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Los 'niños del swing': cuando los jóvenes alemanes desafiaron al nazismo con el ritmo de sus pies
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"Para que la juventud sea libre"

Los 'niños del swing': cuando los jóvenes alemanes desafiaron al nazismo con el ritmo de sus pies

Tenían entre 12 y 16 o 17 años… Solo algunos superaban los 18, y lo que comenzó siendo para ellos un intento por evadirse acabó convirtiéndose en una forma colectiva de insurgencia

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"Los dictados de Hitler nos hacen pequeños, y
todavía estamos encadenados.
Pero un día volveremos a caminar erguidos,
ninguna cadena podrá detenernos.
Porque duros son nuestros puños,
¡Sí! Y con cuchillos en nuestras muñecas,
para que la juventud sea libre", decía una canción popular por las calles alemanas mientras eran atravesadas por las tropas nazis.

Aquellas palabras provenían del tejido más joven de la sociedad del país. Niños, niñas, chavales y chavalas hilaban sus voces contra el régimen al que veían atando su futuro. ¿Qué les quedaba entonces? Sin apenas elección, eligieron cantar y bailar, pero al ritmo de una disidencia cada vez más consciente.

Estamos en 1937, el nazismo ha prohibido la música jazz, entre otras, y los discos de determinados artistas. Tras el estallido de la guerra, nadie podía encender el tocadiscos, poseer vinilos considerados "peligrosos" ni mucho menos sintonizar emisoras de radio extranjeras. Sin embargo, el jazz era difícil de regular, lo que también sucede con la adolescencia.

Foto: Llegada a Theresienstadt, de autoría desconocida, creado entre 1942 y 1944. (Wikimedia)

Nacido a finales del siglo XIX en Estados Unidos, para entonces ya se había expandido de forma global. El jazz, que es en en realidad una familia de géneros musicales, animaba al tiempo que llevaba a la reflexión a la población europea cuando, en Alemania, primero, el nacionalsocialismo lo tomó como una herramienta inextricable de persuasión para su ascenso. Según escribe el musicólogo Ralph Willett en Hot Swing y la vida disoluta: juventud, estilo y música popular en Europa 1939-49, en sus inicios los nazis utilizaron este género musical como fondo de propaganda, pero también para levantar la moral de las tropas jóvenes.

Una forma de resistencia

Sin embargo, aquellos intentos no podían nublar sus raíces negras, afroamericanas, su "carácter extranjero" y su base intrínsecamente reivindicativa sin moderación. Optaron entonces por otros estilos como la música de banda alemana, más tradicional. En paralelo, el jazz se convirtió en contrarrespuesta tornando una expresión perfecta de alienación generacional y provocación política contra el propio Hitler.

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Un ejército no se crea de la nada, y como sucede en estos casos, "los nazis intentaron adoctrinar a los adolescentes, obligándolos a unirse a las Juventudes Hitlerianas y a la Liga de Niñas Alemanas, y a alistarse en la guerra". Bajo los efectos del pánico afrontado, resistirse no parecía una opción, pero algunos adolescentes lo hicieron. En ese camino, "la música fue el vehículo perfecto para esta rebelión", señala Willett.

Fueron agrupando sus pies y, para no alzar los brazos, los movieron a ritmo de swing en habitaciones, en trastiendas y, pronto, en auténticos clubes clandestinos. Uno, otro, otro… Llegaron a ser tantos que el asunto pasó a conocerse como si de una banda se tratase. El 'Swing Kid' como resistencia precedió así a los rockeros o punks de las décadas posteriores, como destaca el músico John Jones en Open Culture.

"Swing heil"

En las ciudades donde proliferaron, se reconocían a partir de sus propios barrios. Así, estaban los Piratas de Edelweiss, un movimiento juvenil de clase trabajadora en el distrito de 'Rühr'. Estaban los 'Zazous', el 'Hot Club' o los 'Swing Jugend'. Lo que comenzó como una forma de evasión era ya una forma misma de vida: desarrollaron toda una cultura de vestimenta y lenguaje, se saludaban unos a otros con un "Swing heil", y hasta organizaron burlas colectivas a las autoridades con bailes en público.

"La mayoría de los 'swing kids' tenían entre 12 y 16 o 17 años… Al principio, solo querían evadirse en un momento oscuro de la historia de su país y evitar la guerra, si era posible"

Si bien es cierto que las referencias a la violencia no fueron puramente simbólicas primero, pues como subrayan desde la web alemana Swingstyle "debemos recordar que la edad de la mayoría de los 'swing kids' tenían entre 12 y 16 o 17 años… Solo querían evadirse en un momento oscuro de la historia de su país y evitar la guerra, si era posible", la inercia, el deseo político, se fue acrecentando confome lo hacía la represión nazi sobre sus entornos y sobre ellos mismos. Algunos, como los Piratas de Edelweiss, "escondieron a desertores, atacaron a los nazis e incluso mataron al jefe de la Gestapo de Colonia", explica Willet.

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Además, etiquetaron las paredes públicas con lemas antifascistas que decían "¡Abajo Hitler!" o "¡Medallas por asesinato!". También lanzaron ladrillos a través de ventanas y destrozaron coches de funcionarios nazis. Como documenta el espacio educativo Music and the Holocaust, la respuesta de la Gestapo fue un contraataque “con especial crueldad”.

Llegada la década de 1940, la policía secreta pudo haber recopilado una lista con más de 3.000 nombres de Swing Kids solo en Colonia. "En términos numéricos, eso significaría que estos jóvenes representan un potencial de resistencia mucho mayor que cualquier otro grupo de oposición en Alemania compuesto por adultos". Las detenciones y las torturas no fueron pocas, y algunos acabaron en campos de concentración.

"Los dictados de Hitler nos hacen pequeños, y
todavía estamos encadenados.
Pero un día volveremos a caminar erguidos,
ninguna cadena podrá detenernos.
Porque duros son nuestros puños,
¡Sí! Y con cuchillos en nuestras muñecas,
para que la juventud sea libre", decía una canción popular por las calles alemanas mientras eran atravesadas por las tropas nazis.

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