea infinitamente más problemas de los que resuelve

P. Y, sin embargo, al margen de las fuentes cristianas, más allá de las dudosas y escasas menciones de Flavio Josefo y de la de Tácito, que creo que usted defiende que es una interpolación cristiana posterior, no tenemos mucho más para afirmar su existencia. ¿Por qué lo hace entonces?

R. Pues porque tampoco tenemos un solo documento para afirmar la existencia del rabino Hilel o de Shamai y, sin embargo, son los fundadores del judaísmo farisaico y nadie los pone en duda. Pero su influencia es clara. En realidad, esa dificultad que usted menciona para aceptar la existencia de Jesús nace de una confusión entre Jesús de Nazaret y Jesucristo. El primero es una persona real, como Hilel, ¡es un zapatero! Un zapatero que le quitaba horas al sueño para dedicarse a predicar. ¿Por qué no puedes aceptar eso existiendo otro montón de figuras similares? Si alguien dice que Jesús no existió, lo que en realidad quiere decir es que Jesucristo, esa mezcla de hombre corriente —aunque con carisma— y de divinidad, no existió. Pero es que, además, si Jesús no existió, ¿todo el Nuevo Testamento es mentira? ¿Un buen número de judíos siguió a un mesías inventado, a una construcción mental? Es absolutamente imposible.

P. Si debiéramos redactar una biografía mínima de Jesús a tenor de lo que explica usted en el libro, describiría a un artesano galileo que adquirió fama de sanador y exorcista, fervientemente judío, que tal vez se creyó el Mesías y que, sobre todo, fracasó, como demuestra su ejecución en la cruz. ¿Es así?

R. Jesús fracasó sin paliativos, fracasó en todas sus empresas. Fracasó en Galilea donde comenzó a predicar, como prueba su recriminación a las ciudades que no se convertían pese a sus milagros. Lo recoge Mateo 11:20. "¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! (...). En cuanto a ti, Cafarnaum, ¿vas a encumbrarte hasta el cielo? ¡Hasta el infierno vas a bajar! Porque si en Sodoma se hubieran obrado los milagros que se han obrado en ti, habría perdurado hasta hoy. Sí, os lo advierto: en el día del Juicio habrá más tolerancia para la tierra de Sodoma que para ti". Es así, fue un fracaso absoluto. También en Jerusalén donde, de hecho, lo mataron.

Jesús fracasó en todas sus empresas: en Galilea y en Jerusalén, donde lo mataron

P. Y, sin embargo, aquel fracaso acaba por dar lugar a la religión más exitosa, con más fieles, de todos los tiempos.

R. Sí, señor.

P. ¿Cómo es posible?

R. Como dice Husserl, hay personas y momentos axiales en la historia. Y el momento en el que Jesús muere y Pablo de Tarso se hace su gran mercader es uno de esos momentos axiales de la humanidad. La versión que Pablo vende de aquel fracasado transformado en un ser glorioso rellena las aspiraciones de inmensas minorías que harían cualquier cosa y darían cualquier dinero por asegurar salvarse de la rueda del destino y que su alma inmortal llegase a los campos elíseos. Pablo vende un producto que encaja perfectamente en el Mediterráneo de ese momento concreto. Jesús no hubiera sido nada sin la mercadotecnia de Pablo y sus seguidores. Fue una mercadotecnia espléndida.

P. ¿Quiénes son los cuatro evangelistas?

R. No lo sabemos. Debieron ser judíos de la diáspora convertidos al judeocristianismo. Tal vez su lengua materna fuera incluso el arameo, pero seguramente conocen el griego, lengua en la que, por cierto, están escritos todos los libros del Nuevo Testamento. Digamos que el detonante para la creación de los Evangelios es el retraso de la Segunda Venida de Cristo. Si tú esperas la Segunda Venida para dentro de 10 minutos, no te preocupas de nada. Pero se retrasaba, se retrasaba, se retrasaba, en fin, se ha retrasado hasta ahora. Y entonces hizo falta institucionalizar la cosa. Los Evangelios nacen así para ofrecer a los fieles una carne a esa teología paulina sencilla que giraba sobre la muerte y la resurrección. Y la carne son los dichos, las sentencias y las acciones de Jesús. Porque así consigues un héroe, alguien a quien imitar, una primicia de tu fe y de tu propia y futura resurrección.

Jesús no hubiera sido nada sin la mercadotecnia espléndida de Pablo y sus seguidores

P. Usted en un libro anterior recogía todos los Evangelios, también los no canónicos o apócrifos. ¿Se podría decir que, pasada la moda en su día por los apócrifos, su importancia histórica es menor?

R. Sí, yo los traduje para que la gente los pudiera leer... y descubrir que son, por una parte, una simpleza, una mezcla de historietas legendarias y tonterías. Y, por otra parte, una filosofía gnóstica tan complicada que no llevaba a ningún sitio. Los gnósticos fueron perseguidos, sí, pero no podían tener éxito.

P. Pero, si defiende, como lo hacía en 'Los cristianismos derrotados', que en el periodo de conformación del cristianismo en los dos o tres siglos posteriores a la muerte de Jesús hay una lucha despiadada entre diferentes versiones del dogma, que ganase la que ganó, ¿fue producto del azar o de algún ingrediente secreto que la hacía mucho más poderosa que sus oponentes?

R. Solo hubo tres ramas en realidad. La primera fue la judía, el judeocristiano, que era, en fin, demasiado judío. La segunda, la paulina, universal. Y, la tercera, un tipo de intérprete paulino que es el gnóstico. La rama gnóstica muere por muerte natural por ser, como religión, demasiado complicada y filosófica y por ser, como filosofía, demasiado religiosa. En el siglo V desaparecen. ¿Qué fue lo atractivo de la rama paulina, la triunfante? Que te aseguraba la salvación con unos retos que salían gratis siendo los mismos que costaban un montón de dinero en el Imperio romano. Bastaba con creer, con tener fe, lo que ya te absolvía momentáneamente, y luego con no pecar, con obrar bien.

Los gnósticos tenían una religión demasiado filosófica y una filosofía demasiado religiosa

P. ¿Sin Pablo el cristianismo no habría pasado de ser una secta minoritaria?

R. No habría triunfado sin Pablo.

P. Es curioso. Hay cuestiones que pensamos que están en el credo desde el origen y que usted señala que se inventan mucho después. Como la virginidad de María.

R. Claro. La virginidad de María se inventa a finales del siglo IV, 380 años después de Jesús. Hubo alguno antes que lo defendió, pero no la Iglesia primitiva. Porque a la Iglesia primitiva jamás le interesó la virginidad de María para nada. Por la sencilla razón de que solo le interesaba el nacimiento prodigioso del héroe Jesús, pero le importaba un comino lo que hiciera María después. Es evidente que Jesús, por ejemplo, tiene hermanos.

P. Publicó también un libro sobre Jesús y las mujeres. ¿Cuál es el papel de la otra mujer protagonista de esta historia, María Magdalena?

R. Solo hay un episodio en los Evangelios antes de la crucifixión de Jesús, y esa escena es absolutamente inverosímil, en el que se mencione a María Magdalena. En Lucas 8:2-3. Ahí aparece María Magdalena como una diaconisa junto a otras mujeres. No es una de los 12 apóstoles ni la envía Jesús a predicar ni está en la última cena. Las mujeres no pintaban nada... salvo una cosa importante. Imagine usted a aquellos muertos de hambre que andaban predicando por ahí. ¿Quién les lavaba la ropa o les hacía la comida? Necesitaban una intendencia y de ella se ocupaban las mujeres.

P. ¿Cómo ve el cristianismo actual amenazado por nuevas divisiones entre una facción más progresista y otra más conservadora?

R. Bueno, yo soy historiador y estudio el pasado. Lo único que puedo decir es que eso sería el principio del fin del cristianismo. Y, si logra vencer esas tensiones, aún no lo tiene fácil. La única salvación de la Iglesia consiste en liberarse del corsé dogmático interpretando los dogmas como símbolos. Y ya han empezado a hacerlo. Aunque no tengo claro que esté en eso el Papa actual.

Hay pocos periodos históricos tan densos, tan cruciales, también tan equívocos, como el del nacimiento y constitución del cristianismo primitivo que comienza con la predicación y muerte de un artesano judío llamado Jesús, continua con la recreación del apóstol Pablo y la recopilación de los 27 libros que configurarán el Nuevo Testamento y culmina con la creación de las primeras iglesias. La necesidad de poner orden en semejante proceso desde un punto de vista puramente científico, histórico y filológico, no podía ser más urgente 2.000 años después y, por ello, la publicación de una nueva traducción al español comentada de los Evangelios que ha culminado el erudito Antonio Piñero junto a un equipo de colaboradores marca un punto y aparte, un cambio de paradigma que no debiera pasar desapercibido.

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