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Cómo la inmunidad a la peste negra determinó la salud moderna hasta hoy, según la ciencia
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Evolución a través de los patógenos

Cómo la inmunidad a la peste negra determinó la salud moderna hasta hoy, según la ciencia

De aquellas olas devastadoras de enfermedad parece que solo se salvaron quienes poseían una variante de un gen conocido como ERAP2, lo que hizo que después se volviera más común

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

De nuevo, y como pocas veces previas en la historia, la sociedad se ha aproximado peligrosamente a un instante del pasado que, sin embargo, duró lo suficiente como para convertirse en una catástrofe prolongada: las epidemias de peste negra. Pensar en ellas podría parecer un ejercicio de surrealismo, pero dejó de ser así en 2020. El coronavirus nos ha recordado que el miedo colectivo a la infección es un estado de aturdimiento difícil de detener.

Los horizontes del peligro sanitario en lo que a salud pública respecta siguen siendo invisibles de cara al futuro, ¿pero y si hubiera que acudir a los hechos remotos para desentrañarlo? Según un nuevo estudio, una variante genética que parece haber aumentado la capacidad de la población europea medieval para sobrevivir a la peste negra hace siglos podría estar contribuyendo a una enfermedad inflamatoria que afecta a las personas en la actualidad.

Foto: Víctimas de la Peste Negra con los característicos bubones en una ilustración de la Biblia de Toggenburgo.

El ADN que aún se conserva de los restos centenarios de entonces parece confirmar unas variables curiosas de componentes específicos que un grupo de investigadores han utilizado para discernir las huellas dactilares que dejó la peste bubónica en el sistema inmunitario de los europeos.

El gen ERAP2

De esta ola devastadora de enfermedad parece que solo se salvaron quienes poseían una variante de un gen conocido como ERAP2, lo que hizo que tras ella se volviera más común. Según los datos recogidos ahora en Nature, esa variante aumentaría ligeramente las probabilidades de desarrollar la enfermedad de Crohn, en la que la inflamación daña el sistema digestivo.

placeholder Fuente: Wikimedia.
Fuente: Wikimedia.

Causada por la bacteria yersinia pestis, la peste bubónica llegó a acabar con la vida de, al menos, el 60% de los infectados. Para cuando se extendió con el mundo medieval, causó sucesivas oleadas de miseria, la más devastadora de las cuales fue la peste negra, que los historiadores suelen fechar entre 1346 y 1350, un episodio que se cree que acabó con al menos 25 millones de personas, aproximadamente un tercio o más de la población europea.

Al no afectar a las personas cuyos sistemas inmunitarios tenían unas características específicas, los patógenos como la yersinia pestis han dado forma a la evolución del sistema inmunitario humano moderno. En la actualidad, las investigaciones están desentrañando las formas en que la eliminación masiva de la peste alteró en este sentido la genética relacionada con el sistema inmunológico.

El riesgo aún no es significativo

Así, Luis Barreiro, de la Universidad de Chicago, junto con otros compañeros, recolectaron muestras que contenían ADN de los restos de 516 personas que habrían muerto entre los años 1000 y 1800 en Londres y Dinamarca. Los investigadores examinaron tramos de ADN en busca de genes relacionados con el sistema inmunológico y áreas asociadas con enfermedades autoinmunes e inflamatorias.

Dentro de esas regiones, los investigadores identificaron cuatro ubicaciones en los cromosomas donde vieron una fuerte evidencia de cambios genéticos que parecían haber sido impulsados por la Peste Negra. Sin embargo, durante el trabajo de seguimiento, se destacó un cambio: un aumento en la frecuencia de una variante de ERAP2. Cuando se infectaron con las células inmunitarias de las personas con esta versión de ERAP2 mataron a las bacterias con mayor eficacia que las células que carecían de la variante. Los estudios de poblaciones modernas han relacionado esa misma variante con la enfermedad de Crohn.

placeholder Tersinia pestis. Fuente: Wikipedia.
Tersinia pestis. Fuente: Wikipedia.

Si bien los investigadores calculan que la variante ERAP2 mejoró las probabilidades de sobrevivir a la peste negra hasta en un 40%, solo aumenta ligeramente el riesgo de enfermedad de Crohn. Para trastornos complejos como la enfermedad de Crohn, "probablemente se requieren cientos, a veces miles de variantes genéticas para aumentar el riesgo de manera significativa".

Este descubrimiento sugiere que los cambios genéticos que han aumentado la respuesta inmunitaria humana pueden tener un coste

Desde hace algún tiempo, los investigadores en el campo han teorizado que las adaptaciones que ayudaron a nuestros antepasados a fortalecer sus sistemas inmunológicos contra las enfermedades infecciosas pueden contribuir a una actividad inmunológica excesiva y dañina.

Estudios anteriores sobre la peste ofrecen una base teórica a esta idea, pero este último descubrimiento va más allá, sugiriendo que los cambios genéticos que han aumentado la respuesta inmunitaria humana en el pasado, permitiéndole luchar mejor contra infecciones antiguas, pueden tener un coste. "Si enciende demasiado el calor, eso conduce a la enfermedad", sostiene Barreiro.

De nuevo, y como pocas veces previas en la historia, la sociedad se ha aproximado peligrosamente a un instante del pasado que, sin embargo, duró lo suficiente como para convertirse en una catástrofe prolongada: las epidemias de peste negra. Pensar en ellas podría parecer un ejercicio de surrealismo, pero dejó de ser así en 2020. El coronavirus nos ha recordado que el miedo colectivo a la infección es un estado de aturdimiento difícil de detener.

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