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Vetusta Morla: "La obsesión por regalar canciones no nos hace ningún bien"
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Vetusta Morla: "La obsesión por regalar canciones no nos hace ningún bien"

Conversamos con el exitoso y muy peculiar grupo español a propósito de la salida de su quinto disco: 'MSDL - Canciones dentro de canciones'

Foto: Vetusta Morla. (Foto: Carolina Sánchez / Pequeño Salto Mortal)
Vetusta Morla. (Foto: Carolina Sánchez / Pequeño Salto Mortal)

Vetusta Morla es un grupo de excepción, de esos pocos que surgen cada mucho. La afirmación no solo encuentra respaldo en sus cuidados discos y potentes directos. También en su proyecto, filosofía e historia. Y, por supuesto, en que hayan conseguido un reconocimiento que hace tiempo sobrepasó todo techo imaginable. Desde hace un lustro, los de Tres Cantos (Madrid) gozan de una extraña posición de privilegio: la de hacerse gigantes sin renunciar a lo que son.

Esa particularidad les permite hacer lo que les plazca a cada momento, sin miedo a la respuesta comercial, aunque la gesta es tan inusual como meterse en el laberinto de repensar su anterior disco, 'Mismo Sitio, Distinto Lugar' (2017), que, como el resto, fue todo un éxito. En esas llega 'MSDL - Canciones dentro de canciones' (2020), quinto larga duración de los madrileños, que llevan toda una vida haciendo equilibrio entre lo alternativo y el mainstream. O más bien al margen de ambos. Tal vez, como cantaban en 'Mapas' (2011), eso sea lo que les hace grandes. "Tal vez, cada guiño esconda / La llave que intentas tener".

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"Para nosotros este disco no es una regrabación del anterior, es otro disco completamente distinto", aclara Guillermo Galván al otro lado del teléfono, desde donde atiende a El Confidencial durante media hora. "La idea de MSDL surge en un concierto de los Veranos de la Villa en Madrid en 2018. Veníamos de hacer el concierto de la Caja Mágica, con 40.000 personas, y a las pocas semanas hicimos aquel directo sorpresa en un parque, para muy poquita gente", rememora el músico, que enfatiza que "el público era de todo tipo de edades y gustos, no era solo público de Vetusta Morla".

placeholder Vetusta Morla - 'MSDL'
Vetusta Morla - 'MSDL'

Aquella actuación se planteó como si el escenario fuera su local de ensayo, tocando en círculo e interpretando íntegro su entonces nuevo disco. "Queríamos que vieran cómo nos relacionábamos entre nosotros. También había un poco de pedagogía, de historias que contábamos sobre las canciones o los instrumentos que estábamos tocando, que eran diferentes a los que veníamos utilizando", desarrolla Galván, que reparte sus tareas en la banda entre letras, coros, guitarras y teclados.

¿Mismo laberinto, distinto disco?

La experiencia fue tan bien que decidieron llevarla más allá. "La idea era grabar ese formato, con todas esas canciones con el mismo orden, bajo la idea de estar tocando todos juntos, mirándonos los unos a los otros. Igual que en 'Mismo Sitio, Distinto Lugar' cada canción era un mundo de producción e instrumentación, queríamos que MSDL fuera todo lo contrario, que tuviéramos una serie de limitaciones impuestas 'a priori'", continúa Galván.

Para grabar aquel álbum, Vetusta Morla se desplazó hasta los estudios Hansa de Berlín, los mismos en los que leyendas como David Bowie, Iggy Pop, Depeche Mode o U2 registraron algunas de sus referencias más celebradas. Allí revolvieron los almacenes para probar absolutamente todos los instrumentos que atesoraba el lugar. El contraste, claro, ha sido tremendo al acotar todo eso durante la nueva grabación, que tuvo lugar en Estudio Uno (Colmenar Viejo), que "presentaba las condiciones que necesitábamos, como una sala grande donde pudiéramos estar todos". Por cierto, durante su paso por las cabinas alemanas grabaron extras con formato similar, aunque acústico.

La concepción del proceso de creación como un laberinto es el núcleo del proyecto. "Las canciones no dejan de ser un trazado que tú haces a través de un laberinto, como los libros de elige tu propia aventura de cuando éramos pequeños: según la página a la que vayas tendrás una historia o final distinto", incide Galván, que recuerda que "a lo largo de la preparación del disco se van tomando decisiones que te van eliminando opciones hasta acercarte a la que has elegido. Cada elección es una renuncia a otras y pasamos más tiempo casi desechando que eligiendo".

La pregunta que querían responder era la siguiente: "¿Qué hubiera pasado si todas las decisiones que se toman al hacer una canción, ya sean de producción, estilo o instrumentación, hubieran sido otras? ¿Qué pasaría si a estas canciones les damos una vuelta, les faltamos al respeto?". "Lo que era un vals lo convertimos en un tres por cuatro, lo que era una canción con un peso fuerte en lo rítmico ahora lo tiene en lo armónico, en lo melódico", explica en referencia a '23 de junio' y 'Te lo digo a ti', respectivamente.

Nos preguntamos: ¿qué pasaría si a estas canciones les damos una vuelta, les faltamos al respeto?

A nivel sonoro y musical, la estética de buena parte de las pistas recuerda a la época de 'Mapas'. Quizá el caso más destacado sea 'Deséame suerte', que en algunos momentos parece hacer guiños a la épica 'Los días raros'. Una sorpresa para muchos: la banda parecía ya moverse por derroteros bien distintos, con un sonido cada vez más propio que, sí, les alejaba de aquella etiqueta de 'los Radiohead españoles' con la que muchos les calificaron en sus inicios.

Aunque ellos insisten, parece complicado considerar 'MSDL - Canciones dentro de canciones' como un LP más de su discografía, por muy completo que haya sido el reciclaje en algunos casos. Tampoco es una regrabación al uso, claro, sino que juega un curioso papel intermedio. Sí que abrirá un proceso interesante entre los seguidores del grupo, que suelen ser de lo más variopinto. ¿Se quedarán con las versiones que conocían? ¿Preferirán lo nuevo? ¿Ambas? Seguramente dependa de cada corte y, sobre todo, de cuál de las muchas aristas del grupo prefiera cada uno.

'Streaming' de vaporeta

Como es costumbre, los madrileños han vuelto a preparar un formato físico de lo más cuidado, jugando con la idea del laberinto, que se expande por el interior para que el oyente lo despliegue y siga "no solo visual, sino que tienes que ir desplegando como si fueran palas para llegar al vinilo y al CD". Vinilo y CD. El disco saldrá en una edición única que aúna ambos formatos. El primero está teniendo una segunda vida, pero... ¿el CD tiene los días contados? "A lo mejor estamos ante los últimos discos en formato físico que se conocen, no sabría decir, pero me daría mucha pena", contesta.

Sí pone en valor el papel de la música en 'streaming', que "es lo que hace una amplísima mayoría de la gente". "Sería un poco paternalista pensar que la única manera de escuchar música es la que teníamos nosotros cuando poníamos un vinilo", sugiere sobre ese punto: "Eso está fenomenal, es como nos hemos criado y conseguido tener nuestra educación sentimental relacionada con la música; pero es tan respetable como la experiencia que tiene el chico o la chica de 17 años con unos auriculares a través de ese móvil".

Sin embargo, Galván rompe una lanza a favor de lo que rodea al formato físico, ya que "quien está detrás de las tiendas de discos tiene un amor por la música que no tiene quien está detrás de una empresa de 'streaming'". "Quien está al mando de esas plataformas o de YouTube quiere que le llenes el cesto de contenidos, y le da exactamente igual que sean musicales o un tío abriendo la vaporeta", desarrolla para lamentar que "las tiendas pequeñas se las van a ver muy canutas para seguir adelante". De todos modos, aclara que intenta "no ser nostálgico con la caída del formato porque evidentemente nos vamos a enfrentar a una época donde lo físico, empezando por nuestros propios cuerpos, van a ir tomando otras connotaciones".

Quien está detrás de las tiendas de discos tiene un amor por la música que no tiene quien está detrás de una empresa de 'streaming'

Para el encargado de cuerdas y letras en Vetusta Morla, la cuestión es otra. Que "más allá del formato, se siga haciendo música, que pueda ser compartida y que la gente pueda vivir de ello". "Si la ausencia de formato o el formato permiten que el trabajador de la música pueda vivir de su esfuerzo y su trabajo, bienvenido sea", expone. Hoy en día, en cambio, no parece fácil. El sector lleva tiempo denunciando los exiguos ingresos que les llegan de plataformas como Spotify, YouTube, Apple o Amazon. En el peor de los casos —léase VEVO—, hay quien necesita hasta 1.500 escuchas para recibir un euro.

"Creo que será la pelea por la que tendremos que luchar desde ya", afirma Galván que, subraya, "tampoco tiene mucho sentido que, desde la cuarentena, haya surgido por parte de mucha gente esta especie de obsesión compulsiva de tener que subir contenidos todos los días y regalar canciones". "Entiendo que lo hacen de manera gratuita, desde el altruismo y generosidad de compartir el trabajo, pero al final eso está llegando a plataformas que multiplican sus beneficios", considera antes de zanjar el asunto: "Si nos obligamos a tener una hiperproducción constante justo en los momentos en los que más hay que pararse a pensar, a la larga no nos estamos haciendo ningún bien".

Dos décadas vetustas

Como todo lo que hace el grupo madrileño, 'MSDL' lo publica Pequeño Salto Mortal, el sello que fundaron para autogestionar su carrera. Aunque no sacaron un larga duración hasta 2008 —el emblemático 'Un día en el mundo'—, lo cierto es que todo empezó diez años antes. "La fase previa a aquel disco quizá es la menos conocida por el público, pero es tan importante o más que la posterior", considera Galván, que aprecia el doble filo con el que jugaban: "Llevábamos un ritmo más lento que el resto porque quizá dimos ciertos pasos que nos hacían tener más control sobre lo que hacíamos".

Aquella grabación pasó por muchas discográficas, aunque ninguna apostó lo suficiente por él. "Hubo alguna oferta, pero nos parecía que no estaba a la altura económica ni de amor por el proyecto de lo que pensábamos que merecía. Algunos decían que el disco les encantaba, que era una maravilla, pero que no entraba en la línea de su disquera. Eso nos pasó tanto independientes como multinacionales", relata el guitarra y teclista.

placeholder Vetusta Morla. (Foto: Carolina Sánchez / Pequeño Salto Mortal)
Vetusta Morla. (Foto: Carolina Sánchez / Pequeño Salto Mortal)

A Vetusta Morla se les suele tachar con aquella etiqueta de 'muy alternativos para lo comercial, muy comerciales para lo alternativo'. Como han repetido hasta la saciedad —y seguramente tengan razón—, ninguna de estas etiquetas significa algo concreto en 2020. "A nivel estético nos han metido en sacos que no tienen nada que ver con nosotros: no son mejores y peores, solo no tienen nada que ver con nuestra idiosincrasia y nuestra manera de pasar", resalta Galván. Eso sí, el ambiente era distinto cuando empezaron, y moverse en ese claroscuro un deporte de riesgo. Pero ellos arrasaron.

Su debut iba cargado de himnos: 'Valiente', 'Copenhague', 'Sharabbey Road', 'La cuadratura del círculo' o la homónima 'Un día en el mundo'. Su versión acústica —'Otro día en el mundo'— supuso el videoclip más icónico de la banda, con unos entonces jóvenes desconocidos que bajaban de su piso para interpretar la canción mientras recorrían el centro de Madrid. No es de extrañar que, por eso mismo, fuera uno de los momentos más emotivos del concierto con el que celebraron el décimo aniversario del disco: las pantallas reflejaban a aquellos veinteañeros para acabar fusionándose con los componentes mientras subían al escenario.

"Nosotros decidimos autogestionar nuestra carrera antes de 2008 porque pensábamos que era la mejor manera de trabajar el contenido y la forma de una manera paralela, aplicando el mismo cariño a la composición de una canción que al diseño de un disco y la manera en que llega al público", argumenta Galván que, agrega, ese modelo "es válido se tenga éxito o no". "No puede medirse en esos términos porque anularía a las demás propuestas autogestionarias que no lo han tenido", reflexiona antes de defender que "Vetusta Morla es un proyecto, un colectivo, más allá de ser una banda de música".

"El disco que cambió nuestras vidas", han dicho en innumerables ocasiones. ¿Cómo fue pasar de ser un grupo de amigos a reventar pabellones? "Éramos un grupo de amigos y lo seguimos siendo", matiza el músico: "Lo que intentamos fue disfrutar de nuestro trabajo, que entonces era un hobby, y hacerlo con todo el cariño. Lo que te salva es lo que haces con amor; el resto de las cosas te pueden ir bien, mal o regular, pero si lo haces con cariño da igual cómo vaya porque va a ser algo que ha sumado en tu vida y te ha hecho ser mejor".

Éramos un grupo de amigos y lo seguimos siendo. Lo que intentamos fue disfrutar de nuestro trabajo

Sobre aquella etapa, recuerda que eran "por primera vez empezaban a vivir de algo que les gustaba". "Llevábamos tiempo haciendo todo tipo de trabajos, compatibilizándolos con la música, dos empleos, tres empleos, faltando los jueves, viernes y sábados porque había que ir a tocar... Era muy complicado", rememora el guitarrista y teclista, aunque hoy ya lo ve con el afecto de "alguien que tiene mucha precariedad pero que empieza a tener la posibilidad de pagar el alquiler con lo que gana en los conciertos". Su objetivo inicial, cuenta, era "hacer un disco que permitiera hacer otro, que el trabajo de hoy permitiera seguir haciéndolo el día de mañana". "Por suerte seguimos en esa rueda".

El gran salto mortal

Esa rueda ha alcanzado un tamaño que hace difícil pensar en otro grupo español de la última década se les acerque. El reclamo creciente de su música llevó a tuvieran que optar por una multinacional —Sony— para la distribución y edición, algo que levantó ampollas entre los más puristas. "El nuevo disco lo saca Pequeño Salto Mortal, igual que todos. Nosotros seguimos teniendo nuestra discográfica y es la que hace el disco, la que toma las decisiones: el arte, el formato el seguimiento de fábrica... Cambia quién lo lleva a la tienda, pero tenemos la misma independencia que hemos tenido en estos 20 años", responde Galván sobre este asunto.

El motivo para tomar aquella decisión fue el punto de inflexión —el gran salto mortal— que supuso 'La Deriva' (2014), disco con el que pasaron de actuar en salas como La Riviera —algo más de 2.000 espectadores— a darse auténticos baños de multitudes, llenando el madrileño Palacio de los Deportes, de unas 15.000 localidades, varias noches consecutivas. Aquel hito sirvió para grabar '15151' (2015), su doble disco en directo. "Después de 'La Deriva' tuvimos que cambiar de empresa que ponía los discos en las tiendas, y lo hicimos en un momento donde la demanda de la banda en tantos países nos hacía imposible mantener una estructura que diera a basto y permitiera ir a tocar a diferentes sitios de una manera saludable", justifica.

Sus letras suelen ser crípticas, pero eso no impide que traten asuntos de carácter político y social. Más allá de las canciones, la banda siempre ha hecho visible sus posicionamientos, también en sus conciertos, donde es habitual escuchar mensajes en favor de la lucha contra los desahucios, la violencia machista o en defensa de la Educación y la Sanidad pública. Como muestra, Los Abrazos Prohibidos, la canción que lanzaron hace un par de semanas para apoyar a los sanitarios, rodeados de una paleta de artista de lo más variado: desde Christina Rosenvinge a Dani Martín, pasando por Eva Amaral, Ismael Serrano, Joaquín Sabina o Kase.O. Los beneficios que genere van donados a perpetuidad al CSIC para la investigación del coronavirus.

"Llevamos hablando y compartiendo nuestras opiniones políticas desde que empezamos y no nos ha ido mal. Cuando uno es sincero y dice lo que piensa sobre las cosas, a medio y largo plazo tiene su público y la gente no se lleva engaño. Para mí penaliza más él que hoy dice una cosa y mañana otra", apunta el componente de Vetusta Morla sobre la cuestión. Algún seguidor despistado se ha acabado marchando de sus conciertos al escuchar las proclamas políticas porque —sorprendentemente— no esperaba aquello. "Cada cual es libre de irse de donde quiera si algo no le gusta, pero estamos hablando de una minoría", dice el músico, quitando hierro al asunto. "Mientras se haga con respeto, que uno dé su opinión no solo estética, también política, en un momento determinado, no creo que sea perjudicial para nadie".

¿Alguna vez tuvieron miedo de que les pasara factura todo esto? Galván da la respuesta más concisa de la charla: "No, nunca".

La vuelta a los escenarios

Vetusta Morla llevan tiempo girando internacionalmente, sobre todo gracias a la calurosa acogida en Latinoamérica, donde destacan su paso por México, Colombia y Argentina. También han hecho tours por Estados Unidos y el resto de Europa, donde los grupos españoles suelen tener más difícil encaje, aunque parece que también están acabando con esas barreras.

Sin ir más lejos, la revista 'Billboard' los reconoció como uno de los mejores conciertos que se dieron en Norteamérica en 2019: "Las voces platónicas de Pucho deleitaron a la audiencia con una recitación unificada, pasando de clásicos como 'Maldita Dulzura' o 'Copenhague' a la hipnótica 'Los Días Raros'". La misma publicación incluyó a 'La Deriva' como uno de los mejores discos en castellano de la década.

Lo bueno de que el disco sean nuevas versiones de canciones anteriores será que el grupo no tenga que desprenderse de sus clásicos en los conciertos

Para muchos fans, lo bueno de que el nuevo disco sean nuevas versiones de canciones anteriores será que el grupo no tenga que desprenderse de algún clásico para los conciertos. En la última gira ya hubo conciertos con descartes dolorosos, como 'Saharabbey Road': los conciertos acababan con el público coreándola a pleno pulmón. "Todo depende de la narrativa de cada gira. Hay canciones que cumplen su función en distintos momentos", explica Galván, que más bien lo ve como ventaja: "Lo bueno de tener una discografía extensa es que te puedes permitir dejar algo fuera. Es como lo que ocurre con los entrenadores, para los que siempre es mejor tener una plantilla amplia y dejar una estrella en el banquillo que tener que jugar siempre con los mismos y acabar cansado".

El nuevo disco iba acompañado de la correspondiente gira, que había tenido sus primeras fechas, pero la pandemia paró en seco tanto el lanzamiento —debería haber salido en marzo— como los conciertos, donde se quedaron a punto de caramelo. "La semana del inicio del confinamiento teníamos cerrado el Royal Albert Hall de Londres y lo vivimos con una mezcla de pena, responsabilidad y convencimiento de que cancelarlo era lo más apropiado. Nos toca esperar", relata el músico.

Todo apunta a que los conciertos de pequeño formato volverán antes que aquellos en recintos multitudinarios, algo que viven "con la resignación que toca". "No soy científico y sería absurdo que cuestionase cuándo hay que volver o no a hacer grandes conciertos", asevera antes de apostillar: "Lo siento mucho por el equipo, como los técnicos. Hay un montón de gente y familias que viven de las giras de Vetusta Morla, al igual que nosotros vivimos gracias a ellos. Esto es un ecosistema: si no hay gira, no hay rueda. Pero hay otras prioridades y tengo que entenderlo".

Galván prefiere cambiar de óptica, "hacer balance y pensar en lo que estamos consiguiendo, en cuidarnos los unos a los otros". "Hay que estar como un bombero, esperando para cuando nos toque salir a hacer nuestro trabajo y, mientras, seguir haciéndolo en casa y aprovechando para hacer cosas que no suelo hacer normalmente, pero no viviéndolo con una necesidad de estar produciendo todo el rato". Aunque a los de Tres Cantos les ha pillado todo en un momento de lo más dulce, prefieren no pensarlo: "A todo el mundo nos ha venido mal porque teníamos algo mejor que hacer que pararlo todo y quedarnos en casa".

Vetusta Morla es un grupo de excepción, de esos pocos que surgen cada mucho. La afirmación no solo encuentra respaldo en sus cuidados discos y potentes directos. También en su proyecto, filosofía e historia. Y, por supuesto, en que hayan conseguido un reconocimiento que hace tiempo sobrepasó todo techo imaginable. Desde hace un lustro, los de Tres Cantos (Madrid) gozan de una extraña posición de privilegio: la de hacerse gigantes sin renunciar a lo que son.