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Los trucos naturales para oler bien sin tener que usar fragancias ni perfumes
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Los trucos naturales para oler bien sin tener que usar fragancias ni perfumes

Más allá de los puntos básicos, como una higiene corporal adecuada, darse una ducha después de hacer ejercicio, lavarse las manos y los dientes varias veces al día, hay algún que otro truco para rematar

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Empiezan a subir las temperaturas y nuestro cuerpo lo sabe. Ya sabemos que la primavera la sangre altera, un dicho que bien usamos para identificar que nos ponemos romanticones, pero poco para reconocer que eso conlleva reacciones (y secreciones) tan naturales como estigmatizadas. Con esto del romanticismo, a nadie le gusta ponerse rojo, pero mucho menos que su sudor le juegue malas pasadas.

Oler, olemos todos; pero si tú tampoco sabes cómo controlar esa señal de tu cuerpo, aquí encontrarás la mejor forma para conseguirlo. Un desodorante y tu perfume favorito seguro que ayudan. Pero, ¿sabías que hay formas de oler bien sin usar fragancias artificiales? Apunta, apunta.

Foto: Hiperhidrosis: cuatro remedios naturales para mejorar el exceso de sudoración (iStock)

De hecho, hablando de perfumes, incluso estos pueden resultar molestos si se usan en exceso. Así que si bien son un comodín rápido contra los malos olores, hay que tener cuidado con ellos. Más allá de esto, lo cierto es que no necesitas gastar tanto para desprender un aroma agradable. Más allá de los puntos básicos, como una higiene corporal adecuada, darse una ducha después de hacer ejercicio, lavarse las manos y los dientes varias veces al día, hay algún que otro truco para rematar.

Todo empieza con la alimentación

En primer lugar, se trata, simplemente, de poner atención en algunos detalles que te ayudan a estar siempre fresco. Y para eso, aunque no lo creas, todo comienza con lo que nos llevamos a la boca. Has leído bien: las decisiones alimentarias que tomamos cada día tienen una repercusión directa en la salud, y eso incluye el olor corporal.

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Así, sabiendo elegir cierto tipo de alimentos, ayudarás a que tu cuerpo tenga un olor más agradable. Por ejemplo, los cereales integrales, frutos secos como las nueces y los alimentos ricos en zinc son muy beneficiosos en este sentido. De la misma forma, aunque no lo creas, consumir ajo crudo también hará que huelas bien.

Junto a la alimentación, estar bien hidratados es otra de las grandes claves en este asunto. Beber agua ayuda a liberar las toxinas del hígado, colon y riñones, así que, por lo tanto, también a tener una buena digestión y movimientos intestinales más eficientes. Además, beber agua abundante mantendrá el pH de tu piel balanceado. Así como el de tu saliva, lo que evitará que acumules bacterias y sarro que puedan causarte un mal aliento.

Formas de airear tu ropa

Cuando de la higiene externa se trata, como es el caso de la higiene cutánea, intenta elegir productos que sean ecológicos y lo menos agresivos posible, tanto con tu cuerpo como con el planeta. Por lo general, si no lo son para uno, tampoco lo serán para el otro. Siempre será mejor un desodorante neutro y sin aroma que uno con fragancias añadidas.

Por supuesto, no hay que olvidarse de ventilar y airear bien los espacios donde pasamos tiempo y nuestra ropa. Existen muchos mitos que aseguran que hay prendas que no retienen los malos olores. No es cierto. Quizás tú ya te has acostumbrado al olor de tu ropa, pero otras personas pueden percibir cuándo usas ropa limpia y cuando no.

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No se trata de que laves la ropa cada vez que te la pones. Hay otras formas de desodorizar las prendas sin necesidad de pasarlas por la lavadora. Un buen truco en este sentido es ponerla al sol para que se ventile y se libere de los aromas corporales. Otro es darles un baño en seco con ayuda de vapor.

Por otro lado, si no te gusta lavar tus prendas con suavizantes de telas, procura guardar las prendas en espacios donde no se concentre la humedad. Siempre permite que tu ropa tenga buena ventilación. Y, si puedes, coloca jabones aromáticos en rincones estratégicos del armario y cajones.

Empiezan a subir las temperaturas y nuestro cuerpo lo sabe. Ya sabemos que la primavera la sangre altera, un dicho que bien usamos para identificar que nos ponemos romanticones, pero poco para reconocer que eso conlleva reacciones (y secreciones) tan naturales como estigmatizadas. Con esto del romanticismo, a nadie le gusta ponerse rojo, pero mucho menos que su sudor le juegue malas pasadas.

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