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Los trabajos más curiosos que pasaron a mejor gloria a lo largo de la historia
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CURIOSIDADES HISTÓRICAS

Los trabajos más curiosos que pasaron a mejor gloria a lo largo de la historia

Hacemos un repaso por los oficios más estrafalarios, exigentes y también bonitos que ha habido en los siglos pasados para ver cómo han cambiado hasta lo que son ahora

Foto: Un lector de una fábrica cubana de tabaco en el 1870. (Hulton-Deutsch)
Un lector de una fábrica cubana de tabaco en el 1870. (Hulton-Deutsch)

Antes de que el coronavirus copara las webs de noticias y telediarios, si había un tema bastante recurrente era el impacto de la tecnología en el mundo laboral. Los avances en inteligencia artificial, automatización y robótica servían de pretexto para que los agoreros más sagaces de nuestro tiempo advirtieran de que muchos oficios, tal y como los conocíamos, iban a desaparecer. No era una advertencia baladí, pues al final la crisis del coronavirus ha funcionado como impulso de todas esas innovaciones que ya estaban sucediendo. Sin embargo, este apocalipsis inminente de tantas profesiones no ha llegado de manera inminente y todo apunta a que será mucho más gradual.

A fin de cuentas, la extinción de determinados trabajos es un mantra histórico que se repite de tanto en cuando a lo largo de los años, décadas o siglos. Los esfuerzos de las empresas por abaratar los tiempos y costes de producción han provocado que en muchos oficios se sustituyera la mano de obra humana por una máquina. "Hay que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas", que diría un conocido político español.

Foto: El periodista argentino Andrés Oppenheimer. (Debate)

Hoy queremos repasar algunos de esos trabajos que ya no existen, bien a causa de un avance tecnológico o de cambios culturales que se fueron produciendo a lo largo de la sociedad. ¿Algún día alguien del futuro hará un artículo sobre empleos de hoy en día? A expensas de lo que pueda ocurrir, aquí van una serie de oficios que pasaron a mejor gloria.

Lector de fábrica

En las tabaquerías cubanas, en 1860, apareció un nuevo y fugaz oficio que nació con el objetivo de instruir y entretener a los obreros dedicados a la manufactura del tabaco. Se trataba del lector de fábrica, que normalmente era seleccionado por un comité para que leyera obras de la literatura universal como 'Don Quijote' o 'El Conde de Montecristo'. Lo más curioso es que, como informa un excelente reportaje gráfico de 'Mashable', su salario emanaba del de los propios obreros, pagándole cada uno una pequeña parte.

Los "detectores de aviones" usaban un ingenioso aparato de espejos para determinar las coordenadas desde las que iba a atacar un avión

¿Qué había que hacer para presentarse como candidato a tan bonito puesto? Simplemente tener una pronunciación notable y una buena capacidad para interpretar a los personajes que aparecían en las novelas. Encaramándose a una plataforma, el lector de fábrica leía cuentos a los trabajadores para que estos se desempeñaran con más soltura en su labor. ¿Quién pudo sustituirle en su labor? Es fácil imaginarse un par de décadas después a manufactureros pegando sus oídos a la radio.

Pregonero

Seguramente alguno de nuestros antepasados se las apañaba informando a voz en grito de los asuntos populares a sus vecinos. Es una figura que aparece en muchas de las obras de teatro de épocas medievales. La mayoría de las veces se dedicaba a pregonar a voz en grito órdenes judiciales o las programaciones de fiestas y eventos. Se valoraba que tuviera una buena voz y hablara alto y claro, además de un comportamiento ejemplar.

Hasta principios del siglo XX los hielos se fabricaban a partir de lagos congelados para transportarlos a zonas calurosas del globo

¿Quién vino a sustituir este oficio cuando entró en decadencia? Bien podrían ser los periodistas cuando nacieron los primeros periódicos, los cuales contrataban a niños para que repartieran la prensa diaria en las calles. Estos, a su vez, fueron sustituidos por los kiosqueros y hace unos pocos años en los círculos de periodismo siempre se hablaba del impacto de Internet como fin de la prensa escrita. Pero sigue habiendo periódicos en papel, a pesar de que este mismo artículo no tiene soporte físico. Curiosa la historia, ¿verdad?

Computadoras humanas

Su nombre era Barbara 'Barby' Canright y pasó a la historia por ser la primera mujer dedicada al cálculo de estadísticas y a la extracción de datos sobre asuntos tales como desde cuántos cohetes se necesitaban para hacer que un avión despegara o la trayectoria de estos mismos. En aquellos tiempos la NASA experimentaba con el programa Jet Propulsion Laboratory (JPL), con sede en California. Los cálculos de mujeres como Carnright, o Barbara Paulson, o Macie Roberts (por citar a algunas de ellas) se debían hacer a mano, con lápiz y en papel de cuadrícula. A menudo, tardaban más de una semana en completarse todas las fórmulas.

Foto: Peg Entwistle (Wikimedia)

Este oficio, sin embargo, se remonta mucho más atrás. Concretamente al 1757, el año en el que se considera que nació la computación humana. El inventor de tal profesión fue el matemático francés Alexis-Claude Clairaut, el cual consiguió calcular cuándo sería visible el cometa Halley desde la Tierra. Gracias a él, la computación humana fue clave a la hora de decantar la Segunda Guerra Mundial hacia el bando aliado, cuando Alan Turing inventa la máquina Enigma, inmediata precursora de la informática moderna. No hace falta decir que todos estos grandes y complejos cálculos fueron innecesarios cuando se inventó el primer ordenador.

Detector de aviones

Antes de la invención del radar, los militares necesitaban saber de cualquier forma cuándo y por dónde se aproximaban aviones enemigos. Por ello, surgió el oficio de "detector de aviones" u "oyente de aviones", el cual consistía en afinar al máximo el sistema auditivo gracias a un ingenioso sistema de espejos acústicos para intentar determinar las coordenadas desde las que iba a atacar el avión. Muchos de estos espejos se conservan en museos del mundo. Los japoneses, como siempre más duchos en los inventos, diseñaron las llamadas "tubas de guerra", las cuales eran trompetas enormes que se usaban para captar las señales acústicas de las bombas lanzadas y los aviones cercanos.

Cortador de hielo

Algo tan simple como es ir al supermercado y comprar una de esas grandes bolsas de cubitos para refrescar líquidos antes implicaba una proeza sin igual por parte de quienes se dedicaban a cortar pedacitos de ellos en lagos congelados y transportarlos a zonas más áridas y calientes. De hecho, hasta principios del siglo XX se fabricaban de forma natural como hemos descrito, pues no tenían congeladores. Por norma general, se recolectaba cubitos de hielo en Grecia, Roma o China durante el invierno y se almacenaban hasta que llegaban los meses cálidos. No fue hasta el siglo XIX cuando nació una gran industria en torno a los cubitos. El resto es historia: se inventó la tecnología de refrigeración y ya nunca más tuvieron que fabricar y almacenar de esta forma artesanal estos pedazos de agua congelada.

Antes de que el coronavirus copara las webs de noticias y telediarios, si había un tema bastante recurrente era el impacto de la tecnología en el mundo laboral. Los avances en inteligencia artificial, automatización y robótica servían de pretexto para que los agoreros más sagaces de nuestro tiempo advirtieran de que muchos oficios, tal y como los conocíamos, iban a desaparecer. No era una advertencia baladí, pues al final la crisis del coronavirus ha funcionado como impulso de todas esas innovaciones que ya estaban sucediendo. Sin embargo, este apocalipsis inminente de tantas profesiones no ha llegado de manera inminente y todo apunta a que será mucho más gradual.

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