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Los extraños brotes de coreomanía a lo largo de la historia
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¿histeria colectiva?

Los extraños brotes de coreomanía a lo largo de la historia

Durante la Edad Media, en centroeuropa, se produjo en varias ocasiones un extraño fenómeno: presas de la histeria, muchas personas bailaban durante días hasta perecer

Foto: 'La entrada de Cristo en Bruselas' de James Ensor.
'La entrada de Cristo en Bruselas' de James Ensor.

Una mujer comienza a bailar, presa de una extraña histeria, y de repente todo el pueblo la sigue. Se mueven en una danza infernal y extraña, y pasan días y días haciéndolo, hasta que algunos, por culpa del agotamiento, van cayendo muertos al suelo. Pero no importa, incluso con cadáveres a su alrededor, el resto continúa realizando esos extraños bailes. Podría ser el comienzo de una película de terror psicológico o incluso un cuadro de alguna mente lúcida y perturbada, desde Goya a James Ensor. En realidad, se trata de un suceso real: los extraños brotes de coreomanía que han azotado el mundo.

Ya lo mencionamos en otra ocasión en este medio: una mañana de julio de 1518, una mujer conocida como Frau Troffea comenzó a bailar descontroladamente por las calles de Estrasburgo, en el Sacro Imperio Romano Germánico, al noroeste de Francia. La mujer no podía parar y continuó su incontenible danza durante más de cuatro días, hasta que falleció. Desde que empezó a moverse sin control, decenas de personas se fueron uniendo a un baile sin descanso, que llevó a la mayoría de ellos a la muerte como consecuencia de infartos, derrames y agotamiento.

No fue la primera vez que sucedía algo así. La coreomanía fue un fenómeno social que se produjo principalmente en los países centroeuropeos entre los siglos XIV y XVII. Uno de los primeros brotes importantes de los que se tiene registro fue en Aquisgrán, Alemania, en 1347, y se 'extendió' a otros lugares como Colonia, Flandes, Franconia, Hainaut, Metz, Estrasburgo, Tongeren o Utrecht, y a países como Italia y Luxemburgo. Pero antes ya se habían producido extrañas epidemias inexplicables. Por ejemplo, algunos textos hablan de un grupo de niños que en 1237 viajaban desde Erfurt a Arnstadt y lo hicieron saltando y bailando durante todo el camino, lo que recuerda irremediablemente a la leyenda del flautista de Hamelin. De igual manera, en 1278 se derrumbó un puente sobre el río Mosa en Alemania, después de que unas 200 personas bailaran sobre él sin descanso.

Algunos extraños casos de baile colectivo se produjeron después de la epidemia de peste, por lo que se aislaba a los bailarines, se los exorcizaba o se rezaba a San Vito

Y se han producido más episodios de coreomanía a lo largo de la historia de la Europa medieval. En 1418 en Estrasburgo, en 1428 en Schaffhausen (un monje bailó hasta la muerte) y Zúrich o en 1536 en Basilea con la participación de un grupo de niños, por poner algunos ejemplos.

Según cuenta a El Confidencial Jacobo Sanz Hermida, Director de Ediciones de la Universidad de Salamanca y profesor de literatura española: "El mal de la coreomanía no se dio en España, (siempre se menciona por su relevancia el de Estrasburgo de 1518). Pero con cierta frecuencia oímos la expresión del "baile de San Vito" en su relación con los epilépticos y aquellos que poseen toda clase de convulsiones de origen neurológico (san Vito de Lucania es el santo a quien se encomiendan las personas que sufren dichos males)".

Y es que, en aquellos momentos, se solía rezar a quien se creía que podía haber 'provocado la maldición' y, en efecto, en muchas ocasiones se rezaba no solo a San Vito sino también a San Juan Bautista. También se exorcizaba a los bailarines y, en alguna ocasión, como estos extraños casos de baile colectivo se produjeron después de la epidemia de peste negra, también se aislaba a la gente como si hubiera caído presa de una extraña y contagiosa enfermedad. A veces incluso se trataba de arreglar el problema con música y bandas contratadas, lo que en realidad era más enfermedad que remedio.

placeholder Coreomanía en la Europa Medieval.
Coreomanía en la Europa Medieval.

Las explicaciones que se han dado al respecto han sido muchas y muy variadas, desde enfermedades como la epilepsia o el tifus a envenenamientos (fuego de San Antonio, provocado por cornezuelo, un hongo, que producía convulsiones y alucinaciones), escenificaciones o incluso los primeros casos de histeria colectiva.

De hecho en Italia se produjo durante el siglo XIII un fenómeno similar conocido como tarantismo, en el que se suponía que las víctimas, envenenadas por la picadura de una tarántula o escorpión, comenzaban a bailar histéricamente pues se creía que de esta manera se conseguía separar el veneno de la sangre. De hecho, del tarantismo proviene el baile llamado tarantela. En realidad se ha descubierto que el mordisco de la tarántula europea (lycosa tarantula) es inocuo, por lo que el malestar sería más bien de origen psicosomático.

La mayoría de casos registrados se produjeron durante la Europa y parecieron desaparecer hacia la mitad del siglo XVII

Sea como fuere, pese a que se ha producido algún caso aislado más a lo largo de la historia, en general la mayoría de los registrados se produjeron durante la Europa Medieval, en varias ocasiones en Estrasburgo, y parecieron desaparecer hacia la mitad del siglo XVII. Los que han estudiado el fenómeno han querido remarcar algunas curiosidades: generalmente ocurrían en tiempos de dificultad (por ejemplo, tras la epidemia de peste negra), eran espontáneos, la gente que participaba en ellos parecía encontrarse en un estado de inconsciencia y podían bailar durante horas, días o incluso semanas. Una vez empezado el episodio rara vez se detenían, llegando incluso a romperse las costillas en el proceso o a morir directamente. Una demostración de esos tiempos medievales que se presentan en el imaginario popular como tenebrosos y difíciles, pero también atrayentes, quizá por su lejanía.

Una mujer comienza a bailar, presa de una extraña histeria, y de repente todo el pueblo la sigue. Se mueven en una danza infernal y extraña, y pasan días y días haciéndolo, hasta que algunos, por culpa del agotamiento, van cayendo muertos al suelo. Pero no importa, incluso con cadáveres a su alrededor, el resto continúa realizando esos extraños bailes. Podría ser el comienzo de una película de terror psicológico o incluso un cuadro de alguna mente lúcida y perturbada, desde Goya a James Ensor. En realidad, se trata de un suceso real: los extraños brotes de coreomanía que han azotado el mundo.

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