Todo sobre el sudor: por qué deberíamos apreciarlo a pesar de su mal olor
Los antiguos creían que servía para tratar enfermedades en las partes íntimas. Este es uno de los muchos aspectos curiosos que se pueden encontrar alrededor de la transpiración humana
"Hueles a choto" bien podría ser la frase hecha que mejor resume la incomodidad de tener que aguantar el ácido olor de un sobaco de otra persona. A nadie le place, aunque evidentemente hay gustos y parafilias de todos los colores, o mejor dicho, olores. Posiblemente te hayas preguntado más de una vez qué ocurriría en tu cuerpo si dejaras de ducharte, es decir, evitaras a toda costa eliminar el rastro de sudor y suciedad en tu cuerpo. Los que lo hayan probado, como por ejemplo el protagonista de la novela de Santiago Lorenzo, 'Los asquerosos' (2018), habrán notado que los primeros días y semanas el tufo puede ser insoportable, pero que poco a poco se va haciendo más llevadero, hasta el punto de dejar de notarlo.
Puede que incluso tus patrones para diferenciar un buen o un mal olor se distorsionen hasta el punto de que las fragancias más placenteras del mercado te huelan mal. ¿Quién sabe? Lo cierto es que estamos vivos gracias a que nuestro cuerpo transpira, pues este mecanismo de refrigeración interna y externa del organismo tiene mucha más importancia de lo que parece. Es más, en épocas pasadas contaba con un valor insólito que a continuación repasaremos.
Un estudio demostró que las mujeres pueden detectar si el sistema inmunológico de los hombres es compatible con el suyo
Esta es la teoría que defiende Bill Hayes, autor de 'Sweat: A History of Exercise', recientemente publicado en Estados Unidos, en el que indaga en las connotaciones que tenía este fluido en la época antigua relacionándolas con el presente. Se conoce que, según el escritor, los atletas griegos solían vender al mejor postor estas secreciones corporales, famosas en aquellos tiempos por sus propiedades terapéuticas, y no tanto por su olor.
Los 'gloios'
Dado lo bien valorados que estaban los atletas en aquella época, sus cuerpos eran rociados con aceite de oliva tras las competiciones y actividades deportivas. Después, los esclavos rasparan y frotaban bien su piel para que así sus señores tuvieran un poco de esta curiosa mezcla, llamada 'gloios'. En el mundo antiguo se consideraba que esta mezcla de aceite y sudor era beneficiosa para tratar afecciones en las partes más íntimas, como hemorroides o las incómodas verrugas genitales.
La forma en la que sudamos puede advertirnos de posibles problemas como por ejemplo diabetes, alcoholismo o enfermedad de Parkinson
Hayes es uno de los autores que más han investigado las propiedades del sudor y por qué es tan importante, aunque evidentemente él como cualquier otro médico de la actualidad desaconsejaría bajo cualquier circunstancia usar estas secreciones para tratar estos problemas. Lo que sí que es cierto es que el sudor, al igual que otros tantos fluidos orgánicos, contiene muchísima información esencial sobre nuestras vidas. Y sí, también es uno de los factores que se barajan a la hora de emparejarnos con alguien. De ahí que se tenga entendido que las personas solteras huelan diferente. Esto fue demostrado en un estudio publicado en 1990 que sugirió la hipótesis de que las mujeres pueden detectar si el sistema inmunológico de los hombres es compatible con el suyo. Cuanto más atractivo sea el olor, mejor estarán compensados inmunológicamente.
Uno de los aspectos más curiosos de nuestro sudor es que el que se genera y se desprende a través de nuestras axilas es diferente al resto de nuestro cuerpo, de ahí que huela más intensamente: es mucho más espeso y está compuesto de proteínas y ácidos grasos de composición similar a la cera de los oídos. Una investigación del 'Journal of Investigative Dermatology' cifra en un 2% el porcentaje de personas a las que nunca les huele el 'ala' debido a un gen.
El placer de sudar
Muchas enfermedades pueden ser detectadas por el sudor. Y, a su vez, la forma en la que sudamos puede advertirnos sobre posibles problemas como por ejemplo diabetes, alcoholismo o enfermedad de Parkinson, tal y como se apunta en un artículo de 'The New York Post'. Por otro lado, la ciencia también está aplicando los conocimientos en el sudor humano para diseñar dispositivos biomédicos y usarlo a modo de combustible. Incluso, algunas divulgadoras científicas, como Sarah Everts, esperan que el sudor sea el fluido corporal del futuro al incluir información sobre nuestras costumbres y poder predecir si sufriremos alguna enfermedad grave en años venideros como el cáncer.
Everts ha publicado también recientemente el libro 'The Joy of Sweat' ("La alegría del sudor", en español), en el que indaga las propiedades de la transpiración humana y, a su vez, carga contra la industria de la cosmética y los desodorantes que intentan camuflarlo. Si crees que tu sudor tiene un olor muy desagradable, debes sentirte afortunado, porque como explica la autora, nuestra forma de transpirar es muy cómoda en comparación con la de otros mamíferos o animales, como por ejemplo las abejas, que vomitan sobre sí mismas o los buitres, que lo sueltan con las heces. En general, el tema da mucho para investigar y discutir, y aunque ahora mismo estemos en una época del año en la que el clima no nos hace convivir con el sudor a menudo, cabe reparar en cómo este proceso biológico puede ser determinante para identificar enfermedades potenciales que nos puedan estar aguardando.
"Hueles a choto" bien podría ser la frase hecha que mejor resume la incomodidad de tener que aguantar el ácido olor de un sobaco de otra persona. A nadie le place, aunque evidentemente hay gustos y parafilias de todos los colores, o mejor dicho, olores. Posiblemente te hayas preguntado más de una vez qué ocurriría en tu cuerpo si dejaras de ducharte, es decir, evitaras a toda costa eliminar el rastro de sudor y suciedad en tu cuerpo. Los que lo hayan probado, como por ejemplo el protagonista de la novela de Santiago Lorenzo, 'Los asquerosos' (2018), habrán notado que los primeros días y semanas el tufo puede ser insoportable, pero que poco a poco se va haciendo más llevadero, hasta el punto de dejar de notarlo.