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AL FINAL DEL CORREDOR SEGURO

'Mallorca es Alemania': cómo hemos pasado de aplaudir a médicos a aplaudir a turistas

El primer proyecto piloto para establecer corredores seguros arrancó el pasado lunes con una escena casi berlanguiana: autoridades y trabajadores aplaudiendo a los turistas alemanes

Uno de los primeros turistas llegados a Palma este pasado lunes. (Reuters)

Hay imágenes que resumen una era, y a menudo no se trata de las protagonizadas por los grandes líderes mundiales, sino las que, a pesar de parecer anecdóticas, consiguen involuntariamente condensar todo un instante histórico. Entre lo cotidiano y lo icónico, apenas hay un par de pasos. Es posible, en otras palabras, que todos los documentales que dentro de varias décadas intenten resumir la pandemia de 2020 concluyan con la misma imagen. Con los turistas alemanes siendo recibidos con aplausos a su llegada a un resort turístico en Mallorca antes de que se recupere la movilidad entre provincias en el resto de España.

Llegan los primeros turistas alemanes a Mallorca

Las imágenes del pasado lunes son una auténtica mina semiótica. Los turistas llegan a su hotel en un autobús de TUI (Touristik Union International), el turoperador alemán que en los años sesenta consiguió que cientos de miles de germanos encumbraran las Baleares como 'la joya del Mediterráneo'. Sus destinos, las grandes cadenas hoteleras mallorquinas, como Meliá, Barceló o Riu, nombres conocidos desde el ‘boom’ del turismo de masas. Pero quizá lo más llamativo sean los aplausos de las autoridades y trabajadores, que reproducen el gesto de unión de las ocho de tarde en otro contexto. Antes aplaudíamos a los profesionales sanitarios, ahora se aplaude a los turistas. El signo más claro de que la lógica sanitaria ha dejado su lugar a la de la recuperación económica.

Le preguntamos al profesor Pere Salvà, catedrático de Geografía Urbana de la UIB (Universitat de les Illes Balears) que lleva estudiando la evolución del turismo y la economía de la región desde antes del final del franquismo: “Para una persona como yo, nacida en 1950, y que ha vivido el nacimiento y desarrollo del turismo de masas en las Baleares, fue una mezcla entre ‘Bienvenido Mr. Marshall’ y el recibimiento al turista un millón, dos millones, tres millones, de los años sesenta y setenta”.

Salvà se refiere con este último comentario a una de las imágenes clásicas del turismo de los años sesenta, cuando el aeropuerto de Son Sant Joan, inaugurado en el primer año de la década, se vestía de gala para conmemorar la llegada del visitante número un millón. Un ejemplo: en 1967, el honor recayó en Maria Steiner, que fue agasajada por la prensa, las autoridades y el fundador de la desaparecida aerolínea española Spantax, Rodolfo Bay Wright, a la sazón piloto del bando nacional durante la Guerra Civil.

“El turista 1.999.999, cuando llegó, se lamentó que por bajar tan deprisa del avión con su minipantalón se ha perdido la ocasión de tener las atenciones que por suerte le brindaron al turista 2.000.000”, cantaban ese mismo año Los Stop en el IV Festival Internacional de la Canción de Mallorca.

'El turista 1.999.999', de Los Stop

Es difícil no eludir la comparación berlanguiana, como coincide Joan Buades (nacido en Inca en 1963), fundador y parlamentario de Els Verds en Baleares desde finales de los años noventa, impulsor de la ecotasa y uno de los grandes investigadores críticos sobre el turismo balear. “Pienso en ‘Bienvenido, mr. Marshall’”, coincide. “La imagen muestra una especie de desembarco del oro turístico en Mallorca, cómo la población local y trabajadores en su mayoría lo ven como algo natural y deseable, y se someten sin ningún tipo de cuestionamiento a esa idea de que toda la riqueza posible viene del extranjero alemán e inglés que lleva 65 años colonizando Mallorca”.

"Lo que están pensando es que ‘si vuelven los turistas, podremos trabajar este verano’. Miles de puestos de trabajo dependen de ello"

Para Carles Manera, presidente del Consejo Económico y Social de Baleares, historiador y economista mallorquín que fue consejero de Economía, Hacienda e Innovación del Ejecutivo balear entre 2007 y 2011 con el PSIB, esta imagen “resume una sensación de cierto alivio, después de que hace apenas mes y medio se pensase que el sector más castigado por el coronavirus como es el turismo de masas podía dar por perdida la temporada”, explica. “Ver que llegan turistas es un consuelo, sobre todo porque estamos hablando de la dependencia de miles de puestos de trabajo. Lo que piensan es ‘si vuelven, podremos trabajar este verano’, es algo humano”.

64 años después

Buades, que en 2006 publicó ‘Exportando paraísos’, uno de los retratos más mordaces sobre el sector turístico balear y sus tentáculos internacionales, recuerda la portada la revista ‘Stern’ del 4 de agosto de ese mismo año, que conmemoraba los 50 años de “colonización” alemana en Mallorca. "Malle fur alle", es decir, "Mallorca para todos" es el titular del reportaje. “El trato fue sol a cambio de divisas”, explicaba aquel texto. “España estaba aún devastada por la guerra civil. En 1956 el nivel de vida era el de 1931. Por otro lado, Alemania vivía un milagro económico. El Volkswagen Beetle un millón acaba de salir de la fábrica de ensamblaje. Alemania estaba lista para viajar”.

'El lado oscuro de la isla vacacional', portada del año pasado de la revista 'Stern'.

La principal tesis que ha mantenido Buades durante sus dos últimas décadas de investigación es que en ningún momento se produjo una ruptura entre el modelo turístico del franquismo y el actual. Por lo tanto, no deberíamos sorprendernos si las imágenes del retorno de los turistas alemanes a España recuerda a las películas de Berlanga o si España ha decidido estratégicamente que el primer episodio de la nueva normalidad turística comience estableciendo un corredor seguro entre Düsseldorf o Fráncfort y Son Sant Joan.

Una decisión calificada de “fantástica operación publicitaria” por Sebastian Ebel, CEO de TUI, en una rueda de prensa conjunta con Francina Armengol, presidenta balear, que defendió la decisión porque “Alemania es nuestra principal fuente de turistas y está en una situación epidemiológica semejante”.

“Se está reproduciendo aquella colaboración de los empresarios locales con los internacionales para atraer el máximo número posible de turistas a unas islas que tenían unas riquezas impresionantes, abriendo ante a los turistas que las escuelas”, añade Buades. Entre 1955, cuando llegaron 188.704 turistas alemanes a las Baleares y 1973, cuando lo hicieron 3.812.791 justo antes de la crisis del petróleo, habían pasado muchas cosas. Entre ellas, el plan de Estabilización de 1959 y un plan de ordenación para construir en el litoral. El año pasado, el número ascendía ya a 13.680.923 turistas en toda Baleares. Alrededor de un 36% del PIB Local.

En la pandemia, los turoperadores clásicos vuelven como ocurrió en los años del tardofranquismo, ya que antes como ahora ofrecen una mayor seguridad

Fue en los sesenta cuando se acuñó el término ‘Putzfraueninsel’, es decir, 'la isla de las limpiadoras'. El clasista término ocultaba una referencia a los económicos precios de la isla, que permitían que hasta una empleada del hogar mal pagada pudiese permitirse un viaje a Mallorca. Pero el término ha pervivido hasta nuestros días en el imaginario colectivo. Un artículo publicado este mismo miércoles en ‘Morgen Post’ sobre la llegada de los alemanes a Mallorca concluía con la siguiente imagen: “En el verano de 2020, en la ‘isla de las limpiadoras’ se puede ver a una banda en una sala de fiestas presentando ‘Hallelujah’ de Leonard Cohen con la frase ‘la siguiente canción va dedicada a los que hemos perdido y no pueden estar aquí sentados entre vosotros’”.

Como recuerda Manera, no es casualidad que hayan sido los viejos turoperadores alemanes los que hayan conseguido reabrir el turismo tras el covid en un momento en el que se han hecho con gran parte del mercado tras devorar los restos de Thomas Cook. “El modelo turístico actual descansaba en una cierta autonomía del cliente, que se montaba su paquete turístico ad hoc por internet y el turoperador quedaba relegado”, recuerda. “En una pandemia, se vuelve a las alternativas de mayor garantía y control porque si lo hace cada uno por su cuenta esto puede ser un desmadre”.

De igual manera que Tugga, Neckermann o TUI triunfaron al ofrecer la posibilidad de disfrutar playa y sol con seguridad en el patio trasero de una dictadura, hoy se oferta la tranquilidad de la seguridad ante el covid: los turistas alemanes recién llegados a Mallorca como prueba piloto tendrán un seguimiento médico diario. Al fin y al cabo, el mensaje de tranquilidad es lo importante.

¿‘Malle ist Deutschland’?

No hace falta profundizar mucho en las búsquedas de Google para comprobar cómo el lema 'Mallorca ist Deutschland' o 'Mallorca es Alemania' se repite en foros, noticias o análisis, tanto alemanes como españoles. El ‘running gag’ entre los germanos, que a menudo introducen las Baleares en la información meteorológica de sus cadenas nacionales, es que se trata del 'länder' número 17. Una provincia más de Alemania, como sugería el anuncio de EasyJet que tantas ampollas levantó hace unos años. “Das schönste an Deutschland: Mallorca”. Es decir, “Lo más bello de Alemania: Mallorca”.

'Lo más bonito de Alemania: Mallorca'.

“Esto en la prensa alemana es así”, coincide Buades. Según los datos oficiales, actualmente viven alrededor de 18.922 alemanes en Baleares, la mitad que una década antes. Pero hay razones que explican esta caída. Por un lado, la ley de 7/2012 contra el fraude fiscal, que provocó que muchos se empadronasen en otros lugares con mejor fiscalidad (según Salvà, el número de alemanes que vienen y van puede llegar a los 70.000). Por otro, como añade Buades, que “entre los profesionales se estila pasar media semana en Hamburgo, Berlín o Múnich mientras tienen a sus familias escolarizadas aquí”. El 15,36% del alumnado no universitario de las Baleares tiene pasaporte extranjero.

¿Cuál es la noción en el imaginario colectivo alemán de Mallorca? Preguntamos a Stefan Kordel, profesor del Instituto de Geografía y Ciencias de la Tierra de la Universidad de Erlangen-Núremberg y autor de una tesis sobre los prejubilados alemanes en Baleares. “La idea de Mallorca como la provincia 17 no se asocia únicamente con el turismo de fiesta o las infraestructuras relacionadas, sino también con un gran número de propietarios de segundas residencias y residentes permanentes”, explica. “Estos últimos, como también ocurre con los turistas individuales, a veces evitan a propósito las concentraciones de otros alemanes”.

“En los tiempos pospandemia, el hecho de que los alemanes conozcan Mallorca muy bien, algo relacionado con su seguridad, es importante”, añade. “Los servicios donde se habla alemán, incluidos los de salud, juegan un rol clave”.

Expandir

El perfil de los turistas alemanes en Mallorca es más diverso de lo que tendemos a pensar desde los tiempos el “sol y playa”, incide, e incluye a esos alemanes que huyen de las concentraciones de alemanes para decantarse por “la montaña, la bici, las visitas a Palma o el turismo cultural”. Pero especialmente, las estancias de larga duración, incluso el cambio de residencia permanente. “El sueño de tener una finca en Mallorca es especialmente importante entre los que tienen más de 50 años, pero también entre profesionales y autónomos con arreglos de vivienda multilocal”.

“El perfil abarca no solo a los jóvenes que viajan allí para celebrar y salir de fiesta en los lugares bien conocidos (que por cierto son muy diferentes a los británicos), sino también a los turistas de distintos orígenes educativos y socioeconómicos que buscan cada vez más calidad”, añade Kordel, que proporciona otro dato que muestra la magnitud del golpe del turismo en los últimos meses: “Se registraron 4,9 millones de llegadas desde Alemania en Son Sant Joan el año pasado, mientras que en abril de 200 solo fueron 199”.

"Las posibles alternativas al turismo no son suficientes para un trasvase de los trabajadores a otros posibles sectores"

La rivalidad entre los turistas ingleses y los alemanes ha rebrotado, de hecho, una vez se ha permitido la entrada de germanos en Mallorca. El ‘Mirror’, el tabloide británico por excelencia, titulaba hace apenas una semana que “los españoles estallan en furia mientras 10.000 alemanes llegan a Mallorca SIN test del coronavirus ESTE LUNES”. Mayúsculas incluidas.

Mallorca como síntoma de España

Si la crisis del coronavirus ha reabierto el debate sobre la necesidad de la reindustrialización (o no) de España, Mallorca quizá sea el mejor ejemplo de los problemas que supone depender de un grado tan alto del turismo. Un gran porcentaje de empleos, recuerda Salvà, están relacionados de una manera u otra con el sector turístico: “En caso de no activarse el turismo, puede suponer casi la mitad de la ocupación de años anteriores (más de 250.000 personas en paro sobre un máximo de empleo del orden de los 550.000 empleos de 2019)”.

En mayo había en Baleares 74.689 parados, un 92% más que el año anterior, y 151.658 trabajadores en ERTE. Como ocurre con Canarias, dos de las regiones más afectadas económicamente por el coronavirus en el corto plazo al depender de un turismo que esta primavera ha sido virtualmente cero.

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“El covid ha hecho que nos demos cuenta de la casi total dependencia de la economía de las islas del turismo, pero hasta el momento solo ha implicado que determinadas persones o expertos hablen de la necesidad de la diversificación económica, sin un plan potente para su cambio”, añade el catedrático. “A mis 70 años, he defendido muchas veces esta diversificación, me plantea muchas dudas de sus posibilidades de futuro. Las posibles alternativas al turismo no ofrecen una alternativa laboral suficiente para el trasvase de una población laboral a otros posibles sectores”.

La visión de Buades es mucho más dura con el fenómeno turístico. “¿Cómo es posible que con un récord de turistas como hubo el año pasado no solo no seamos ricos, sino que hayamos bajado entre las comunidades con mayor renta per cápita?”, se pregunta. A comienzos de los noventa, era la comunidad más rica junto con Madrid, recuerda Buades, pero desde entonces se ha desplomado varias posiciones, hasta que la posibilidad de quedar por debajo de la media nacional no es tan remota.

“La riqueza no ha llegado a la gente del lugar, porque en muchos casos los empresarios se lo llevan a paraísos fiscales. El rendimiento real es muy bajo. Lo que ha traído ha sido un progresivo empobrecimiento, pero la sociedad está en un algo grado convencida de que el turismo es bueno en sí mismo y acepta disciplinadamente que venga el número máximo posible de turistas, aunque eso hipoteque el paisaje o el suelo. Refleja perfectamente la colonización del sur de Europa por el norte, el predominio hanseático sobre el Mediterráneo. Mallorca se parece mucho a la Argelia de antes de la independencia francesa”.

"Diversificar la economía es un concepto que se ha popularizado en toda España, como si fuese algo que se pudiese hacer de la noche a la mañana"

Manera publicó hace algunos años, junto a Elisabeth Valle, un trabajo sobre la desindustrialización balear entre 1950 y 2015, en el que mostraba cómo la terciarización de la economía había provocado la casi desaparición absoluta de cualquier otra actividad al margen de los servicios. “La gente que lo está pasando ahora mal, con salarios complicados o una situación vulnerable no puede entender un mensaje de reducción turística drástica”, explica. “Una economía tan orientada al turismo de masas genera un gran beneficio a la economía balear, pero también externalidades negativas como impactos medioambientales o precariedad laboral que no pueden eludirse. No podemos fijarnos en solo una de las dos caras de la moneda, ni ir a una visión totalmente negativa del impacto del turismo, que es irresponsable porque es el sector tractor que genera los puestos de trabajo, ni pensar que estamos en el nirvana”.

La pregunta del millón de dólares —o, mejor dicho, de los 16.510 millones de euros que se calcula dejó el turismo en Mallorca el último año— es cómo se diversifica. “Diversificar la economía es un concepto que se ha popularizado no solo en Baleares, sino en toda España, como si fuese un ejercicio rápido que se puede hacer de la noche a la mañana”, prosigue Manera, que en su blog escribió recientemente que “diversificar la economía no se hace por decreto”. “La historia económica nos enseña que son procesos largos que requieren altos costes de transición,”. En su opinión, una posibilidad para Baleares es una diversificación que descanse sobre el sector servicios y pueda llegar a otros de mayor valor añadido, “desde la economía del conocimiento hasta las ingenierías ambientales”, como ha propuesto en alguna ocasión el reciente Príncipe de Asturias Dani Rodrik.

El primer vuelo entre Düsseldorf y Baleares. (Reuters)

El mensaje positivo, en este caso, es que la apuesta parece haber sido la de la calidad y la seguridad, que será clave en el futuro inmediato. “Turquía, Chipre o las islas griegas pueden competir en precios, pero no en tranquilidad institucional ni conectividad”, añade. “No nos engañemos, además están a tres horas. En Baleares estamos a una hora y media de Alemania. Pero hay que ser rigurosos y no aprovechar la coyuntura para pedir que se retiren impuestos o se deroguen tasas”, añade en referencia a las peticiones de parte del sector turístico.

“Si no existe un debate sobre una planificación estratégica que vaya conformando nuevas posibilidades de desarrollo, no estamos entrenados en una nueva normalidad sino en una continuación de la antigua normalidad parcialmente reformada”, añade Salvà, que escribe esto último en mayúsculas. Para Buades, es clave que los grandes empresarios alemanes y baleares expresen su solidaridad con mayor transparencia y el pago de impuestos en las islas: “No puede ser que la solución ahora sea la misma que en tiempos de Franco, como la ampliación en un 15% de las plazas hoteleras”.

Mientras tanto, millones de alemanes empiezan a planear su desembarco en Mallorca mientras aún resuenan las palabras con cierto sabor a amenaza de un compatriota que se quejaba amargamente en las páginas de ‘Der Spiegel’: “Los turistas vendrán este verano a Mallorca o de lo contrario se empobrecerán rápidamente, porque todo depende aquí del turismo”.

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