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De los cabarés de Weimar a las prisiones nazis: la represión de las personas trans en la Alemania de Hitler
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RECUERDOS DE ELDORADO

De los cabarés de Weimar a las prisiones nazis: la represión de las personas trans en la Alemania de Hitler

Repasamos distintos estudios históricos para bucear en la memoria olvidada de todas esas vidas no normativas a las que el nazismo se llevó por delante. Algunas, afortunadamente, lograron sobrevivir

Foto: Pancartas nazis cuelgan de las ventanas del antiguo club nocturno Eldorado. (Landesarchiv Berlin/U.S. Holocaust Memorial Museum)
Pancartas nazis cuelgan de las ventanas del antiguo club nocturno Eldorado. (Landesarchiv Berlin/U.S. Holocaust Memorial Museum)

Marzo de 1933. Dos oficiales de la Policía del Orden de Berlín posan frente a un edificio único en el mundo. Se trata de Eldorado, uno de los múltiples locales de ambiente gay que había repartidos por toda la capital. En él se citaba la caterva artística más distinguida de Alemania (actrices, escritores, músicos, poetas) y entre su clientela había un buen número de homosexuales y bisexuales. Por aquel entonces, era el único lugar en el mundo en el que una persona podía travestirse, aunque fuera solo dentro de sus instalaciones. El ambiente drag y los espectáculos de cabaret, las fiestas de disfraces y los bailes, formaban parte de un conglomerado de espectáculos liberadores para una población de orientación sexual no normativa que por primera vez en la historia de Alemania podía expresarse y divertirse en público y con todas las garantías civiles.

Pero tan solo unas semanas antes de que se tomara esa fotografía, en diciembre de 1932, el presidente de la policía berlinesa, Kurt Melcher, ordenó el cierre de todas las discotecas y bares de ambiente. En la fachada del edificio, donde antes lucía el lema "Aquí se está bien" (una traducción aproximada de "Hier Ist's Rightig!"), los oficiales colgaron propaganda electoral de Hitler ("Wählt Hitler Lifte"), y las fotografías que ilustraban el local fueron cambiadas por esvásticas, icono para la posteridad del terror nazi. El edificio pasó a ser la sede de la Sturmabteilung (SA).

placeholder Fachada del club Eldorado original, durante la República de Weimar y antes de la llegada de los nazis al poder. (Wikipedia)
Fachada del club Eldorado original, durante la República de Weimar y antes de la llegada de los nazis al poder. (Wikipedia)

A veces, la historia pasa de un extremo a otro, sufriendo reveses culturales radicales. Justo antes de la llegada del Partido Nazi al poder, la República de Weimar había supuesto una explosión cultural sin precedentes en Europa, y Berlín era el epicentro de todo ese espíritu modernista y progresista. "La ciudad se convirtió en un campo abonado para el epicureísmo y la diversión desenfrenada; se trataba de vivir por encima de todo sin importar el tan incierto futuro", escribe la historiadora Paloma Sánchez Garnica en su libro Últimos días en Berlín. "La gente quería salir, bailar, disfrutar, y la ciudad se llenó de bares, clubes, casinos, cafés, salas de fiestas, cabarets dedicados a hombres, mujeres y travestis, ecomo los célebres cinco locales de Eldorado, donde acudían desde el jefe de las SEA Erich Röhm hasta Marlene Dietrich".

Foto: Una víctima del Holocausto nazi, perseguido por su homosexualidad.

La cita está extraída de un artículo de Julio Martín Alarcón en este mismo periódico en el que además de entrevistar a Garnica explora cómo Berlín pasó de ser en tan poco tiempo la capital del orgullo gay europeo al centro del régimen político más despiadado y terrible del siglo XX. "Del Berlín de los distendidos cabarets, se llegó a los campos de concentración, del humo del cigarro que envolvía los garitos nocturnos, al sempiterno humo a plena luz del día de las chimeneas de los hornos crematorios, de recogerte el abrigo en el ropero en los múltimples clubes a los triángulos violeta o rosa en el pecho a las puertas de los campos de trabajo y de exterminio del Tercer Reich", escribe Alarcón. No era para menos; todo cambió para los homosexuales en Alemania. Pero... ¿Qué ocurrió con la población trans? Hasta ahora no se ha investigado demasiado sobre cuáles eran las condiciones de estas identidades de género no normativas antes, durante y después de Hitler.

Toni Simon: una historia de cárceles y exilio

Su nombre era Toni Simon y nació con pene bajo el nombre masculino de Anton. Hija de un herrero, de niña ya vestía ropa de niña siempre que podía y ayudaba a su madre en las tareas domésticas de la casa. Cuando cumplió la mayoría de edad, se alistó de voluntaria en la caballería con el objetivo de evitar la infantería, siendo objeto de burlas por parte de sus compañeros por sus andares de niña. Al terminar su servicio militar, se convirtió en mecánica en una fábrica de bicicletas y en 1908 se casó con una mujer con la que tuvo cinco hijos. Por aquel entonces tuvo numerosos trabajos como cervecera, pescadora y constructora de puentes en ciudades como Kiel o Bremen. Al empezar la Primera Guerra Mundial, en 1914, tenía un negocio de venta de periódicos y mapas que tuvo que dejar al cargo de su mujer para partir al frente.

Cuando los nazis llegaron al poder, Simon emigró a España, pero desafortunadamente la Guerra Civil estalló, y en 1936 tuvo que volver a Alemania

La historia de Simon la podemos leer en el blog Zagria, dedicado a difundir las biografías de los activistas trans más célebres del siglo pasado. Al término de la guerra, volvió a servir cerveza, pero esta vez de manera clandestina en un sótano secreto alojado en un café. Por ello fue llevada juicio en 1929, ya durante la República de Weimar, presentándose en el juzgado vestida con su identidad de género real, es decir, de mujer. Esto le deparó una multa, pero a cambio consiguió algo importante para las personas como ella: visibilidad. La prensa de la época le dedicó reportajes y escribió artículos criticando la prohibición de mostrar su condición transgénero cuando orientaciones sexuales como la homosexual estaban más normalizadas y permitidas, aunque solo fuera en el ámbito privado.

"Simon era un peligro para la juventud, escribió un oficial de la Gestapo. Enviarla a un campo de concentración era 'completamente necesario'"

En 1932, Simon estaba completamente arruinada tras tantas multas por servir alcohol sin licencia, organizar fiestas públicas e "insultar a funcionarios de forma peligrosa para el público". Una amiga escritora llamada Elsbeth Ebertin publicó un libro en el que hablaba de su vida y exploraba la condición transgénero en Alemania titulado Hombre o mujer: el destino natural de un aventurero ("Mann oder Frau! Das Sshicksal einer Abereurer-Natur", en alemán). En dicho documento hablaba de los intentos de suicidio de Simon, de su travestismo callejero y todos los problemas que le había acarreado y de cómo se había enamorado tres veces, siempre de una mujer, pero en el fondo fantaseaba con el amor masculino. Además incluía dos fotografías de ella con su identidad real, es decir, como mujer.

Cuando los nazis llegaron al poder, Simon emigró a España, pero desafortunadamente la Guerra Civil estalló, y en 1936 tuvo que volver a Alemania, donde la condenaron a prisión por criticar al gobierno de Hitler como "idiotas y bribones". El 11 de mayo de 1938, Simon fue amnistiada y empezó a trabajar en una empresa de procesamiento de metales. Pero su libertad no duró mucho, ya que en 1939 fue encarcelada de nuevo, esta vez en el campo de concentración de Welzheim. Por fortuna, logró sobrevivir, y una vez terminara la guerra, vivió en una caravana abandonada en la región de Suabia. Más tarde empezó a trabajar como probadora de torres de alta tensión, y cuando terminó la Segunda Guerra Mundial se mudó a Stuttgart con la esperanza de volver a rehacer su vida. Allí, la comunidad gay la consideraba una heroína al haber sobrevivido a la guerra, y organizaba bailes y reuniones (suponemos que recuperando el espíritu de Eldorado), actuando como dama de cabaret. Al final, murió a los 92 años de edad en Dinamarca.

Foto: El batallón Six Triple Eight. (Foto promocional del documental 'The Six Triple Eight')

Esto es todo lo que hemos podido encontrar de Toni Simon. Su historia ha vuelto a salir a la actualidad debido a un trabajo de investigación de Laurie Marhoefer, de la Universidad de Cambrigde, que ha buceado en los periódicos de la época para descubrir la persecución sufrida por las personas trans en la Alemania nazi. "Simon era muy valiente", admite la investigadora en un artículo reciente publicado en Smithsonian Mag. "La primera vez que di con su expediente fue cuando estaba investigando a las personas trans en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos. La policía de Essen la conocía como el atrevido propietario de un club clandestino donde reunía a gente LGTBQ. A mediados de la década de 1930 fue llevada a los tribunales por criticar al régimen nazi. Simon era un peligro para la juventud, escribió un oficial de la Gestapo. Enviarla a un campo de concentración era 'completamente necesario'".

Simon no fue la única superviviente de la dura represión en el Holocausto a las personas trans. Marhoefer menciona a una tal H. Bode, que salía con hombres pero aparecía en público vestida de mujer. "Durante la República de Weimar, tenía un certificado de travesti y luego la policía nazi la persiguió por eso mismo y por tener relaciones sexuales con hombres", señala. "La consideraban demasiado masculina, por lo que sus relaciones se consideraban homosexuales. La enviaron al campo de concentración de Buchenwald, donde fue asesinada". La investigadora también menciona a Liddy Bacroff, una mujer de Hamburgo que se ganaba la vida en la prostitución. Su infierno comenzó en 1933, cuando la pusieron en orden de busca y captura y finalmente la deportaron al campo de Mathausen, donde murió.

Magnus Hirschfeld, el primer activista LGTBQ

Estos tres casos seguramente no fueran los únicos. Resulta sorprendente, no obstante, que durante la República de Weimar existieran permisos para ser transgénero y vestir en público según el canon del sexo opuesto al nacer. Todo gracias a un personaje histórico muy importante llamado Magnus Hirschfeld, uno de los primeros médicos que empezó a estudiar a fondo la identidad de género y la orientación sexual, llegando a la conclusión de que ambas condiciones humanas eran innatas y, por tanto, no son determinantes de su carácter o personalidad, defendiendo la abolición de toda persecución contra estas minorías sexuales y de género. En 1897, fundó el Comité Científico-Humanitario para luchar por la despenalización de las relaciones sexuales entre hombres.

Hirschfeld brindaba tratamientos para enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados cuando era absolutamente ilegal

Hirschfeld también fue el primero que usó la palabra "travesti", concretamente en 1910, como término médico y científico. Aunque a día de hoy tiene una connotación peyorativa, en aquella época empezó a utilizarse en la sociedad alemana como una etiqueta libre de prejuicios. "Travesti" incluía a las personas del mundo del drag y también a aquellas que se negaban a amoldarse a un género diferente al que obtenían al nacer. También desvinculó el concepto de transexualidad del de homosexualidad, separando género y orientación sexual, una diferenciación terminológica que a día de hoy sigue creando confusión entre las capas más reaccionarias de la sociedad.

En 1919 fundó el Instituto de Ciencias Sexuales en el céntrico barrio de Tiergarten en Berlín, el cual atendía a todas las personas desde un punto de vista médico y educativo que no se identificaban con su género al nacer o con la orientación heterosexual. Allí brindaba tratamientos para enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados. Todo ello en un contexto social en el que las relaciones sexuales homosexuales eran ilegales o estaban penalizadas a ojos del público. Según la Enciclopedia del Holocausto, hasta emprendió algunas de las primeras cirugías modernas de afirmación de género. En mayo de 1933, los nazis asaltaron su instituto y Hirschfeld tuvo que partir al exilio. Hasta el presente, sigue siendo un símbolo de la lucha LGTB en los momentos políticamente más oscuros para ser gay, lesbiana o transexual.

Marzo de 1933. Dos oficiales de la Policía del Orden de Berlín posan frente a un edificio único en el mundo. Se trata de Eldorado, uno de los múltiples locales de ambiente gay que había repartidos por toda la capital. En él se citaba la caterva artística más distinguida de Alemania (actrices, escritores, músicos, poetas) y entre su clientela había un buen número de homosexuales y bisexuales. Por aquel entonces, era el único lugar en el mundo en el que una persona podía travestirse, aunque fuera solo dentro de sus instalaciones. El ambiente drag y los espectáculos de cabaret, las fiestas de disfraces y los bailes, formaban parte de un conglomerado de espectáculos liberadores para una población de orientación sexual no normativa que por primera vez en la historia de Alemania podía expresarse y divertirse en público y con todas las garantías civiles.

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