El Marqués de Santillana, maestro de Yoda y otras irresistibles historias del español
En 'Una lengua muy muy larga' la profesora de la Universidad de Sevilla Lola Pons recopila un centenar de relatos sobre la Historia de nuestra lengua
“Guay del que duerme solo”. No, esta frase no ha salido del Whatsapp de una niña redicha que justifica la noche que su padre ha pasado en el sofá. Tampoco se alegra del mal ajeno, e incluso se podría decir que se compadece. Porque antes de que supliese a cualquier palabra con la que expresar aprobación, alegría o felicidad y llegase dispuesta a quedarse muchos años, "guay", como recoge la RAE, era una onomatopeya que imitaba al lamento. En este caso era el Arcipreste de Talavera quien, a pesar de su misoginia lamentaba su soledad, y antes de su "renacimiento" en los años 80, utilizaba guay en sus escritos para expresar su enorme pena. Y es la profesora titula en el Área de Lengua Española de la Universidad de Sevilla, Lola Pons, la que se ha encargado de recopilar, esta y otras anécdotas de la Historia del español en 'Una lengua muy muy larga'. Un ensayo publicado por Arpa editores que ya ha alcanzado su cuarta edición, sumando nuevas historias a la creación editada originalmente en 2016.
"Empecé a escribir este libro porque observé que había mucho contenido divulgativo sobre historia del arte o de las matemáticas y que en cambio, aunque los hablantes reflexionan mucho sobre su idioma no tenían un libro divulgativo sobre la Historia de la lengua" la autora en conversación telefónica con El Confidencial. Con experiencia docente de Dialectología e Historia del Español en las universidades de Tubinga y Oxford, Pons tenía tres objetivos muy claros cuando comenzó a escribir su libro: "mostrar que la "k" no es tan moderna, que abreviar no es nada moderno y que la gente antes también decía guay". Pero además de eso la autora consigue que el lector conozca mejor la lengua a través de elementos de la cultura popular que la hacen más atractiva y accesible. "No sólo está la cultura letrada para explicar las historias de la lengua, está Ikea, igual que está Yoda o Rafaella Carrá". Y eso es solo el principio.
Antes de adentrarse en los momentos históricos, y no tanto, que han contribuido a que hablemos como lo hacemos hoy, es necesario resolver un par de dudas. La primera y más urgente, esa que quita el sueño a padres y profesores cuando cogen el móvil o una carpeta de cualquier adolescente es si hoy, cerrando el 2017, se habla peor que antes. "Es una percepción constante. En todas las épocas siempre hay gramáticos y eruditos que dicen que se habla ahora peor que nunca, y que antes se hablaba muchísimo mejor. En todas las épocas la gente joven habla de manera distinta a la culta, y en todas las épocas ha habido diferencias geográficas" explica Pons antes de aclarar la eterna duda: ¿nuestra lengua es el castellano o el español? "Hoy depende mucho de connotaciones políticas"responde antes de aclarar que "la propia aparición de la palabra castellano en la Constitución hace que los niños andaluces estudien lengua y literatura castellanas en libros que enseñan quién es García Marquez o quién fue Cortázar. Filológicamente preferimos hablar, desde un punto de vista temporal, de castellano hasta el siglo XV inclusive y de español a partir del siglo XVI."
El español imperativo
"Sin una bandera ni un himno al que todos se abracen unánimemente" la autora propone en 'Una lengua muy muy larga' dos signos patrióticos complementarios, "la letra ñ y el imperativo". La primera, esa rareza que los teclados anglófonos no contemplan, nació "de la costumbre gráfica de abreviar la doble "n", presente en muchas palabras del latín, con una lineta" explica Pons antes de señalar que lo distintivo de la duodécima consonante del alfabeto español es la letra en sí, ya que "el sonido lo tienen otras lenguas romances. Lo curioso es que el español creó, de esa costumbre gráfica, una letra nueva". Un nacimiento llamativo para una letra que hoy en día es el símbolo de nuestra lengua.
Para la autora, otro de los elementos "representativos de la cultura hispánica" son las formas gramaticales que expresan una orden. "Los imperativos dan mucho juego. 'Si me queréis irse', 'Andreíta cómete el pollo', 'Váyase señor González'... Por no hablar del "se sienten coño" del 23-F. Los imperativos dan mucha variación gramatical porque son formas de dirigirse a un grupo de personas" comenta Pons antes de detallar que "las formas de segunda persona son muy variables en el mundo hispánico, porque una parte carece del pronombre vosotros y tiene el pronombre ustedes". Un matiz que implica variación y para aclararlo la autora alude al "irse, iros, idos” que nos dio tanto juego este verano con la norma académica".
Ikea y Yoda
Para escribir su particular Historia del español, Lola Pons ha encontrado la inspiración en los lugares más insospechados. "En una de tantas visitas a Ikea, como cualquier español, me pongo a reflexionar sobre esos nombres extraños que tienen las palabras suecas, y percibo que formas que, obviamente por pura casualidad, son formas que existieron en el español antiguo". Para la autora, esta "es una excusa más para enseñarle al lector que han desaparecido algunas palabras del español antiguo, o que se han renovado." Y a través de cojines, lámparas y sillas descubrimos que los curiosos nombres de los productos de la firma sueca sirvieron, en otro tiempo, para expresarse o para referirse a objetos presentes en la Península Ibérica.
La galaxia ficticia creada por George Lucas sirve a la autora para unir una corriente literaria del siglo XV español con el maestro Yoda.
Otra de las referencias culturales a las que recurre 'Una lengua muy muy larga' para adentrarse en el pasado de nuestra lengua pertenece a una saga de largometrajes conocida en el mundo entero, 'Star Wars'. La galaxia ficticia creada por George Lucas sirve a la autora para unir una corriente literaria del siglo XV español con el maestro Yoda. "La colocación del verbo al final de la frase" explica la profesora "es una práctica bastante común en el latín literario, una práctica que no se daba de manera espontánea en el español, pero que en el castellano del siglo XV fue imitada por diversos escritores cultos, que intentaban acercar su forma de escribir a los patrones viejos del latín". El Marqués de Santillana o Juan de Mena formaron parte de esa corriente, similar a la forma de expresarse del mítico personaje de ficción, lo que llevó a algunos seguidores de la saga a sostener, según el libro de Pons, que los guionistas se inspiraron en la misma fuente que los escritores castellanos de aquella época, el latín. "El latín explica tantas cosas, aunque lo tengamos tan alejado de nuestra práctica educativa" sentencia al respecto la autora.
Intrusos, adquisiciones y 'procés'
En el centenar de historias que componen 'Una lengua muy muy larga', Pons también se detiene a analizar esas letras que se colaron en el alfabeto español, y que fueron colocadas las últimas, o aquellas que se quedaron en el camino como la "ç" o "las combinaciones de letras que ahora nos parecen muy exóticas, como la "th" o "ph". Y anima a los lectores a acentuar sus escritos, aunque no duda en señalar que "antes era mucho más entretenido poner tildes" porque "en el español había tilde aguda, que es la que tenemos ahora, pero también tenía como el francés, grave y circunfleja. El sistema actual de acentuación me parece más fácil de aprender y por supuesto de enseñar".
La relación de Madrid y Sevilla con el español actual, los epónimos que la lengua ha adquirido en los últimos tiempos, porque ahora comemos de "tupper" y tenemos "cuerpos Danone" o las transposiciones que tanto daño han hecho a nuestra lengua, como las cocretas, son otras de las historias que componen el relato de Pons. Un libro tan ameno como divulgativo que, gracias a su última actualización, ha añadido un capítulo relacionado con el 'procés' catalán en el que analiza el separatismo linguístico del sí en el aranés y otro sobre el Brexit y su denominación, para la que la Pons tiene su propia propuesta. Porque además de ser muy muy largas, las lenguas, en pleno siglo XXI, están muy vivas.
“Guay del que duerme solo”. No, esta frase no ha salido del Whatsapp de una niña redicha que justifica la noche que su padre ha pasado en el sofá. Tampoco se alegra del mal ajeno, e incluso se podría decir que se compadece. Porque antes de que supliese a cualquier palabra con la que expresar aprobación, alegría o felicidad y llegase dispuesta a quedarse muchos años, "guay", como recoge la RAE, era una onomatopeya que imitaba al lamento. En este caso era el Arcipreste de Talavera quien, a pesar de su misoginia lamentaba su soledad, y antes de su "renacimiento" en los años 80, utilizaba guay en sus escritos para expresar su enorme pena. Y es la profesora titula en el Área de Lengua Española de la Universidad de Sevilla, Lola Pons, la que se ha encargado de recopilar, esta y otras anécdotas de la Historia del español en 'Una lengua muy muy larga'. Un ensayo publicado por Arpa editores que ya ha alcanzado su cuarta edición, sumando nuevas historias a la creación editada originalmente en 2016.
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