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La enfermedad del fuego de San Antonio o cuando un hongo abrió las puertas del infierno
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La historia a través de las dolencias

La enfermedad del fuego de San Antonio o cuando un hongo abrió las puertas del infierno

Esta condición médica que causa, primero, un fuerte ardor profundo en las extremidades y, si no se trata rápido, la muerte de los tejidos afectados se confundió a menudo con la peste

Foto: La tentación de San Antonio, por Joos van Craesbeeck. (Wikimedia)
La tentación de San Antonio, por Joos van Craesbeeck. (Wikimedia)

A San Antonio se lo llevaron los demonios, dice la leyenda. Así acabó Antonio el Grande (o Antonio Abad) tras su peregrinación por el desierto egipcio. Y, desde entonces, muchas enfermedades se han relacionado con su nombre. Entre ellas, quizás la más sonada es la que lo menciona directamente. Aunque también conocida como enfermedad del fuego sagrado, o científicamente como ergotismo, la enfermedad del fuego de San Antonio habla de ardores, de gangrena, de dolores que alcanzan la convulsión. ¿Pero por qué esta relación? ¿Qué es exactamente esa dolencia tormentosa?

Se trata, concretamente, de una condición médica que causa primero una sensación de ardor profundo en las extremidades y, si no se trata rápido, los tejidos afectados comenzarán a morir (lo que se conoce como gangrena). Ya estarás imaginando con el ceño fruncido cómo debe ser soportar el proceso, pero te daremos más datos.

Foto: La peste en Londres en 1854 en el lienzo 'Le chevalier Roze déblayant la Tourette au plus fort de la peste' de Michel Serre (1658-1733)

Durante siglos, no se supo de ella mucho más que lo visible. Además, coetánea de la peste negra, sus síntomas se entrelazaron a menudo, por lo que una u otra, se llegaban a considerar la misma tarea para los médicos. La gente moría a montones mientras las llagas iban cubriendo sus cuerpos y las personas afectadas que aún sobrevivían se retorcían entre alucinaciones.

placeholder Ilustración de un manual médico alemán del siglo XIX con ejemplos de gangrena. (Wikimedia)
Ilustración de un manual médico alemán del siglo XIX con ejemplos de gangrena. (Wikimedia)

Una enfermedad común en la Edad Media

Ahora conocemos, por ejemplo, que en un solo incidente, un brote en Francia en el año 994 d.n.e., la enfermedad causó entre 20.000 y 40.000 muertes en todo el país, como apunta John Horgan en World History Encyclopedia. El último gran brote del que se tiene constancia ocurrió también en el país galo, concretamente en el pueblo de Pont Saint Esprit, donde murió gran parte de su población en 1951, cuando un panadero, tratando de evadir impuestos, compró un cargamento con harina contaminada. A ello dedicamos un artículo.

placeholder Los tormentos de San Antonio, por Miguel Ángel. (Wikimedia)
Los tormentos de San Antonio, por Miguel Ángel. (Wikimedia)

También sabemos, por fin, lo más importante para su prevención y erradicación: es causada por comer granos de cereales como el centeno infectados por el hongo 'Claviceps purpurea'. Con la humedad y temperaturas cálidas, se producían las condiciones propicias para que esto sucediera. Los hongos filamentosos pueden crecer fácilmente sobre los cereales, en especial sobre semillas almacenadas.

Sin estos datos, el fuego de San Antonio se convirtió en una enfermedad común en la Edad Media que pululaba a sus anchas. El grano de centeno se cultivaba en grandes cantidades al menos desde el 3.000 a.n.e., y la demanda siempre estaba a la altura de la oferta porque, al fin y al cabo, el pan era un alimento saciante y barato, por lo que durante todo este período de la historia, se produjeron decenas y decenas de oleadas de brotes que enfermaron a millones y mataron a decenas de miles de personas.

El problema del Claviceps purpúrea

Horgan explica que hasta el año 1596 no se relacionó el 'Claviceps purpurea' con el centeno. Lo hizo un médico alemán llamado Wendelin Thelius. También conocido popularmente como cornezuelo, este hongo, sin embargo, no es que fuera desconocido antes. "Ya en el 1582, otro médico alemán, Adam Loncier, había descrito el uso de pequeñas dosis del mismo (tres granos) de cornezuelo para producir fuertes contracciones durante el embarazo y acelerar el aborto del feto".

placeholder Varias etapas en el ciclo de vida del Claviceps purpurea / Ilustración de un panadero poniendo pan en el horno en el calendario de un libro de horas. (Wikimedia)
Varias etapas en el ciclo de vida del Claviceps purpurea / Ilustración de un panadero poniendo pan en el horno en el calendario de un libro de horas. (Wikimedia)

El hongo libera sustancias alcaloides en sus granos, que estimulan los receptores de hormonas como la serotonina, la dopamina o la epinefrina cuando se consumen. Esto hace que los vasos sanguíneos se contraigan, reduciendo el flujo de sangre a los órganos y las extremidades. He aquí lo que provoca la muerte de los tejidos, apunta en Science Focus Claire Asher, periodista científica doctorada en Genética, Ecología y Evolución por la Universidad de Leeds, en el Reino Unido.

"En la década de 1500, las parteras se dieron cuenta de que consumir granos infectados por el hongo del cornezuelo del centeno podía inducir el parto en mujeres embarazadas y, en la década de 1750, las farmacias los abastecían como tratamiento para el parto estancado. Sin embargo, el consumo de granos infectados dificultó la administración de dosis precisas y la práctica se asoció con la muerte fetal", explica Asher al respecto. Se mantuvo al margen hasta que su ingrediente activo, la ergometrina, se purificó en 1935. Entonces, se volvió a recetar como medicamento con mayor precisión y siguió así siendo un método popular para inducir el parto en el siglo XX, hasta que fue reemplazado por alternativas más seguras como la oxitocina.

De las brujas de Salem a las epidemias de baile

En dosis ocultas por una ingesta diaria, volvía a la gente "loca". Así la retrató, por ejemplo, el pintor belga Pieter Brueghel el Viejo en algunas de sus obras. El dolor hacía que la persona se retorciera, y si a ello se le sumaban calambres musculares y convulsiones, podía quedar marcado por el estigma de la enfermedad mental. Eran los síntomas exactos por los que, entre enero de 1692 y mayo de 1693, acusaron de "brujas" a algunas mujeres de Salem, en Estados Unidos, provocando los conocidos juicios y posterior asesinato masivo a las mismas en nombre de la iglesia. No solo eso, pues los investigadores también creen que puede ser el origen de las llamadas "epidemias de baile".

placeholder La tierra de Cucaña, por Pieter Brueghel el Viejo. (Wikimedia)
La tierra de Cucaña, por Pieter Brueghel el Viejo. (Wikimedia)

Varias crónicas medievales que se conservan hoy describen cómo, de pronto, grupos de personas llegaron a estar bailando durante horas, días, incluso meses entre los siglos XIV y XVII d.n.e. "Estos bailes parecían ser involuntarios y posiblemente fueron el resultado del envenenamiento por cornezuelo, más que por espíritus vengativos, miedos sobrenaturales, la picadura de una tarántula o escorpión, incluso que por la angustia por la pobreza extendida y las dificultades de la vida cotidiana combinadas con la ocurrencia de desastres naturales", dice Horgan.

Hay que tener en cuenta que en aquel momento la sociedad comulgaba en buena medida con lo que decía la iglesia, y la iglesia habló: desde la institución cristiana declararon que la enfermedad era el resultado del pecado. Por tanto, el sufrimiento de los afectados fue aceptado como parte de una vida depurándose. Y ahí estaban, suplicando otros ojos que los miraran, otra mirada, un alivio, una cura. Danzaban porque no les quedaba más remedio.

Los orígenes del nombre

Mientras tanto, las curas y los tratamientos a menudo reflejaban "una mezcla de nociones ignorantes derivadas de la antigüedad, el destino y el plan de dios para la humanidad". Desde un plano más científico, fueron las plantas, especialmente hierbas y flores, las que permitieron a los médicos tratamientos a ofrecer. Por supuesto, guiados por aquella tradición griega de la que ya hablamos de mantener un equilibrio de los cuatro humores (bilis amarilla, flema, bilis negra, sangre) junto con las elecciones dietéticas y las posiciones de la luna y otros cuerpos celestes.

placeholder Detalle de Los proverbios flamencos, por Pieter Bruegel el Viejo. (Wikimedia)
Detalle de Los proverbios flamencos, por Pieter Bruegel el Viejo. (Wikimedia)

Muchas personas asociaron los síntomas y la enfermedad como una entrada al Infierno. Lo vemos en las obras de Bruegel. Para entonces, la Orden de los Hospitalarios de San Antonio ya estaba bien establecida en Grenoble, Francia, desde el año 1100. Allí se había creado un centro para atender a personas aquejadas de ergotismo. Guiados por las supuestas luchas del fundador del monaquismo cristiano y santo patrón de los sepultureros contra el diablo, los monjes de aquel centro se entregaron al cuidado de los enfermos: "pintaron de rojo las paredes para imitar la sensación de ardor que experimentan quienes padecen la enfermedad".

Por a poco, se fueron fundando hospitales adicionales en toda la Europa medieval para ayudar a más pacientes. Los historiadores Patricia Pertíñez e Ismael Breim destacan en un artículo para el blog Gomeres: salud, historia, cultura y pensamiento de la Fundación Index que el remedio consistía en que "los canónigos regulares tocaran con su báculo a los enfermos, los cuales peregrinaban hasta el monasterio de esta orden. La estancia se acompañaba con un cambio de dieta (se suprimía el pan de centeno, también entendido como el pan de los pobres). Los enfermos, de este modo, mejoraban, pero se debía al cambio de dieta que ayudaba a combatir la enfermedad y no al toque del báculo".

En la actualidad

Además, se cubría a los enfermos con ungüentos tópicos a base de manteca de cerdo, conocidos como agua de San Antonio, se les administraban plantas medicinales y se les daba a beber vino de San Antonio (elaborado con uvas cerca de la localidad de Vienne, donde se almacenaban las reliquias del santo) porque los monjes aseguraban que tenía propiedades curativas milagrosas.

A finales de 1800, se comenzaron a eliminar los granos infectados de las cosechas. Sin embargo, los mismos compuestos fúngicos que causan ergotismo se aislaron más tarde para producir un medicamento contra las migrañas

Otro remedio común consistía en la peregrinación a Santiago de Compostela, "pues durante ella visitaban los conventos de los antoninos y se curarían, aunque frecuentemente volvía a aparecer con el tiempo". Además, apuntan los historiadores, también se le conocería como fuego de San Antonio porque los enfermos se encomendaban a San Antonio Abad buscando una cura eficaz. Nada, sin embargo, la frenó como la sustitución del centeno por trigo en la elaboración común de pan.

placeholder El vino de la fiesta de San Martín, por Pieter Bruegel el Viejo. (Wikimedia)
El vino de la fiesta de San Martín, por Pieter Bruegel el Viejo. (Wikimedia)

A finales de 1800, explica el historiador Ashley Cowei en Ancient Origins, los funcionarios de la salud pública comenzaron a implementar la eliminación sistemática de granos infectados (los granos negros) de las cosechas. Sin embargo, los mismos compuestos fúngicos que causan ergotismo se aislaron más tarde para producir el medicamento "ergotamina", que se usa comúnmente para el tratamiento de las migrañas. En la actualidad, el ergotismo es anecdótico. Existen publicaciones de casos aislados, generalmente asociados al consumo crónico de fármacos que contienen ergotamina.

En España, cada 17 de enero tiene lugar la fiesta de San Antonio Abad o San Antón en recuerdo a dicho santo, pero también a la enfermedad que desde la Edad Media hasta hoy ha recibido otros muchos nombres populares: Ignis sacer, fuego sagrado, fuego sacro, fuego bendito, fuego infernal, mal de los ardientes, gangrena de los soloñeses o mal del pan maldito son solo algunos. En ese día, se suelen llevar a cabo diferentes actos para bendecir los productos de panadería.

A San Antonio se lo llevaron los demonios, dice la leyenda. Así acabó Antonio el Grande (o Antonio Abad) tras su peregrinación por el desierto egipcio. Y, desde entonces, muchas enfermedades se han relacionado con su nombre. Entre ellas, quizás la más sonada es la que lo menciona directamente. Aunque también conocida como enfermedad del fuego sagrado, o científicamente como ergotismo, la enfermedad del fuego de San Antonio habla de ardores, de gangrena, de dolores que alcanzan la convulsión. ¿Pero por qué esta relación? ¿Qué es exactamente esa dolencia tormentosa?

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