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giro rupturista del nuevo gobierno en migración

España se desmarca acogiendo al Aquarius (mientras la UE se desentiende)

El Gobierno de Pedro Sánchez continúa marcando una línea rupturista. Y no solo respecto a sus predecesores bajo la batuta de Mariano Rajoy, sino también de cara al resto de la UE

Reunión de Pedro Sánchez con el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker. (EFE)

El Gobierno de Pedro Sánchez continúa marcando una línea rupturista. Y no solo respecto a sus predecesores bajo la batuta de Mariano Rajoy, sino también de cara al resto de la Unión Europea, que sigue jugando a pasarse la patata caliente migratoria sin darle una solución.

[¿Inmigrantes o refugiados? ¿Dónde vivirán? ¿Quién los atiende? Las claves del 'Aquarius']

Hasta la intervención de España, los socios europeos habían reaccionado mirando a otro lado tras el puñetazo dado en la mesa del nuevo Ejecutivo italiano -espoleado por su ministro del Interior, Matteo Salvini- al negar el desembarco de los 629 rescatados por la embarcación Aquarius, de la ONG francesa SOS Méditerranée.

España aceptará el Aquarius, el barco con 629 migrantes a la deriva

Malta, que cuenta con una población de 435.000 habitantes -menor a la de Madrid- frente a los 60 millones de su vecino, también se ha negado a acogerlos. La isla mediterránea hace también equilibrios para gestionar la llegada de migrantes africanos a sus costas y teme que el cerrojazo italiano les convierta en nuevo destino preferente de las embarcaciones que salen de Libia.

Por ello, el primer ministro maltés, el socialista Joseph Muscat, ha agradecido personalmente el gesto a Sánchez, a la vez que ha acusado a Roma de “romper las normas internacionales y causar un punto muerto”. Malta enviará también alimentos y agua a la embarcación, ya que sus reservas se agotarán en apenas unas horas, de manera que pueda llegar navegar hasta España.

Migrantes rescatados por la ONG SOS Mediterranée esperando para embarcar en el Aquarius. (Reuters)

Muy diferente ha sido la reacción del Gobierno italiano, que considera que ha logrado torcer el brazo a sus socios con su política de “puertos cerrados”. “Victoria, primer objetivo logrado”, ha proclamado Salvini, líder de la ultraderechista Lega, tras conocer la decisión de Sánchez. Unas palabras que han sido muy criticadas por analistas y observadores, que afean al ministro del Interior italiano que haya tratado de obligar a Malta a hacerse cargo de la embarcación, cuando Italia tiene una mayor capacidad de acogida.

Bruselas se desentiende y luego se sube al carro

Durante las tensas horas en las que se decidía el futuro de las 629 personas a bordo del Aquarius, Bruselas ha aguardado expectante, manteniéndose al margen. Las instituciones comunitarias, que aún se lamen las heridas del fracaso que supuso el intento de establecer cuotas de reparto de refugiados obligatorias, han optado por mantenerse al margen.

Tras pasar el fin de semana en contacto tanto con las autoridades italianas, como las maltesas, se han limitado este lunes a pedir que llegaran a un acuerdo. “Llamamos a todos los implicados a buscar un rápida resolución para que puedan ser desembarcados de forma segura lo antes posible”, ha asegurado el portavoz principal de la Comisión Europea, Margaritis Schinas.

Así, Bruselas muestra el temor de las instituciones comunitarias al nuevo gobierno de Italia, en el que militan políticos que han hecho carrera a base de utilizar cada palabra de un responsable comunitario sobre Italia para caricaturizar a la UE como un poder central dictatorial y alzarse como libertadores patrios.

Una vez que la crisis estaba resuelta, por la intervención de España, el comisario europeo de Migración e Interior, Dimitris Avramopoulos, ha salido en defensa del Gobierno español. “Esta es la verdadera solidaridad puesta en práctica, de cara tanto a esta gente vulnerable que está desesperada, como al resto de los Estados miembros”, ha dicho.

Migración, un quiste que amenaza con ser crisis

La migración es la gran asignatura pendiente de la Unión Europea. Y no solo eso, sino que es un tema tan delicado, que levanta tantas pasiones, que crea un gran temor entre los responsables políticos europeos sentarse a negociar. Las posiciones de partida son en algunos casos completamente enfrentadas y, además, España se desmarca ahora como el país más comprometido con la acogida.

La crisis de los refugiados en 2015 creó un enfrentamiento directo entre los países europeos, y pese al gesto de Angela Merkel de abrir las fronteras alemanas a los que buscaban acogida, la cuestión sigue estancada y da muestras de estar enquistándose, con peligro de pudrirse y crear serios problemas a la UE. Un nuevo frente que la Unión no se puede permitir, cuando aún tiene candentes las cicatrices de la crisis económica, el Brexit sin cerrar y un enfrentamiento directo con su tradicional aliado, EEUU, que se ha avivado en el G7.

El ministro del Interior Matteo Salvini ha celebrado como una victoria el desenlace de la crisis. (Reuters)

"España no es Italia": ¿marcará la diferencia?

La llegada de La Lega y Movimiento Cinco Estrellas al Gobierno italiano ha empeorado esta situación, ya que Roma ha decidido plantarse de manera unilateral. Tras años en los que Italia ha rogado a sus socios que se implicaran en el reparto de la llegada de migrantes a sus fronteras, que al fin y al cabo son las fronteras externas de la Unión, y ante la indiferencia con que se trata el asunto, el euroescepticismo ha subido como la espuma en el país.

La propia Merkel ha reconocido recientemente que la migración es, probablemente, la cuestión clave que marca hoy las políticas europeas. “Tenemos que sentarnos y discutir cómo evitar que esto vuelva a suceder. Esto es un asunto europeo”, ha recalcado Muscat. Sin embargo, no hay ningún indicio de que esto vaya a materializarse. De hecho, Salvini ya tumbó la semana pasada la última propuesta para sacar adelante la reforma de Dublín, el sistema de acogida de refugiados que rige en la UE.

Con la acogida del Aquarius, España refuerza la idea de que, en efecto, "no es Italia". Marcar diferencias con el país transalpino le conviene, pero no basta. Queda por ver si Sánchez lleva su empuje rupturista ahora a Bruselas y si logra apoyos para solucionar este frente que hace resentirse las costuras de la Unión. "No creo que el gesto de Sánchez sea suficiente para alterar en breve el equilibrio perverso en el que se ha instalado la Unión Europea en este asunto. Pero por algo se empieza", explica Amparo González, investigadora del CSIC especialista en migración, a El Confidencial.

Pepe Borrell: "Ha sido una decisión personal y directa del presidente del Gobierno"

Los equilibrios, con el auge de la extrema derecha -no solo en Italia, sino que también gobierna en Austria, Hungría, República Checa y Polonia, gana elecciones en Eslovenia y amenaza desde la oposición en Alemania, Holanda y Francia, entre otros- no acompañan. "Lamentablemente, España se ha unido al club de los decentes solo cuando hemos perdido a Italia. Si ambas cosas hubiesen ocurrido a la vez, sería un poco diferente", apunta González.

Será difícil para el Gobierno de Sánchez resucitar el principio de la solidaridad europea, que ha quedado muy tocado tras las crisis -económica y migratoria-, pero sin el que la construcción europea no se sostiene. Si España se queda sola, se arriesga también a provocar un 'efecto llamada' que tampoco solucionaría el gran problema: cómo organizar a nivel europeo las políticas de migración y dejar de sobrecargar a los países de llegada.

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