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De la rehabilitación a la cirugía: así son los tratamientos para la vejiga hiperactiva
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De la rehabilitación a la cirugía: así son los tratamientos para la vejiga hiperactiva

Las opciones para tratar este trastorno pasan por ejercitar el suelo pélvico, hacer una reeducación miccional, utilizar fármacos para reducir la urgencia o, finalmente, optar por una intervención quirúrgica

Foto: Foto: Freepik.
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En España, una de cada cuatro personas de más de 40 años sufre de vejiga hiperactiva. Según la Asociación Española de Urología, en torno al 25% de las mujeres y el 20% de los hombres se ven afectados por este trastorno, que se define por la necesidad urgente y repentina de orinar más a menudo de lo normal (ocho o más veces al día).

“Si bien es un término relativamente conocido entre la población en general”, explica el doctor Héctor Garde, especialista de la Unidad de Urología Funcional del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, “existe cierta falta de comprensión sobre la naturaleza exacta del trastorno y sus opciones de tratamiento”.

Foto: Foto: Freepik

La urgencia miccional es su síntoma principal; la queja más molesta, ese repentino deseo de ganas de orinar, esas ‘prisas’ que son difíciles de diferir y que, de producirse de manera muy frecuente, interrumpen y alteran el bienestar diario.

Pero ¿cuándo se puede considerar que la frecuencia miccional está elevada? “Se considera normal hasta siete micciones diurnas”, precisa la doctora Raquel González, especialista del citado servicio y jefa de la Unidad de Urología Funcional y servicio en el hospital madrileño. “Este número es muy variable, ya que depende de múltiples factores, como son, entre otros, las horas de sueño, la ingesta de líquidos, la toma de ciertos fármacos, diferentes enfermedades y alteraciones propias del sueño”.

En cuanto a los factores de riesgo, la vejiga hiperactiva es una patología que todo el mundo puede sufrir, pero es más común que se presente en personas mayores, ya que se asocia al envejecimiento. Asimismo, también existe mayor riesgo si la persona padece alguna enfermedad o trastorno como agrandamiento de la próstata o diabetes, puesto que estas patologías pueden contribuir a otros problemas relacionados con la función de la vejiga.

Para llegar al diagnóstico de este problema, el doctor Luis Miguel Quintana, compañero de la misma unidad y servicio de la Fundación Jiménez Díaz, confirma que la historia clínica es lo más importante para valorar los síntomas que la diferencian de otros tipos de incontinencia como la incontinencia de esfuerzo (en este caso la orina se escapa con la tos o la risa). “Para ello nos ayudamos del diario miccional. Generalmente, con una ecografía del aparato urinario y una flujometría es suficiente. En ocasiones, tenemos que recurrir al llamado estudio urodinámico o a alguna otra prueba más específica”, nos detalla el especialista.

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Por lo que respecta al tratamiento, existen diferentes opciones que hay que dar a conocer a los pacientes para adecuarlas a las circunstancias concretas de cada uno de ellos; es decir, hay que orientar la terapéutica a sus necesidades individuales, debiendo ponderar la eficacia, los beneficios y los efectos adversos de cada opción.

Opciones de tratamiento

“El tratamiento se realiza de forma escalonada”, explica la doctora González, “para aportar el mayor beneficio y seguridad, y para evitar al máximo la aparición de efectos secundarios, tras realizar un adecuado balance riesgo-beneficio. En este sentido, disponemos de cuatro líneas de tratamiento”.

Primera línea: Terapia conductual o terapia del comportamiento. Son las primeras técnicas que se llevan a cabo, y son fundamentales para controlar las pérdidas y disminuir la urgencia. Se determinan dos actuaciones de entrenamiento vesical:

  • Modificar el funcionamiento de la vejiga mediante reeducación miccional. Implica el uso de técnicas como el horario de micción programada y el entrenamiento de retención (retraso de micciones).
  • Rehabilitación del suelo pélvico y técnicas de biofeedback.

Es importante la pérdida de peso, ya que hay estudios que afirman que una reducción de peso del 8% en mujeres obesas reduce los episodios de incontinencia urinaria en un 42%.

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Segunda línea: Tratamiento farmacológico con medicamentos específicos para tal fin. Son los denominados anticolinérgicos y los agonistas β-3. Ayudan a relajar la vejiga, disminuir la hiperactividad del músculo detrusor de la vejiga y reducir así la urgencia. La falta de eficacia o la aparición de efectos adversos al menos con dos medicaciones diferentes nos hará pasar a la tercera línea de tratamiento.

Tercera línea: Se llevan a cabo distintas intervenciones, como las siguientes:

  • Toxina botulínica mediante inyección intravesical. Puede ayudar a relajar el musculo detrusor hiperactivo y reducir los síntomas.
  • La neuromodulación del nervio tibial posterior.
  • La neuroestimulación de raíces sacras. Se trata de implantar un dispositivo que envía impulsos eléctricos a las raíces sacras de la médula espinal, encargadas de la inervación de la vejiga, para modular su función y así reducir los síntomas.

Cuarta línea: Tratamiento quirúrgico sobre la vejiga. “En muy raros casos se puede realizar una cirugía de ampliación de la vejiga, la denominada enterocistoplastia, o una cistectomía (extirpar la vejiga) y crear una derivación urinaria permanente (salida de la orina a través de la piel habiendo realizado un conducto de salida de la orina). Son tratamientos radicales que se establecerán en última instancia”, concluyen los especialistas.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para mejorar nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con la Fundación Jiménez Díaz​.

En España, una de cada cuatro personas de más de 40 años sufre de vejiga hiperactiva. Según la Asociación Española de Urología, en torno al 25% de las mujeres y el 20% de los hombres se ven afectados por este trastorno, que se define por la necesidad urgente y repentina de orinar más a menudo de lo normal (ocho o más veces al día).

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