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el 'giro nixoniano' y otros hitos de la trama

Todo lo que sabíamos hasta hoy de la relación entre Trump y Rusia

Estos son los hitos de una trama que ha puesto a la Casa Blanca contra las cuerdas y despertado el fantasma del 'impeachment'. Los Paradise Papers suponen la última pieza del puzle

El presidente de EEUU, Donald Trump, habla con su homólogo ruso, Vladimir Putin, durante una reunión bilateral en la cumbre del G-20, en Hamburgo. (Reuters)

La injerencia de Rusia en las elecciones de EEUU en favor de Donald Trump ha marcado la legislatura del magnate desde el principio. El 'Rusia-gate', el caso más paradigmático de la 'nueva Guerra Fría', ha comprometido a los pesos pesados del círculo íntimo del presidente: su hijo mayor, Donald Trump Jr., su yerno y asesor, Jared Kushner, el general Michael Flynn, exconsejero de Seguridad Nacional, o su fiscal general, Jeff Sessions. La investigación de la trama rusa ya se ha cobrado su primera pieza —el exasesor de campaña de Trump, Paul Manafort—, mientras su máximo responsable, el fiscal especial Robert Mueller, investiga al presidente por obstrucción a la justicia. Los Paradise Papers que hoy publica El Confidencial suponen la última pieza del puzle. Estos son los hitos de una trama que ha puesto a la Casa Blanca contra las cuerdas y despertado el fantasma del 'impeachment', el proceso de destitución de un presidente en el Congreso.

[Consulte el especial sobre los Paradise Papers]

El robo de 'mails' a Clinton

El 'Rusia-gate' arranca en las entrañas del Partido Demócrata en el verano de 2015. En medio de una ola de ciberataques contra organizaciones políticas y 'think tanks' con sede en Washington, se produjo el 'hackeo' al Comité Nacional Demócrata, con la filtración de miles de correos electrónicos de los más próximos a Hillary Clinton, entre ellos su jefe de campaña, John Podesta, que Wikileaks publicó el 22 de julio de 2016.

[Álbum: estos son todos los implicados en los Paradise Papers]

Aquella filtración enfrentó a la prensa de EEUU con un terrible dilema: ignorar los mensajes o informar sobre lo que suponía un arma arrojadiza contra Clinton en la víspera de su 'coronación'. Los correos no solo revelaban contribuciones financieras y tensiones entre la vieja guardia del partido y la campaña del 'socialista' Bernie Sanders; también señalaban a Clinton, una candidata ya marcada por la opacidad, como la principal beneficiaria del favoritismo de la élite demócrata. Parecían confirmar uno de los mantras más explotados por Trump: “Clinton es puro 'establishment”.

El FBI y el Departamento de Seguridad Interior (DHS) presentaron evidencias que apuntaban a dos equipos de mercenarios informáticos pagados por el Kremlin, y la 'pista rusa' —básicamente, la identificación de metadata y de dos grupos de 'hackers'— revolucionó una campaña ya de por sí convulsa. El Partido Demócrata culpó inmediatamente al Kremlin mientras Clinton intentaba explotar el 'romance' entre Trump y Vladimir Putin. La última revelación en el caso es una lista de potenciales objetivos de ciberataques, difundida el pasado jueves por Associated Press, que expone una línea directa entre el grupo de 'hackers' APT28 y las filtraciones que sacudieron la campaña en sus últimos compases.

Hillary Clinton habla de la investigación del FBI sobre sus correos electrónicos durante un mitin en Daytona Beach, EEUU. (Reuters)

El juego sucio de Trump Jr. y Jared Kushner

El primer miembro del equipo de campaña de Trump que reconoció una connivencia potencial con Rusia para perjudicar a Clinton fue, precisamente, el hijo mayor del presidente. Donald Trump Jr. y el yerno del magnate, Jared Kushner, se habían reunido en la Torre Trump de Nueva York con la abogada rusa Natalia Veselnítskaya, quien supuestamente tenía información comprometedora de Clinton. En este encuentro, que tuvo lugar el 9 de junio de 2016, también estuvo presente el exjefe de campaña de Trump Paul Manafort.

El artífice de aquella reunión fue un publicista británico que en el pasado había explorado nichos de negocio en Rusia para la familia Trump: Rob Goldstone. Fue el único interlocutor del hijo del presidente, al ofrecerle el 3 de junio información útil que provenía “de Rusia y su Gobierno” para “incriminar a Hillary”, una oferta que Trump Jr. aceptó con entusiasmo. Cuando, arrinconado por la prensa, el hijo del presidente decidió publicar en Twitter los correos intercambiados con Goldstone, Trump Jr. aportó las pruebas más claras del 'Rusia-gate'.

Jared Kushner, asesor y yerno del presidente, tras hablar ante la prensa en la Casa Blanca. (Reuters)

El 'giro nixoniano' de Trump

“Necesito su lealtad”. Con estas tres palabras, pronunciadas durante una cena cara a cara en la Casa Blanca, Trump selló el destino de James Comey, el director del FBI a cargo de la investigación de la trama rusa. “Tendrá honestidad”, respondió este. Para Trump, que valora por encima de todo la lealtad personal, la postura de Comey era inadmisible. Aquella escena desencadenó el despido fulminante del director del Buró Federal de Investigación, un momento fundamental en la trama rusa y un 'giro nixoniano' de la presidencia del magnate neoyorquino —Richard Nixon destituyó al fiscal especial Archibald Cox en octubre de 1973—.

Los pesos pesados de la Administración Trump se apresuraron a desvincular la destitución de Comey de la investigación del 'Rusia-gate' —aunque el presidente lo admitió en una entrevista dos días después—. El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, justificó el despido por la dirección inapropiada de las pesquisas del FBI sobre el servidor privado para correos electrónicos que usó Clinton cuando era secretaria de Estado, un caso que Comey reabrió el 28 de octubre, 11 días antes de las elecciones, generando una enorme polémica. Más tarde, el exdirector del FBI reconocería sentir “náuseas” al pensar que su investigación pudo alterar el resultado de las presidenciales.

No obstante, el auténtico tsunami estaba por llegar. En marzo, en una audiencia pública sobre los supuestos vínculos entre la campaña de Trump y el Kremlin, Comey anunció que el FBI estaba investigando si hubo “alguna coordinación” entre Rusia y el círculo del presidente. El 9 de mayo de 2017, Trump ordenó su despido. Comey, que se enteró por la televisión mientras daba un discurso en California, dejaba así la investigación de la trama rusa en manos del fiscal especial Robert Mueller.

Mueller, Trump y la obstrucción a la Justicia

Robert Mueller, el hombre que asumió la dirección del FBI una semana antes del 11-S —y que salvó a la agencia convirtiéndola en pieza angular de la Inteligencia de EEUU—, regresó a la arena como fiscal especial para supervisar la investigación de la trama rusa tras el despido de James Comey. Independiente, austero y metódico, Mueller se ha centrado en buscar vínculos entre asesores de Trump y gobiernos extranjeros, así como posibles lavado de dinero, evasión fiscal y otros delitos financieros. También investiga a Trump por posible obstrucción a la Justicia —según Comey, el presidente le ordenó antes de despedirle que cerrase las pesquisas sobre el general Michael Flynn—, un delito que podría desencadenar un proceso de 'impeachment'.

Mueller seleccionó en agosto a los miembros de un gran jurado en Washington, una señal de que persigue acusaciones a gran escala en una investigación a largo plazo. Antes del nombramiento de Mueller, los fiscales generales ya estaban utilizando otro gran jurado en Alexandria (Virginia) para apoyar la investigación contra Michael Flynn por sus contactos con Rusia. El hecho de que Mueller convocase a un nuevo jurado especial sugiere que la investigación va mucho más allá del general Flynn, algo que se hizo evidente este 27 de octubre, cuando la trama dio un giro dramático con la formulación de los primeros cargos, dirigidos contra Paul Manafort.

El fiscal especial Robert Mueller, tras intervenir en el Senado para hablar sobre el 'Rusia-gate', en Washington. (Reuters)

"Conspiración contra EEUU": cae Manafort

La trama del 'Rusia-gate' entró la semana pasada en una nueva fase cuando el exjefe de campaña de Trump Paul Manafort se entregó al FBI tras ser acusado de “conspiración contra EEUU” y lavado de dinero. El asesor de candidatos como Ronald Reagan y George W. Bush —y lobista de diversos señores de la guerra— habría canalizado 18 millones de dólares a través de corporaciones de EEUU y extranjeras, sociedades y cuentas bancarias. La mayor parte de esta fortuna procede de su trabajo de asesor durante una década para el expresidente de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukovich.

Con la caída de Manafort y su socio Rick Gates, la investigación del 'Rusia-gate' se cobra sus primeras piezas. Pese a que en el caso de Manafort no hay un vínculo directo con el presidente, el fiscal especial Mueller ha aumentado la presión sobre el antiguo jefe de campaña buscando que coopere con la Justicia. Sobre Manafort pende una sentencia de hasta 20 años de prisión. Mueller también tiene ya a su 'testigo protegido': el exasesor de Política Exterior George Papadopoulos, quien estaría colaborando con la investigación a cambio de una sentencia 'suave'.

Tres días antes de que Manafort se entregase al FBI, cuando el fiscal especial formuló los primeros cargos y se hizo obvio que habría arrestos, los medios estadounidenses especularon con que el detenido fuese Jared Kushner o Michael Flynn, pero Mueller parece haber dado un paso atrás para empezar a construir desde abajo el caso del 'Rusia-gate'.

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