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El 'aplauso sanitario' como pegamento social
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surgió como un homenaje espontáneo

El 'aplauso sanitario' como pegamento social

La cosa va bastante más allá de dar palmas. Porque ahora las ocho de la tarde representa el momento de aplaudir, pero también el de cantar, bailar, hablar o jugar

Foto: Personal sanitario se emociona con los aplausos y sirenas de la Policía en Logroño. (EFE)
Personal sanitario se emociona con los aplausos y sirenas de la Policía en Logroño. (EFE)

El aplauso al personal sanitario que nació como un espontáneo homenaje orquestado desde las redes se ha convertido, con el paso de los días, no sólo en uno de los símbolos de la lucha contra el coronavirus, sino en un vector de cohesión e interacción social, con los balcones como escenarios y los vecinos como protagonistas.

Desde que el estado de alarma entró en vigor, las ocho de la tarde es una hora señalada para muchos españoles. En primer lugar, claro está, para mostrar el agradecimiento de la ciudadanía a los profesionales sanitarios. Pero también para aprovechar y tomar el aire, hablar con el inquilino de al lado o pasar el rato acompañado del resto del vecindario.

El 'aplauso sanitario' se originó el sábado pasado a las diez de la noche, cuando miles de personas, convocadas a través de las redes sociales jalearon con aplausos y gritos de "viva" y "bravo" el trabajo de todos los profesionales sanitarios que atienden estos días en hospitales y en domicilios a los afectados por la pandemia del coronavirus, que ya se ha cobrado más de mil vidas en España.

Foto: Vecinos aplaudiendo a la sanidad pública desde sus balcones. (Reuters) Opinión
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Los demás días, la acción se ha llevado a cabo a las ocho de la tarde, dos horas antes de lo dispuesto originalmente, con el fin de facilitar la participación de los niños.

Desde entonces no ha habido jornada sin 'aplauso sanitario', y el paso del tiempo no parece mermar la participación de la ciudadanía. Más bien al contrario, la cosa va bastante más allá de dar palmas. Porque ahora las ocho de la tarde representa el momento de aplaudir, pero también el de cantar, bailar, hablar o jugar. Al 'veo veo', por ejemplo, como se hace a grito pelado en multitud de inmuebles.

También hay barrios más calmados que se limitan a la conversación, donde incluso hay carteles que rezan: "No estás solo, si quieres hablar aquí estamos". En otras calles son más de montar la discoteca improvisada. Basta un vecino con aspiraciones de pinchadiscos y un buen altavoz para que haya jarana, y si algo demuestran los incontables vídeos que se comparten diariamente en redes sociales es que los clásicos no fallan: el 'Mi gran noche', de Raphael; el 'Yo quiero bailar', de Sonia y Selena, o, cómo no, el 'Resistiré', del Dúo Dinámico, himno oficioso del confinamiento.

Para dar ambiente, las opciones son múltiples: los hay que colocan linternas o lucecitas navideñas en la terraza, otros cuelgan banderillas de feria de lado a lado de la calle. A menudo las sirenas de los coches de policía acompañan estos momentos de distracción, para muchos convertidos en un oasis en la monotonía del confinamiento.

Y de hecho fueron las fuerzas del orden quienes protagonizaron uno de los momentos más emotivos de la semana, cuando acudieron en tropel a las puertas de la Fundación Jiménez Díaz para aclamar en primera persona a sus médicos, enfermeras y demás personal. Una escena repetida en otros hospitales como el Hospital del Tajo, en Aranjuez.

Los propios profesionales sanitarios han respondido a toda esta oleada de cariño ciudadano, y en decenas de hospitales españoles han grabado vídeos para agradecer el apoyo, con varios elementos comunes: guantes y mascarillas, banda sonora del Dúo Dinámico, carteles escritos a mano y un mensaje por encima de todo: "Quédate en casa".

Y es que huelga recordar que de poco sirven los aplausos si no se cumple con la más primordial de las consignas. Mientras continúe el confinamiento, habrá que seguir esperando a las ocho de la tarde para hacer vida social de ventana a ventana.

El aplauso al personal sanitario que nació como un espontáneo homenaje orquestado desde las redes se ha convertido, con el paso de los días, no sólo en uno de los símbolos de la lucha contra el coronavirus, sino en un vector de cohesión e interacción social, con los balcones como escenarios y los vecinos como protagonistas.

Inquilino Fundación Jiménez Díaz
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