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De Corea del Norte a Bután, el atractivo de los destinos turísticos libres de turistas
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De Corea del Norte a Bután, el atractivo de los destinos turísticos libres de turistas

Los turistas dominan el mundo. ¿Todo? Varios países poblados por irreductibles autócratas resisten todavía y siempre a las chanclas con calcetines y las Polaroid

Foto: La estatua ecuestre de Genghis Khan es una de las principales atracciones turísticas de Ulan Bator. (Reuters)
La estatua ecuestre de Genghis Khan es una de las principales atracciones turísticas de Ulan Bator. (Reuters)

El mundo ya no es de los turistas. Al menos en este 2020. Cuentan que, en la era precovid las colas de turistas llegaron al Gran Géiser de Islandia, donde hace 1.200 años no había llegado la civilización, pero no la de los malentendidos culturales, las cadenas de comida rápida ni los palo-selfis, sino ninguna de ningún tipo. Antes de la pandemia, uno podía acabar pidiendo la vez para subir a la cima del Krakatoa o vivir la experiencia selvática al estilo 'Supervivientes': rodeado de cámaras y con carne de cocodrilo envasada para sentirse aventurero pero no demasiado. Desde que el viaje de placer se ha democratizado, pensarán aquellos rentistas del siglo XVIII que empezaron con aquellos 'tours' de autodescubrimiento —o simplemente hedonismo—, ya no es lo mismo. Porque para lo que servía entonces cruzar fronteras por motivos de asueto era, principalmente, para distinguirse y evidenciarle al pobre su cualidad de pobre.

Ahora, la mayor parte del primer mundo puede permitirse viajar por gusto. Aunque sea al pueblo de los abuelos, donde desde que construyeron la piscina municipal, ni tan mal. Porque la masificación es la misma allí que en Phuket, según dicen, donde, seguramente, además de excursiones para bucear con tiburones haya un puesto de venta de Frigopiés. Exotismo controlado, no vaya a ser. Hasta el último reducto de los exploradores modernos, la Estación Espacial Internacional, se convertirá en un resort para tarjetas platino: después del trasplante de pelo, el viaje al espacio será el último 'must' para Elon Musk y compañía. Si la diferencia entre las calles de Nueva York y los probadores de Zara ya no existe, ¿dónde puede viajar, en pleno siglo XXI, el überturista, el viajero que reniegue de sus semejantes?

La mayor parte del primer mundo puede permitirse viajar por gusto. Aunque sea al pueblo de los abuelos, donde desde que construyeron la piscina municipal, ni tan mal


Uno de los países con menos turistas del mundo es Moldavia. De esta región dijo en 1847 el escritor e historiador alemán Johann George Kohl (1808-1878) que "las penas causadas a este país por sus divisiones perdurarán, ya que la operación todavía no se ha completado". Lo primero que reseña la periodista estadounidense Anne Applebaum, especializada en países de Europa del Este, es que Moldavia es un país de vino. En su libro 'Between East and West: Across the Borderlands of Europe' Applebaum describe Chisinau, su capital, como una ciudad que siempre se ha encontrado en las fronteras de los imperios, con lo que ninguno de los gobernantes se ha tomado la molestia de construir una ciudad bonita. "Chernovtsi tiene sus preciosas plazas y Kamenets [ambas en Ucrania], su castillo imponente, pero Chisinau no tiene nada de eso. Mientras conducimos por la ciudad no paro de buscar algo que le pueda dar carácter: un edificio reseñable, un mercado callejero, una calle memorable. Pero la mayoría de los edificios no tienen ningún valor en sí mismos. Son solo construcciones de provincias, ecos distantes de edificios más importantes en lugares más importantes".

placeholder Chisinau, capital de Moldavia.
Chisinau, capital de Moldavia.


Bangladesh es otro de los países que menos turistas reciben, en este caso, principalmente, debido a la inestabilidad política y social de la zona. Los periodistas indios Eyamin Sajid y Jahidul Islam explican que, además, el país no está preparado para hacerse entender por los foráneos: "al llegar al Aeropuerto Internacional de Hazrat Shahjal, enseguida te sientes perdido. No puedes leer ninguno de los carteles de las carreteras ni puedes preguntar por una dirección a los autóctonos si no hablas el idioma local. Todo está escrito en bangla y ningún conductor de 'autorickshaw' —los típicos vehículos triciclos motorizados— habla inglés". Bangladesh es el país 133 de 140 en los 'rankings' del sector turístico, también debido a que las infraestructuras no están en buenas condiciones y no hay buenas plazas hoteleras. El monumento más famoso del país data de los años 70 y es el Memorial a los Mártires Nacionales, que conmemora la independencia de Bangladesh de Pakistán. Entre todo lo anterior y la inseguridad para el turista extranjero, la verdadera aventura sería viajar a Daca y no acabar en Mataporquera.

Cada vez hay más agencias de viaje que ofrecen visitas al último destino turístico virgen que en realidad es, al mismo tiempo, como ir de excursión a los sets de rodaje de Tabernas pero con militares, en vez de vaqueros. Destinos anteriormente tan blindados a los extranjeros como Corea del Norte, Turkmenistán o Bután. El ex Monty Python Michael Palin ha publicado recientemente su 'Diario de Corea del Norte', el libro de viajes que escribió tras viajar al país de los Kim para rodar un documental para la BBC y que Paula Corroto reseñó para 'El Confidencial'.

placeholder Michael Palin en Corea del Norte.
Michael Palin en Corea del Norte.


"Palin narra su viaje puntualizando en todas aquellas situaciones que al menos suponen enarcar un tanto las cejas para cualquier turista occidental", advierte Corroto. "Para empezar, a Corea del Norte no se puede viajar solo, sino que tienes que ir en un 'pack' viajero dirigido por un turoperador, que en este caso es Koryo Tours, de Nick Bonner, uno de los pioneros del turismo en este país. Que cualquiera se olvide de ir de mochilero. Por supuesto, Palin y su equipo de rodaje están acompañados todo el tiempo por un par de guías y otros tantos individuos encargados de vigilar qué se puede grabar y qué no (y muchas cosas, absurdas, como unas simples obras, se prohíben por 'la mala imagen' que puede mostrar el país)".

A Corea del Norte no se puede viajar solo, sino que tienes que ir en un 'pack' viajero dirigido por un turoperador, que en este caso es Koryo Tours, de Nick Bonner, uno de los pioneros del turismo en este país


"La entrada a Corea se realiza en tren por Dandong, ciudad fronteriza con China", prosigue. "Los vagones, dice el autor, se asemejan bastante a los de los europeos de los años cincuenta. De ahí llegan a Pyongyang, la capital, donde Palin se encuentra, a la mañana siguiente, con la primera sorpresa: a las seis de la mañana suena todos los días por los altavoces de la ciudad 'algo que podía haber creado Brian Eno', escribe el cómico. 'El sonido está por todas partes. No suena particularmente alto, pero es misteriosamente seductor y resulta imposible ignorarlo', añade. Es una marcha en honor de Kim Il Sung y es el soniquete que despierta cada día a los norcoreanos y los acompaña al trabajo. Un hilo musical, quieras o no quieras escucharlo". Un viaje ideal para visitar ya no otro mundo, sino otro planeta.

De viaje por autocracias

Otra autocracia es la de Gurbanguly Berdimuhamedow, sucesor de Turkmenbashi, odontólogo, amante de los caballos y máxima autoridad de Turkmenistán. Al igual que en Corea del Norte, el acceso al exmiembro de la URSS poco referenciado en las guías de viaje es complicado para el turista occidental. Pero una vez dentro, y si se sobrepone a la barrera idiomática, el aventurero se encontrará con la mismísima puerta del infierno —una prospección de gas que lleva más de cuarenta años ardiendo en medio del desierto turkmeno— o maravillas como Asjabad, una capital construida casi exclusivamente a base de mármol y oro y repleta de fuentes de agua. La periodista noruega Erika Fatland lo cuenta en su libro 'Sovietistán: un viaje por las repúblicas de Asia central' (Tusquets).

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"El hombre que forjó Turkmenistán tras la caída de la URSS fue el muy estrafalario dictador Niyázov, alias Turkmenbashí quién, hasta su muerte en 2006, se entregó a una locura urbanística y securitaria forjada en mármol, vigilancia policial y culto a la personalidad", cuenta Daniel Arjona en este artículo sobre el libro de Fatland. "Cambió de un plumazo el alfabeto convirtiendo de facto a gran parte de sus súbditos en ágrafos, afirmó que era un profeta que descendía de Alejandro Magno y de Mahoma y prohibió el maquillaje, la ópera, el circo y los perros por no ser "turcomanos". Turkmenbashí cambió más tarde por decreto los nombres de los días de la semana y de los meses, reprimió con ferocidad a la población y, a su muerte, y pese a los amplios recursos de su nación, sus faraónicos proyectos dejaron en la ruina al país".

Turkmenbashí cambió más tarde por decreto los nombres de los días de la semana y de los meses, reprimió con ferocidad a la población

Bután suele ser otro de los exóticos e inhabituales destinos que ofrecen estas empresas de viaje expertas en destinos turísticos sin apenas turistas. El país asiático lleva menos de 12 años de relativa democracia después de décadas y décadas de dictadura a manos de la dinastía Wangchuck. Situado en el Himalaya, el mayor atractivo de este país diminuto independizado de la India en 1949, aparte de su naturaleza montañosa y casi virgen, es la posibilidad de visitar un estado anclado en una época anterior al Starbucks café y, en muchos casos, a la electricidad.

placeholder Bután.
Bután.

"Bután parece una quimera hecha realidad. Este reino enclavado en medio del Himalaya permanece como hace siglos, con sus creencias budistas, sus pueblos aislados entre montañas de más de 6.000 metros y senderos jalonados por santuarios con banderas que lanzan oraciones al viento", cuenta Elena Butragueño para 'National Geographic'. "Con un patrimonio natural y cultural casi intacto, Bután basa su atractivo turístico en el ritmo lento que rige los días tanto de locales como de visitantes. Su emplazamiento, entre cañones y picos escarpados, es la clave de la 'ralentización vital' que se observa a lo largo de este viaje, un recorrido que parte del valle de Paro, visita la capital, Thimphu, y se adentra en los bonitos valles de Punakha, Phobjika y Bumthang, punteados de aldeas y monasterios. El preludio a las experiencias que aguardan al viajero en Bután es espectacular: el montañoso relieve que rodea el aeropuerto internacional de Paro obliga al avión a entrar por un desfiladero y a casi colocarse de lado antes de tomar tierra".

Bután ofrece la posibilidad de visitar un estado anclado en una época anterior al Starbucks café y, en muchos casos, a la electricidad


En el verano sin turistas, en estos países nadie notará el descenso de visitantes ni la falta de ocupación ni recibirán a los extranjeros en el aeropuerto batiendo las palmas como en el advenimiento. Ellos seguirán a lo suyo sin saber que, al borde del Mediterráneo existe algo llamado Benidorm, el paraíso del turista, donde el sol nunca se pone, las luces nunca se apagan, el alcohol no deja de correr y la gente tiene la piel rojiza y crujiente, lista para ser devorada por los turoperadores.

El mundo ya no es de los turistas. Al menos en este 2020. Cuentan que, en la era precovid las colas de turistas llegaron al Gran Géiser de Islandia, donde hace 1.200 años no había llegado la civilización, pero no la de los malentendidos culturales, las cadenas de comida rápida ni los palo-selfis, sino ninguna de ningún tipo. Antes de la pandemia, uno podía acabar pidiendo la vez para subir a la cima del Krakatoa o vivir la experiencia selvática al estilo 'Supervivientes': rodeado de cámaras y con carne de cocodrilo envasada para sentirse aventurero pero no demasiado. Desde que el viaje de placer se ha democratizado, pensarán aquellos rentistas del siglo XVIII que empezaron con aquellos 'tours' de autodescubrimiento —o simplemente hedonismo—, ya no es lo mismo. Porque para lo que servía entonces cruzar fronteras por motivos de asueto era, principalmente, para distinguirse y evidenciarle al pobre su cualidad de pobre.

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