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La historia de la primera bandera del orgullo LGBTIQ: vuelve a casa tras darla por perdida
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Décadas desaparecida

La historia de la primera bandera del orgullo LGBTIQ: vuelve a casa tras darla por perdida

Después de décadas en la que se perdió su rastro, al encontrarla nadie sabía que estaban ante la bandera original del orgullo LGBTIQ

Foto: Imagen: GLBT Historical Society
Imagen: GLBT Historical Society

El 25 de junio de 1978 los vientos de San Francisco mecieron por primera vez la bandera LGTBIQ de la Historia. Aquel día se llevó a cabo en esta ciudad su primer Orgullo, conocido entonces como “Día de la Libertad Gay”. Estaba a punto de llegar a su fin una década que había comanzado con las protestas de Stonewall, cuando durante la marcha, un grupo de asistentes y voluntarios alzaron en la Plaza de las Naciones Unidas lo que ya se ha convertido en el símbolo que abraza la libertad. Entre ellos, Harvey Milk y Gilbert Baker, los dos autores que habían unido el empeño y los conocimientos para elaborar lo que consideraban “una necesidad” que el pasado mes de abril se recuperó, según recoge The Guardian, tras años considerándola desaparecida.

La primera bandera LGTBIQ fue el resultado de una labor de artesanía del discurso social y no fue una, en realidad, sino dos banderas que reflejaban el arcoiris en ocho colores: rosa, rojo, naranja, amarillo, verde, turquesa, azul y morado. Una de ellas incluía franjas marcadas al estilo de la bandera de Estados Unidos y la otra se elaboró sin franjas, pero ambas eran idénticas en sus 15 metros de largo y ancho. El primer color del espectro que utilizaron, el rosa, hacía un guiño al triángulo rosa invertido con el que el nazismo marcó a las personas homosexuales, bisexuales, transexuales y, en definitiva, no normativas.

Foto: Primera manifestación de liberación homosexual en Barcelona (FAGC)

En una entrevista para el MoMa, Baker narró en 2015 el proceso creativo del impulso que les llevó a crearla: “Decidí que la bandera necesitaba un lugar de nacimiento, así que no la hice en casa; la hice en el Centro Comunitario Gay en el 330 de la calle Grove en San Francisco. Tomamos el control de la galería del ático del último piso y teníamos enormes botes de basura llenos de agua donde mezclamos tinte natural con sal y usamos miles de metros de algodón. Quería hacerlo de manera orgánica, con mis amigos; necesitaba tener una conexión real con la naturaleza y la comunidad”.

Un símbolo por la libertad deliberadamente no registrado

Baker, una “gran drag queen” en la década de los setenta, como se definía a sí mismo, había aprendido a coser para poder confeccionarse la ropa que quería para sus shows y que no podía comprar. De esta forma se convirtió en “el tipo que hacía pancartas para las marchas de protesta”. Esta fama llegó a oídos de Harvey Milk, por entonces miembro de la Junta de Supervisores de San Francisco en 1977. Milk se había convertido, en su caso, en la primera persona abiertamente homosexual elegida para un cargo público en el país. La bandera fue así un encargo que les unió para siempre.

Solo unos meses después, en noviembre de 1978, Milk fue asesinado. Su asesinato impulsó a Baker a dedicar su vida posteriormente a utilizar la bandera que ambos idearon para impulsar el movimiento de los derechos de su colectivo. Y eligió deliberadamente no registrarla. Baker murió en 2017 en la indigencia, pese a que el arcoiris símbolo LGBTQ+ ha generado y sigue generando millones de euros.

La idea era transmitir la diversidad e inclusión a través de la naturaleza: "de un elemento natural para representar que la sexualidad es un derecho humano"

"El arcoíris era perfecto porque realmente encaja con nuestra diversidad en términos de raza, género, edades... Además, es una bandera natural, una bandera del cielo. Y aunque el arco iris se ha utilizado de otras formas en la vexilología (el estudio de las banderas), este uso ha eclipsado por mucho cualquier otro uso que pudiese tener”, aseguraba en una entrevista. La idea era transmitir la diversidad e inclusión a través de la naturaleza, “de un elemento natural para representar que la sexualidad es un derecho humano”. Consciente del legado que ambos dejaban, también desmintió la leyenda que relacionaba lor orígenes de la idea con la canción de Judy Garland "Over the Rainbow".

De vuelta al hogar

Tras alzarlas, las dos banderas se expusieron y almacenaron posteriormente en un centro comunitario LGBTQ+ ya clausurado, donde una de ellas fue robada. La otra fue rescatada por Baker de la humedad y el olvido, haciéndose con un trozo en buen estado que llevó consigo a Nueva York y en 1994 formó parte de una exposición con motivo del 25º aniversario del levantamiento de Stonewall. Con su muerte, aquel trozo llegó a las manos de su hermana, que en 2019 la cedió a la Fundación Gilbert Baker para su uso durante el 50 orgullo en la ciudad de Nueva York.

Lo que ni la fundación ni nadie sabía que tenían ante ellos la primera bandera del orgullo, el origen del símbolo. Ha hecho falta el trabajo de un estudio para comprobar el valor de esta pieza textil. Desde entonces, se encuentra expuesta en el Museo de la Sociedad Histórica GLBT de la misma ciudad en la que nació 43 años atrás. "Para las personas LGBTQ, hay pocos artefactos que tengan el significado histórico, político y cultural de esta obra de arte fundamental, la bandera arcoíris original. Estamos profundamente agradecidos de que Gilbert Baker haya guardado este fragmento y lo haya traído a casa en San Francisco. Confiamos en que su mensaje de diversidad, liberación y esperanza seguirá inspirando a las personas queer durante las generaciones venideras", señalan al respecto Charley Beal, presidente de la Fundación Gilbert Baker, y Terry Beswick, director ejecutivo de la Sociedad Histórica LGBT.

El 25 de junio de 1978 los vientos de San Francisco mecieron por primera vez la bandera LGTBIQ de la Historia. Aquel día se llevó a cabo en esta ciudad su primer Orgullo, conocido entonces como “Día de la Libertad Gay”. Estaba a punto de llegar a su fin una década que había comanzado con las protestas de Stonewall, cuando durante la marcha, un grupo de asistentes y voluntarios alzaron en la Plaza de las Naciones Unidas lo que ya se ha convertido en el símbolo que abraza la libertad. Entre ellos, Harvey Milk y Gilbert Baker, los dos autores que habían unido el empeño y los conocimientos para elaborar lo que consideraban “una necesidad” que el pasado mes de abril se recuperó, según recoge The Guardian, tras años considerándola desaparecida.

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